Parecido en esto a otro no menos vulgar y enceguecido empleado de los esclavistas llamado D.F. Cavallo, quien se creía, y se cree, un genio no descubierto de la economía reaccionaria y su supply side economics (Economía del lado de la oferta), moda ya fenecida hace décadas; ¡a qué niveles de delirio llega la pusilanimidad de este energúmeno a quien todavía prestan micrófono e imagen en las empresas monopolistas de la “expresión periodística”, blanqueando sus fracasos y derrotas.
Pero la expresión de Rodríguez es cierta. Primero, ha dicho una enorme verdad: es la guerra desatada por la burguesía (interna-externa coaligadas) contra el pueblo trabajador. ¡Increíble! los vagos, los holgazanes, los haraganes, los ociosos, los parásitos de la sociedad que viven del trabajo de los trabajadores, y que en muchos casos reciben emolumentos del Estado por haber desempeñado funciones públicas en favor de los esclavistas del capital, son quienes apostrofan, insultan, agreden, ofenden, al conjunto de los trabajadores que crean y sostienen la riqueza del país, riqueza que se apropian los capitalistas y sus empleados, los mismos que eluden, evaden el pago de los impuestos, fugan capital a las guaridas fiscales externas, violan las leyes laborales, sociales y sindicales, contratan “en negro” y se apropian de los aportes al trabajo al no depositarlos en el Estado, se apropian del IVA que no declaran cuando venden, todas lindezas del capital pequeño, mediano, grande y corporativo, que forman una sola fuerza unida contra quienes trabajan para volver al esclavismo de los siglos XVIII/XIX. Segundo, no es cierto que liberales y libertarios “ataquen” al Estado, su déficit, su intromisión en la economía, sus gastos, su mentiroso incremento de empleos políticos, etc. etc. Esto debe ser subrayado enfáticamente: atacan sí al Estado que despliega políticas “tibiamente” populares, progresistas, etc. Su liberalismo, su libertarismo no es otra cosa que “borrar” toda legislación social, sindical, laboral que tienda a proteger a los trabajadores del terrorismo de clase de la burguesía y de sus socios.
Este Estado ¡no! ¡ese no es Estado! El Estado “verdadero” es el que representa y defiende a los capitalistas, es el que les crea condiciones para el esclavismo sin leyes, ni controles, ni regulaciones, ni nada que se oponga a su rapacidad delincuencial. El Estado que les conceda créditos y subsidios a los poderosos para que luego los pague el trabajador rebajando sus salarios, es el comunismo capitalista ¡todo contra la clase trabajadora! Esto es lo que, en rigor de verdad, hace siempre, sólo que ahora quiere aplastar todo lo que sea legal que impida ir directamente al restablecimiento esclavista de hace dos siglos. ¿No es esto terrorismo de clase? ¿No es esto ¡guerra de clases!?
Pero veamos lo que el idiota útil del capitalismo, hoy en el Poder Ejecutivo Nacional, afirmaba hace poco sobre Estado y mafia haciendo una comparación entre ambos:
1. Si tuviera que elegir entre el Estado y la mafia, me quedo con la mafia. La mafia tiene códigos (¿?)
2. La mafia cumple, la mafia no miente…
3. Y sobre todas las cosas, la mafia compite (?)
4. En cambio el Estado no admite competencia,
5. Quiere el monopolio de la fuerza,
6.quiere el monopolio de la emisión monetaria, 7. Son todas cosas que a la postre, nos generan mucho daño.
Confrontemos estas afirmaciones con lo real que enfrentamos todos los días:
Ofensiva contra la Constitución Nacional, la legislación laboral, sindical, social, desregulaciones de todo tipo en favor de las empresas oligopólicas, despotismo de las empresas en ramas de consumo masivo, farmacéutica, científica (Conicet), privatizaciones de empresas públicas (remates en favor de sus amigos y conocidos), ataques a Aerolíneas Argentinas, YPF, Total parate de la obra pública en curso y en proyectos, congelamiento salarial y de jubilaciones, retención de la coparticipación de impuestos nacionales con las provincias, etc. etc. etc…
¿Qué es esto? Pues que el “empleado” Milei:
1. No eligió entre el Estado y la mafia, se quedó con ambos.
2.Milei no tiene códigos.
3.Milei no cumple, Milei miente.
4. La mafia compite, Milei no compite, agrede e impone por la fuerza.
5 El estado de Milei destruye la competencia, no la fomenta ni sostiene.
6. El Estado “no quiere el monopolio de la fuerza” ¡¡lo tiene!! y este personaje absurdo hace abuso de él mediante una funcionaria tira bombas asesinas en Jardines de Infantes (Milei dixit).
7. El Estado “no quiere el monopolio de la emisión monetaria” ¡¡lo tiene!! y es exactamente de lo que hace abuso este atolondrado Mr.
