lunes, agosto 23, 2010

El borde anterior de la lucha de ideas en Cuba


Por la defrensa del socialismo

El 14 de agosto de los corrientes, Granma publico en primera plana, en el lugar principal de esta, un fragmento de un discurso del compañero Fidel Castro, con el título: “El Partido y sus militantes”. A continuación lo citaré íntegramente.

El Partido y sus militantes no pueden apartarse jamás de la más sólida, estrecha y profunda vinculación con las masas. No pueden apartarse de la crítica y autocrítica más rigurosas. No pueden apartarse de la dirección colectiva, la democracia interna, el centralismo democrático y la disciplina más férrea. No pueden apartarse de la austeridad, el espíritu de sacrificio, el desinterés, la modestia, la honestidad, la actitud solidaria y el heroísmo que deben caracterizar a todo militante comunista.
El comunista debe ser un indoblegable luchador convencido de la justicia insuperable de su causa, estudioso, trabajador, exigente, profundo y consagrado por entero a su pueblo.

Fidel, 17 de diciembre de 1980

Esta caracterización del militante comunista, específicamente del cubano y la cubana, sintetiza un conjunto de valores morales, políticos y patrióticos de indiscutible necesidad para el enfrentamiento de la lucha política que se desarrolla en la actualidad, en los campos interno y externo.
En 1980, como se recordará, los terribles sucesos contrarrevolucionarios ocurridos en los locales de la Embajada del Perú, entonces ubicada en 5ª avenida entre las calles 72 y 74 del municipio Playa, y las marchas del pueblo combatiente conmovieron hasta la raíz a la sociedad cubana y su conciencia política. De una experiencia política de tal crudeza y magnitud histórica se derivan los pensamientos conclusivos de Fidel, que cité anteriormente.
No cabe duda de que en los 30 años transcurridos - vividos por el pueblo cubano y sus dirigentes con gran intensidad, y siempre “al filo de la navaja”- han sido una prueba grande para el constante desafío ideológico que planteaba el Líder de nuestra Revolución en su concepción y definición del militante comunista.
La “operacionalización” de los conceptos que se encierran en los dos párrafos, a través de la educación política e ideológica, en todos los niveles de la formación del ciudadano o ciudadana, de la estricta selección y control de la militancia, desde la juventud que se podría obtener como cantera entre los estudiantes y jóvenes en general – militantes o no de la Unión de Jóvenes Comunistas- habría renovado y fortalecido las filas del Partido Comunista de Cuba, tres décadas después.
Las organizaciones de masas o sociales, ahora llamadas, en ciertos casos, organismos no gubernamentales y así reconocidas internacionalmente -como la estratégica Federación de Mujeres Cubanas, a la cual he pensado siempre le falta la contrapartida estratégica de la Federación de Hombres Cubanos, que mucho hay que analizar y debatir acerca del papel del hombre y de lo masculino en la Revolución, en su permanente evolución social, implícita o explícita- también se hubieran fortalecido y servido de cantera de nuevos políticos, al igual que el movimiento sindical, etc.
El quid de la cuestión, me parece, ha sido la falta de control y exigencia sobre la actualización científica del contenido de los planes y programas educativos, desde la propia base del sistema social. Marchar junto a los resultados del estudio y la sistematización de los conocimientos acerca de la realidad de la evolución del país, aceptando de antemano, sin idealismos confusos, ni mitología superflua, que la realidad está compuesta de luces y sombras, de aciertos y desaciertos, que estos marcan toda la experiencia de vida humana, bajo cualquier sistema económico, político y social, hubiera sido y es lo racional. Ya nos dijo Howard Zinn que decir la verdad es siempre lo más revolucionario. Porque, justamente es sobre la decantación de las experiencias positivas y negativas que se hace la Historia y, en general, avanza o retrocede la Cultura de un país.
Sobre la educación, el sistema de becas y el desarrollo cultural interno, nos ofrece Jesús Guanche algunas conclusiones interesantes en un capítulo de un libro, aún no publicado en Cuba, que apareció en red digital, y se titula “Cuba y la crisis de los noventa: entre la apertura y la apretura”:
