sábado, agosto 21, 2010

La retirada de Irak


Después del histórico anuncio de Barack Obama, una mirada crítica de uno de los editores de la revista progresista norteamericana The Nation

No fue lo suficientemente rápido, pero voy a darle al presidente Barack Obama el crédito debido por el retiro de tropas de Irak. Aun así, es una tragedia que Obama, durante un importante discurso sobre las políticas norteamericanas en Irak, no se disculpara por la destrucción criminal de ese país por parte de Estados Unidos. En cambio, como revela la transcripción que hizo la Casa Blanca de los comentarios de Obama, habló sólo de las tropas de Estados Unidos que “han soportado la carga de la guerra”, sin hacer apenas una mención a los cientos de miles de iraquíes que murieron a causa de esta arbitraria y equivocada guerra de agresión del ex presidente George W. Bush.
Obama también habló de “los terroristas que tratan de hacer descarrilar el progreso de Irak”, pero no mencionó que la enorme mayoría de los iraquíes muertos y heridos no sufrió a causa de los terroristas, sino debido a la violencia desenfrenada de Estados Unidos, que derrumbó toda la infraestructura política, social y económica de Irak, destruyó su Estado y desató las tensiones sectarias y étnicas en una lucha hobbesiana por el poder desde 2003. Lo más cercano a una crítica de Obama a la guerra en Irak fue un paseo: “Nuestra nación ha tenido intensos debates sobre la guerra de Irak. Hay patriotas que apoyaron ir a la guerra y patriotas que se opusieron a ella”.
¿Patriotas que apoyaron ir a la guerra? ¿Se refiere a los tontos ilusos, los monstruos de la no proliferación y extremistas de los derechos humanos que se unieron a la cruzada de Bush? ¿Se refiere al lobby sionista que creía que la eliminación de Saddam Hussein sería un paso útil en la protección de Israel? ¿Se refiere a las compañías petroleras que no veían la hora de posar sus garras en las vastas reservas de crudo de Irak? ¿Se refiere a los contratistas de defensa que disfrutaban de la idea de obtener grandes ganancias apoyando la guerra? ¿O a los ideólogos de derecha que sintieron la necesidad de asestar un puñetazo en Oriente Medio para mostrar al mundo quién era el jefe? Tal vez, se trata de “patriotas” en el libro de Obama, pero no en el mío.
Aquellos que apoyaron la guerra en Irak, neoconservadores sedientos de sangre en el campamento de Dick Cheney, idiotas útiles como Peter Beinart, de The New Republic, o raros iconoclastas como Christopher Hitchens, no eran patriotas. Eran adictos al cambio de régimen, imperialistas y cosas peores.
“Cuando la invasión dio paso a la insurgencia, nuestras tropas perseveraron, cuadra por cuadra, ciudad por ciudad, desde Bagdad hasta Faluya”, dijo Obama. Sí, sacrificando a los iraquíes de a miles, en una guerra lanzada con pretextos falsos, construida en la búsqueda de armas de destrucción masiva que no existían, en un país que nunca había atacado a Estados Unidos, y cuyo autoritario líder no tuvo nada que ver ni con el 11 de setiembre ni con el terrorismo.
La Casa Blanca apunta que, cuando Obama asumió el poder, había 140 mil soldados en Irak y que, a finales de este mes, habrá cincuenta mil. Y agrega:
“Consecuentemente con nuestros acuerdos con el gobierno iraquí, está programado que todas las tropas de Estados Unidos dejen Irak antes de finales de 2011”. Tal vez. O tal vez no. Pero a su paso están dejando atrás una nación destrozada, repleta de cientos de miles de tumbas frescas y millones de familias y niños psicológicamente destruidos, que crecerán perturbados, deprimidos y traumatizados. ¡Ni una sola palabra sobre esto emitió la voz moralista de Obama! En su lugar, hizo foco en las heridas, físicas y mentales, de los soldados estadounidenses: “Estamos dirigiendo recursos sin precedentes para el tratamiento de las heridas que son signos de la guerra moderna -lesiones traumáticas cerebrales y trastorno por estrés postraumático-. Y como muchos de ustedes saben, el estrés postraumático es un dolor como ningún otro”. ¿Algún recurso para los iraquíes, una población de 25 millones mucho más propensa a sufrir lesiones cerebrales y trastornos de estrés postraumático? Ahora es problema de ellos.
La realidad del Irak de hoy es que su economía quebrada y su política amargamente dividida no van a sanar pronto. Desde las elecciones en Irak del 7 de marzo, hace cinco meses, los partidos políticos polarizados no se movieron ni una pulgada hacia la creación de un gobierno. Los vecinos de Irak, especialmente Irán, se están alineando para reforzar su influencia a expensas de los demás. No hay servicios: no hay atención de la salud, electricidad ni recolección de residuos. Según la CIA, Irak ocupa el puesto 160 en la escala mundial de la pobreza y el subdesarrollo, a pesar de que en la década de 1970, bajo el gobierno de Saddam, era una potencia regional creciente cercana al despegue económico, donde las mujeres tenían grandes oportunidades, los jóvenes iraquíes acudían a las universidades y mucho más.
Pero Obama dijo: “Este verano, decenas de miles de nuestros soldados en Irak están regresando a casa. La semana pasada, el vicepresidente Joe Biden estuvo en Fort Drum para dar la bienvenida por la vuelta a los miembros de la legendaria 10ª División de Montaña. Las familias se están reuniendo en las bases de todo el país, desde el Fort Braga, en Carolina del Norte, o el Fort Riley, en Kansas, hasta el Fort Lewis, en Washington. Y en esta temporada de regreso a casa, todos los estadounidenses podrán mostrar su gratitud a nuestros patriotas que sirvieron en Irak”.
Legendaria, sí. Así será la 10ª División de Montaña que desató el infierno en Irak, sin una buena razón.

Robert Dreyfuss
The Nation

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