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sábado, agosto 14, 2010
El caso John Garfield
John Garfield murió el 20 de mayo de 1952 en Nueva York cuando estaba siendo acosado por la policía cultural del “americanismo”, y desde entonces pasó a ser el principal símbolo de lo que se llamó la “caza de brujas”.
En las últimas décadas, el cine el viejo cine en blanco y negro se había convertido en algo así como una “antigualla”. A muchísima gente le pareció que era cosa del “tercer mundo”, mientras que el color estaba asociado a lo que en los video-clubs llamaban “de multinacional” que era la que ofrecían como una suerte de garantía. Recuerdo que un día cogí con fervor Regreso al pasado, de Jacques Tourneaur, considerada en una encuesta sobre el cine negro de la revista “Dirigido” como la mejor, y la reacción del dependiente advirtiéndome que era en blanco y negro como diciendo, “Luego no me venga usted con reclamaciones”
Pues bien, John Garfield no tuvo tiempo no tuvo tiempo de hacer una película en technicolor, y no le hizo ninguna falta. En sus actuaciones mostró una clara predilección por personajes de ficción, por historias oscuras que reflejaban en la pantalla al hombre y a la mujer de la calle, gente trabajadora con problemas para subsistir, y que aparecían sometida por condiciones sociales opresivas. Su “reinado” fue coincidente con la época de mayor esplendor del cine negro, y comienza, significativamente, en 1938 con Four Daughter (1938)…
Actor teatral y cinematográfico, nacido como Julius Garfinkje el 4 de marzo de 1913 en la ciudad donde fallecería, obtuvo su técnica interpretativa en las filas del Group Theatre Garfield…John provenía, como muchos otros actores que obtendrían renombre, baste anotar a Susan Hayward, Tony Curtis o Jeff Chandler, de Brooklyn, por entonces uno de los barrios más miserables de Nueva York. Su padre, un pobre sastre judío, apenas lograba mantener a su familia, y desde que fue un muchacho, Johnny, se puso a vender periódicos, una faena muy cinematográfica pero especialmente dura porque que la competencia era enorme. Los muchachos luchaban desenfrenadamente para acaparar los rincones buenos de las calles, y trataban de hacerse respetar con argumentos convincentes.
En este contexto, John aprendió rápidamente en la escuela esta realidad cotidiana. Para ser respetado; pegaba golpes de puño con tanta determinación que sus compañeros veían en él un futuro boxeador. Bordeó la delincuencia que le llevaron -como al protagonista de Los olvidados, de Buñuel- a una escuela de inadaptados. La escuela estaba dirigida por el Dr. Angelo Patri, psiquiatra que trabajaba con la policía, intentando de hacer hombres a los jóvenes rebeldes de "cabeza dura" que los guardianes de la ley le llevaban. Este tal Dr. Patri, era por lo visto un hombre inteligente, bueno y humano y la primera cosa que hacía era encontrar en cada uno de los pensionistas, muchas veces recalcitrantes, lo que por naturaleza les interesaba. A partir de aquí, empezaba, como decía él: ‘a hacer los fundamentos de un edificio".
Es desde esta experiencia que John Julius Garfinkel se convertirá en John Garfield.
Gracias al Dr. Patri, ganó el primer premio de un popular concurso de elocuencia, dado por un diario de Nueva York, el paso siguiente fue convertirse en actor dramático. El Dr. Patri será nuevamente su angel guardián, obteniendo para él una entrevista con el célebre autor ruso, radicado en Nueva York, Jacob Ben-Ami, el cual le recomendó seguir los cursos de la "Fondation Heckscher".
Era necesario dinero para esto y John era pobre de solemnidad. Lo que ganaba, lo entregaba a sus padres que lo necesitaban. Su firme voluntad le llevó a solicitar una beca, gracias a la picaresca de hacerse pasar por un recomendado de Ben-Ami. Contra todo pronóstico consiguió obtener una de las becas que concedía el estado, lo que le permitió, continuar trabajando en pequeños empleos, entrar en la "Fondation" y distinguirse rápidamente por sus grandes cualidades de actor, según muchos, el mejor de su generación, una generación airada, muy consciente de sus origines socales.
