martes, marzo 27, 2007

Clase dirigente global: Milmillonarios y cómo "lo hicieron".

Mientras que el número de milmillonarios del mundo crecía desde 793 en 2006 a 946 en este año, importantes levantamientos de masas se convirtieron en acontecimientos comunes en China e India. En India, que tiene el mayor número de milmillonarios (36) de Asia con una riqueza total de 1. 910 millones de dólares, el primer ministro Singh declaró que la mayor amenaza para la ‘seguridad de India’ eran los ejércitos de guerrilla dirigidos por los maoístas y los movimientos de masas en las partes más pobres del país. En China, con 20 milmillonarios que poseen una riqueza neta de 2.940 millones de dólares, los nuevos dirigentes, que se enfrentan a casi cien mil disturbios y protestas documentadas, han aumentado por cien el número de milicias antidisturbios armadas y aumentado 1.000 millones de dólares los gastos destinados a los pobres rurales con la esperanza de disminuir las monstruosas desigualdades de clase y de disminuir la agitación de masas.
La riqueza total de esta clase dirigente global creció de año en año un 35% hasta el tope de 3.500 millones de dólares, mientras que los niveles de ingresos para el 55% de los 6.000 millones de población más humilde del mundo disminuyeron o se estancaron. Dicho de otro modo, una parte de cien millones de la población del mundo (1/100,000,000) posee más que más de 3.000 millones de personas. Más de la mitad de los milmillonarios actuales (523) proceden de sólo tres países: Estados Unidos (415), Alemania (55) y Rusia (53). El incremento del 35% de la riqueza procede en mayoría más de la especulación en mercados de capital, propiedades inmobiliarias y comercio de materias primas que de innovaciones técnicas, inversión en industrias que generan empleo o servicios sociales.
En el grupo de millonarios más recientes, más jóvenes y que han crecido más rápidamente destaca la oligarquía rusa por sus inicios más codiciosos. Más de dos tercios (67%) de los actuales oligarcas milmillonarios rusos empezaron su concentración de riqueza cuando tenían treinta o treinta y tantos años. Durante la década de infausta memoria de los noventa bajo el casi dictatorial gobierno de Yeltsin y sus consejeros dirigidos por Estados Unidos, Anatoly Chubais y Yegor Gaidar, toda la economía rusa se puso en venta a precio de ganga por un ‘precio político’, mucho más bajo que su valor real. Sin excepción alguna las transferencias de propiedad se hicieron por medio de tácticas de gangster – asesinatos, robos masivos y apropiación de recursos estatales, manipulación de reservas y compras de compañías ilícitos. Los futuros milmillonarios vaciaron el Estado ruso de fábricas, transportes, petróleo, gas, hierro, carbón y otros recursos antes estatales por un valor de un billón de dólares.
Contrariamente [a lo que afirman] publicista estadounidenses y europeos, de derecha y de izquierda, entre la oligarquía de los actuales milmillonarios rusos hay muy pocos de los principales ex-dirigentes comunistas. En segundo lugar, contrariamente a las afirmaciones de los maestros en manipulación de ‘incompetencias comunistas’, las minas, fábricas y empresas de energía desarrolladas por la antigua Unión Soviética eran rentables y competitivas antes de que se apoderaran de ellas los nuevos oligarcas. La prueba es la masiva riqueza privada acumulada en menos de una década por estos gángsteres-hombres de negocios.
Prácticamente ninguna de las fuentes de riqueza iniciales de los milmillonarios tiene nada que ver con construcción, innovación o desarrollo de nuevas empresas eficientes. La riqueza no se transfirió a altos comisarios del Partido Comunista (transferencias laterales), sino que se apropiaron de ella mafias armadas privadas dirigidas por recién graduados en las universidades recientes que rápidamente sacaron provecho de corromper, intimidar o asesinar a altos funcionarios del Estado y de beneficiarse de las insensatas contrataciones por parte de Boris Yeltsin de asesores occidentales en ‘libre mercado’.
La revista Forbes publica una lista anual de los individuos y familias más ricos del mundo. Lo que es más gracioso de las famosas notas biográficas de la revista Forbes sobre los oligarcas rusos es la constante referencia a su fuente de riqueza como lograda ‘gracias a su esfuerzo personal’ como si robar la propiedad estatal creada por el pueblo ruso y defendida durante más de setenta años con su sangre y su sudor fuera el resultado de las habilidades para los negocios de matones veinteañeros. Los ocho primeros milmillonarios oligarcas rusos empezaron todos ellos armando fuertemente a sus rivales, creando ‘bancos de papel’ y haciéndose con el control de la producción de aluminio, petróleo, gas, níquel y acero, y de la exportación de bauxita, hierro y otros sectores. Cada sector de la antigua economía socialista fue saqueada por los nuevos millonarios: construcción, telecomunicaciones, industria química, propiedades inmobiliarias, agricultura, vodka, comida, tierras, medios de comunicación, automóviles, compañías aéreas, etc..
