sábado, noviembre 08, 2008

Elecciones en EEUU. Bienvenidos a la “escuela de los demócratas”

EEUU ha elegido a un nuevo presidente. El 20 de enero de 2009, Barack Hussein Obama jurará el cargo de 44º presidente de Estados Unidos. Junto con el dramático giro en la situación económica, este acontecimiento marca un punto de inflexión claro en la historia del país y el mundo. En las calles de EEUU se puede sentir un suspiro colectivo de alivio. Decenas sino cientos de miles de personas salieron a las calles de Nueva York, Chicago, San Luis y San Francisco, muchas bailaban e incluso gritaban de alegría. Los jóvenes en coche o bicicletas a través de las calles gritaban a los transeúntes: "¡Obama!" Algunos han comparado los festejos con la celebración del Año Nuevo y las caras de las personas, especialmente de los jóvenes afroamericanos, mostraban entusiasmo. Estas escenas se han repetido por todo el mundo, es una respuesta a la frustración provocada por la política de Bush. El mundo no ha sido un lugar muy agradable durante estos últimos ocho años.
Obama dice que ofrece "un nuevo tipo de política". Esta idea provocó una participación récord y en muchos estados en algunos colegios electorales los votantes tuvieron que esperar colas de cuatro y cinco horas. En el aire se podía sentir un espíritu de esperanza y lleno de historia. Realmente se trata de un acontecimiento histórico. Por primera vez un afroamericano ha sido elegido presidente de la nación más poderosa del planeta. Sin embargo, la elección de un presidente negro no significa que haya desaparecido el racismo. Muy lejos de la realidad, el racismo es un producto del sistema capitalista y continuará mientras exista el sistema.
Pero la victoria de Obama demuestra que los norteamericanos están tan hartos de Bush y su política que incluso algunos con prejuicios racistas han preferido votar a un "negro" antes que a un republicano. Para los marxistas el color de la piel de un presidente no es lo que determina nuestra actitud. Lo que importa son los intereses de clase que representa un candidato. Las ilusiones en Obama en este momento son muy grandes pero no es casualidad que haya recogido más dinero procedente de las empresas que John McCain o que las bolsas mundiales subiesen al conocer las noticias de su triunfo. Es la elección de las grandes empresas para los tiempos que se avecinan. Pero aún así, dentro de los límites del panorama actual electoral de EEUU, su victoria decisiva representa un giro a la izquierda significativo y saludable.
Las encuestas de la noche electoral ofrecen una foto instantánea del actual ambiente que hay en EEUU: el 37 por ciento dijeron que el "cambio" era lo primero que tenían en la mente, el 79 por ciento pensaban que el país iba en la dirección equivocada. El 68 por ciento de los nuevos votantes, el 66 por ciento de los hispanos y el 90 por ciento de los afroamericanos votaron a Obama. Gente que anteriormente nunca había tenido interés en la política, de repente creían que había algo digno de votar y salieron a las calles para hacerlo. Fue tal el apoyo y entusiasmo que generó en la campaña electoral que si Obama hubiera ganado el voto popular pero hubiese perdido el voto electoral, y por tanto perdido las elecciones, sin duda el malestar se habría dejado sentir en las calles.
El director de cine Michael Moore lo ha calificado como el final de 28 años de gobierno de los republicanos y de demócratas que actúan como republicanos. Los años de Bush, los años de la guerra, el terrorismo, Enron, el Katrina, el espionaje interno, los despidos de masas, las deslocalizaciones, las redadas y las deportaciones de trabajadores inmigrantes, los ataques a los sindicatos y el declive de las condiciones de vida han terminado. ¿Es así realmente?
Como hemos explicado una y otra vez, en todo lo fundamental, Obama representa los mismos intereses que Bush y McCain. La única diferencia real es su mayor atractivo, elocuencia e intelecto. Un político astuto que sabe muy bien cuáles son los intereses que debe defender y por los que ha sido elegido, será utilizado, como Bill Clinton antes que él, para llevar a cabo ataques a la clase obrera de los que Bush no podría salir impune, pero con una cálida sonrisa en su cara y un encantador guiño de ojo. Obama sobre todo ha salido elegido sobre la base de lo que la gente quiere ver en él, no lo que realmente representa. "Esperanza" y "cambio" son palabras poderosas en tiempos de agitación e incertidumbre. Pero más pronto que tarde, saldrán a la luz los verdaderos colores de Obama. Puede que por el momento disfrute de una alta popularidad y que millones de personas estén contentas, pero podemos pronosticar que en un futuro no demasiado lejano cada vez más de sus seguidores comenzarán a sentirse confusos y traicionados, amargamente desencantados y después furiosos. Buscarán respuestas y una salida a la crisis a la que se enfrentan, y cada vez estarán más abiertos a las ideas del marxismo y el socialismo.

