martes, marzo 27, 2007

La aventura en Oriente Medio de George W. Bush.

Ahora se ven las consecuencias

“Como un perro que vuelve a su vómito, así el necio retorna a su necedad”. (Proverbios. 26:11).

Después de la publicación de mi artículo sobre Iraq, Tambores de guerra en Washington o la última posibilidad de Bush, recibí una carta del Doctor Carlos Alzugaray Treto (Jefe de Departamento, Coordinador de Estudios Internacionales y Estratégicos, Instituto Superior de Relaciones Internacionales, Ministerio de Asuntos Exteriores) desde La Habana, y que hacía las siguientes observaciones:
“Me parece que todo es muy correcto. Estoy de acuerdo en un 99% con él. Sólo una clarificación con relación a las motivaciones que hay detrás de la guerra en Iraq.
“He llegado a la hipótesis de que el conjunto de la clase dominante de EEUU considera el uso demostrativo de una fuerza militar irresistible como un instrumento altamente efectivo de su dominación mundial, para intentar demostrar a todos sus adversarios que, como ellos dicen, ‘toda resistencia es inútil’. Aunque en cada caso han existido otros motivos, un momento tras otro (Granada 1983, Panamá 1989, Guerra del Golfo de 1991, Somalia, Kosovo en 1999, Afganistán 2001 e Iraq 2003), siempre han elegido adversarios débiles, fácilmente derrotados. De este modo, pueden decir a estos mismos adversarios, a los demás y al resto del mundo, que EEUU es invencible (como en Rambo y en otras películas de Hollywood). Por eso la sangría de las fuerzas armadas en Iraq, que tú describes muy bien, es tan serio para el sistema de dominación. Eso socava la credibilidad del efecto demostrativo de una victoria militar aplastante, el elemento clave de poder, de acuerdo con la clase dominante como conjunto.
“Saludos desde Cuba,
Carlos”.

