El engendro de Milei comienza con la promesa de un superávit equivalente al pago de los intereses de la deuda pública. En sus primeros tres artículos, el proyecto establece que en todo momento las partidas del Presupuesto podrán “ser recortadas para asegurar ese superávit financiero”. El proyecto oficial divide a los gastos entre aquellos con “ajuste automático” y los “discrecionalidades”. Entre los primeros, solo están la deuda pública y las jubilaciones, que se ajustarán con la inflación pero después de haber sido despojadas del 62% de su poder de compra en los últimos siete años. Los demás ítems son considerados “gastos discrecionales remanentes” (sic). En definitiva, se ha presentado como ”presupuesto” a una caja única para un propósito inviable -el pago de los compromisos de deuda del año 2025.
Impuestazo a los trabajadores
Después de despotricar contra el peso de “la carga impositiva contra el ciudadano”, el presupuesto de Milei termina elevando esa presión en un punto del PBI, pero con una significativa modificación: se refuerza decisivamente el peso de los impuestos que pagan los trabajadores, al tiempo que se alivia la carga al capital. Ganancias y el monotributo aumentarán entre un 20 y un 100% su participación en los ingresos fiscales. En el primer caso, por la reinstauración de la cuarta categoría (impuesto al salario); en el segundo, por el mazazo aplicado sobre las cuotas mensuales del monotributo. También recaudará más el impuesto a los combustibles, impulsado por los tarifazos en las naftas. En contrapartida, el impuesto a los Bienes Personales tendrá una reducción real del 23% en la recaudación prevista.
El planteo impositivo de Milei Caputo derrumba la charlatanería “anti-Estado”: los libertarios han redoblado la carga de los impuestos sobre el salario, el consumo y los ingresos precarizados, para concurrir a auxiliar con más fuerza que nunca al capital. En efecto: los “gastos tributarios” -o sea, las exenciones y subsidios a sectores capitalistas- no han bajado una décima en su participación, y representarán el 3,4% del PBI en el presupuesto 2025. Para completarla, Milei no se privará siquiera del impuesto que dice odiar con más fuerza, el ¡impuesto inflacionario! Ocurre que el presupuesto 2025 asume una inflación anual del 18% -o sea, un 1.3% mensual, cuando la inflación presente no baja del 4% y el propio presupuesto prevé la continuidad de los tarifazos en 2025. Una inflación superior a la proyectada daría lugar a una mayor recaudación en los impuestos sobre el consumo (IVA), como resultado de los aumentos de precios. Esos mayores ingresos podrán ser reasignados discrecionalmente. Los liberticidas, de ese modo, echarán mano del método “nac & pop” de recaudación fiscal “por fuera” del presupuesto proyectado.
Espías y acreedores, a salvo
Aunque todos los gastos estarán condicionados por el pago de la deuda, la orientación social del presupuesto no deja dudas. En relación a la Universidad, el proyecto dispone de 3,8 billones de pesos, exactamente la mitad de los gastos estimados como necesarios por el Consejo de Rectores (CIN) O sea que el proyecto da por fenecida a la ley de financiamiento universitario incluso antes de que ésta sea votada y vetada. En relación al Conicet, los recursos se reducen en un 40%, y algo similar ocurre con el INTI y el INTA. De conjunto, el ajuste planteado sobre las transferencias a las provincias constituye un golpe al plexo de los gastos sanitarios y educativos, que desde hace varias décadas se encuentran federalizados.
En medio de estos recortes, hay un rubro que logra un aumento real del 100%, el de los gastos de la SIDE. De este modo, Milei-Caputo se han resarcido del revés sufrido en el Congreso, después que el decretazo sobre los fondos reservados de inteligencia fuera volteado por las dos Cámaras. Con seguridad, no serán los gastos del aparato de espionaje los que resulten recortados para cumplir con el pago de los intereses de deuda.
Pero el engendro de Milei-Caputo no logra “cerrar” la cuestión crucial de la deuda pública. Frente a vencimientos de deuda por capital e intereses de 24.000 millones de dólares, el proyecto oficial prevé pagar 7.500 millones de interés y tomar deuda por otros 3.500 millones para refinanciar vencimientos de capital. Aunque no lo dice, Caputo supone la renovación automática de la deuda con organismos internacionales -FMI incluido- y de los “pases” de China, que representan la mitad de los vencimientos. Pero aún en ese caso, debería vérselas con otros 12.000 millones de vencimientos de deuda privada, sin que aparezca un financiamiento internacional a la vista. Bien mirado, el discurso de Milei y el presupuesto “déficit cero” es una escenificación dirigida a suplicar ese financiamiento. A costa de fustigar a los “defolteadores seriales” de la historia argentina, Milei se ha colocado en la misma fila, sin dejar de agregarle él mismo 87.000 millones de dólares a la hipoteca nacional de la deuda en tan sólo ocho meses.
Gobierno por decreto
La presentación del conjunto de gastos como “discrecionales” anticipa la intención de gobernar por decreto. Ese régimen de decretazos se abrirá paso por dos vías: para el caso en que el presupuesto sea rechazado por el Congreso -y Milei dicte la “prolongación” del anterior- o si los demócratas de las dos cámaras se lo terminan aprobando, con el argumento de querer evitar un presupuesto por decreto. En definitiva, es lo que ya ocurrió con el DNU 70 y la Ley Bases. Pero ninguna de las dos variantes podrán rescatar a un presupuesto inviable por partida doble: primero, porque las exacciones planteadas a las masas trabajadoras son socialmente intolerables, algo que ya se está manifestando en la actualidad. Incluso los encuestadores afines al oficialismo reconocen un “cambio en el humor popular”, que crece al compás de los tarifazos en el transporte y el derrumbe económico general. En segundo lugar, porque ni con semejante agresión a las masas Milei y Caputo consiguen asegurar los compromisos con los acreedores locales e internacionales de la deuda. El gobierno liberticida sólo ha presupuestado su propio impasse económico y político, en las vísperas de cimbronazos financieros internacionales y de grandes luchas en puerta.
Marcelo Ramal
17/09/2024
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