sábado, marzo 31, 2007

Tres notas sobre Manolo Sacristan

1.Yunques y campanas
2.Consideraciones sobre Sacristán
3.Sacristán, et tenim present

Yunques y campanas
Artículo aparecido en Combate del 1 septiembre de 1985.

En el pequeño cementerio de Guils (cercanías de Puigcerdà), en un lugar goetheniano (un montículo desde el que se divisan valles y montañas pirenaicas) que contenía los restos de Giulia Adinolfi, enterramos a Manuel Sacristán, el más notable de nuestros intelectuales marxistas -y no marxistas- y un verdadero "maldito" para las diversas instituciones de la transición, incluida la del partido eurocomunista que abandonó después de vaticinar su ruina. No hubo ningún gesto tradicional de nuestra cultura -cantos, banderas, puños en alto, etc.- pero sí algo intensamente emotivo. Se decía que el padre de Manuel creía que había soñado su muerte en una pesadilla, y algo por el estilo debió de ocurrirnos un poco a la mayoría. Pero el hecho ha ocurrido y hemos de seguir a Machado en esto, olvidando las campanas y volviendo al yunque. Hemos perdido al más sabio de los nuestros -de todos los que nos identificamos con su misma causa y con sus mismos métodos: los de un marxista abierto y revolucionario-, y ahora tenemos su ejemplo y su obra. Una obra al fin asequible editorialmente.
Sacristán era todo lo contrario de un intelectual tradicional, de esos bonitos mimados por las mas-media Su muerte cogió a la prensa sin un mal recorte en los archivos ya los canales de TV con unos segundos rodados casualmente con ocasión de la inauguración de un colegio en L 'Hospitalet. Hacía muchos años que sus libros no se reeditaban -sólo Editorial icaria había comenzado a hacerlo en un empeño que tenía algo de aventura-, y Grijalbo había echado siete llaves a sus últimas traducciones de Marx y Lukács. Solamente cuando ha muerto la inmensa mayoría se ha enterado deque existía, y ahora asistimos a la puesta en escena de un amplio movimiento de canonización que convertiría, como ha dicho Paco Fernández. Buey, a Sacristán en un filósofo de todos, en un mito cultural, en resumen, en todo lo que no era, es decir un intelectual tradicional que trabaja por las instituciones dominantes. Sacristán luchaba por las instituciones de futuro, por el socialismo. Siempre lo había hecho.
Naturalmente, no han faltado -sobre todo en El País- evocaciones inteligentes, dignas y nobles en torno suyo. Son las que han subrayado su carácter de sabio inconformista, su naturaleza de militante de a pie, su voluntad ética y revolucionaria... Pero no ha sido este el mensaje prevaleciente.
Ya en el primer acto de su entierro, en la puerta de su domicilio, comenzó un extraño espectáculo compuesto de ministros del Gobierno central -Maravall, Lluch- y autonómico -Rigol, Guitar, Hortalá-, acompañados por el Sr. Alcalde, y otras "patums " como Pere Portabella que hacía días había reunido en sus dominios a to los "profesionales" de la política del país. Como introductores trabajaron López Raimundo y Solé Tura, antiguos camaradas de Manuel, pero actualmente casi en las antípodas. El acto se dividió entonces en dos zonas, de un lado oscuros y dolientes descamisados, de otra el desfile que era recogido con ardor por las cámaras, los "flash" y las grabadoras. Nuestra indignación, así como la de los familiares e íntimos de Manolo fue enorme. Pero lo que salió en la prensa y en la TVE-TV3 fue otra cosa. Fue el desfile a una personalidad que parecía más bien un "inmortal" de la Real Academia.