Los comentarios del Doctor Carlos Alzugaray Treto son muy bienvenidos y nos pueden ayudar a profundizar en nuestro análisis sobre la situación mundial general y el papel de EEUU. Es absolutamente correcto decir que el imperialismo estadounidense, especialmente desde la caída de la URSS, se ha puesto como objetivo la dominación de todo el mundo y aplastar a cualquier país que intente resistirse. El lema de Washington es: “O hacen lo que decimos o los bombardearemos”, “hacen lo que decimos o los invadiremos”. También es cierto que la cuestión del petróleo (que obviamente es muy importante) no fue la consideración más importante en la decisión de Washington de invadir Iraq, sino que más bien eran consideraciones estratégicas más amplias en Oriente Medio.
Sin embargo, el propósito de mi artículo era precisamente demostrar que EEUU se había quemado los dedos en Iraq. Lejos de conseguir sus objetivos estratégicos, políticos y económicos, han sufrido un gran revés, como dice el Doctor Carlos Alzugaray Treto. Lejos de demostrar su poder, han demostrado los límites de su poder. Los resultados de esto serán transcendentales.
No obstante, el punto principal de mi artículo era señalar que, desde el punto de vista del imperialismo estadounidense, es evidente que la invasión de Iraq fue un gravísimo error. La idea (con la que algunas veces me he topado) de que todas las acciones de los imperialistas son cuidadosamente calculadas y conforme a un plan inteligente, es incorrecta. En cualquier guerra la importancia de la dirección es un factor clave. En política, como en la guerra, la calidad de los líderes individuales puede tener un efecto considerable.
Por supuesto que estos factores entran dentro de la categoría del accidente histórico. No pueden afectar al resultado de procesos históricos amplios. Pero ciertamente pueden afectar a fenómenos particulares, provocando contracorrientes complicadas, retrasando o acelerando una línea determinada de desarrollo. Si no fuera por esto, la historia sería una cuestión simple y muy fácil de predecir.
El marxismo no niega el papel del individuo en la historia, pero explica que las acciones de los hombres y mujeres individuales no son meramente el resultado de su libre voluntad, sino que están determinadas por las condiciones materiales existentes que han adquirido forma independientemente de su voluntad o consciencia. Las acciones de un líder están limitadas necesariamente por el contexto dado. En una situación objetiva favorable, los errores de un dirigente no necesariamente tienen efectos serios y duraderos. En tal período, incluso un líder mediocre puede conseguir resultados brillantes a pesar de sus limitaciones. Pero en una coyuntura histórica desfavorable, incluso un dirigente capaz ve cómo sus opciones se reducen y la probabilidad de fracaso aumenta en la misma medida.
El actual período histórico es el período de decadencia senil del capitalismo. El imperialismo norteamericano, el gendarme del capitalismo mundial, se encuentra asediado por todas partes. Continuamente estallan guerras y se extiende el terrorismo como una epidemia incontrolable. EEUU, es cierto, tiene enormes recursos económicos y militares. Pero incluso estos recursos no son ilimitados. Las constantes guerras y el enorme gasto que acarrean están socavando una gran cantidad de riqueza y fuerzas de EEUU. En estas circunstancias, un líder inteligente utilizaría la amenaza de intervención militar para imponer la voluntad de EEUU a otros países. Pero una proposición elemental de la diplomacia es que el uso real de la fuerza militar siempre debe ser el último recurso, no la primera opción. La consigna del Cuerpo de Marines resume muy bien esta idea: “Habla suavemente y agita un gran palo”.
La conducta de Bush y la camarilla neoconservadora encabezada por Dick Cheney no es la de estadistas sabios sino la de gánsteres, matones y vulgares aventureros. Imaginan que el poder de EEUU les da el derecho a arrojar su peso e intervenir en los asuntos de los demás países como un matón en un patio de escuela. Pero el poder del imperialismo norteamericano es limitado. Irrumpiendo en Iraq y realizando una guerra con falsos pretextos, pusieron en movimiento una cadena de acontecimientos que no previeron y que no controlan.
De la misma manera que el movimiento revolucionario en los momentos críticos depende de la calidad de la dirección, el resultado de la guerra, como la guerra de Iraq, puede verse influenciado decisivamente por la dirección política y militar de la burguesía. Bush hundió a EEUU en una aventura militar en Iraq. Ahora no es cuestión de si, sino de cuando tendrán que salir. Es verdad que incluso un líder con visión de futuro e inteligente estaría en dificultades. Pero la actual administración en Washington es la más estúpida, ignorante y miope en décadas. No comprendieron nada, no previeron nada y consiguientemente han terminado en un caos. ¡Los imperialistas pagarán un duro precio por la pobre calidad de sus hombres y mujeres dirigentes!