Una vez concluido sus estudios, John no dudó en alistarse en la compañía de Eva Le Gallienne, lo que era ya una referencia, pero como trabajaba sin cobrar nada, no era cuestión de pararse y reposar en sus jóvenes laureles. No rechazó ningún trabajo: fue lavavajillas, botones, limpiabotas. Pero la tarde que encontró el olor de los escenarios, el hechizo comenzó para él. Pues ser actor, era su verdadera vocación; este trabajo colmaba sus deseos, sus aspiraciones. Y fueron muy pronto captados, primeramente por Otto Kruger (un secundario de toque señorial, recordado con su cabello canoso en multitud de “policíacos”, por ejemplo, en Historia de un detective) después por Paul Muni (le inmortal protagonista de Scarface o Yo soy un fugitivo), finalmente por el conocido dramaturgo de izquierdas, Clifford Odets, sostenedor del ‘Group Theatre"…
En este mítico teatro trabajaban una lista de elementos de talento reconocido como Louise Rainer (La buena tierra), Elia Kazan, Richard Conte, Jules Dassin, Frances Farmer -sobre la que habría que decir algo-, Lee J. Cobb, Luther Adler, etc, un conjunto de actores y directores, todos ellos ligados al cine “negro” y social más avanzado y más crítico de su tiempo.
Está claro que el inquieto John no pudo encontrar mejor escuela. Bien dirigido, aconsejado y expansionándose en una afirmación cada día más acentuada, de tal manera que en 1937 llega a Hollywood con una oferta que rechaza. Su idea era seguir en el teatro, sin embargo, una segunda proposición de la Warner, entonces la productora más "social" (la que pensaba más en el espectador como el hombre de la calle, capaz de identificarse con un cine avanzado) y para la que John rodó casi todas sus películas, le tentará. Hubiese absurdo despreciar esta proposición tanto más cuanto en 1934, se casa con Roberta Mann, una amiga infancia, y al poco tiempo rueda con Michael Curtiz "Four Daughters" (1938)…
Este fue un verdadero éxito personal de John, encarna a un joven revoltoso, y por ella fue nominado al Oscar al mejor actor de reparto. En la trama, la unión de las hermanas que se enfrentaban a un padre opresor (Claude Rains), era denominada “Frente Popular”, detalle que no pasó desapercibido a la policía cultural. En el tiempo que sigue hasta 1952, Garfield interpretará hasta treinta y una películas le seguirían muchas y buenas, aunque no todas merecerán ser recordadas, dos de ellas al lado de Michael Curtiz como El lobo de mar (1941), soberbia adaptación de la obra homónima de Jack London escrita por Robert Rossen y protagonizada por Edward G. Robinson como Wolf Larsen, y Punto de ruptura (1950), un “remake” inconfeso de Tener y no tener, siguiendo la misma novela de Ernest Hemingway.
Conviene no olvidar que en los años treinta y cuarenta, la izquierda democrática y social tuvo una influencia enorme en Hollywood. Tanto es así que el "gran dinero" consideró que, dada la influencia que la industria del cine tenía, había que cortarles las alas que era también hacer a toda la izquierda del partido demócrata en cuyo seno acabó integrándose lo que quedaba de la vieja socialdemocracia, muy lejos de los tiempos de Eugene V. Debs, Jack London y Upton Sinclair, por mencionar algunos nombres que suenan por aquí.
Entre los actores, sin duda el más representativo de esta izquierda fue John Garfield, un verdadero "outsider" a cuyo entierro -en triste día de mayo de 1952, asistieron 100.000 personas. Los presentes no eran "fans" al uso, sino hombres y mujeres del espectáculo que sabían que aquel gesto no les iba a beneficiar para nada. El control inquisitorial era tal que, según contaría Douglas Sirk, al día siguiente de haber comprado un libro de Brecht, recibió la visita de un inspector para saber porque lo había hecho. Había libertad para colocar el libro de Brecht en las librerías, pero no tanto para leerlo.
John no era admirado por su apostura como otros profesionales con sensibilidad crítica como Gregory Peck sino exclusivamente por su talento ampliamente demostrado hasta en películas mediocres, y por una línea de actuación de una profunda coherencia en un medio como era Hollywood. Formaba parte de una élite de grandes intérpretes provenientes de las tablas, y había demostrado su capacidad película tras películas, casi todas ellas actualmente asequibles gracias al formato DVD, y al declive de los prejuicios contra el blanco y negro, un “color” adoptado de manera cada vez más frecuente. Aunque Hollywood significa mucho dinero, Garfield sentía la necesidad de encontrar de tarde en tarde, los focos del teatro, el contacto con un público verdadero. Cuando, en plena gloria cinematográfica, le ofrecieron interpretar "Skipper Next to God", aceptó con rapidez. El dinero que percibía sería insignificante para un actor de su clase: 80 dólares semanales. Según, como esta era una mala señal para el Hollywood reaccionario que desconfiaban de los idealistas, y que estaba acuñando el concepto de “antifascistas prematuros”. Garfield lo fue claramente, estuvo en todos las plataformas de solidaridad con la República española, e interpretó a un brigadista internacional torturado por los nazis en España en The Fallen Sparrow (USA, 1943), en laque al final mata sin titubear al citado nazi.
