miércoles, marzo 06, 2013

Vázquez Montalbán: desde la FAN con amor



El jueves 28, la sala de actos de la Biblioteca Andreu Nin rebosaba de asistentes. El motivo era una conferencia organizada por la Fundación del mismo nombre, y en la que Mike Eaude nos explicó su libro Con el muerto a cuestas: Vázquez Montalbán y Barcelona…
Mike comenzó evocando irónicamente la conferencia de Mercé Ibarz sobre Mercé Rodoreda, en la que hubo un momento en que pareció que lo más importante era la relación oculta que la autora de Mirall trencat había mantenido con Nin. Él venía a hablar de Manolo, dejando claro que su libro era un ensayo que no pretendía para nada resultar exhaustivo.
A su parecer, era un autor producto de una clase social, de un tiempo y de una ciudad, y lo decía desde el barrio Gótico, la Barcelona que le era más próxima, la misma que el que escribe había podido recrear el día anterior gracias a una película española de 1953, Hay un camino a la derecha, de Francisco Rovira Beleta, rodada en aquellos mismos escenarios, por entonces llenos de miserabilismo. La intención de Manolo era escribir novelas populares –las de Carvalho– para intentar llegar al máximo número de personas posible con ideas alternativas.
Mike se refirió a algunas de sus novelas más y menos políticas, pero la política está empotrada en todas. Los mares del Sur (la mejor de Carvalho, en su opinión), y en la que habla de los fracasos del PCE en la Transición (aquí convendría quizás revisar Asesinato en el Comité Central, que fabula un tanto malévolamente con el asesinato de Carrillo que siendo lo peor del PCE, era el que más mandaba); El delantero centro, que trata de la especulación inmobiliaria; Galíndez, referida al asesinato de un exiliado vasco por la dictadura de Trujillo, pero sobre todo de El pianista, su mejor novela, creo, sobre las derrotas de la revolución del 36 y de las esperanzas de la izquierda en la Transición. Anna Sallés dijo en su intervención que este uno de los títulos favoritos de su compañero.
Anna también se refirió a su voluntad por reivindicar la memoria de Andreu Nin, y ahí está como testimonio su memorable artículo, La sombra de Nin es alargada. También contó sus discusiones con Rafael Ribó, para el que este era un tema propio de historiadores como Pelai Pagès, sin embargo para Manolo era mucho más. Esta implicación de Manolo es lo que explica que Ribó, siendo el último secretario general del PSUC, redactó una declaración en la que se hacía justicia y se reconocían complicidades. Alguien la consideró insuficiente, pero lo cierto es que el PCE no ha hecho nada parecido todavía.
Como no podía ser menos en un acto de la FAN, esta cuestión causó una inflexión en el acto. Mike recordó que Manolo había sido socio de la Fundación Andreu Nin (FAN); Mª Teresa Carbonell hizo constar la amistad que le unía con Wilebaldo Solano con el que solía mantener discusiones casi interminables. Se evocó igualmente su presencia en las ambiciosas jornadas de varios días sobre el 50 aniversario del asesinato de Trotsky, organizadas por la FAN y celebradas en el Ateneo de Madrid con la presencia de Ernest Mandel (por cierto, un admirador de las novelas de Pepe Carvalho), Pierre Broué, Esteban Volkow, Pelai Pagès, Jaime Pastor, entre otros y otras, como Marguerite Bonnet, que por cierto, acababa de editar las Obras completas de Breton en La Pléyade.
No faltó una mención a su militancia en el FOC, el “Felipe” catalán, pasaje evocado por J. A. González Casanova en una artículo, De cuando Manolo fue “Felipe” (El País, 22-10-2003), experiencia a la que Manolo se había referido en una narración, Tal como éramos, y sobre el que escribe Casanova: ”…el protagonista es un antiguo felipe que acaba, tras la transición democrática, de gobernador civil socialista, como otros trabajan en la oficina olímpica o en diferentes cargos. La nostalgia por la revolución frustrada de aquella "enternecedora organización" es tanta, que hasta sale a relucir Carvalho, "en sus tiempos militante del FLP". Pero la razón se impone al corazón y se acepta con ironía gobernar dentro del sistema siempre que no se traicione la causa revolucionaria y se siga obstinadamente combatiéndolo desde dentro, con un marxismo, ya no hábito mental, sino "continuo forcejeo dialéctico contra la crueldad y el error"; como una guerrilla que no le dé respiro, burle sus ardides y atraviese una y otra vez con audacia entre sus columnas. Así describen los historiadores las hazañas de Juan Martín, el guerrillero de la guerra española de la Independencia. Esa obstinación y agilidad de francotirador ha sido siempre la de nuestro héroe coetáneo, que hizo por eso famoso su seudónimo de Manolo V el Empecinado”.