EEUU en una situación comprometida a escala mundial

EEUU sin duda es la mayor superpotencia de la historia pero ahora está en una situación muy comprometida debido a su papel mundial. Como decía en mi artículo, EEUU ha heredado el papel de policía mundial de Gran Bretaña. Pero en el siglo XIX, Gran Bretaña consiguió mucho dinero saqueando las colonias. Pero ese era un período histórico diferente, el período de ascenso del capitalismo, cuando la burguesía, a pesar de su naturaleza monstruosamente opresora y explotadora, aún era capaz de jugar un papel relativamente progresista en el desarrollo de las fuerzas productivas.
El período en el que estamos viviendo es totalmente diferente. Es el período de la decadencia imperialista. La incapacidad del capitalismo para desarrollar las fuerzas productivas como lo hizo en el pasado es el resultado de la contradicción central entre el potencial productivo colosal de la industria, la ciencia y la tecnología, y los estrechos límites impuestos por la propiedad privada y el estado nacional. Esto se expresa en el fenómeno de la globalización, es decir, el intento de explotar al máximo el mercado mundial, previsto ya por Marx y Engels en las páginas de El Manifiesto Comunista.
Sin embargo, el advenimiento de la globalización no significa la eliminación de las contradicciones del capitalismo, sólo su reproducción a una escala aún más grande que en el pasado. Lenin explicaba que el capitalismo significa guerra, y su libro, “El imperialismo fase superior del capitalismo”, es todavía el texto más moderno que se puede leer sobre la situación mundial actual.
A pesar de la globalización, o más bien debido a ella, las tensiones entre las naciones no están decreciendo sino aumentando a un grado sin precedentes. A cualquier parte que se mire se ven nuevos conflictos y guerras. Esto impone una tensión severa sobre EEUU, a pesar de sus vastos recursos. Examinemos por un momento el despliegue de tropas norteamericanas a escala mundial. Los datos actuales son aproximadamente como sigue:
Casi 150.000 soldados en Iraq (con más en camino)
18.000 soldados en Afganistán (y no bastan para controlar la situación)
20.000 en Japón
19.000 en Corea del Sur
53.000 en Europa (los rusos están preguntando ¿para qué?)
2.000 en Bosnia y Kosovo (donde no han solucionado nada)
1.800 en el Cuerno de África.
Y no debemos olvidar los 700 marines que aún ocupan un pedazo de territorio cubano en Guantánamo.
La guerra en Afganistán es incluso más invencible que la guerra de Iraq. Años después de proclamar la victoria, EEUU sólo ejerce un control precario sobre Kabul, donde su títere Karzai sólo sigue vivo por sus custodios estadounidenses. Las fuerzas británicas y norteamericanas están empantanadas luchando en el sur, donde los talibán y otros están llevando a cabo una lucha implacable contra las fuerzas ocupantes.
Los estadounidenses y los británicos ya no son capaces de pacificar Afganistán. El parlamento (Loya Jirga) está compuesto por señores de la guerra, barones de la droga, gángsteres y simpatizantes de los talibán. Los imperialistas sacuden la cabeza y se quejan de que no esperaban que los talibán presentaran una resistencia tan decidida. No sabemos por qué no lo esperaban ya que toda la historia del país demuestra que el pueblo de Afganistán no trata muy amablemente a los invasores extranjeros. Derrotaron al ejército británico en el siglo XIX, y a la Unión Soviética, con todo su poder, tuvo que retirarse finalmente. Debido a la desesperación, EEUU invita a sus “aliados” de la OTAN a que participen en la guerra en el sur. Estos últimos educadamente respondieron: “¡después de ustedes, caballeros!” Como resultado de la intervención en Afganistán, toda Asia Central se ha desestabilizado y el régimen de Musharraf en Pakistán pende de un hilo.
Además de los compromisos militares declarados públicamente, EEUU también está implicado en otras actividades militares no declaradas. Recientemente se reveló que EEUU tiene aproximadamente a 1.800 soldados en el Cuerno de África, donde presumiblemente no han ido a admirar el paisaje. Los rebeldes islámicos en Somalia están ganando la guerra civil contra el gobierno corrupto y reaccionario de señores de la guerra, apoyados por Washington. EEUU ha estado claramente detrás de la intervención del ejército etíope, que temporalmente ha conseguido derrotar a los rebeldes y reimponer a los señores de la guerra pro estadounidenses en Mogadiscio. Pero como los somalíes no tolerarán la presencia de soldados etíopes en su suelo durante mucho tiempo, EEUU tendrá que aumentar su implicación militar para evitar la victoria de los rebeldes. Quien controle el Cuerno de África controla la entrada al Golfo Pérsico. EEUU ha construido una gran base militar en Djibouti y es probable que Washington se vea arrastrado a una nueva guerra en dicha región.

