jueves, abril 01, 2010

Insurgencia del siglo XXI


Hollywood realiza con presupuestos faraónicos ciertas películas que da tristeza ver por su simplismo y por maniqueísmo, otras veces por los discursos vehiculados, donde ellos, casi siempre, son los salvadores del mundo. Los malos; los migrantes, los terroristas según su simplismo, son los negros, los insurgentes, los musulmanes, los comunistas, o en general todo lo que suene a Árabe. Los buenos; los banqueros, los policías, los hombres de negocio, los salvadores del mundo, ellos por su puesto.
En otras partes del mundo, con menos presupuestos, con cámaras modestas, sin trípodes y sin tener equipos de última generación, se producen películas y documentales que gran calidad técnica, con una dimensión humana, que muestran la complejidad del mundo actual y que proponiéndoselo o no nos invitan a pensarnos el mundo en el contexto particular de la economía de mercado, donde la ternura no importa, si no vehicula el consumo. La amistad, el compromiso, la solidaridad frente al otro y la mirada de alteridad frente al otro, son sentimientos que aparecen naturalmente, sin clichés banales y folletones.
Con esa mirada hemos visto insurgencia del siglo XXI, insurgentes que siembran para garantizar la autosuficiencia, contrario al discurso oficial de mostrar a la insurgencia como un cartel millonario, que tiene como único objetivo el narcotráfico.
En está película hemos visto el carácter campesino de las FARC-EP, quizás eso explica el porqué entre las raíces del conflicto colombiano, la reforma agraria es un inamovible de la insurgencia colombiana. La oligarquía mafiosa lo han entendido bien, el campo es estratégico, no sólo para ganar la guerra, si no para consolidar proyectos que se pretenden hegemónicos, como aquel de refundar la patria, a punta de motosierra. En este película/documental, el espectador desprevenido comprende porque la tarea del ejército oficial consiste en evitar que la insurgencia llegue a las ciudades. De otro lado, comprende también que resistir en Colombia, es parte de la victoria del pueblo en armas. Es claro que para sobrevivir después de 1964 a tantos planes de guerra y exterminio, no sólo es necesario el apoyo incondicional del pueblo, si no la justeza de las reivindicaciones, no es sino releer el programa agrario de los insurgentes, conocido después de 1964 y que sigue vigente, en perspectiva para el programa de la insurgencia del siglo XXI.
Uno llega a la conclusión que no habrá paz en el país sin reforma agraria. El régimen hace todo para evitarlo, desplaza, masacra, le entrega el territorio a las multinacionales agroalimentarias, a las agro-carburantes, aceiteras y otras de nefastos recuerdo, en materias primas estratégicas. Es increíble constatar que La reforma agraria no figura en ninguno de los programas de los candidatos presidenciales actuales, lo cual puede ser un indicador del país que tienen en la cabeza, o quizás del país que no les cabe en la cabeza.
El telespectador queda convencido, que ésta es una insurgencia invencible, sobre todo cuando mira al viejo Marulanda tranquilo combatiendo al frente de 46 insurgentes contra más 17 mil del ejercito oficial, en esos años del Pato y Guayabero. Desde el plan LASO, todas las experiencias contrainsurgentes que hemos tenido noticia en este siglo han sido ensayadas contra las hombres y mujeres de Marulanda. La experiencia de la guerra de Corea, la experiencia contrainsurgente inglesa en Malasia, la guerra de Vietnam, la experiencia contrainsurgente de Francia en Argelia, etc, etc. Porque hay tantas para citar que el lector se cansa. Las FARC-EP han resistido, sin excepción a todas. Y no vemos en perspectiva, ninguna estrategia que pueda vencer la guerra de guerrillas y la combinación de todas las forma de lucha.
Ver al viejo Marulanda, decir claramente, a la manera campesina, sin retorica, sin palabras adornadas y sin vocabulario rebuscado, preguntado sobre el objetivo de las FARC-EP, el viejo responde; “nuestro objetivo es la toma del poder”. (Punto),” no sabemos sin mañana, en cinco años, en veinte, en cincuenta, en cien, y si nosotros no estamos, estarán –mirando a su joven escolta- estarán estos muchachos que están creciendo cada día”. Ver al viejo insurgente, en cámara ardiente, rodeado de insurgentes que le rinde su último homenaje, y prometiendo vencer, es importante para las nuevas generaciones, unos mueren y otros llegan. El viejo se dio el lujo de morirse de enfermedad, y no de las mil y una muertes que cada gobierno de turno se reivindicó para sí. Para mostrarle eso al telespectador, no se necesitan muchos millones de dólares, como afirma la versión oficial del gobierno mafioso colombiano, se necesita una cámara, no necesariamente costosa, y mucha honestidad con la verdad histórica.
Rostros rubios, negros, mestizos, indígenas, zambos, mulatos pasan por la cámara para darnos su mensaje de que la política debería ser un servicio social y no una manera de enriquecerse. Ese tipo de mensajes, son subversivos para este régimen mafioso. Reivindicar la política como una virtud es el mensaje que uribe, muerto de rabia, quería evitar con toda la alharaca que armo, en torno a esta película.
Nada evitará que sea vista en el mundo entero, copias circulan como hormigas que van y vienen para que nadie se quede sin ver a los insurgentes farianos.
El viejo Manuel y la guerrillerada vuelan alto y lejos, esas magias que produce el siglo XXI siguen imparable su rumbo, con un alerta, alerta, alerta que camina………………..

ANNCOL

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