Un estudio realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas y Psicológicas de la entonces Academia de Ciencias de Cuba[1][20] permite destacar algunas tendencias positivas y negati­vas para el desarrollo socio-cultural varios años antes de producirse el «período especial». Entre las primeras se encuentran: la desaparición del lumpen proletariado; el crecimiento en volumen de la clase obrera, su desarrollo cualitativo a partir de la elevación del nivel de instruc­ción; el crecimiento del destacamento de obreros industria­les y su vínculo con esta esfera económica; el crecimiento numérico de los trabajadores intelectuales; la fuerte movi­lidad ascendente (lumpen proletario a clases y capas de la sociedad, pequeña burguesía a clases y capas trabajadoras, el campesinado individual a obreros agrícolas y a cooperativistas, obreros y campesinos a la intelectualidad); y una ampliación y diversificación de la estructura socio profesional.
Entre las tendencias negativas se destacan: el bajo desarrollo cualitativo de los obreros industriales para enfrentar necesidades de la industrialización del país; el bajo ritmo de crecimiento de los jóvenes obreros; el envejecimiento del campesinado; las desproporciones entre el grado de desarrollo cuantitativo y cualitativo de la intelectualidad; la desproporción entre la fuerza de traba­jo técnica ocupada en la esfera productiva y en la denomina­da «no productiva»;[2][21] el crecimiento desproporcionado de los trabajadores administrativos (lo que contribuye a la conso­lidación del aparato burocrático); el surgimiento de un sector de jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo; la reproducción del grupo de antisociales y delincuentes a partir de la juventud; y la reproducción de una pequeña burguesía, generadora de una estructura paralela a la es­tructura oficial, compuesta por individuos que muchas veces tienen una pertenencia oficial a determinada clase o capa de la sociedad, pero que de manera extraoficial están vincula­dos a otras formas de producción, comercio o prestación de servicios que constituyen su actividad fundamental a la que dedican más tiempo y energías y por la que reciben mayores ingresos.[3][22]
Esta última tendencia negativa marca otro punto clave en el comportamiento de una parte de la población, que también contribuye decisivamente a impedir el desarrollo sano de la sociedad y al deterioro de los valores: la doble moral.[4][23]
En la coyuntura que vivimos (¿?, cambio de época o época de cambio, que para mí, se simultanean de modo singular), cuanta falta nos hacen esos militantes comunistas que delineaba claramente el co. Fidel. Los hay muy estudiosos seguramente; en particular, los hallamos entre los científicos y científicas, que ha creado nuestra sociedad como un recurso de incalculable valor de toda índole, pero especialmente humano, y reitero estratégico.
Fidel intuyó razonablemente, que Cuba tendría que ser una sociedad de científicos (es casi una cualidad indispensable en la construcción de la sociedad comunista), y más de tres generaciones de ellos se han formado en esa dirección; son los forjadores del presente y del futuro. Sin embargo, aún su participación en la dirección del Partido y del Estado en nuestro país es relativamente baja. Lamentablemente, una parte de estos jóvenes están subutilizados; e inclusive una porción que no puedo calcular con exactitud, pues no manejo información pública sobre este asunto, emigran hacia más de 40 países del mundo: los EUA, u otros países desarrollados, y países subdesarrollados de América Latina, África y Asia. Habría que estudiar las estadísticas actuales al respecto para cuantificar el peso político de esta pérdida para la causa del socialismo cubano. Anualmente, se publican noticias sobre los encuentros sistemáticos de Nación y Emigración, que muestran el vivo interés de muchos emigrados cubanos por la continuidad de la Revolución y el socialismo en Cuba.
En artículos recientes, publicados a través de la red o las redes digitales de Cuba, y los sitios WEB, he leído importantes análisis realizados por prestigiosos científicos y profesores cubanos, no tan jóvenes y por ello con más experiencia: Esteban Morales (denuncias contra el racismo y la “CORRUPCION: ¿la verdadera contrarrevolución?”), Ovidio D´Angelo (“Cuba 2010.- Aciertos, decepciones, oportunidades y esperanzas.- Sinfonía concertante”, un análisis objetivo de la actualidad, con propuestas acerca de la autogestión socialista, de sus beneficios y riesgos), Fernando R. Funes Monzote (“Transgénicos en Cuba, necesidad urgente de una moratoria”, en Rebelión), o, el anteriormente citado de Jesús Guanche, tan sólo por mencionar algunos. En realidad, las publicaciones cubanas científicas y culturales en prensa plana o digital, casi son inabarcables para el lector o lectora en estos momentos, y, generalmente, sus análisis se fundamentan objetivamente sobre temas candentes. Brindan a nuestros políticos una fuente inagotable de conocimientos, reflexiones y alertas de gran importancia sobre nuestra realidad, la que voluntaria o involuntariamente estamos construyendo diariamente.