Derrota en Iraq

Cuatro años después de la invasión de Iraq, todos los planes de Bush están en ruinas. Con casi 150.000 soldados no pueden derrotar a los insurgentes. El ambiente de la población es abrumadoramente hostil a las fuerzas ocupantes. Esto se confirmó recientemente por una encuesta realizada por la BBC y ABC. Esto demuestra un colapso de la confianza en el futuro, un odio ardiente hacia las fuerzas de la coalición y una total ausencia de confianza en el gobierno de Maliki. En el cuarto aniversario de la invasión, la lectura para la Casa Blanca es sombría. Según las encuestas, ahora la mayoría de los iraquíes dicen que vivían mejor con Sadám Hussein. Incluso el hombre que apareció en televisión destruyendo la estatua de Sadám dice ahora que lo lamenta y que ¡desea el regreso de la estatua –y de Sadám-¡
EEUU intenta ahora desesperadamente crear un nuevo ejército iraquí. Quieren establecer una base firme que permita una retirada del ejército norteamericano, dejando tras de sí un gobierno títere y un ejército y una fuerza policial capaces de mantener la situación bajo control. ¿Cómo pueden hacerlo? Han dividido la sociedad iraquí en líneas religiosas y sectarias. Originalmente hicieron concesiones a los chiíes, enfureciendo a los suníes. Ahora, bajo la presión de los saudíes y temiendo la creciente influencia de Irán, están intentando inclinar la balanza hacia los suníes, sobornando a algunos líderes tribales. Esto ha enfurecido a los chiíes.
Antes de la invasión de Iraq, en 2003, a Bush, siguiendo el consejo de la banda neoconservadora, se le ocurrió la idea brillante de que, como la mayoría chiíta en Iraq había sido oprimida con Sadám Hussein, entonces los chiíes proporcionarían una base sólida de apoyo para los estadounidenses. Los elementos más inteligentes en los servicios de inteligencia les avisaron de los lazos entre los líderes chiíes iraquíes e Irán. Pero desatendieron estas advertencias. Ahora, de repente, la Casa Blanca ha despertado ante el hecho de que es Irán y no EEUU, quien ha establecido una base sólida dentro de Iraq y está ganando influencia entre la población chií.
La administración de Bush es presionando mucho al primer ministro Maliki para obligarlo a cooperar con el ejército de EEUU para suprimir a las milicias radicales chiíes, como el Ejército Mahdi de Muqtada al Sadr. Pero si Maliki los obliga, simplemente conseguirá firmar su propia sentencia de muerte, política y quizás física. Dado el actual caos sangriento en Iraq, que es totalmente responsabilidad de los norteamericanos, las masas iraquíes, ya sean suníes o chiíes, no ven otra alternativa excepto apoyar a las milicias que al menos les proporcionan algo de protección y a menudo es la única fuente de suministro de las necesidades básicas familiares. Los estadounidenses son odiados, el gobierno es cada vez más impopular y son vistos como colaboradores. Si éste ataca a las milicias rápidamente perderá incluso la estrecha base de apoyo que todavía posee.
Iraq no está al borde de la guerra civil. Hay una guerra civil en Iraq. ¿Cómo si no describir las masacres diarias, la constante limpieza étnica y sectaria? El desplazamiento de grandes cantidades de personas que se está produciendo en Iraq puede llevar a la partición del país. Puede acabar en la división del país en tres partes, una zona suní, una zona chií y otra kurda. Incluso Bagdad podría dividirse en zonas chiíes y suníes. Este escenario sería una pesadilla, como la partición de la India en 1947. Sólo podría traer masacres más espantosas y sangrientas.
Con sus acciones, los imperialistas norteamericanos han desestabilizado todo Oriente Medio. Jordania era relativamente estable pero ya no lo es. Si Bush sigue su camino, el mismo caos y lucha interna que ahora vemos en Iraq se extenderá a Líbano y Siria, con conflictos entre suníes, alawis, cristianos maronitas, drusos y chiítas. La misma locura sectaria, una vez desatada, no sería fácil de contener. Se puede extender no sólo a Jordania, sino también a Egipto, Arabia Saudí y a los países del norte de África. Significaría nueva inestabilidad y guerras.