La "operación rescate" no hacía más que empezar. En sus declaraciones, nuestros personajes hablaban de Sacristán en pasado: había sido muy importante en la España predemocrática (Rigol), había sido un gran demócrata y un moralista riguroso (Maravall), siempre estuvo donde había que estar... antes de 1975 (Maragall), era un gran pensador... Estaba claro que se delimitaba una separación entre antes y después de la transición. Ninguno parecía conocer lo que Sacristán ya había dicho entonces en revolucionario ni lo que hizo después. Los de El País inquirían a los entrevistados: ¿no era muy dogmático? Lo habían leído en Coto vedado, de Juan Goytisolo. Esto debía de aclarar un poco la pregunta: para Goytisolo, dogmatismo significa decencia, y su modelo de antidogmático quizás se encuentre en su Majestad el Rey.
El inevitable Fernando Savater quitaba importancia a su obra y destacaba su labor docente y divulgadora, ¡cómo el genio iba a reconocer que desconocía de quien hablaba!, de un antimodelo para gente como él. El más claro sería Rubert de Ventós en La Vanguardia, donde concluía diciendo algunas generalidades que, ¡al fin!, se habían liberado de la gran conciencia que les vigilaba. Finalmente, dentro del mismo proceso, un ex-revolucionario convertido ahora en hombre de mármol del Ayuntamiento de Barcelona tomaba la delantera para un gran homenaje, institucional por supuesto al gran hombre y que estuviera por encima de otros "homenajitos"
Todas estas cuestiones están ahora presentes entre sus próximos compañeros, y entre los que nos consideramos sus amigos. De hecho este fue el tema dominante en la triste tarde del retorno de la Cerdaña, al volver del entierro. Habrá una ofensiva institucional, pero es más que dudoso que Sacristán pueda ser petrificado. Estaba demasiado vivo y era demasiado claro. Los eurocomunistas, ¿cómo podrán ocultar su ruptura y su implacable crítica? y los socialdemócratas, ¿cómo podrán suavizar sus arremetidas contra lo que en una ocasión definió como "prostitución"? No digamos los nacionalistas burgueses. Sacristán no ha muerto en las circunstancias de Gramsci y no hay ningún PCI capaz de asimilarlo. Además, tampoco Gramsci fue realmente devorado. La verdad, él lo dijo, siempre es revolucionaria.
Hay mucho que decir sobre la verdad de Manuel Sacristán. Su trayectoria es tan densamente rica, tan amplia y enriquecedora que nos sobrepasa. Ahora se están publicando sus "materiales", pero gran parte de sus conferencias y quizás muchos de sus trabajos tardarán en ser recopilados. Apenas si hay algunos artículos serios (Ios de Quim Sempere, por ejemplo) sobre su obra.
Tenemos muchas lagunas para conocer su evolución política, en particular de su disidencia dentro del PCE-PSUC. Tampoco sabemos mucho sobre cómo se fue guiando desde un marxismo tradicional -nunca estalinista, nunca vulgar- hacia el marxismo abierto, revisionista, en el mejor sentido, de sus últimos años. Empero, algunas cosas están claras. Sacristán fue un enemigo abierto del capitalismo, de sus instituciones y de sus políticos. Fue un crítico de las concepciones tradicionales de la política y abogaba por la "reconstrucción" del ideal comunista. Su obra queda como la aportación teórica más individual más importante que se ha hecho en este país. Por eso desde ahora lo tenemos que asumir como un clásico vivo, necesario siempre, imprescindible muchas veces, para vivificar las propuestas emancipatorias en las que con él, estamos empeñados.