Con raras excepciones, tras las privatizaciones de Yeltsin todos los oligarcas llegaron rápidamente a la cumbre o casi a la cumbre asesinado o intimidando literalmente a cualquier oponente dentro del antiguo aparato soviético y a cualquier competidor de las bandas depredadoras rivales.
Las medidas ‘políticas’ clave, que facilitaron el saqueo y las adquisiciones por parte de los futuros milmillonarios, fueron las privatizaciones generalizadas e inmediatas de casi todas las empresas públicas por parte del equipo Gaidar/Chubais. Un equipo de Harvad de asesores económicos y especialmente el presidente Clinton fomentaron este ‘tratamiento de choque’ para hacer irreversible la transformación capitalista. La privatización generalizada llevó a guerras entre las bandas capitalistas y a la desarticulación de la economía rusa. A consecuencia de ello se produjo una bajada de un 80% en el nivel de vida, una devaluación generalizada del rublo y la venta de recursos petrolíferos, de gas y otros recursos estratégicos de valor incalculable a precio de ganga a la creciente clase de depredadores milmillonarios y a corporaciones multinacionales estadounidenses y europeas del petróleo y del gas. Las oligarquías mafiosas blanquearon en los principales bancos de Nueva York, Londres, Suiza, Israel y otros lugares más de 100.000 millones de dólares al año – fondos que más tarde serían reciclados en la compra de caras propiedades inmobiliarias en Estados Unidos, Gran Bretaña, España, Francia, así como en inversiones en equipos de fútbol británicos, bancos israelíes y empresas conjuntas mineras.
Los ganadores de la guerra de bandas durante el reinado de Yeltsin siguieron expandiendo las operaciones a una variedad de nuevos sectores económicos, inversiones en la expansión de las prestaciones existentes (especialmente en bienes inmobiliarios, industrias de consumo y extractivas) y en el extranjero. Con el presidente Putin, se consolidaron y expandieron los gángsteres-oligarcas – de multimillonarios a mil-millonarios y en aumento. De jóvenes matones arrogantes y estafadores locales pasaron a convertirse en ‘respetables’ socios de corporaciones multinacionales estadounidenses y europeas, según sus agentes de relaciones públicas europeos. Los nuevos oligarcas rusos han ‘llegado’ a la escena financiera mundial, según la prensa financiera.
Sin embargo, como indicaba recientemente el presidente Putin, los nuevos milmillonarios han fracasado en invertir, innovar y crear empresas competitivas, a pesar de las óptimas condiciones. Fuera de las exportaciones de material sin refinar, que se benefician de los altos precios internacionales, pocas de las manufacturas que posee la oligarquía están ganando divisa extranjera porque pocas pueden competir en los mercados internacionales. La razón es que los oligarcas han ‘diversificado’ introduciéndose en la especulación de acciones (Suleiman Kerimov, 14.400 millones de dólares), prostitución (Mikhail Prokhorov, 13.500 millones de dólares), banca (Fridman, 12.600 millones de dólares) y compra de minas y de plantas de proceso de minerales.
Los medios de comunicación occidentales han centrado su atención en la pelea entre un puñado de oligarcas de la era Yeltsin y el presidente Vladimir Putin, y en el aumento de la riqueza de varios milmillonarios de la era Putin. Sin embargo, las pruebas biográficas demuestran que no existe ruptura entre el aumento de milmillonarios bajo Yeltsin y su consolidación y expansión bajo Putin. El descenso de los asesinatos mutuos y el giro hacia una competición regulada por el Estado es tanto producto de la consolidación de las grandes fortunas como de las ‘nuevas reglas del juego’ impuestas por el presidente Putin. A mediados del siglo XIX, al analizar el ascenso de la burguesía respetable en Francia Honoré Balzac señalaba sus dudosos orígenes: “Detrás de cada gran fortuna hay un gran crimen”. Las estafas engendradas en el ascenso durante décadas de la burguesía francesa del siglo XIX parece nimias en comparación con el saqueo masivo y la sangría que crearon los milmillonarios de la Rusia del Siglo XXI.