Desorden económico

La cuestión más importante en la mente de los votantes norteamericanos es la economía. No es extraño. La inestabilidad de la bolsa está teniendo un efecto muy real e inmediato en la economía y en la vida de los trabajadores, que serán los que sufran la crisis del sistema. Siempre igual: en los períodos de boom el rico se beneficia, pero en los períodos duros, los trabajadores y los pobres tienen que pagar la factura y apretarse aún más el cinturón.
El mercado inmobiliario ha colapsado, billones de dólares se han evaporado de la bolsa y la tasa oficial de desempleo, que mantienen baja artificialmente haciendo cambios en la forma de registrar los datos, ahora es del 6,1 por ciento, la mayor desde el 11 de septiembre de 2001. Cuando se contabilizan los parados de larga duración y el subempleo, la cifra real es mucho más elevada. La economía perdió 159.000 empleos sólo en septiembre, la mayor pérdida de puestos de trabajo desde marzo de 2003. Desde enero se han destruido 760.000 empleos, sin incluir el mes de octubre. Si tenemos en cuenta que la economía necesita generar cada mes 150.000 nuevos empleos para mantener el ritmo de crecimiento de la población activa, la imagen es aún peor. Según dice Nigel Gault, economista jefe de Global Insight: "En mi opinión estará [el desempleo] próximo al 8 o 8,5 por ciento a finales del próximo año". Esa sería la tasa de desempleo más alta desde la recesión de principios de los años ochenta.
Sólo en las dos últimas semanas las siguientes empresas han anunciado despidos de masas: Merck, Yahoo, General Electric, Xerox, Pratt & Whitney, Goldman Sachs, Whirlpool, Bank of America, Alcoa, Coca Cola, todos los fabricantes de automóviles de Detroit y casi todas las aerolíneas. Sólo en septiembre, 2.269 empresarios anunciaron despidos masivos, lo que significa que despedirán cada uno 50 o más trabajadores. Este proceso se ha intensificado desde la primavera y el verano, es el ritmo más elevado desde septiembre de 2001. La industria de servicios financieros desde el pasado verano, cuando comenzó la crisis crediticia, ha eliminado empleos. Según algunas estimaciones desaparecerán 300.000 puestos de trabajo de los bancos y otras empresas de servicios financieros. Sólo hace unos meses eran considerados empleos de cuello blanco "seguros".
Por ahora no estaba claro si el país había entrado formalmente o no en recesión. Ahora sí parece claro. La definición técnica de recesión es dos trimestres consecutivos de contracción del PIB. En el trimestre de julio a septiembre el PIB, la principal medida de la salud económica de un país, se ha contraído un 0,3 por ciento, el peor dato desde el mismo período de 2001. La caída es aún más abrupta si se compra con el crecimiento del 2,8 por ciento del trimestre anterior. La mayoría de los economistas pronostican una caída mayor aún en el cuarto trimestre. En palabras de Brian Nethune, economista de IHS Global Insight: "El tren podría descarrilar". Y en las de Robert Macintosh, economista jefe de Eaton Vance Corp de Boston: "Muy triste. Eso significa que estamos en recesión, es tan simple como... una recesión manufacturera bastante sólida. La presunta es: ‘Cuánto durará y cuál será su profundidad?'"
La manufactura, la columna vertebral de cualquier economía industrializada, también ha sufrido un golpe dramático. El índice de actividad manufacturera del Institute for Supply Management se hundió en octubre a 38.0, bajó respecto a los 43.5 de septiembre. Cualquier indicador inferior a 50 indica una contracción. Una vez más, era el nivel más bajo desde septiembre de 2001. Sólo que en esta ocasión no fue un ataque terrorista lo que empujó al abismo a una economía ya débil, como ocurrió hace siete años. En esta ocasión es el resultado directo de una crisis profunda del propio sistema capitalista.
El consumo, que supone un 70 por ciento de la actividad económica del país, ahora ha perdido fuelle. La mayor parte de este gasto se basó en unos niveles sin precedentes de endeudamiento e hipotecas basadas en el aumento de los precios inmobiliarios, ahora todo este dinero prestado hay que devolverlo, pero con intereses. El ingreso disponible de los norteamericanos cayó un 8,7 por ciento en el tercer trimestre, la mayor caída desde 1947, años en que se empezó a registrar este dato. Los consumidores estadounidenses han reducido su gasto un 3,1 por ciento, la primera caída en siete años y la mayor en 28 años. La Conference Board ha dicho que el índice de confianza del consumidor cayó en octubre a 38, de un 61,4 registrado en septiembre. Es la mayor caída desde 1973 y el nivel más bajo desde 1967, el año en que se empezó a realizar este índice desde que recoge la confianza del consumidor. Para situar las cosas en perspectiva, hace un año, el índice estaba en 95.2 y hoy está a 38.
Las empresas también han reducido gastos. Los constructores han disminuido su gasto un 19,1 por ciento, la décimo primera caída consecutiva trimestral, las empresas han reducido un 5,5 por ciento el gasto en equipamiento y software, la mayor caída desde el primer trimestre de 2002. La crisis económica global también ha significado menos encargos de mercancías producidas en EEUU. Las nuevas órdenes de exportaciones cayeron a su nivel más bajo desde que se registra el dato en 1988, cavando con 70 meses consecutivos de crecimiento. En octubre las ventas de automóviles se han hundido a su nivel más bajo en casi 25 años, las ventas de General Motors han caído un increíble 45 por ciento. Y aquí está el dato más impresionante: la industria norteamericana del acero tiene 29 altos hornos, que suministran acero a muchos sectores clave de la economía. Ahora 17, casi la mitad, van a cerrar. Esto significará más cierres de empresas y despidos en toda la economía.
Ahora la Reserva Federal ha reducido otra vez los tipos de interés, lo que impulsará incluso más el préstamo, más gasto más allá de la disponibilidad de individuos y empresas, y por tanto, llevará a más inflación. Puede que desde el verano hayan caído los precios del gas, pero el daño ya está hecho, Exxon-Mobil sólo el año pasado se embolsó en beneficios 40.000 millones de dólares. Y sólo es una empresa. Son miles de millones de dólares que la clase trabajadora no tiene para alimentos, cuidado sanitario, educación, etc.,
Y después, tras años en que han dicho que no había dinero para escuelas, sanidad, empleos o para la reconstrucción de la Costa del Golfo y la infraestructura del país, a los pocos días el gobierno aprueba un plan de rescate a los mismos jugadores que desencadenaron la crisis. Después de décadas de luchar contra la regulación y la intromisión del gobierno, mendigan para que éste salve a su sistema. ¡Así funciona la presunta mano invisible del mercado! Como decía un comentarista, ¡la mano invisible del mercado ahora se está metiendo en los bolsillos de los trabajadores!
El gobierno, igual que los Demócratas incluido Obama y los Republicanos con McCain, han aprobado un plan de rescate no especificado por valor de 700.000 millones de dólares. En otras palabras, han aprobado el gasto pero nadie sabe cómo se va a gastar. Mientras que los banqueros de Wall Street continúan consiguiendo millones en bonificaciones y mientras se gastan miles de millones de dólares semanales en las guerras de Iraq y Afganistán, millones de trabajadores pierden sus viviendas, empleos, jubilaciones y esperanzas en el futuro.
En muchos sentidos la crisis actual ya es peor que el gran crack de 1929. Hoy la distribución de la renta es casi idéntica a la de 1928, cuando el 1 por ciento de los norteamericanos controlaban el 24 por ciento de la renta nacional. Hoy es el 23 por ciento y, por supuesto, la cantidad total de dinero es mucho mayor. También debemos recordar que la Gran Depresión realmente no se desencadenó hasta dos o tres años después del crack de Wall Street. Mientras los mercados pueden subir uno u otro día, pero la crisis está lejos de haber terminado. No podemos decir por adelantado cuál será su profundidad ni duración, pero todo apunta a que puede ser muy mala.
El aspecto más preocupante para los trabajadores estadounidenses es que estamos viviendo en lo mejor que puede ofrecer el capitalismo. ¡Todo eso en un período de boom! ¡Esos fueron los "buenos tiempos"! E incluso entonces, la brecha entre ricos y pobres ha continuado ampliándose en los países más ricos del planeta. No es de extrañar que los norteamericanos anhelen desesperadamente el cambio.