Consideraciones sobre Sacristán
Artículo aparecido en el Noticiero Universal de Barcelona, 29-08-1985

Cuando se ha hablado de pensadores marxistas con cierta capacidad creativa (de lo que se dicen clásicos) en España, se han barajado (si se ha hecho con un poco de rigor) muy pocos nombres: Jaime Vera, Antonio García Quejido, Andreu Nin... Hace ya mucho tiempo -al menos desde principios de los setenta-- que era de ley añadir el de Manuel Sacristán, ya que, aunque no alcanzó en vida la popularidad ni la implantación social de éstos, ninguno de ellos se le puede comparar en el nivel intelectual. Quizá para algunos esto no quiera decir mucho. Ser el más aventajado en medio de la miseria cultural de nuestra izquierda perseguida o burocratizada puede ser corno es un montículo en un país llano, una montaña para sus habitantes. Pero lo cierto es que Manuel Sacristán, con su obra, puede competir abiertamente con nombres que han sido encumbrados en París o en otros centros culturales europeos, y cuya aportación y significado no han tardado en periclitar gracias al poder corrosivo del tiempo.
La pregunta está en el aire, ¿cómo es que una obra de la envergadura de la de Manuel Sacristán ha tenido una Influencia tan limitada?, ¿cómo es que un hombre tan cualificado académicamente ha sido tan descuidado -podía decir maltratado- por las autoridades universitarias de este país?... La respuesta no radica en la propia actitud de Sacristán, tan modesta, tan recta y tan hostil a la vacuidad de tanto Intelectual famoso. Aunque quIzás esto contribuyó un poco. Tampoco radica en la desidia del país en general y de la izquierda en particular, hacia los hombres que están en "la historia y por delante de la historie. aunque haya algo de ello. l-a razón hay que encontrarla en otro sitio. Cuando Manuel Sacristán era uno de los responsables del PSUC. su popularidad tuvo que forjarse duramente contra un régimen que hacía de la persecución del marxismo una de sus leyes fundamentales. Cuando entró en ruptura con el eurocomunismo --al que definió como la degeneración de otra degeneración, la estalinista-, las concepciones de Manuel Sacristán entraban en abierta contradicción con la política de reforma pactada y se convertían en la de un disidente ilustre al que el sistema nunca le iba a facilitar el que fuera un autor leído y reconocido. Esto lo tendría que conseguir Manuel Sacristán a pulso, trabajando oscuramente en unas revistas de poca audiencia, y militando desde abajo con la voluntad de crear movimiento, un movimiento que al tiempo que negaba el orden socioeconómico realmente existente, ponla en la picota el crecimiento irracional de las fuerzas productivas, el orden patriarcal, la militarización, etcétera.
Para él, todos estos avatares adversos eran naturales, como gafes del oficio de un revolucionario consecuente. Tampoco amaba la notoriedad y, por ejemplo, abandonó el PSUC sin hacer nada parecido -ni desde lejos a esos Intelectuales que luego cuentan lo que han sufrido por sus discrepancias en grandes titulares. .
El pertenecía a otra estirpe, a otra Izquierda. Nunca dudó de una premisa que le gustaba repetir: política sin ética es politiquería y ética sin política es narcisismo.
Fue fiel a este planteamiento en una larga trayectoria militante que comienza en los años más negros de nuestra postguerra y que ha concluido cuando la reconstrucción de los movimientos emancipatorios --obreros, pacifistas, feministas, etc. - comenzaba a dar sus primeros frutos. En medio de ese comienzo y fin hay una amplia obra compuesta por traducciones insuperables , prólogos que introdujeron o que enriquecieron la difusión de clásicos y modernos, artículos, conferencias, y algunos libros que han sido verdaderos hitos dentro de la historia social e intelectual de este país, y que una nueva reedición de Editorial Icaria ha puesto alcance de las nuevas generaciones formadas por un nuevo movimiento social ascendente.
Estas nuevas generaciones que están surgiendo ya han perdido en Manuel Sacristán a un marxista creador, capaz de volver la mirada hacia las fuentes Marx, Lenin, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Lukács, Trotsky, etc. con la voluntad de refrescar el pensamiento socialista contemporáneo enfrentado con problemas nuevos y urgentes, y que él atendió con la serenidad de alguien que conoce la tradición y que es capaz de aventurarse por los vericuetos de las nuevas realidades. Su mensaje era la revolución, su medio la unión entre la ciencia y el movimiento, su fin el socialismo contra la barbarie. Cuando todo estas cosas sea tan populares como son necesarias que lo sean, Manuel Sacristán será un hombre altamente reconocido.