América Latina

Si la sangre y las pistolas fueron los instrumentos para el ascenso de los oligarcas rusos milmillonarios, en otras regiones el Mercado, o mejor aún, el Consenso de Washington orquestado por Estados Unidos-Fondo Monetario Internacional-Banco Mundial fue la fuerza motriz tras el ascenso de los milmillonarios latinoamericanos. Los dos países con la mayor concentración de riqueza y mayor número de milmillonarios en América Latina son México y Brasil (77%), que son los dos países que privatizaron los monopolios públicos más lucrativos, eficientes y grandes. De los 38 milmillonarios latinoamericanos que poseen un total de 157.200 millones dólares, 30 son mexicanos o brasileños con 120.300 millones de dólares. La riqueza de 38 familias e individuos excede a la de 250 millones de latinoamericanos; 0.000001% de la población excede la del 50% más humilde. En México los ingresos del 0.000001% de la población exceden el conjunto de los ingresos de 40 millones de mexicanos. El ascenso de los milmillonarios latinoamericanos coincide con la caída real de los salarios mínimos, de los gastos públicos en servicios sociales, de la legislación laboral y con un aumento de la represión estatal, que debilita la organización trabajadora y campesina, y las negociaciones colectivas. La implementación de impuestos regresivos que cargan a los trabajadores y campesinos, y las exenciones de impuestos y subsidios a los exportadores del agro-mineral contribuyeron a crear milmillonarios. El resultado ha sido una movilidad descendente para los empleados públicos y los trabajadores, el desplazamiento del trabajo urbano al sector informal, la bancarrota masiva de los pequeños granjeros, campesinos y del trabajo rural, y la migración del campo a suburbios urbanos y la emigración fuera del país.
La principal causa de pobreza en América Latina son exactamente las mismas condiciones que facilitan el crecimiento de milmillonarios. En el caso de México la privatización del sector de las telecomunicaciones a precios bajísimos dio como resultado que se cuatriplicara la riqueza de Carlos Slim Helu, el tercer hombre más rico del mundo (detrás sólo de Bill Gates y Warren Buffet) con una riqueza neta de 49.000 millones de dólares. Dos compañeros suyos milmillonarios mexicanos, Alfredo Harp Helu and Roberto Hernández Ramírez se beneficiaron de la privatización de bancos y su subsiguiente desnacionalización, al vender Banamex a Citicorp.
La privatización, la desregulación financiera y la desnacionalización fueron los principios operativos clave de las políticas económicas exteriores estadounidenses implementadas en América Latina por el FMI y el Banco Mundial. Estos principios dictaron las condiciones fundamentales que determinaron cualquier crédito o re-negociación de la deuda en América Latina.
Los milmillonarios en ciernes procedían del dinero viejo y nuevo. Algunos empezaron a amasar sus fortunas obteniendo contratos gubernamentales durante el modelo de desarrollo dirigido por el Estado (de los años treinta a los setenta) y otros a través de riqueza heredada. La mitad de los milmillonarios mexicanos heredaron sus fortunas originarias multimillonarias en dólares en su ascenso a la cumbre. La otra mitad se benefició de relaciones políticas y la subsiguiente gran mordida de comprar baratas empresas públicas y venderlas después con grandes beneficios a multinacionales estadounidenses. La inmensa mayoría de los 12 millones de inmigrantes mexicanos que cruzaron la frontera hacia Estados Unidos han huido de condiciones onerosas que permitieron a los millonarios mexicanos tradicionales y nuevos unirse al club de milmillonarios globales.
Brasil tiene el mayor número de milmillonarios (20) de los países de América Latina con una riqueza neta de 46.200 millones de dólares, que es mayor que la nueva riqueza de 80 millones de empobrecidos brasileños rurales y urbanos. Aproximadamente el 40% de los milmillonarios brasileños empezaron con grandes fortunas – y, simplemente, fueron añadiendo más – a través de adquisiciones y fusiones. Los llamados ‘hechos a sí mismos’ milmillonarios se beneficiaron de la privatización del lucrativo sector financiero (la familia Safra con 8.900 millones de dólares) y de los complejos del hierro y del acero.