La campaña electoral más cara de la historia

La campaña para sustituir a George W. Bush ha durado 21 meses. En ese período presenciamos el ascenso y caída de contendientes como Rudy Giuliani, Hillary Clinton, Mitt Rommey, John Edwards y Mike Huckabee, y las nominaciones finales de Barack Obama y John McCain. Aunque estas elecciones representan un cambio decisivo en el ambiente del electorado y llegan en un punto de inflexión del sistema capitalista, en muchos sentidos es más de lo mismo. Mucho más. De nuevo, a pesar de las nobles palabras de cambio y un nuevo tipo de política, el dinero otra vez es la medida real del valor de un candidato y de su oportunidad de ganar.
Al principio Obama se comprometió a hacer pública la financiación de su campaña. Pero cuando empezó a ser evidente que tenía una oportunidad seria de ser el nominado de los Demócratas, cambió de rumbo y puso su mirada en las contribuciones privadas. Por primera vez en la historia de EEUU, los candidatos a la presidencia recaudaron más de 1.000 millones de dólares. Obama se calcula que recaudó un total de 640 millones de dólares, 150 millones sólo en septiembre. John McCain recogió "sólo" 360 millones de dólares. Lo que supone un cambio importante respecto a las últimas dos elecciones presidenciales cuando los republicanos conseguían más dinero que los demócratas. La empresa norteamericana no es estúpida, saben de que lado de su pan está la mantequilla.
Y si quieres saber a qué intereses servirá Obama durante su presidencia sólo necesitas seguir el dinero. También debemos decir que los cientos de miles de pequeños contribuyentes no recibirán invitaciones para los banquetes de la Casa Blanca.

¿Obama el socialista?

En todas las cuestiones fundamentales Obama y McCain están cortados por el mismo patrón. Ninguno de ellos representa una ruptura fundamental con el capitalismo, un sistema basado en la explotación de la clase obrera por parte de la clase capitalista. Su única diferencia real reside en qué es lo mejor para salvar el sistema capitalista. El mensaje de Obama de "podemos creer en el cambio" resonó en millones de norteamericanos cansados de la guerra, que se enfrentan al desahucio, la bancarrota y el desempleo, y que no pueden aceptar la idea de que "mejor es imposible". Ha tenido que atacar la codicia de Wall Street (al menos en palabras), criticar la forma en que Bush maneja la guerra de Iraq y Afganistán, o criticar el "status quo" de Washington.
McCain hizo exactamente lo mismo, pero desde un ángulo ligeramente diferente. Es significativo que este tipo de cosas más concretas hayan ocupado el centro del debate, comparado con las pasadas elecciones cuando cuestiones como el aborto, el control de armas, el matrimonio entre homosexuales y el "terrorismo" en abstracto fueron los temas principales de la discusión. Sin embargo, el partido de McCain era considerado por muchos como el responsable de la crisis económica y desde el principio se enfrentó a una lucha cuesta arriba para superar el legado que tenía. Su edad y su estrambótica puesta en escena no le ayudaban tampoco. Como tampoco le fue útil su elección de vicepresidente. Así que recurrió a un viejo truco de la política norteamericana, acusa a su contrincante de socialista o comunista. Hace unos años esta táctica habría tenido cierto éxito, incluso un efecto decisivo.
Así que resulta revelador que en el contexto de creciente crisis económica, la palabra "socialismo" de nuevo haya entrado en la corriente principal. Incluso más significativo que esta táctica de McCain no perjudicase en nada a Obama. La mayoría de las personas se reían. Por un lado entendían que la propia palabra "socialismo" ya no tiene las mismas connotaciones "malignas" que hace años.
Obama ha dejado claro que no es socialista. Sus planes de sanidad, educación y económicos no tienen nada que ver con el genuino socialismo. A lo largo de su campaña ha apelado continuamente a la ubicua "clase media", apenas mencionó a los trabajadores y, prácticamente, ignoró a los pobres. Él mismo respondió a los ataques de McCain de la siguiente manera:
"Ahora, como sabe que sus teorías económicas no funcionan, pasado estos últimos días llamándome de todas las formas. Al final me llamó socialista porque no quería repetir los recortes de impuestos a los ricos y así finalmente proporcionar algo de alivio a la clase media. No sé qué será lo próximo. Al final de la semana me acusará de ser un comunista secreto porque compartí mis juguetes en la guardería. Compartí mi mantequilla de cacahuete y mi sándwich de gelatina".
Dejando a un lado el chiste, el único "socialismo" que Obama apoya es el "socialismo de Wall Street". A pesar de su promesa de aumentar los impuestos al 5 por ciento más rico de los norteamericanos, la ayuda de 700.000 millones de dólares es un caso de "socialismo al revés", un masivo regalo a los ricos que lo tendrá que pagar la clase obrera más tarde, bien con impuestos más altos, o a través de los recortes de nuestra calidad de vida. Los estadounidenses estarán cada vez más abiertos a la idea del genuino socialismo. Esto tiene implicaciones importantes para el futuro.