Bush comete un grave error

En todas las guerras la flexibilidad es necesaria. La táctica debe cambiar con el cambio de circunstancias. Un general que es inflexible, que elabora un plan de batalla y lo sigue rígidamente con toda seguridad llevará su ejército a la derrota. Bush ha hecho más que esto en Iraq. Hay una vieja frase que dice que las personas tienen los dirigentes que se merecen. Así planteada, esta frase no es correcta. Pero sí es correcto decir que la clase dominante en EEUU tiene ciertamente los líderes que se merece. La burguesía estadounidense originalmente estaba entusiasmada con Bush, pero ahora todo ha cambiado. Han perdido toda confianza en el hombre del Despacho Oval. Sobre todo, han perdido toda confianza en su capacidad de ganar la guerra en Iraq. Por eso han creado el Grupo de Estudios Iraquíes, es un intento desesperado de presionarlo para que cambie de rumbo. ¡Es inútil! Los ha ignorado.
Bush decidió enviar otros 21.000 soldados. Pero esta nos es una “fuerza militar irresistible” sino un chiste de muy mal gusto. No servirá de nada para cambiar la situación militar, sólo provocará más bajas norteamericanas. Cualquier cosa que hagan estará equivocada.
The Economist (13 de marzo de 2007) comentaba mordazmente:
“La nueva política exterior de Bush probablemente se puede explicar como una reacción a los acontecimientos. Lo que intentó antes en Iraq no funcionó, por eso está intentando algo nuevo. También tiene que tratar con el Congreso demócrata que, si lo ignora, podría atarlo de manos. Algunos Demócratas quieren cortar los fondos para la guerra. Otros están a favor de retirarse y dejar que Bush se lleve toda la culpa. John Murtha, un estrecho aliado de Nacy Pelosi, la portavoz demócrata del Congreso, tontamente reveló un plan para gradualmente imponer muchas restricciones sobre cómo se pueden desplegar las tropas para una guerra que no se puede ganar. Su partido se ha distanciado de estas tácticas, que indignaría a los votantes patriotas, pero están de acuerdo en una alternativa. Mientras tanto, la mayoría Demócrata (muy estrecha) en el Senado todavía está pensando sobre rescindir la autorización para la guerra de Iraq que votó en 2002. Hablar con los iraníes podría ser una manera indolora de apaciguar al Congreso, pero no se puede apostar que funcione”.
Y continua: “Michael Rubin, un analista del American Enterprise Institute, una consultoría de línea dura, piensa que el giro es pequeño en sustancia pero simbólicamente importante. Ve dos peligros. Primero, los diplomáticos iraníes podrían hacer una promesa que otra parte del régimen iraní podría romper, que harían imposible continuar con la diplomacia bilateral. En segundo lugar piensa que hay ‘un peligro de exceso de confianza’. Los líderes en Teherán, pocos de los cuales tiene aprecio por los políticos estadounidenses, podrían malinterpretar la actual retórica antibélica del Congreso como un signo de que EEUU es demasiado débil políticamente para frustrar las ambiciones regionales de Irán. Eso podría llevarles a un error de cálculo y provocar un enfrentamiento militar. ‘El riego de un conflicto con Irán nunca ha sido tan alto’”.

