Tras 10 años de revolución de nuevo los trabajadores y pobres venezolanos se enfrentan a un nuevo desafío electoral: renovar la mayoría en alcaldías y gobernaciones de todo el país el próximo 23 de noviembre. Esta campaña electoral se desarrolla en un contexto de crisis generalizada del capitalismo, marcado por el crack bancario y del crédito internacional, que ha puesto ha descubierto la montaña de deudas incobrables sobre la que ha estado cimentado el crecimiento de la economía mundial en los últimos 30 años. Todos estos acontecimientos tendrán un enorme impacto en la revolución venezolana.
Esta crisis que va a conducir a una recesión profunda en todo el planeta muestra que el capitalismo superó hace tiempo sus límites y es un sistema agotado. Sobre la base del crédito y la explotación de la clase trabajadora fue posible mantener un débil crecimiento económico en las economías capitalistas avanzadas. Durante décadas intentaron escapar a la crisis de sobreproducción sobre la base del crédito espoleado por los bajos tipos de intereses que provocaron varias burbujas especulativas que estallaron sucesivamente: internet, vivienda y derivados financieros. Ahora todo eso se viene a su fin y tras el espejismo de una riqueza que no existía y el fraude bancario generalizado aparece el estado de cuentas real del capitalismo mundial. Y ese estado es de bancarrota.
Desconcierto de la burguesía mundial.
La burguesía está profundamente desorientada y no sabe cómo evitar la debacle. A cada signo aparente de recuperación le sigue una cadena de malos datos en el terreno económico que desploma las bolsas. Los paquetes de rescate financiero tienen en la economía mundial el mismo efecto de una gota de agua en una plancha al rojo vivo. Se vaporiza rápidamente y apenas se nota su efecto. La economía más importante del mundo, la de Estados Unidos consiguió desde el año pasado seguir manteniendo su crecimiento basándose en la depreciación del dólar de un 25%. Es decir, el consumo interno de EEUU dejó de jugar el papel de motor de la economía mundial que había jugado los últimos 20 años. Sin embargo el recurso a la depreciación para continuar creciendo también llegó a su límite. Los datos al respecto muestran como la economía norteamericana está en recesión. Según un reporte del Financial Times, tomando datos de la Universidad de Michigan, la confianza de los consumidores norteamericanos cayó de un 70,3% a un 57,5%, la mayor caída desde 1978, año en que empezaron a tomarse estas estadísticas. Según Frederick Mishkin antiguo gobernador de la reserva federal “la gente está verdaderamente aterrorizada y esto tiene un gran impacto en el consumo “. La caída del consumo se complementa con una caída de la producción industrial de un 2,8% su mayor caída en 34 años, la mayor desde diciembre de 1974.
Esta situación de crisis se está extendiendo a todos los países: es el reverso de la globalización, toda la economía mundial esta interconectada. La banca internacional esta dinamitada en sus cimientos. Nadie conoce el estado real de cuentas de los bancos debido al apalancamiento y el engorde ficticio de los activos bancarios, en esa gran estafa que ha sido el hacer pasar derivados financieros (deuda) como activos. Lemann Brothers, uno de los grandes bancos norteamericanos quebrados recientemente, tenía un apalancamiento de 30 a 1, es decir por cada dólar de activo real había 30 que eran deuda, que no existían. ¿Cuántos bancos están en la misma situación? Nadie lo sabe y la respuesta ha sido que los bancos no se estén prestando a nadie, conduciendo a una restricción del crédito a nivel mundial sin precedentes. Como señalaba recientemente una articulista de la revista The economist, “el crédito para la economía es como el oxigeno para el cuerpo humano”. Y sin oxigeno el cuerpo se paraliza y muere. El mismo proceso se está dando en la economía mundial.
Efectos de la bajada del precio del petróleo sobre Venezuela.
Ningún país está a salvo de la crisis, que se ha trasladado de Estados Unidos a Europa, de allá al sudeste asiáticos en una especie de “Tsunami financiero” como lo definió Warren Buffet, uno de los especuladores más ricos del mundo. Las olas de ese Tsunami están llegando a América Latina y van a golpear duro, precisamente porque la economía de toda la región está completamente entrelazada con la economía mundial y muy especialmente con la economía norteamericana. El gobierno Brasileño ha tenido ya que intervenir varios bancos para evitar la quiebra. A eso se suma la depreciación del precio de las materias primas, desde el cobre al petróleo. Este último se ha desplomado más de un 50% en el último año y esta ha llegado el día de hoy a los 60 dólares el barril. ¿Bajará más? Esto es prácticamente seguro, en primer lugar porque la recesión mundial tendrá como consecuencia una caída del consumo de petróleo y en segundo lugar porque la subida de los precios fue también una burbuja especulativa que ahora esta estallando.