Los resultados

Obama necesitaba 270 votos electorales para ganar las elecciones. En el momento de escribir este artículo, con el 96 por ciento de los votos escrutados, tiene 338 votos electorales, más del doble que McCain que tiene 163. En cuanto al voto popular, ha conseguido un 52 por ciento frente a un 46 por ciento de McCain. Su victoria llega a pesar de los intentos de fraude, intimidación y privación del derecho a voto, particularmente de los votantes negros. En San Luis, por ejemplo, llegaron mensajes de texto a los votantes negros diciéndoles que los seguidores de Obama debían votar el miércoles en lugar del martes. La única parte de la ciudad donde se supo la existencia de máquinas de votación rotas fue en el norte de la ciudad, una zona predominantemente negra. A pesar de todo, la victoria de Obama sobre McCain fue aplastante, los republicanos lo reconocieron relativamente pronto.
En ausencia de un partido obrero de masas, la mayor parte se ha centrado en los dos principales partidos capitalistas. Con la "obamanía" a todo gas, apenas se ha escuchado nada de terceros candidatos. Sin embargo, Ralph Nader consiguió casi 660.000 votos (después de conseguir unos 4 millones de euros para su campaña), Cynthia McKineey obtuvo casi 120.000 votos (con un presupuesto de campaña de sólo 188.000 dólares). Entre ellos y otros candidatos de izquierda han recibido más votos que otros candidatos de derechas, como el Partido Libertario y el Partido de la Constitución. Además, en el distrito 8 de San Francisco la activista contra la guerra Cindy Sheehan desafió a la portavoz demócrata en el Congreso, Nancy Pelosi, cuya complicidad con la guerra la han hecho muy impopular. Aunque no ganó, Cindy Sheehan consiguió el 17 por ciento de los votos, nada mal teniendo en cuenta que se presentaba contra una contrincante poderosa y experimentada.
Además de la decisiva victoria de Obama, todo esto indica que mientras el país está cada vez más polarizado en ambas direcciones, existe un giro definido, aún modesto, a la izquierda. Subraya el potencial para un partido obrero de masas si los sindicatos rompieran con los Demócratas. Imaginad si los 300 millones de dólares gastados por los sindicatos en apoyar a Obama se gastasen en construir un partido obrero, presentando candidatos que luchasen por los intereses de la clase obrera.
Los Demócratas ahora tienen mayoría en las dos cámaras, Senado y Congreso. Después de ganar la mayoría en el Congreso en 2006, muchos pensaban que ellos harían algo para reducir la financiación y poner fin a la guerra de Iraq. No hicieron tal cosa. Después de la noche del martes no tienen excusas para acabar inmediatamente con la guerra y aprobar una legislación favorable a los intereses de los millones de trabajadores y jóvenes que les han aupado al poder. Tienen una mayoría clara en el Congreso y controlan el Senado. Su dominio de la política estadounidense parece total. Hace unos años muchos comentaristas políticos dieron por muerto al partido. ¡Qué rápidamente cambian las cosas! Como explicamos en 2002, después de la derrota de los Demócratas en las elecciones a medio plazo:
"Como marxistas no tenemos ninguna ilusión en el Partido Demócrata, que se presenta como la ‘cara amable' del capitalismo norteamericano. Está atado de pies y manos a la clase capitalista, nunca representará los intereses de la clase obrera. Puede que presente alguna resitencia en distintas cuestiones de importancia menor, pero ni en un millón de años se enfrentará al capital a favor de la clase obrera. Funciona totalmente en las fronteras de la democracia burguesa, es decir, la democracia para los ricos y poderosos. Este supuesto ‘camino al centro' es en realidad un peaje controlado por la clase capitalista. En última instancia, aprueba entusiastamente el sistema capitalista, sirve sólo para engañar a las masas con la ilusión de que las cosas pueden mejorar bajo este sistema económico. Los demócratas se han movido tanto al ‘centro' (no es que antes estuvieran muy a la izquierda) que apenas son distinguibles de sus supuestos oponentes ideológicos. Incluso el ultra-demócrata James Carvel dice que en esta campaña no ellos no se diferencian de los republicanos. Si eres una de las pocas personas que realmente vota, ¿para qué molestarte en votar a la ‘oposición' cuando su política prácticamente es la misma que defienden los que están en el poder? Cómo dice el refrán: ¿se puede cambiar de caballo en medio de la corriente? Los dos están a favor de la ‘guerra contra el terrorismo', son marionetas de la clase capitalista y apoyan la guerra contra el estado del bienestar por no hablar de la sanidad universal, etc., Bush está haciendo un delicado trabajo con la guerra (palabras muy belicosas con pocas bajas aún), así que ¿por qué no dejarle a él y su partido que continúen para ver cómo van las cosas?
"Sin embargo, a pesar de su evidente ineptitud, y el hecho de que las masas realmente le rechazaron en las elecciones, los Demócratas son aún una herramienta útil para la clase dominante. En ausencia de un partido obrero tradicional, la clase dominante intentará utilizar a los Demócratas y su conexión histórica con el AFL-CIO para descarrilar cualquier movimiento de los trabajadores. En la actualidad, no obstante, parece que la clase dominante prefiera utilizar una política abiertamente más agresiva con Bush y su camarilla. Pero esta situación no durará mucho tiempo. Lo que la clase dominante no ha tenido en consideración es que la clase obrera estadounidenses aún está fresca y imbatida, en determinado momento se pondrá en movimiento. Existe un tremendo descontento bajo la superficie. Es lo que hicieron con Bill Clinton, después del desencanto de los años de Reagan. Es verdad que históricamente, debido a la presión de las masas y sobre la base del boom económico de la posguerra, los Demócratas tuvieron que hacer algunas concesiones a la clase obrera. Han vivido de esta reputación durante décadas, pero su verdadera cara se ha visto ahora, con Clinton aprobando algunas de las leyes más antiobreras en décadas. Hizo el trabajo sucio para la clase capitalista, aunque con una sonrisa agradable en su cara. Aunque ahora su reputación está en ruinas, esa situación cambiará cuando los capitalistas ya no puedan gobernar abiertamente a través de Bush y compañía". (US Mid-Term Election 2002: The factors that led to the Republican victory).
¡Cómo ha cambiado la suerte de los Demócratas! Pero el Partido Demócrata no ha cambiado en nada, aún es el mismo partido que describimos hace seis años. Lo que sí ha cambiado radicalmente es la situación objetiva y el ambiente en EEUU, así que los Demócratas de nuevo se han podido presentar como la "cara amable" del capitalismo para salvar al sistema de sí mismo. Pueden que sufran presión desde abajo para que ofrezcan esta o aquella migaja de la mesa de los empresarios. Pero en una época de inestabilidad económica, política, militar y social, no podrán ofrecer ninguna concesión significativa a la clase obrera. Su programa será de más recortes y ataques a nuestros niveles de vida. Esto será una bofetada en la cara a las expectativas generadas y transformará aún más la conciencia de la clase obrera.
En ese artículo añadimos y además predijimos que a pesar de su reelección en 2004, Bush terminaría siendo el presidente más odiado de la historia reciente, que no tenía un mandato real y que sería un peso muerte al final de su mandato. Esa predicción se ha hecho realidad. Como también ahora podemos pronosticar que al final de la primera legislatura de Obama se habrá hecho añicos la ilusión de que él representa algo verdaderamente diferente. Millones de norteamericanos cada vez estarán más abiertos a la idea de que es necesario romper con los Demócratas y construir un partido que verdaderamente represente a la clase obrera: un partido obrero de masas.