Cómo convertirse en un milmillonario

Mientras que algunos conocimientos, las ‘habilidades empresariales’ y técnicas, y la habilidad comercial desempeñaron un papel pequeño en la creación de los milmillonarios de Rusia y América Latina, mucho más importante fue la interrelación de política y economía en cada estadio de la acumulación de riqueza.
En la mayoría de los casos hubo tres etapas:
Durante el temprano modelo de desarrollo ‘estatal’ los actuales milmillonarios ‘presionaron’ y sobornaron con éxito a los funcionarios para obtener contratos gubernamentales, exenciones de impuestos, subsidios y protección frente a la competencia extranjera. Las dádivas estatales fueron el punto de partida para el estatus de milmillonario durante la subsiguiente fase neoliberal.
El periodo neoliberal suministró las mayores oportunidades para conseguir lucrativos activos públicos por un valor mucho menor que su valor de mercado y de su capacidad de beneficios. Aunque se describieron como‘transacciones de mercado’, en realidad las privatizaciones fueron ventas políticas en cuatro sentidos: en el precio, en la selección de los compradores, en los sobornos a los vendedores y en favorecer una agenda política. La acumulación de riqueza fue el resultado de la liquidación de bancos, minerales, fuentes de energía, telecomunicaciones, centrales eléctricas y transportes, y de la asunción por parte del Estado de la deuda privada. Ésta fue la fase de despegue de los multi-millonarios hacia el estatus de mil-millonarios. En América Latina esto se consumó vía la corrupción y en Rusia vía el asesinato y la guerra de bandas.
Durante la tercera fase (la actual) los mil-millonarios han consolidado y expandido sus imperios a través de fusiones, adquisiciones, más privatizaciones y la expansión al extranjero. Los monopolios privados de telefonía móvil, telecomunicaciones y otras utilidades ‘públicas’, más los altos precios de las materias primas han añadido miles de millones a las concentraciones iniciales. Algunos multimillonarios se convirtieron en milmillonarios vendiendo sus adquisiciones recientes, lucrativas empresas privatizadas, al capital extranjero.
Tanto en América Latina como en Rusia los milmillonarios se apropiaron de lucrativos activos estatales bajo los auspicios de regímenes neoliberales ortodoxos (los regímenes de Salinas-Zedillo en México, de Collor-Cardoso en Brasil, de Yeltsin en Rusia) y se consolidaron y expandieron bajo el gobierno de regímenes supuestamente ‘reformistas’ (Putin en Rusia, Lula en Brasil y Fox en México). En el resto de América Latina (Chile, Colombia y Argentina) la creación de milmillonarios fue producto de sangrientos golpes y regímenes militares que destruyeron a los movimientos socio-políticos e iniciaron el proceso de privatización. Los subsiguientes regímenes electorales de derecha y ‘centro-izquierda’ promovieron de forma aún más enérgica este proceso.
Lo que tanto en Rusia como en América Latina se ha demostrado repetidamente es que el factor clave que llevó al enorme salto en la riqueza – de multimillonarios a milmillonarios – fue la vasta privatización y la subsiguiente desnacionalización de lucrativas empresas públicas.
Si añadimos a la concentración de 15.700 millones de dólares en las manos de una infinitesimal fracción de la elite los 9.9000 millones de dólares obtenidos por los bancos extranjeros en pago de la deuda y los 10.000 millones de dólares obtenidos vía beneficios, royalties, rentas y blanqueo de dinero en la última década y media, tenemos un marco adecuado para comprender por qué en América Latina dos terceras partes de su población siguen viviendo en unas condiciones de vida inadecuadas y con una economía estancada.
La responsabilidad de Estados Unidos en el aumento de los milmillonarios y en la generalizada pobreza latinoamericanos tiene varios aspectos e implica a una amplia gama instituciones políticas, elites de los negocios y académicos y magnates de los medios de comunicación. Primero y más importante, Estados Unidos respaldó a los dictadores militares y a los políticos neoliberales que establecieron los modelos económicos en función de las necesidades de los milmillonarios. El ex-presidente Clinton, la CIA y sus asesores económicos, aliados con los oligarcas rusos, fueron quienes suministraron el servicio de información político y el apoyo material para llevar a Yeltsin al poder y respaldar su destrucción del Parlamento ruso (la Duma) en 1993 y las elecciones apañadas de 1996. Y Washington fue quien permitió que se blanquearan cientos de miles de millones en los bancos estadounidenses a lo largo de los noventa, como reveló el Sub-comité de Banca del Congreso estadounidense (1998).
Fueron Nixon, Kissinger y, después, Carter y Brzezinski, Reagan y Bush, Clinton y Albright quienes respaldaron las privatizaciones impulsadas por los dictadores militares latinoamericanos y los civiles reaccionarios en los setenta, ochenta y noventa. Sus instrucciones a los representantes de FMI y del Banco Mundial fueron claras: privatizar, desregularizar y desnacionalizar (PDD) antes de negociar cualquier préstamo.
Fueron los académicos e ideólogos estadounidenses quienes trabajaron mano con mano con las denominadas agencias multilaterales como asesores económicos contratados, quienes asesoraron, diseñaron e impulsaron la agenda PDD entre sus ex-alumnos de la Ivy League [1] convertidos en ministros de economía y finanzas y banqueros de los bancos centrales en América Latina y Rusia.
Fueron Estados Unidos y las corporaciones multinacionales y bancos estadounidenses quienes lazaron empresas conjuntas, o entraron en ellas, con los emergentes milmillonarios latinoamericanos y quienes cosecharon los 10.000 millones de dólares de pago de las deudas en las que incurrieron los corruptos regímenes militares y civiles. Los milmillonarios son tanto un producto y/o consecuencia de las políticas anti-nacionalistas y anti-comunistas estadounidenses como un producto de su descomunal robo de las empresas públicas.

