La popularidad del primer ministro Berlusconi llega al 62% a pesar de que la crisis económica asfixia a su país, donde el 13% de la población vive con 500 euros al mes
Un italiano de cada tres es pobre o está a punto de serlo. Ese es el espeluznante panorama social del país trasalpino que arroja un reciente informe de Cáritas. En el estudio se destaca que 7,5 millones de italianos (el 13% de la población) viven con unos 500 euros al mes y que otros 15 millones (el 20% del país) superan por muy poquito esa cifra y corren serio peligro de convertirse también ellos en pobres. Se trata de una de las cifras más altas de la Unión Europea.
En realidad, que Italia está en crisis no es noticia. El país trasalpino lleva 12 años registrando un crecimiento económico cercano a cero. Y las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) no dejan mucho espacio a la esperanza: según sus cálculos, Italia registrará en 2009, por segundo año consecutivo, un crecimiento negativo que se estima será del -0,2%. Las pensiones llevan años congeladas. Y a eso hay que añadir que el país soporta una presión fiscal próxima al 43%, la sexta más alta de Europa. A muchas familias les resulta tan difícil llegar a fin de mes que el Gobierno italiano ha anunciado que a partir de diciembre distribuirá a al menos un millón de personas unas tarjetas, similares a los cajeros de los bancos, por valor de 480 euros al año para que los más pobres puedan gastar esa suma en los supermercados.
En medio de ese contexto resulta difícil de entender cómo la popularidad de Silvio Berlusconi ha alcanzado el estratosférico nivel del 62%, el más alto desde la nueva llegada al poder de Il Cavaliere hace cinco meses, según subraya una encuesta del diario La Repubblica. Y el fuerte respaldo del que disfruta Berlusconi aún se entiende menos cuando, además de la fuerte crisis económica que sufre Italia, su Gobierno acaba de aprobar una muy criticada reforma educativa y varias leyes que benefician directamente a Il Cavaliere, incluida una que le concede inmunidad económica. ¿Cómo es posible que Silvio Berlusconi goce del apoyo de seis de cada 10 italianos?
La respuesta no es única. Por un lado, los italianos parecen haberse resignado a vivir en un estado de crisis económica permanente. De hecho, y dado el historial de recesión que arrastran, no se muestran especialmente preocupados ante el actual tsunami que viven los mercados financieros. Además, el anterior Gobierno de centroizquierda tampoco es que obtuviera muy buenos resultados en ese terreno, sino más bien lo contrario. Y a eso se suma que Berlusconi sigue siendo un maestro de los golpes mediáticos. Desde que ganara las elecciones en abril pasado por una abrumadora mayoría absoluta, se ha colgado varias medallas: la de haber resuelto el problema de la basura en Nápoles, la de haber salvado a Alitalia de la quiebra y la de estar combatiendo con mano dura la inseguridad ciudadana. Y su permanente conflicto de intereses o las leyes a su medida hace tiempo que dejaron de importarle a la mayoría de los italianos.
Pero, además, la oposición tampoco se está distinguiendo por su agresividad a la hora de plantarle cara al Cavaliere. Walter Veltroni, el principal líder del centroizquierda, está obsesionado con no dar una imagen radicalizada, así que la suya está siendo una oposición muy suave. Y, encima, bastante tiene con sofocar las luchas internas que sacuden al Partido Demócrata (PD).
Sin embargo, las encuestas también reflejan que el poco tirón popular del estilo de oposición por el que apuesta Veltroni y el respaldo cada vez más bajo con el que cuenta. De hecho, el PD ha pasado del 34% de votos que obtuvo en las elecciones generales de abril pasado a contar con el apoyo del 29% de los italianos.
Irene Hdez. Velasco
El Mundo
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