El presidente Obama

¿Qué tipo de presidencia podemos esperar con Obama? Puede que haya dicho cosas muy prometedoras e inspiradoras en la campaña, pero si leemos entre líneas, está claro que ha sido cuidadoso y se ha comprometido poco. En realidad, incluso antes de ser elegido, ya ha abandonado muchas de sus promesas para intentar reducir las expectativas existentes.
Pero con personas como Michael Moore hablando de "la tierra prometida", podemos estar seguros de que la gente espera resultados rápidos. Los asesores de Obama y los medios de comunicación lo comprenden bien y se han dado prisa para intentar calmar el ambiente de exaltación que le ha llevado al poder. En la noche electoral los analistas de MSNBC ya expresaban su preocupación porque sus seguidores se pudiesen "desencantar". Uno de los veteranos asesores de Obama le dijo al periódico británico The Times que las primeras semanas después de las elecciones serán cruciales, "para que no haya un gran giro del estado de ánimo de la euforia y júbilo a la desesperación".
En un artículo titulado: Barack Obama lays plans to deaden expectation after election victory, The Times decía:
"En una entrevista con una emisora de radio de Colorado, Obama se dedicó a reducir la expectación. Preguntado por sus objetivos para los primeros cien días, dijo que necesitaba más tiempo para ocuparse de temas importantes y costosos como la reforma sanitaria, el calentamiento global e Iraq. ‘Los primeros cien días van a ser importantes, pdero probablemente los que marcarán la diferencia serán los primeros mil días'. También recordó a las multitudes estos días lo ‘difícil que será conseguir sus objetivos, que tardará tiempo'. ‘No voy a quedarme aquí y pretender que algo de esto será fácil, especialmente ahora' esto es lo que Obama dijo ayer en un mitin en Sarasota, Florida, citando el ‘coste de esta crisis económica y el coste de la guerra de Iraq'".
La polarización de la sociedad norteamericana va en aumento, tanto a derecha como a izquierda. Al fragor de la campaña electoral, se han desatado fuerzas que deben controlar. Los antiguos rivales ahora deben intentar garantizar que prevalece la calma. El discurso de McCain sonó a un llamamiento a la unidad nacional y apoyo al nuevo presidente. En su discurso después de la victoria, Obama mostró el tono de su presidente. Aquí tenemos algunos extractos:
"Lo hicisteis porque entendéis la magnitud de la tarea que queda por delante. Mientras celebramos esta noche, sabemos que los retos que nos traerá el día de mañana son los mayores de nuestras vidas -dos guerras, un planeta en peligro, la peor crisis financiera desde hace un siglo-.
"Mientras estamos aquí esta noche, sabemos que hay estadounidenses valientes que se despiertan en los desiertos de Iraq y las montañas de Afganistán para jugarse la vida por nosotros.
"Hay madres y padres que se quedarán desvelados en la cama después de que los niños se hayan dormido y se preguntarán cómo pagarán la hipoteca o las facturas médicas o ahorrar lo suficiente para la educación universitaria de sus hijos. Hay nueva energía por aprovechar, nuevos puestos de trabajo por crear, nuevas escuelas por construir, y amenazas por contestar, alianzas por reparar.
"El camino por delante será largo. La subida será empinada. Puede que no lleguemos en un año ni en un mandato. Sin embargo, Estados Unidos, nunca he estado tan esperanzado como estoy esta noche de que llegaremos.
"Os prometo que, nosotros, como pueblo, llegaremos.
"Habrá percances y comienzos en falso. Hay muchos que no estarán de acuerdo con cada decisión o política mía cuando sea presidente. Y sabemos que el gobierno no puede solucionar todos los problemas.
"Pero siempre seré sincero con vosotros sobre los retos que nos afrontan. Os escucharé, sobre todo cuando discrepamos. Y sobre todo, os pediré que participéis en la labor de reconstruir esta nación, de la única forma en que se ha hecho en Estados Unidos durante 221 años bloque por bloque, ladrillo por ladrillo, mano encallecida sobre mano encallecida.
"Lo que comenzó hace 21 meses en pleno invierno no puede terminar en esta noche otoñal.
"Esta victoria en sí misma no es el cambio que buscamos. Es sólo la oportunidad para que hagamos ese cambio. Y eso no puede suceder si volvemos a como era antes. No puede suceder sin vosotros, sin un nuevo espíritu de sacrificio.
"Así que hagamos un llamamiento a un nuevo espíritu del patriotismo, de responsabilidad, en que cada uno echa una mano y trabaja más y se preocupa no sólo de nosotros mismos sino el uno del otro.
"Recordemos que, si esta crisis financiera nos ha enseñado algo, es que no puede haber un Wall Street próspero mientras que Main Street sufren.
"En este país, avanzamos o fracasamos como una sola nación, como un solo pueblo. Resistamos la tentación de recaer en el partidismo y mezquindad e inmadurez que han intoxicado nuestra vida política desde hace tanto tiempo.
"Recordemos que fue un hombre de este estado quien llevó por primera vez a la Casa Blanca la bandera del Partido Republicano, un partido fundado sobre los valores de la autosuficiencia y la libertad del individuo y la unidad nacional.
