sábado, agosto 14, 2010

85º Aniversario del primer Partido Comunista de Cuba


Corría la década del veinte del siglo pasado: la frustración del pensamiento martiano era realidad viviente. Cuba era escenario del dominio del imperialismo Norteamericano y, consiguientemente, la opresión a las masas populares era una constante. Parafraseando a Carlos Marx, la clase obrera en la Isla iba poseyendo su incremento numérico como factor de triunfo, pero necesitaba estar unidad por la asociación y guiada por el saber.
Es justo en tal contexto que se fue organizando el movimiento comunista cubano. Grosso modo, aparece que el 18 de marzo de 1923 se fundó la Agrupación Comunista de La Habana, y sucesivamente las de Guanabacoa, Manzanillo y San Antonio de los Baños. Las mismas prepararon las condiciones organizativas para la realización del congreso que dejó constituido el primer Partido Comunista de Cuba (PCC), el 16 de agosto de 1925, con la participación de 18 asistentes, incluyendo a Carlos Baliño, Julio Antonio Mella y el joven polaco Fabio Grobart, y la colaboración directa del comunista mexicano Enrique Flores Magón, en representación de la Internacional Comunista (IC) —certifica la Doctora Angelina Rojas, quien ha investigado con crece el tema.
Resulta prudente anotar que Carlos Baliño aparece entre los fundadores del Partido Revolucionario Cubano creado por José Martí en 1892 para organizar la Revolución gestada por el Apóstol de la Libertad e Independencia en la Mayor de las Antillas, quien dijo del constituyente del primer PCC: es “pluma y lengua de oro”, “un cubano que padece con alma hermosa por las penas de la humanidad, y solo podría pecar por la impaciencia de redimirlas”.
Al pasar revista a qué hizo esta vanguardia desde su fundación, se aprecia su decisión de llevar adelante la Revolución de Liberación Nacional como antesala de la Socialista, a tono con sus posibilidades objetivas y subjetivas. Así, estuvo al frente del movimiento revolucionario hasta la siguiente década del treinta, con destaque del líder Rubén Martínez Villena. En lo sucesivo, con altas y bajas, se enroló en múltiples manifestaciones a favor de los trabajadores y pueblo en general, con la conducción de Blas Roca.
En este orden de ideas, amerita significar algunos momentos de la impronta de este PCC a partir de la segunda mitad de la pasada centuria.
A pesar del anticomunismo reinante en aquellos años, esa organización partidista —tras un complejo proceso, optó por el nombre de Partido Socialista Popular (PSP)— no vaciló en denunciar el Golpe de Estado del 10 de marzo de 1952 y la dictadura que de allí se derivó, si bien en un primer momento no aquilató en su justa medida la trascendencia del Asalto al Moncada encabezado por Fidel Castro el 26 de julio del año siguiente.
No obstante, sí denunció las atrocidades de la tiranía de Fulgencio Batista contra los moncadistas, entre otras actividades, y se acercó al Movimiento Revolucionario liderado por el propio Fidel (MR 26-7) en noviembre de 1956, en México, con el objetivo de retardar la casi inminente expedición armada que tenía concebida la nueva agrupación político-revolucionaria en aras de que en Cuba hubiera mejores condiciones para lo que pasó a la Historia como Desembarco del Granma, si coincidía con las proyectadas huelgas del sector azucarero previstas por el Partido para principio del siguiente año.
Vale decir que a pesar de que todavía el P.S.P no comprendía cabalmente la línea estratégico-táctica del Guía de la Revolución que se avecinaba, el hecho de que mantuviera relaciones con él a través de Antonio “Ñico” López —militante, simultáneamente, de ambas organizaciones y en aquel momento envuelto en los trajines para la expedición armada, en la que participó—, le permitía ganar en claridad respecto a la calidad ético-revolucionaria de quien luego sería el Comandante en Jefe.
Entonces, careció de casualidad el paulatino incremento de las relaciones entre el MR 26-7 y PSP. Particularmente, después del Gran Enero de 1959 se hizo frecuente el contacto en torno a las medidas a implantar para el mejor desarrollo de la Revolución Cubana, y ello constituyó el preámbulo para que el 16 de agosto del siguiente año, en su VIII Asamblea el Partido exhibiera entre sus invitados más significativos a militantes del citado Movimiento y del Directorio Revolucionario 13 de Marzo (DR 13-M). Quedaban sentadas las bases para el inicio del proceso orgánico de fusión de las tres organizaciones vanguardias del proceso revolucionario.
En el próximo mes de septiembre, se creó el Buró de Coordinación de Actividades Revolucionarias a todos los niveles de dirección, lo cual permitió un trabajo más coherente y sistemático entre esas organizaciones e ir creando las condiciones para la integración. Por este camino, un momento decisivo se encuentra en el Pleno del Comité Nacional del PSP efectuado el 24 de junio de 1961, concebido para examinar lo relacionado con la creación de una sola organización partidista, ocasión para la cual fueron invitados los dirigentes principales del 26-7 y Directorio, continuando lo acontecido al respecto en la mencionada VIII Asamblea.
La médula del sentir de la unánime aprobación por ese pleno de la resolución acerca de la creación de un partido unido se puede hallar en el documento del PSP que al respecto escribió Blas Roca, algunos de cuyos puntos conceptuales es atinado no pasar por alto:
“Fidel es ya el más alto dirigente socialista y obrero cubano.
“Nosotros, viejos militantes del socialismo en nuestro país, proclamamos la dirección de Fidel Castro y tenemos plena confianza en que nos conducirá con acierto y que se desarrollará aún más...
“Con las fuerzas revolucionarias integradas, con el Partido Unido de la Revolución Socialista Cubana (sic), bajo la dirección de Fidel, nosotros entramos a cumplir las complejas tareas del período de transición, del período de construcción del socialismo”.
Al meditar sobre este documento del PSP, se puede subrayar, por una parte, el elevado grado de desprendimiento personal que existía en la Dirección Nacional de esa organización —en especial, de Blas Roca—; por otro lado, la idea de una fusión que partiera de una integración con vistas a un objetivo superior: la constitución del Partido, una expresión de lo general en lo particular; y además, el explícito reconocimiento a Fidel Castro como líder que podía y debía conducir, por derecho propio, los destinos del proceso revolucionario cubano, elemento verdaderamente significativo.
A tenor con la mencionada resolución del PSP sobre la creación de un partido unido, esa organización se disolvería para pasar a concretar tamaño empeño político-revolucionario, asunto este que también tuvo lugar para el MR 26-7 y el DR 13-M. En lo sucesivo, aparecieron las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) que, tras un proceso de rectificación de errores, dieron lugar al Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (PURSC) que a principios de octubre de 1965 optó por su nombre actual: Partido Comunista de Cuba. Al respecto, en esta misma página se encuentra “¿Cómo surgió el Partido Comunista de Cuba?”, publicado el 15 de abril último.
Tal fue el primer PCC, cuyo aniversario 85 estamos festejando.

Noel Manzanares Blanco

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