Su integridad y apasionamiento profesional era admirado por muchos otros profesionales en Hollywood. No obstante, el enrarecido ambiente que reinaba en los medios artísticos norteamericanos a principios de los años 50, le valió una desgracia que nadie esperaba. Estuvo entre los primeros considerados simpatizante comunista, y a causa de esto, lo llamaron para dar explicaciones ante el Comité de Actividades anti-americanas. Hizo declaraciones que pueden considerarse anticomunistas: “...afirmó no haber figurado nunca en el partido comunista al cual dijo detestar por considerarlo tiránico, antidemocrático y peligroso para la paz mundial pero se
negó con reiteración a dar nombre alguno con respecto a los miembros de tal organización alegando que no había conocido a nadie de quien supiera su afiliación a la misma” (Javier Coma, Diccionario de la caza de brujas, Ed. Historia Inédita, Madrid, 123).
Muchas otras gentes del cine y del teatro se encontraron en un caso parecido, entre ellos, Arthur Miller, a quien estas circunstancias le inspiraron su obra más famosa, Las brujas de Salem, cuya adaptación cinematográfica tuvo que hacerse en Francia (Raymond Rouleau, 1956) de la mano de Ives Montand y Simone Signoret, entonces los actores más ligados al comunismo francés. Finalmente, aclaradas todas las sospechas, Garfield conoce durante dos años un periodo difícil, será una y otra vez rechazado en todas las tentativas de trabajo que persigue. Este hecho le afectó tanto en su moral, que le perjudicó en su parte artística. Dos días más tarde a lo que equivalía a una absolución por los inquisidores, tuvo una crisis cardiaca. Sufría del corazón desde hacía algunos años, y según Coma: “periodistas significativos por su fervor hacia la persecución maccarthista difundieron la posibilidad de que el carismático astro estuviera decidido en sus últimos días, a cooperar plenamente con el FBI y el HUAC pero la hipótesis no parece, desde luego, probable.”
Entre sus películas más reconocidas, aparte de las citadas, quedan Juárez, de William Dieterle, al lado de Bette Davis y Paul Muni, exaltación del líder nacionalista popular mexicano (y de la República, justificando la ejecución de Maximiliano I, y negando toda libertad que no sea la lograda por el pueblo). Garfield interpreta a un todavía rebelde Porfirio Díaz; la exaltación al “derecho a la pereza” Tortilla Flat (La vida es así), de Victor Fleming, junto Spencer Tracy y Hedy Lamar, y basa en un argumento de John Steinbeck; Humoresque, melodrama pasional de la mejor época de Jean Negulesco, junto con Joan Crawford, y en uno de los papeles más difíciles...
Pero su celebridad se la deberá sobre todo a The Postman Always Ring's Twice (El cartero siempre llama dos veces), de Tay Garnett, adaptación bastante atenuada de una novela explosiva de James Cain, pero que en su tiempo suscitó las iras de las ligas conservadoras, y que ha quedado como la mejor adaptación de las muchas de la novela; Gentieman ‘s Agreement (1947, La barrera invisible) ; Body and Soul (1947), un alegato de Elia Kazan sobre el soterrado antisemitismo del “american way life”; Body and Soul (Cuerpo y alma), de Robert Rossen, la historia de un campeón de boxeo pero que en realidad es una durísima metáfora contra el meollo del depredador del capitalismo; He Rari Alt the Way (Yo amé a un asesino), del director "maldito", John Berry, película policíaca, en donde por extraña coincidencia, John muere de una forma muy dramática…
Seguramente, ningún otra actor fue tan representativo del cine social norteamericano de su época. Garfield además sigue siendo considerado como un referente de primera magnitud por toda una serie de actores de vocación similar a la suya.
Pepe Gutiérrez-Álvarez
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