"Esos son valores que todos compartimos. Y mientras que el Partido Demócrata ha logrado una gran victoria esta noche, lo hacemos con cierta humildad y la decisión de curar las divisiones que han impedido nuestro progreso.
"Como dijo Lincoln a una nación mucho más dividida que la nuestra, no somos enemigos sino amigos. Aunque las pasiones los hayan puesto bajo tensión, no deben romper nuestros lazos de afecto".
Aquí lo tenemos, y procede de una buena fuente. Dejemos a un lado nuestras diferencias, trabajemos duro, basémonos en nosotros, nos esperemos demasiado del gobierno, ajustémonos los cinturones y hagamos más sacrificios, y todos seremos amigos. En el fondo, es el mismo mensaje que Bush dio a la nación después del 11 de septiembre, cuando también apeló a la unidad nacional. La idea de la "unidad nacional" sobre la superficie suena muy bien, apela a los millones que están cansados de la guerra, dejando a un lado el racismo, sexismo, homofobia y la división. Pero bajo el capitalismo, la "unidad nacional" significa subordinar los intereses de la mayoría de la clase obrera a los intereses de un puñado de capitalistas. Puede que todos seamos "americanos", pero no todos somos "iguales". La sociedad norteamericana está dividida en clases y estas clases tienen diferencias opuestas e irreconciliables. Una clase explota y vive del trabajo de la otra. Una clase concentra la gran mayoría de la riqueza en sus manos mientras que millones apenas tienen nada. Una clase domina la política del país y controla el gobierno. Una clase hace e impone las leyes para defender sus intereses.
Y si la parcialidad es "insignificante", inmadura" y venenosa" ¿por qué continuar la farsa de tener dos partidos políticos de la clase dominante cuando ambos en realidad son las dos alas del mismo partido? También es increíble que recurran a la referencia que hizo Obama a Abraham Lincoln en su discurso inaugural. Deberíamos recordarle que a pesar de las palabras simpáticas de Lincoln, sólo una guerra civil prolongada y sangrienta consiguió acabar con las divisiones que literalmente desgarraban la nación. En aquella época, el país estaba dividido entre los capitalistas del norte y el sistema esclavista del sur. Hoy el país está dividido en dos clases principales: la clase obrera y la clase capitalista. Intentar reconciliar las dos es intentar cuadrar el círculo. Obama y los que le rodean saben que las grandes explosiones sociales están a la orden del día. Su tarea es mantener esa lucha dentro de límites "seguros".
Obama tiene que hacer algunos cambios cosméticos. Debe dar la apariencia de que hace algo nuevo y diferente. Después de ocho años de Bush y compañía, lo lógico es que siga una especie de luna de miel mientras los norteamericanos esperan y ven qué va a pasar en los próximos meses. Se espera que pronto se sepa el tono de su nueva administración, mientras Bush merodea por la Casa Blanca durante unos meses. Obama probablemente se dará prisa en anunciar una reducción de impuestos a la "clase media", mientras intenta subírselos a los ricos. En realidad, simplemente elimine algunos de los recortes de impuestos de Bush a los ricos, que sencillamente significa que el nivel de impuestos regrese a la época de Reagan, Bush padre y Clinton, es decir, en momentos donde se recortaron los servicios sociales y se disparó el gasto militar. Sin embargo, incluso si sube los impuestos a los ricos, lo que realmente están dispuestos a pagar es algo que está por ver. Hay un millón de trucos para evitar pagar al tesoro público.
También ya hay indicios de que se recortarán gastos en otras partes del presupuesto. Se prevé una caída de los ingresos por impuestos debido a la crisis económica y un astronómico presupuesto militar (más de 500.000 millones de dólares al año), recortes adicionales, sobre todo en el sector público, todo esto llegará más pronto que tarde. Por otro lado llegarán los recortes de los programas federales en estados y gobiernos locales, que se verán obligados a incrementar la venta de suelo público o permitir que se deteriore aún más la infraestructura, escuelas y otros servicios públicos. De cualquier forma la carga de la crisis recaerá sobre los trabajadores y pobres.
Un par de anécdotas protagonizadas por allegados a Obama revelan sus propias expectativas para la administración. El vicepresidente de Obama, Joe Biden, dijo ominosamente en una entrevista reciente que dentro de los seis primeros meses de la presidente de Obama, la lealtad de sus seguidores será puesta a prueba y que tendrán que apoyarles, una insinuación clara de que prevén una política controvertida. Y Tom Daschle, el antiguo líder de los demócratas en el Senado, dijo recientemente que el ganador tendría sólo un 50 por ciento de oportunidades de ganar unas segundas elecciones en 2012. En otras palabras, sus más cercanos colaboradores esperan que su política no sea popular. ¿Por qué deberíamos esperar algo distinto de alguien que apoya el Patriot Act y que votó para aprobar un aumento de la vigilancia del gobierno de los ciudadanos norteamericanos?

