Javier Milei llevó el índice de pobreza al 52,9% en el primer semestre del año, mientras que la indigencia alcanzó el 18,1% en el mismo período. Es el resultado de su política de despidos, topes salariales y ajuste feroz sobre las prestaciones y asistencia social. Un presidente que empobrece en semejante magnitud a nuestro pueblo para complacer a un puñado de capitalistas no puede seguir gobernando.
Las cifras fueron publicadas por el Indec, dando cuenta que, en apenas seis meses, la pobreza creció 11,2 puntos y la indigencia 6,2 puntos, llegando a 24,9 y 8,5 millones de personas, respectivamente. O sea que con Milei más de cinco millones de habitantes pasaron a ser pobres, y casi tres millones cayeron en la indigencia.
Una verdadera catástrofe anunciada, teniendo en cuenta las cesantías, la pérdida salarial y el peso de la motosierra durante el período mencionado. Todo, en función de ensanchar los bolsillos de buena parte de la clase capitalista, pagarle intereses usurarios a la banca y congraciarse con el FMI.
Es el resultado del ataque constante a los trabajadores. El promedio del ingreso total familiar aumentó un 87,8%, mientras que aumentó 115,3% el de la canasta alimentaria y 119,3% el de la canasta básica total. En dinero, el dato es desesperante: el ingreso total familiar promedio de los hogares pobres fue de $407.171, pero la canasta básica promedio de esos hogares fue de $709.318.
Esto es consecuencia de que las patronales no dudaron en pasar la factura de la recesión económica a sus trabajadores, dejándolos en la calle. A esto hay que sumarle los despidos producidos en el sector público en nombre del ajuste fiscal. De este modo, en junio 2024 hubo 232.705 trabajadores registrados menos que en noviembre 2023, según un informe elaborado por Cepa en base a datos oficiales. Peor ha sido la situación en el sector no registrado, donde despedir es más sencillo ante la ausencia de indemnizaciones.
Otro factor que ha contribuido al crecimiento de la pobreza y la indigencia es la caída salarial, como resultado de una inflación irrefrenable en los primeros meses de gestión de Milei combinada con paritarias a la baja en la mayoría de los gremios, las cuales fueron firmadas por la burocracia sindical a espaldas de las bases. Según el Indec, en junio 2024, la inflación interanual era del 271,5%, mientras que el índice de salarios del sector privado registrado alcanzaba el 249,3%, el del sector público 186,8% y el del sector privado no registrado apenas 159,3%.
A su vez, el primer semestre ha sido el escenario de un ajuste sideral sobre las partidas sociales. En ese período, el presupuesto destinado a jubilaciones y pensiones cayó 23,7% real en comparación interanual, el dirigido a políticas alimentarias retrocedió 17,9%, y lo hizo en un 56,6% la ejecución presupuestaria del exprograma Potenciar Trabajo (actual “Volver al trabajo”), según el informe publicado por la Oficina de Presupuesto del Congreso. Finalmente, Milei no ajustó a la casta como prometió en campaña sino a la población más vulnerable, obligándola a elegir entre comer todos los días o comprar remedios. En contraste, organiza asados ignominiosos en la Quinta de Olivos con la denominada casta para festejar la miseria de los jubilados y le garantiza dietas exorbitantes.
Los pilares en los que se asienta el índice de pobreza del primer semestre perdurarán en el tiempo. El Presupuesto 2025 es un llamado a redoblar el ajuste contra los sectores populares; el oficialismo promueve techos salariales del orden del 2% cuando la inflación no baja del 4% y los sueldos aún no se han repuesto del golpe devaluatorio de diciembre; mientras tanto, la recesión sigue su curso, incubando nuevos despidos.
Un panorama sombrío para quienes vivimos de nuestro trabajo en este país. Es momento de recoger las lecciones de la historia y tomar acción para que haya una rebelión popular en Argentina que derrote a este gobierno de la pobreza y el hambre.
Sofía Hart
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