No obstante la discreción es necesaria en algunos temas, a causa del asedio implacable que se vive en Cuba; pero ocurre que esta se extiende de forma innecesaria a los problemas domésticos excluidos de los discursos y reflexiones oficiales. Así se tiende un velo que empaña la transparencia política, y se va creando espacios oscuros, que no contribuyen a la información y formación político ideológica del pueblo, a través de sus canales naturales, los medios masivos de comunicación nacionales, las autoridades políticas, y demás encargados de generarla y divulgarla. Muy al contrario, sucede que con estas noticias “off the record” (fuera del acta oficial), se alimentan las bolas y chismes, para gozo de la contrarrevolución.
Ejemplos sobran infelizmente. Hace pocos días, leímos en cables de agencias extranjeras en torno a la espinosa cuestión del proyecto de la construcción de 16 campos de golf, con asentamientos de población extranjera aledaños, venta de viviendas, e instalación de servicios, en distintas provincias del país (entre ellas aparecían Pinar del Río, La Habana, Matanzas y Holguín); según se planteaba en tales noticias, esto se había anunciado por el Ministro del Turismo. Nada apareció en la prensa nacional.
¿Por qué? ¿Sobre qué criterio se basa tal acción? ¿Por qué el pueblo cubano no tiene derecho a conocer, en detalle, un proyecto de tal magnitud, a escala nacional, en la Isla de Cuba, y sí se informa sobre esto a la prensa extranjera? ¿Cuáles son los riesgos y amenazas de índole política e ideológica que, seguramente, se corren con la aprobación de un proyecto de esta índole, y con quiénes fueron discutidos? ¿Hay o no en esta actitud un distanciamiento de las masas por qué ocurre si no es la línea planteada y promovida por primer secretario del Partido y el Líder de la Revolución Cubana?
En el artículo mentado de Esteban Morales se reitera un alerta importante:
Un elemento, que no podemos dejar de tomar en consideración, es que hace mucho tiempo (1986- 1994) el foco de la política de Estados Unidos hacia Cuba cambió. Ahora se presta una atención fundamental a la realidad interna cubana. No se trata de una orientación absoluta, pero sí fundamental y prioritaria. Todo lo que está ocurriendo internamente en Cuba, está siendo observado, monitoreado por los políticos norteamericanos y en particular por los servicios especiales de Estados Unidos.
Pienso que no es solamente eso, la constante amenaza externa, lo que hace necesaria la mayor y mejor información de los hechos, que pueden llegar a ser trascendentales para nuestro pueblo, su estabilidad y seguridad; este es un compromiso, ante todo, ético y moral, sobre el cual se han asentado las bases de nuestra nación desde la época del inicio de sus luchas por la independencia.
El periodismo en Cuba tiene una tradición de relación con la realidad, de enfoque culto y profundo, que no puede ignorarse, y mucho menos perderse en esta etapa. Y vuelvo al co. Fidel Castro, a sus reflexiones, críticas y autocríticas, al ejercicio de la opinión más franca y sin temor a los riesgos posibles, que siempre se corren en este género. Él, a los 84 años de una vida de incesante batallar, puedo afirmar– sin olvidar a su padre espiritual, José Martí-, que es el mejor de todos los ejemplos para los comunicadores y comunistas cubanos. Hay oficio, hay voluntad y hay amor por la verdad, y por la defensa de una causa política justa que para nada necesita de tergiversaciones, transgresiones u ocultamientos innecesarios.
Les convido a leer una y otra vez las ideas de Fidel, con las que inicié este pequeño trabajo. ¿Podemos llegar a ser verdaderamente comunistas (no se confunda alguno/ a con “consumistas”) en nuestra práctica diaria, lo somos sinceramente? Entonces, volquemos nuestro esfuerzo hacia un presente de trabajo intenso e inteligente, con amor e integridad plena, y veremos que innegablemente nuestro futuro será ese mundo mejor con el que soñamos.-

Lohania Josefina Aruca Alonso

La Habana, martes, 17 de agosto de 2010.

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