Las grandes petroleras y la política exterior de Obama

Muchos están asqueados de Bush y sus lazos con las grandes petroleras, pero una mirada más estrecha de la política energética de Obama daría a sus seguidores, y particularmente a los ecologistas, mucho que pensar. Además de querer extender el uso de la energía eólica y solar, propone ampliar el uso de la energía nuclear y el carbón (aunque lo denomina "carbón limpio"). Obama también votó a favor de la ley energética de Bush y Cheney en 2005, "fue lo mejor que pudimos hacer hasta ese momento". Lo irónico es que John McCain votó en contra.
Cuando llegamos a la política exterior, Obama se parecerá más a Madeleine Albright y Bill Clinton (que bombardearon Iraq, Sudán, Afganistán e Yugoslavia durante su primera legislatura y cuyas sanciones económicas a Iraq provocaron un millón de muertos) que a la política de los neoconservadores. En otras palabras, continuará defendiendo los intereses del imperialismo norteamericano en el extranjero, aunque con menos arrogancia y con más cobertura diplomática. Su elección de Joe Biden (que estaba a favor de la división de Iraq) es sólo una prueba de ello.
La atención está centrada en la economía, pero las guerras en Iraq y Afganistán, por no mencionar la situación en Pakistán, en Oriente Medio y América Latina, las relaciones con Irán, Rusia y China, siguen siendo desafíos importantes para la nueva administración. Obama probablemente se acerque a Oriente Medio con un discurso político que sea mejor recibido en el mundo árabe. Podría retirar algunas de las tropas desplegadas en la región e iniciar un "diálogo" con Siria, Irán y otros países, mientras "mantiene todas las opciones sobre la mesa". Pero su política en la región no será muy distinta a la de Bush. No es casualidad que uno de sus primeros pasos después de garantizar la nominación demócrata fuera integrarse en el Comité de Relaciones Públicas Americano-Israelí (AIPAC), el principal lobby pro-israelí, uno de los más destacados seguidores de Bush.
Aunque ha evitado cuidadosamente comprometerse con relación a Iraq, Obama ha conseguido que los votantes anti-guerra voten a un candidato pro-guerra. En realidad, ha dicho explícitamente que cualquier retirada de tropas de Iraq deberían ser para enviarlas a Afganistán. Sin embargo, la aventura del imperialismo norteamericano en Iraq está condenada y sus tropas de combate finalmente tendrán que salir. No obstante, el Pentágono y los megacontratistas harán todo lo que esté en su poder para mantener las grandes bases militares que han construido en Iraq. Obama podría dar la sensación de que retira algunas tropas mientras continúa con su política imperialista en todo Oriente Medio.
También ha mostrado una postura agresiva con relación a Irán, no descarta la invasión de Pakistán y ha calificado al presidente elegido democráticamente de Venezuela, Hugo Chávez, como un dictador. Es poco probable que desmantele la 4ª Flota, que se reactivó para patrullar América Latina y el Caribe. También ha prometido cerrar Guantánamo y puede que lo haga. El simbolismo de este movimiento sería importante para su imagen, pero sería simplemente para trasladar a otras partes a los prisioneros.
Sabremos más de su política exterior cuando anuncie los nombramientos de su gabinete, pero si miramos a sus asesores de campaña nos da una indicación de cuál puede ser la dirección. Durante la campaña fue asesorado en política exterior por el anterior consejo de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski (Fundador de los muyahidines en Afganistán, los precursores de los talibanes); la antigua secretaria de estado Susan Rice (cuya mentora fue Madeleine Albright); el antiguo secretario de la armada Richard Danzig (bajo cuyo mandato se bombardeó Yugoslavia); el antiguo responsable contraterrorista Richard Clarke (con Clinton y G. W. Bush); el general Merrill McPeak (un seguidor confeso de la ocupación indonesia de Timor Oriental); y Dennis Ross (favorable a la ocupación de Cisjordania por parte de Israel), entre otro. Dicen que puedes juzgar a un hombre sus amigos. La lista de "amigos" habla por sí sola.

¿Un nuevo "New Deal"?

Franklin Delano Roosevelt no fue elegido con el programa del New Deal. Tuvo que implantar esta política de obras públicas y sociales como último intento de salvar al capitalismo norteamericano del peligro de la revolución socialista. Pero debemos recordar que en los años treinta EEUU era la principal nación acreedora, con unas enormes reservas de oro, además, la recesión ya había llegado cuatro años antes de que Roosevelt llegase al poder. Obama ha heredado una situación interna e internacional totalmente diferente. EEUU ahora es el mayor deudor del mundo y la recesión económica apenas acaba de comenzar. Incluso si Obama en determinado momento se viese obligado a aplicar medidas similares (como resultado de la presión de masas desde abajo y ante la amenaza de la revolución), eso sólo lo podría hacer incrementando el déficit, lo que tendría más complicaciones para el futuro. El capitalismo y el imperialismo norteamericanos no tienen una salida fácil. Cualquier cosa que hagan para intentar restaurar la estabilidad sólo conseguirá incrementar la inestabilidad social y política, y viceversa.
En el fondo muy poco cambiará, el margen de maniobra de Obama será muy limitado. Una vez terminado el boom, a los trabajadores estadounidenses les pedirán que "compartan el dolor" en interés de la "unidad nacional". Pero los trabajadores y los pobres tendrán una mayor parte de sufrimiento que los ricos, como demuestra el plan de rescate a Wall Street. Nosotros decimos: ¡qué paguen los ricos! ¿Por qué la clase obrera tiene que pagar la crisis de los capitalistas?
Debemos decirlo claramente: ¿Obama derogará la Ley Taft-Harley y otra legislación antiobrera? ¿Implantará un salario medio nacional decente? ¿Proporcionará sanidad universal y gratuita? ¿Reducirá el gasto militar e invertirá los millones necesarios en educación, vivienda e infraestructura? ¿Nacionalizará las industrias energéticas, automovilísticas y las aerolíneas y las pondrá bajo control obrero? ¿Acabará con las redadas y deportaciones, amnistiará a los trabajadores inmigrantes y sus familias? ¿Iniciará un programa masivo de obras públicas y creará millones de trabajos, proporcionará viviendas a todos, modernizará y extenderá el transporte público y reconstruirá nuestra infraestructura en ruinas?

El capitalismo está en crisis: ¡el socialismo es la solución!