Se quedó con el Estado terrorista liberal, ni siquiera libertario, esclavista, al frente de cuyo Ministerio de Economía designó a un estafador que se “fumó 15.0000 millones de dólares (Milei dixit); furioso Estado anti-trabajadores; y se quedó con la mafia: M. Macri y sus secuaces del crimen organizado en la Argentina en calidad de asesor. ¡¡Lindo Presidente tiene Argentina!! Quizás pudiera añadirse a estos atributos tan “seductores” que es un plagiario (ladrón de la propiedad intelectual de terceros. Tiene juicios que no se dan a conocer), extorsionador cuando pedía en la campaña electoral a quienes querían proponerse como candidatos que le pagaran 30.000/40.000/50.000, y más dólares para ser “ungidos” como tales, “derrochador” de los ingresos del Estado para construir unos “hermosos” caniles para sus perros “médiums”, que cuestan millones de pesos ¡¡¿Para esto si hay plata Sr. plagiario, extorsionador y empleado venal de sus amos? Otra conclusión irrebatible sería; ¡no sirve siquiera para mafioso! tan inútil es, sobre todo teniendo en cuenta que la mafia no tiene en sus filas monigotes de esta calaña.
¿Pero cuál es el fondo socio-económico de estos desmanes de los políticos terroristas de la ultraderecha en el mundo, no sólo en Argentina y América Latina, ¿Por qué esta rabiosa ofensiva anti-Estado por parte de la burguesía mundial? Durante su etapa de surgimiento socio-económico, la burguesía actuaba en el seno de la decadente economía monárquica-feudal; ésta se aferraba a sus privilegios, concentración del poder en el Estado, apropiación y control de los flujos aduaneros, trabajo servil bajo propiedad y vigilancia de la nobleza terrateniente, prohibición de las libertades civiles, persecución de las ideas liberales y de quienes las sostenían contra el atraso, “la” esclavitud de los trabajadores siervos, se oponían a los “monopolios” del Rey y su séquito, todo en nombre de Dios nuestro Señor que así lo había establecido. Todo quedó finalmente concentrado en el grito de guerra de la burguesía ascendente: ¡Libertad! ¡Igualdad! ¡Fraternidad! a la que sumaban libre mercado, libertad de expresión, República y democracia. La burguesía era ¡revolucionaria! trastornaba la sociedad y sus instituciones medievales, la burguesía conspiraba contra la ¡ley y las instituciones de tal época! ¡Todo debía cambiar! Y… finalmente ¡cambió!
Ella sepultó la anacrónica sociedad clerical-medieval, desató guerras contra quienes se oponían a las transformaciones ¡basta de esclavitud! ¡trabajadores libres! ¡libre competencia! ¡libre comercio! Constitución y Estado democrático. El exponente principal y destacado fue Napoleón y sus sucesivos enfrentamientos armados. Ni siquiera la Santa Alianza en 1815 (Austria, Prusia y Rusia) pudo reconstruir el mundo que se derrumbaba.
Esa época gloriosa terminó hace mucho. Hoy la burguesía se enfrenta a otras demandas y exigencias de parte de la sociedad del trabajo. Su época de oro ha finalizado la realidad es la de su estancamiento, declinación, y la de encontrarse en la situación de no poder controlar las fuerzas que ha desatado en lo productivo, científico y tecnológico: el valor del capital ficticio, sus maniobras, sus especulaciones, su improductividad en los mercados del mundo más que decuplica el valor de la productividad real de sus ramas; sobre todo desde los años setenta del siglo pasado en que ha crecido la desigualdad, la pobreza, la mendicidad, la indigencia en porcentajes de escándalo; la desocupación no ha podido ser erradicada (ni lo podrá ser); el permanente decrecimiento de la masa de salarios; la carencia de viviendas; etc. Hoy la burguesía bajo una forma que le es propia reproduce todo lo que había combatido en su modalidad feudal-absolutista: privilegios, monopolios, esclavitud del trabajador; riqueza concentrada en una minúscula fracción de holdings financieros, Estado terrorista represivo, persecución de militantes populares, asesinatos, golpes de Estado, invasiones, usurpaciones, etc. etc. Ya no es liberalismo, ni neoliberalismo, es nada más y nada menos que ¡despotismo y neodespotismo burgués! el mismo que execraba en su lucha anterior. Con una particularidad notable: la lucha entre pueblo y burguesía no se da fuera del Estado y de su administración, sino dentro del mismo y con una administración que admite la necesidad (¡y la perentoriedad!) de atacar la propiedad y los privilegios antes custodiados en favor de los expoliadores dirigidos ahora por partidos, movimientos, frentes que plantean y ejecutan políticas distribucionistas y populares. Contra esto es que se vuelve terrorista y asesina la burguesía: su Estado ya no lo puede manejar a su placer siempre aterrorizando a los trabajadores, ahora ella misma está entre sus probables perdedores de lo que antes era indiscutido e intocable. La suerte que está corriendo históricamente es la que le tocó en su momento a la nobleza y monarquías: ¡su eliminación de la sociedad! Alea jacta est. ¡La suerte está echada! rebeliones, convulsiones, revoluciones, transformaciones, cambios, etc. ¡Igualdad, fraternidad, trabajo libre asociado, expropiación de expropiadores, eliminación del capital, abolición de la explotación, distribución social de la riqueza socialmente producida ¡esta es la realidad de hoy y del futuro!
Fernando Hugo Azcurra | 19/01/2024
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