Bajo una intensa presión de la derecha criolla y del imperialismo, el Tribunal Supremo de Colombia ordenó la liberación del expresidente Álvaro Uribe, quien permanecía en prisión domiciliaria por haber sido condenado a 12 años de prisión por fraude procesal y soborno. Uribe, de 73 años, esperará en libertad el resultado de su apelación y el dictamen definitivo de los jueces supremos.
La medida fue saludada por conspicuos representantes del trumpismo. “Ningún presidente en mi vida ha hecho más por Colombia que @AlvaroUribeVel. Fue un honor compartir tiempo con él, compartir lo que hemos aprendido en nuestro viaje hasta ahora e imaginar un futuro brillante para quien podría ser el mayor aliado de Estados Unidos en Sudamérica”, señaló el senador republicano de Ohio, Bernie Moreno. Antes de que se hiciera efectiva la prisión de Uribe, Moreno lo había visitado en su casa de Antioquia. Cuando la jueza Sandra Heredia dio a conocer la sentencia, Moreno habló de un fallo “ilegítimo” y comparó a Colombia con Venezuela. Además de los republicanos y del propio gobierno Trump -Marco Rubio fue uno de los principales agitadores por la libertad de Uribe-, en el Partido Demócrata también hay amplios sectores que respaldan al exmandatario colombiano.
Uribe es denunciado por su apoyo a los grupos paramilitares en “la lucha contra el narcotráfico” y la represión a la guerrilla. Las llamadas “autodefensas” se vincularon tempranamente, en los años 80, con el clan Uribe, que abonó su formación. Fueron responsables de más de 200 mil asesinatos. Muchas de ellas se reconvirtieron y asimilaron al narcotráfico, que Uribe decía combatir con apoyo financiero y militar de los Estados Unidos. Durante sus dos presidencias (2002-2010), fue un baluarte de la derecha continental y sigue siéndolo, a pesar de su predicamento menguante. Hoy es el principal opositor al gobierno centroizquierdista de Gustavo Petro. Uribe carga además con otros procesos penales en su contra, también vinculados a la represión en ese periodo, en especial por los llamados “falsos positivos”, asesinatos de los paramilitares que se atribuían a la guerrilla.
El gobierno Trump quiere convertir a América Latina en la retaguardia de la guerra imperialista mundial (Palestina y Medio Oriente, Ucrania, guerra económica contra ‘el resto del mundo’). Ha desatado una guerra política contra Brasil, para liberar a Bolsonaro y para imponer los intereses de las empresas digitales norteamericanas.
Política Obrera
21/08/2025
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