Ratificar el compromiso de defender-enriquecer nuestro proyecto de dignificación de cubanas y cubanos, construyendo día a día nuestra invulnerabilidad militar, ideo-política y económico-social a través del sistemático perfeccionamiento en el quehacer a favor de la Revolución.
Noel Manzanares Blanco
De la larga lista de agresiones del Gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) contra Cuba, reviste singular importancia el análisis de lo ocurrido entre el 22 de octubre y el 22 de noviembre de 1962, hace 46 años. En apretadas síntesis, aconteció lo que continúa:
Apenas dieciocho meses atrás, luego de la derrota del ataque mercenario-yanqui el 19 de abril de 1961, lejos de aprender la lección de Playa Girón, el “Norte revuelto y brutal” arreció su hostilidad hacia la Revolución Cubana, de lo que sirve de ejemplo el apoyo irrestricto a la infiltración de grupos terroristas, la intensificación del bloqueo económico y la componenda con las oligarquías latinoamericanas para la expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos, a principios de 1962 –por cierto, honrosa.
En tal contexto, con sobradas razones la Dirección del Partido y el Gobierno Revolucionario aceptaron la propuesta de la Unión de Repúblicas Socialista Soviéticas (URSS), en el sentido de instalar en suelo cubano armas nucleares, como método de disuasión para que la Administración de EE. UU. se abstuviera de una invasión directa a la mayor de las Antillas –sin descartar la pretensión soviética por lograr la paridad estratégica nuclear frente a Norteamérica.
En aquel entonces, Cuba consideraba que dicha propuesta convenía a la consolidación del poder defensivo de todo el campo socialista, e hizo constar en un convenio bilateral que se trataba no sólo de la defensa del archipiélago nacional, sino también de la cooperación militar y la defensa mutua; y se pronunció por hacer público el acuerdo –contrario a la posición de la URSS.
En rigor, “Cuba no pensó nunca en atacar a Estados Unidos con las armas emplazadas en la Isla por los soviéticos en 1962”, reconoció la delegación cubana en la Conferencia sobre la Crisis de Octubre que sesiona en La Habana al calor del Aniversario 40 del acontecimiento, en presencia del entonces Presidente Fidel Castro. Sin embargo, el Águila Imperial ya había calentado los tambores de las armas.
El 22 de octubre de 1962, a las 7 p.m., el presidente John F. Kennedy anunció la imposición de un bloqueo naval contra Cuba. Comenzaba la Crisis de Octubre, también llamada Crisis de los Misiles o Crisis del Caribe. Así, el mundo quedó merced al peligro de una guerra nuclear.
Hoy se conoce que por esos días EE. UU. empleó 85 000 hombres y 183 buques de la marina, incluidos ocho portaviones; movilizó de la fuerza aérea alrededor de 146 000 efectivos y 2 142 aviones, y de ello trasladó hacia la Florida de 15 000 hombres y más de mil aviones. Además, unos 100 mil integrantes del ejército enviados a la costa Este destinados a la Operación en el escenario cubano.
Entretanto, cubanas y cubanos una vez más se situaron a la altura de sus tradiciones de lucha, en medio de la furibunda propaganda anticubana, el bloqueo naval y los vuelos espías: las Milicias Nacionales Revolucionarias fueron activadas e incrementadas, sin perder la cordura; mientras que los Comités de Defensa de la Revolución elevaban la vigilancia en sus áreas de acción. Además, cientos de ciudadanos (as) se presentaron en los hospitales voluntariamente como donantes de sangre, y otros acudieron a los centros de trabajo para sustituir a los movilizados en la defensa del país. Tal fue la movilización popular en disposición combativa, que menos de 50 % de los efectivos pertenecían al servicio activo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
Por su parte, la Dirección de la URSS se ocupaba de la Agrupación de Tropas Soviéticas emplazada en el archipiélago nacional, en correspondencia con el acuerdo suscrito por ambos países. La misma constaba con unos 48 mil hombres, de los cuales llegaron alrededor de 43 000. A territorio cubano sólo arribaron 36 portadores nucleares R-12 y siete submarinos con 21 cohetes R-13 –medios a los que jamás se les instalaron las ojivas nucleares.
Por fortuna para la humanidad, el intercambio diplomático entre los jefes de Estado soviético y norteamericano conllevó al cese del conflicto. Pero unilateralmente y sin consulta con la parte cubana, la URSS decidió retirar las armas nucleares. A propósito, Fidel Castro, en su condición de Primer Ministro, firmó una Declaración del Gobierno Revolucionario cubano, el 28 de octubre de 1962, conocida por los CINCO PUNTOS, en la que se exigía como garantías contra la agresión a Cuba:
1.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra nuestro país; 2.- Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices; 3.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en los Estados Unidos y en Puerto Rico; 4.- Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos; y 5.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por los Estados Unidos. Ello recibió el respaldo de la inmensa mayoría del pueblo cubano.
Es decir, la Dirección de la Revolución Cubana aceptó los acuerdos URSS-EE. UU. en el sentido de evitar la hecatombe mundial. Sin embargo, dejó en claro nuestra posición de principio, al tiempo que se evidenciaba que la salvaguarda de la Patria era una dependencia de cubanas y cubanos. Así, careció de casualidad que, acerca de este suceso, el Comandante Che Guevara sentenciara en su carta de despedida del Comandante en Jefe: “Poca veces brilló más alto un estadista que en esos días”.
Al recordar este acontecimiento, medito en las próximas elecciones presidenciales en el vecino del Norte, en las que –según múltiples medios de prensa– aparece como favorito para llegar a la Casa Blanca el Senador Barack Obama. Ante tal posibilidad, me pregunto si los proyectados cambios ─con y sin comillas─ que él promulga serían capaces de eliminar la influencia de la terrorista-mafia-gusano-yanqui de Miami. Simultáneamente, pienso que si él fuera capaz de coronar una política civilizada con este Verde Caimán, en ese escenario cobraría fuerza el denominado carril dos (el Lobo vestido de Caperucita Roja ─como se derrumbó el Socialismo en la ex Unión Soviética). Por tanto, se vislumbra la continuidad de tratar de desmontar nuestra Patria revolucionaria y socialista.
Entonces, la remembranza de la Crisis de Octubre nos conduce a ratificar el compromiso de defender-enriquecer nuestro proyecto de dignificación de cubanas y cubanos, construyendo día a día nuestra invulnerabilidad militar, ideo-política y económico-social a través del sistemático perfeccionamiento en el quehacer a favor de la Revolución.
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