Editorial de Liberación
Son ya más de dos décadas de aparición semanal y nunca interrumpida, informando y contribuyendo a que cada lector pueda formarse una opinión analítica, seria, crítica y comprometida sobre la realidad de América Latina, de Suecia y del resto del mundo.
En muchos momentos de este decursar histórico del cual hemos sido testigos y protagonistas, el desconcierto, la impotencia o la rabia se mezclaron con las certezas, con la confianza en que "no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista" como dice el viejo dicho popular.
De los tiempos oscuros de dictaduras militares con sostén norteamericano, pasamos al periodo de la seudo democracia allá y aquí también, con gobernantes que aceptaron y trajeron el saqueo neoliberal.
Fueron los tiempos en que se dejó de nombrar al imperialismo, se evitaba decir capitalismo, al ser ambos rebautizados buenamente como "globalización" y "sociedad de libre mercado" y muy pocos se animaban a mencionar al finado socialismo. Por eso estuvo de moda aseverar que el imperialismo era un concepto inventado por una izquierda que se había autosepultado con la nueva sociedad que pregonaba.
Tiempos de infamias e injusticias, cuya justificación duradera se buscó instalar como un microchip en el imaginario colectivo. Llegamos a vivir una desmemoria macondiana, donde a cada cosa hubo que escribirle su nombre verdadero como hacía el primero de los Buendía para no olvidarlas.
Liberación dijo Cuba y Fidel cuantas veces fue necesario a la hora de defenderles frente a Goliat; y también dijo sindicato, marcha por la tierra, movimiento cocalero, no a las privatizaciones, no nos roben el agua, el petróleo, la selva. Dió voz a todos los que desde allá en nuestra América intentaban hacerse oir, los que en Venezuela, Bolivia o Ecuador todavía no habían alcanzado voces de trueno. Como tampoco dejamos pasar impune por acomodo o temor donde fueran, los crímenes del imperio y sus cómplices, llámese el sitio Granada, Chorrillos, Belgrado, Kabul, Bagdad o un perdido lugar de la selva en Ecuador.
Nunca pensamos dónde estaba la conveniencia, siempre nos acordamos de nuestros permanentes deberes.
Conociendo las leyes del capitalismo no se nos ha ocurrido nunca transformarnos en aprendices del mismo. Y en cambio hemos luchado por mantenernos siempre fieles a nuestra propia historia, la misma que en 1981 nos impulsó a fundar este periódico, porque en muchos sentidos las razones de las luchas de ayer son mucho más claras hoy.
Durante 27 años en Suecia, un grupo hoy relativamente pequeño de latinoamericanos hemos sido por vocación e imperio de la vida, al mismo tiempo periodistas, impresores, promotores y administradores de una pobreza digna administrada cooperativamente, con el apoyo permanente y generoso de compañeros periodistas radicados en diferentes lugares y sobre todo de los fieles lectores, lo que permitió hasta ahora mantener viva la voz de Liberación.
Seguimos creyendo y hoy más que nunca, que la tarea principal de los medios de comunicación es la de informar para ayudar a entender la realidad, realidad que los ciudadanos ejerciendo la democracia más plena pueden y deben cambiar para su mayor felicidad. Estamos convencidos, pese a nuestra pequeñez frente a los colosos mediáticos de la desinformación, la mentira y la manipulación de la gente, que cumplimos la necesaria tarea con la verdad en la mano de desacreditarles su condición de dictadores de la comunicación.
En tiempos de astutos mercaderes, de insolidaridades implantadas, de exhuberantes egoísmos, Liberación quiere seguir pensando con la verdad del "creo en la utilidad de la virtud" del bello verso de José Martí.
En 27 años de trabajo hemos recogido un caudal de experiencias, y el mejor reconocimiento lo tenemos de nuestros fieles lectores que saben que pueden confiar en que siempre les hemos informado con seriedad. Y que cuando entendemos que nuestro deber es también opinar lo hacemos con la mayor honestidad sin pensar en las posteriores dificultades que puedan acarrearnos.
Al igual que en octubre de 1981 cuando apareció el rudimentario primer número de Liberación seguimos necesitando del apoyo de los lectores, de nuevos suscriptores, porque mantener la edición cada semana es un milagro económico. Gracias por todo el apoyo recibido y sigamos todos manteniendo nuestra voz latinoamericana, solidaria y antimperialista en Suecia.
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