Sacristán, et tenim present
Publicado en Demà, órgano de la LCR en Cataluña el 9-sept-85

Manuel Sacristan ha estat tot el contrari d'un intelectual tradicional, un d'aquest mimats pels mitjans de comunicació. La seva mort va agaJar a la premsa sense un malretall als seus arxius i als canals de TVamb uns segons rodats casualment. Feia molts anys que els seus llibres no es reeditaven. Solament quan ha mort la immensa majoria se n 'ha enterat de que existia i ara assistim a l'escena d'un ampli moviment de canonització que, com ha dit Fernández Buey: convertiria Sacristan en un filósof de tots, en un mite cultural, en resum en tot el que no era, és a dir en intelectual tradicional que treballa per a les institucions dominants. Sacristan lluitava pera les institucions del futur, pel socialisme. Sempre ho havia fet.
A unes declaracions integrades a una acció institucional amplia per posar aviat a Manuel Sacristan al panteó deIs homes illústres i degudament iconificats, el nostre excel.lentíssim Sr. Alcalde de Barcelona, (quan encara estaven fresques les se ves "valents" paraules a favor de la llei de la selva capitalista) deia que Manuel era una d'aquestes poques persones que sempre esta va alli: a la Capuxinada, quan I'assassinat de Puig Antich, a aquells 11 de setembre (de 1977) tan minoritaris...I és veritat, sempre vam saber que a I'hora de Iluitar Manuel no anteposava cap bula d'intelectual sinó tot el contrari. Pero és també completament cert que va continuar estant allil, despres d'una transició escenificada per la classe dominant -són paraules seves- per exemple va estar a la manifestació contra Reagan, a totes les que es van convocar contra I'OTAN, va estar al costat dels que van fer la vaga general el 20-1. Va continua restant amb I'esquerra que Iluita, quan la nostra esquerra oficial va tirar per'1erra els seus ideals socialistes, i tenia a Sacristan com un "maleit" il.lustre amb el que no podia contar.
Manuel Sacristan va estar, com sempre, amb I'esquerra sindical, votant pels intents d'unitat de I'esquerra, treballant com un més -és a dir com un comunista- dins del moviment ecologista i pacifista, i va seguir fent alguns dels treballs cientifics més rigorosos del marxisme actual. Va seguir estant a la major part deis debats que preocupaven als diferents revolucionaris. No hi ha més que Ilegir el seu darrer article per comprobar que aprofiava alta i críticament la nostra actuació. Hi havia entre nosaltres un debat obert. No sempre estavem d'acord, teniem una procedencia diferent i una experiencia potser diversificada. A començaments dels vuitanta el vam sentir aprop de les nostres idees d'unitat deIs revolucionaris. Despres la controversia va cobrar nous matisos. De totes maneres hi havia molt de comú.
La comprensió d'una tradició marxista oberta i creativa. La concepció que el marxisme viu en la mida en que serveix als moviments emancipatoris i facilita les respostes revolucionaries. El rebuig de la socialdemocracia, de la burocracia, i del estalinisme...Tot aixo té multiples traduccions, per exemple la idea d'autodeterminació de les nacionalitats oprimides. Ho té en l'actitud de camaraderia, de discussió franca i sense hipocresia, en l'estudi reciproc de les aportacions de cadascú. Sabem que Sacristan llegia i estudia va els documents i els treballs dels teorics de la corrent "trotskista" -deIs que assumim elllegat de la Cuarta Internacional com un moment fonamental a la historia social: el moment de l'oposició comunista a l'estalinisme-, el mate ix que per la nostra part havia una constant vigilancia dels seus estudis i treballs. No exagerem si diem que també nosaltres, sobre tot en qüestions com ecologisme i crisi civilitzatoria, som deutors d'idees i aportacions de Sacristan. Per aixo ens atrevim a considerar-lo com un deIs "nostres", sabem que comunistes com ell podrien haver estat un alt blal;ó al partit deIs revolucionaris pel que lluitem.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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