La elección de Obama llega en un momento de creciente pesimismo, no sólo por la situación actual, sino por el futuro. La gente necesitaba creer que las cosas podrían ir mejor. Esto explica la recuperación del interés por las ideas del socialismo. Desde McCain, Obama, Pain y Biden, a "Joe el fontanero" y el Wall Street Journal, las palabras "socialismo" y las referencias a Marx son algo significativo a un nivel no visto en este país desde el colapso de la URSS. En Alemania, donde la crisis también está golpeando duro a los trabajadores, El Capital de Marx se ha convertido en un betseller. La pregunta que se hacen muchos es: ¿Marx tenía razón?
A pesar de las décadas de prejuicios que se crearon contra las ideas del marxismo y el socialismo, la gente cada vez más está abierta a estas ideas, porque han visto en la práctica que el capitalismo no funciona. Debemos recordar que después del colapso de la Unión Soviética nos prometieron la "Pax Americana", el pleno empleo y un mañana más resplandeciente que el actual. ¿Qué tenemos en su lugar¿ Guerra, terrorismo, recortes de programas sociales, millones de empleos perdidos y más gasto militar que nunca.
Millones de estadounidenses dicen que no tienen interés en la política o en economía, aparentemente son apáticos y les importa más el partido de fútbol del domingo. Pero incluso si no estás interesado en política y economía, la política y la economía están interesadas en ti. Sobre la base de su propia experiencia, un número cada vez mayor de antiguos norteamericanos aparentemente apáticos, están despertando a un interés activo en la política y la economía. Dentro de los límites del sistema bipartidista, millones de estadounidenses de una forma confusa buscan una solución a sus problemas. Obama ha tenido un número record de voluntarios organizando comunidades a través de todo el país. Por primera vez, sienten que tenían una razón para participar en política. En el futuro, las habilidades que han aprendido las utilizarán bien, no para los demócratas o republicanos, sino que son la base de un futuro partido obrero de masas.
Durante décadas hemos tenido el cerebro lavado. Nos han dicho que el libre mercado es el reino supremo, que el socialismo y el marxismo no funcionan, que el capitalismo es el mejor sistema posible, que no hay alternativa. Y si una mentira se repite lo suficiente la gente tiende a creérsela. Aún así estas ideas persisten y continúan en la imaginación popular.
¿Qué es el socialismo? El socialismo es la nacionalización genuina, la expropiación de las primeras 500 empresa y bancos, para dirigirlos bajo control obrero, en interés de toda la sociedad. No es realmente complicado. Creemos que la mayoría de la clase obrera debería tener el control democrático de los medios de producción, distribución e intercambio, en armonía con el medioambiente. En otras palabras, necesitamos un plan de producción racional y democrático que cubra las necesidades humanas, no los beneficios privados.
Pero no se puede planificar lo que no se controla, no se puede controlar lo que no se posee. Por eso el estado necesita tener las palancas claves de la economía. Sin embargo esta idea inquieta a muchos, en particular a los norteamericanos. No confían en el gobierno en el que vivimos y por tanto sospechan justificadamente de todo lo que tenga que ver con el control estatal. La pregunta es: ¿quién controla el estado? En nuestra opinión, necesitamos un estado obrero, un estado que represente a la gran mayoría de la sociedad, la clase obrera, frente al estado bajo el que hoy vivimos, que es un estado diseñado para defender los intereses de una ínfima minoría, la clase capitalista.
Muchas personas dicen que los norteamericanos son demasiado conservadores para que tenga lugar una revolución socialista. Pero las cosas pueden cambiar muy rápidamente. Sólo hay que pensar en todos los acontecimientos de estos últimos años. El colapso de Enron, el 11 de septiembre, los fraudes electorales de 2000 y 2004. El huracán Katrina y sus consecuencias. El colapso de todo el sector financiero en el país más rico del planeta. La elección de un presidente negro.
La gente quiere estabilidad, quieren un empleo estable con salarios decentes, quieren una sanidad de calidad y educación, un lugar seguro donde vivir y tiempo para estar con sus familias y seres queridos. Pero el capitalismo no puede proporcionar estas cuestiones básicas para la humanidad.
Vivimos en una época de cambios profundos y repentinos, un período de cambios masivos en la conciencia sobre la base de acontecimientos sísmicos. Esto no es lo normal. Lo habitual es que pasen años e incluso décadas donde parece que nada cambia. Pero no estamos en una época normal. La realidad es que nada es absolutamente estático, que todo cambia. Todo está en constante estado de cambio y movimiento. Dresde los volcanes y los terremotos, a las relaciones entre las naciones y la conciencia humana.
Muchos están eufóricos con la victoria de Obama y es lógico que exista un período de luna de miel. Los mercados estaban contentos con las encuestas antes de las elecciones, el día de las elecciones subió 300 puntos, algo bajo para un día habitual de Wall Street. Pero tarde o temprano, el regocijo desaparecerá y la cruda realidad será evidente: nada fundamental ha cambiado. Aún vivimos bajo el capitalismo, con todo lo que conlleva: paro, desahucios, aumentos de precios, racismo, millones de ciudadanos de segunda clase y trabajadores con bajos salarios, deterioro de las condiciones de vida, infraestructura en ruinas, etc.,
Ya hay síntomas de profundo descontento que está saliendo a la superficie, por ejemplo, las movilizaciones de masas de los trabajadores inmigrantes, el creciente descontento en las filas de los sindicatos, o las manifestaciones espontáneas contra el plan de rescate a Wall Street. Esto sólo es el principio del principio de lo que está por venir.
Pronosticamos que el perdedor real de estas elecciones será la clase obrera. Sin embargo, por ahora millones de trabajadores y jóvenes se sienten los ganadores. Comprendemos las tremendas esperanzas que muchos han depositado en Obama. Los últimos años han sido duros. Pero debemos decir que mientras los dos partidos capitalistas continúen dominando la política norteamericana, la clase obrera nunca verá sus intereses representados en Washington. Por eso los sindicatos deben romper con los Demócratas y construir un partido obrero de masas. El potencial para este partido es enorme. Este partido no permanecerá mucho tiempo como tercer partido. Queremos que se convierta en el primer partido, que los demócratas y los republicanos luchen por el tercer puesto o que se fusionen en un solo partido.
Debemos ser pacientes, tener una posición amistosa con aquellos que tienen ilusiones honestas en Obama. Pero el discurso posterior al triunfo de Obama dejó claro que no hay milagros. Dejó claro que las cosas no cambiarán de la noche a la mañana, que durante un tiempo no irán mejor. En realidad lo más probable es que vayan a peor.
La CNN la noche electoral puso una nota de cautela, cuando un entrevistador dijo que el cambio económico no sería de la noche a la mañana, que el ganador tendría una luna de miel muy corta. AP el día después de las elecciones publicaba un artículo titulado: El presidente electo Obama se enfrenta a desafíos desalentadores. Es la realidad de la situación.
Las elecciones presidenciales de 2008 son históricas. Representan una nueva etapa en el cambio de conciencia de la clase obrera norteamericana. Muchas personas ya han roto con el sistema de dos partidos y pueden ver más allá de las dulces palabras de Obama. Pero la mayoría de trabajadores y jóvenes aprenderán una dura lección, a través de su propia experiencia. La vida enseña. Bienvenidos a la "escuela de los demócratas".
John Peterson (Socialist Appeal – EEUU)
viernes, 07 de noviembre de 2008

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