Divisiones en la clase dominante

La administración Bush está totalmente resuelta a intensificar su aventura militar en Iraq y extender el caos y la inestabilidad a todo Oriente Medio. De acuerdo con los recientes informes, está implicada en operaciones clandestinas, junto con Arabia Saudí e Israel para socavar a Irán y Siria. Estas actividades se conducen en secreto y no se informa de ellas en el Congreso.
Las acciones de Bush y Cheney se parecen mucho a las de otro aventurero, Richard Nixon, que llevó a cabo una guerra secreta en Camboya a espaldas del Congreso y del pueblo norteamericano. Sus acuerdos con intermediarios dudosos, incluidos extremistas suníes en Líbano con vínculos con Al-Qaeda, también se parecen a otro escándalo más reciente. Hace dos décadas, la administración Reagan vendió armas a Irán para financiar ilegalmente a los Contras nicaragüenses en lo que se conoció como el escándalo Irán-Contra. Incluso aunque el programa finalmente quedó al descubierto, se llevó con bastante éxito a espaldas del Congreso. El dinero saudí también estaba en este escándalo y es totalmente posible que la historia ahora se esté repitiendo. Según algunas fuentes, Negroponte dimitió de director de la CIA en parte porque no quería repetir su experiencia de la administración Reagan.
Un reciente artículo en The New Yorker (5/3/07) cita a un asesor del Pentágono diciendo que había alguna dificultad para justificar los fondos secretos: “Hay muchos, muchas cajas de dinero negro, dispersas en muchos lugares y utilizadas en todo el mundo en una variedad de misiones”. El caos presupuestario en Iraq, donde miles de millones de dólares no se justifican, se ha convertido en un vehículo para estas transacciones, según estas fuentes.
La CIA está participando en actividades encubiertas por todo el mundo, no sólo en Oriente Medio. Trabaja sistemáticamente para minar y derrocar gobiernos que consideran hostiles para los intereses de EEUU, es decir, para el imperialismo norteamericano y los grandes monopolios que están detrás de él. Esto incluye operaciones secretas para asesinar a Hugo Chávez, el presidente de Venezuela elegido democráticamente, y derrocar la revolución cubana bajo la falsa bandera de la “democracia”.
En general, la clase dominante estadounidense está bastante contenta cerrando los ojos ante estas operaciones. Pero ocasionalmente, cuando un gobierno en particular va demasiado lejos y pone en peligro los intereses del imperialismo norteamericano con aventuras extranjeras, el establishment estadounidense interviene para cortar sus alas, o como en el caso de Richard Nixon, lo echan del cargo. Hay algunos signos de que el establishment está preocupado con la administración Bush y está dando pasos para limitar el daño que está causando.
Aparte del efecto sobre la psicología de las tropas en Iraq y en el pueblo norteamericano, esto también representa una tensión seria sobre los recursos estadounidenses, que son enormes pero no ilimitados. El costo original de la guerra en Iraq se suponía que sería de 60.000 millones de dólares. Pero la factura ya alcanza los 350.000 millones de dólares. La guerra le está costando a EEUU 2.000 millones de dólares semanales, nadie sabe cuánto será la factura final. Algunos cálculos la sitúan en 2 billones de dólares. Esto tendrá consecuencias serias para la economía norteamericana, que ya está desacelerándose y amenazada de recesión. Al mismo tiempo está gastando cantidades cada vez más grandes de dinero en armas y seguridad interna, el presidente está exigiendo recortes profundos del gasto social, en sanidad y pensiones. Esta variante de la política de Goehring de “armas en lugar de mantequilla” amenaza a los republicanos con la aniquilación en las próximas elecciones.
Las cosas, por lo tanto, están comenzando a agitar Capitol Hill. El Comité de Inteligencia del Senado, encabezado por el senador Jay Rockefeller, programó una comparecencia el 8 de marzo sobre las actividades de inteligencia del Departamento de Defensa. El senador Ron Wyden, de Oregón, un demócrata que es miembro del Comité de Inteligencia, dijo a Hersh: “La administración Bush ha fracasado con frecuencia en cumplir su obligación legal de mantener al Comité de Inteligencia total y realmente informado. Una y otra vez la respuesta ha sido ‘confíen en nosotros’. Es difícil para mi confiar en la administración’”.
Estas palabras reflejan fielmente la actitud de un sector creciente de la clase dominante norteamericana. Ahora se está abriendo una división clara dentro de la clase dominante. Pero Lenin explicó hace tiempo que las divisiones por arriba son un síntoma de una crisis revolucionaria en ciernes. Es verdad que EEUU todavía está lejos de esta situación. Pero en el dibujo general ya se pueden discernir los procesos que tienden en dirección a una profunda crisis política y social. La clase dominante ya está dividida y en crisis con el tema de la guerra y esto está afectando al ambiente general de la sociedad.
La guerra, el colapso de la burbuja inmobiliaria, la perspectiva de una recesión, la amenaza a las pensiones y la sanidad para los ancianos, todo esto está creando un ambiente de incertidumbre en el futuro, en la clase media y en la clase obrera, que no tiene un precedente real en la historia de EEUU desde la Segunda Guerra Mundial. El próximo período será un período de tormenta y agitación a escala mundial, que sacudirá a EEUU hasta sus cimientos. Una conmoción seguirá a otra. En el proceso la psicología de las masas se transformará. Los acontecimientos explosivos están en el orden del día.

Alan Woods
Fecha : 21-Marzo-2007

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