Conclusión

Dadas las enormes disparidades de clase y de ingresos en Rusia, América latina y
China (20 milmillonarios chinos tienen una riqueza neta de 29.400 millones de dólares en menos de 10 años), es más exacto describir a estos países como ‘milmillonarios emergentes’ que como ‘mercados emergentes’ porque lo que dicta la política no es el ‘libre mercado’ sino el poder político de los milmillonarios.
Los países ‘milmillonarios emergentes’ producen una pobreza creciente, niveles de vida que se sumergen. La creación de mil-millonarios significa deshacer la sociedad civil – el debilitamiento de la solidaridad social, de la legislación social protectora, de las pensiones, de las vacaciones, de los programas de sanidad y educación públicas. Mientras la política es fundamental, las etiquetas políticas del pasado no significan nada. El ex-marxista brasileño, el ex-presidente Cardoso y el ex-dirigente sindical, el presidente Lula Da Silva privatizaron empresas públicas y promovieron políticas que generan milmillonarios. El ex-comunista Putin cultiva a ciertos oligarcas milmillonarios y ofrece incentivos a otros para que entren en vereda e inviertan.
El periodo de mayor declive del nivel de vida en América Latina y Rusia coincide con el desmantelamiento de las economías nacional-populistas y comunistas. Entre 1980-2004 América Latina – más concretamente, Brasil, Argentina y México – el crecimiento per capita se estancó entre 0% 1%. Rusia vio un declive del PNB del 50% entre 1990-1996 y el nivel de vida bajó un 80% para todo el mundo excepto para los depredadores y su entorno de gángsteres.
Cuando se da, la riqueza reciente (2003-2007) tiene más que ver con el extraordinario aumento de los precios internacionales (de fuentes de energía, metales y agro-exportaciones) que a cualquier desarrollo positivo procedente de las economías dominadas por milmillonarios. El aumento de milmillonarios no es precisamente una muestra de ‘prosperidad general’ resultante del ‘libre mercado’, como afirman los directores de la revista Forbes. De hecho es producto de la apropiación ilegal de lucrativos recursos públicos, construidos con el trabajo y la lucha de millones de trabajadores, en Rusia y China bajo el comunismo y en América Latina durante los gobiernos nacional-populistas y democrático-socialistas. Muchos milmillonarios han heredado la riqueza y han utilizado sus relaciones políticas para expandir y extender sus imperios – lo que tiene poco que ver con habilidades empresariales.
La hostilidad de los milmillonarios y de la Casa Blanca respecto al presidente Hugo Chávez de Venezuela se debe, precisamente, a que él está revisando las políticas que crean milmillonarios y pobreza generalizada. Está re-nacionalizando los recursos energéticos, las empresas públicas y está expropiando algunas inmensas propiedades de terratenientes. Chávez no sólo está desafiando la hegemonía estadounidense en América Latina sino también todo el edificio PDD que construye los imperios económicos de los milmillonarios en América Latina, Rusia, China y en todas partes.

James Petras


[1] N. de la t.: la Ivy League es el grupo de las ocho universidades estadounidenses más prestigiosas.
Nota: Los datos fundamentales de este artículo se han obtenido de la "Lista de mil-millonarios del mundo" de la revista Forbes publicada el 8 de marzo de 2007.
El último libro de James Petras es The Power of Israel in the United States (tercera edición en 2006). Sus artículos en inglés se pueden encontrar en petras.lahaine.org, y en español en rebelion.org

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