La caída del precio del petróleo, va a tener enormes repercusiones en Venezuela. El gobierno bolivariano está planteando un recorte de la producción de la OPEP en cerca de un millón de barriles diarios para mantener los precios altos. El problema es que la OPEP no controla los precios, si no los especuladores internacionales que controlan el 70% de la producción. Por otro lado los grandes poderes imperialistas presionaran para mantener bajo los precios y así facilitar la salida de la recesión cómo hicieron en los años 80. El primer ministro británico Gordon Brown protestó airadamente ante la idea de recortar la producción de la OPEP. Lo mismo piensa el imperialismo norteamericano. El presupuesto del gobierno bolivariano proviene en un 50% de los ingresos petroleros. El presupuesto del 2009 está realizado con la perspectiva del petróleo a 60 dólares el barril, que es el precio que tiene a día de hoy. El presupuesto nacional de Venezuela para el 2009 será de 169 mil millones de bolívares fuertes (78.604 millones de dólares), con previsiones de un barril de crudo a 60 dólares y un crecimiento del 6% del Producto Interno Bruto (PIB). Esto supone un 22,9 por ciento superior al aprobado para este año, de 137.500 millones de bolívares (63.953 millones de dólares). Con una inflación cercana al 30%, en la práctica a pesar de la subida, supone un recorte presupuestario.
Ganar las elecciones del 23 de noviembre para después expropiar a los capitalistas.
En este contexto se dan las elecciones a alcaldes y gobernadores del próximo 23 de noviembre. No podemos permitir que ninguna gobernación quede en manos de la derecha, pues como vimos en 2002 y 2003 y vemos ahora en la situación política de Bolivia, la derecha y el imperialismo van a utilizar esas gobernaciones como una plataforma para iniciar una nueva acometida de la contrarrevolución. El mayor obstáculo para la victoria en estas elecciones no va a ser el papel de la oposición que está dividida y es débil, si no que ha sido el papel jugado por los sectores reformistas y burocráticos que desde una buena parte de esas alcaldías y gobernaciones y desde la administración del estado en vez de llevar una política revolucionaria los últimos 4 años se ha dedicado a no resolver los problemas del pueblo y a llevar una política en beneficio de los ricos y los capitalistas. Los casos más extremos han sido donde antiguos candidatos de la revolución cómo Manuit en Guarico y Acosta Carlez en Carabobo, que se pasaron abiertamente al lado de la contrarrevolución después de un gobierno marcado por la corrupción. Esto ha generado insatisfacción en la base chavista y en algunos sectores escepticismo.
Solo la clase trabajadora puede luchar efectivamente contra el reformismo y el burocratismo e impulsar la revolución socialista
El reformismo y el burocratismo es la principal amenaza de la revolución. La base revolucionaria y especialmente la clase trabajadora deben ponerse al frente para garantizar la victoria aplastante del PSUV el 23 de noviembre. Pero ganar las elecciones no basta. Es necesario llevar la revolución hasta el final expropiando a los capitalistas (la industria, la banca y la tierra tal como ha señalado el movimiento laboral del PSUV) y creando una economía nacionalizada y planificada democráticamente que permita resolver los problemas que bajo el capitalismo ha sido imposible resolver en la revolución: la vivienda, el desempleo y las necesidades básicas de la población. Sólo sobre esa base podremos sortear los efectos de la crisis internacional sobre la economía venezolana, tan dependiente del petróleo.
Frente al burocratismo y las lacras del capitalismo sólo cabe la organización de la clase trabajadora como clase dirigente que desde las empresas planifiquen la producción nacional sobre nuevas bases y generen el estado revolucionario que aliado con las comunidades sustituya el actual aparato estatal que como ha señalado el presidente Chávez, sigue siendo burgués. Por ello es fundamental la recomposición del movimiento de los trabajadores sobre nuevas bases, reconstituyendo la UNT (Unión Nacional de Trabajadores) dejando a un lado las luchas burocráticas por el poder en su seno, impulsado el Frente de trabajadores del PSUV y al mismo tiempo desarrollando dentro del PSUV la Corriente Marxista Revolucionaria que es el único sector del partido con las ideas y los métodos que pueden garantizar la victoria de las bases revolucionarias y del Presidente Chávez contra los reformistas , quinta columna de la burguesía y el imperialismo en el movimiento
Corriente Marxista Revolucionaria (Venezuela)
miércoles, 29 de octubre de 2008
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