Se discutió la dimensión política de Vázquez Montalbán. Al parecer de Eaude Montalbán era un anticapitalista, en el sentido de que buscaba por toda su vida adulta una transformación profunda de la sociedad El detective es escéptico sobre lo que dicen los poderosos –algo esencial para poder entender cómo funciona la sociedad– y expresa su solidaridad con la gente pobre, algo que sí comparte con el autor. Es importante no embellecer el PSUC, el gran partido antifranquista del comunismo catalán. Era un partido eurocomunista, educado en la política del Frente Popular, aprovechando una versión distorsionada de Gramsci para justificar su política no revolucionaria….También hizo notar que aunque Manolo no era anarquista, pero tenía simpatías con el anarquismo por su madre y por gente que conoció en el Raval de su juventud. Era leal al PSUC, pero también crítico con él. Su ensayo Pasionaria y los siete enanitos podía considerarse poco respetuoso con el PCE: odiaba cualquier culto a la personalidad. Sin embargo, sería exagerado decir que creyera en el socialismo de abajo: su estrategia era la eurocomunista de ganar poder poco a poco en las instituciones de la sociedad capitalista.
En mi opinión, Vázquez Montalbán, al igual que algunos “felipes”, se sintió atraído por la eficacia organizativa del PCE-PSUC, así como por la integridad de algunos de sus militantes, y podíamos citar a Miguel Núñez o el propio Gregorio López Raimundo, quien al final de su vida admitía que era justo distinguir entre su papel de militante y el que tuvo de dirigente de buena fe. Según recuerdo de un lejano artículo en el efímero semanario popular Siglo XX, aparecido en la mitad de los años sesenta, coincidiendo con esta toma de posición, Manolo escribió un texto en el que hablando de las posiciones de Sartre estaba justificando su propia historia: con los comunistas a pesar de los pesares.
Conoció su propia condena de ostracismo, pero después persistió en su militancia, y en la crisis del PSUC de principios de los años ochenta apareció adscrito a la tendencia “leninista”, que buscaba una “tercera vía” entre eurocomunistas y prosoviéticos. Siendo militante del PSUC, y luego de su derivación derechista en IC, Vázquez Montalbán mantuvo una posición personal claramente heterodoxa. Semejante actitud le llevó a convertirse en el objetivo de una infame campaña neoliberal, orquestada sobre todo desde La Vanguardia de Barcelona, pero también desde El País, donde mantenía levantada su bandera roja, algo que apenas resultaba soportable para muchos arrepentidos.
Algunas intervenciones del acto hicieron hincapié en su procedencia trabajadora, de su compromiso con los perdedores –de ahí su empatía con el POUM, doblemente olvidado-, de una memoria viva que dejó explicitada en muchas ocasiones. Entre ellas un prólogo escrito poco antes de morir para la edición del libro de memorias, Querido Eugenio, de la inquebrantable militante comunista Jua­na Doña, la misma que se había negado a aceptar el “pacto de silencio”. En este trabajo, dejó constancia de su condición de hijo de los vencidos: "A medi­da que dejo de ser joven [...], la memoria de la Guerra Civil y sus consecuencias se va encar­nando en mi propia vida. La primera vez que salí de casa, a los 15 días de edad, fue para presenciar el consejo de guerra de mi padre, pero antes ya había asistido desde el vientre de mi madre a su matrimonio en la cárcel Modelo. Sin aquella boda yo era hijo natural. Gracias a aquella boda fui un hijo legítimo, importante factor de supervivencia en la lar­guísima posguerra que nos acogería".
Esta conciencia atraviesa sus escritos, a veces hasta los más distantes de la política, por ejemplo en los satíricos –una faceta olvidada actualmente pero inolvidable para los que esperábamos con entusiasmo el Por Favor o Hermano Lobo-, ya que en su fuero más íntimo se sentía "convo­cado por las voces de sirena de la memoria personal y coral de los perdedores de la Guerra Civil y abierto a la esperanza del fu­turo, de la transformación social".
A su entender, la memoria de la derrota no solo incluía el recuerdo de los sufrimientos que cayó como una plaga sobre los vencidos y de todas las clases de miserias, físicas, morales e intelectual que el franquismo infligió al pueblo hasta el final, también hay que hablar del peso de una derrota devastadoras de varias generaciones, el dolor de todas las esperanzas destruidas y asesinadas –por ejemplo, la de la reforma agraria en el sur, que luego motivó una desgarradora emigración- de todas las propuestas que convergieron en la II República española. De una esperanza albergada por millones de trabajadores y de gente con inquietudes morales, con aquella tentativa de “revolución cultural”, la misma que trató de horizontalizar la cultura y que alumbró a artistas e intelectuales de todo tipo.
Memoria y deseo eran, dos aspectos complementarios de un mismo proyecto en Váz­quez Montalbán, de otro sueño frustrado por el curso final de la Transición, una derrota que aceptó con cierta resignación, con mucho pesimismo. Esto quedó subrayado en algunas intervenciones, y no faltaron reflexiones sobre su rechazo de lo que ahora se está haciendo evidente. Alguien que lo conocía bien incluso se cuestionó su pertenencia política. Es perfectamente lícito pensar que habría reaccionado muy duramente ante el “Tripartito”, y que se hubiera interrogado sobre donde diablos había acabado Iniciativa…
Al decir de Mike: “El papel de Iniciativa en el gobierno catalán del tripartit entre 2003 y 2010 le habría causado todo tipo de contradicciones. Me gustaría pensar que su pluma tan cáustica hubiera puesto a parir a un Saura dando órdenes para que los Mossos den palizas a los y las estudiantes manifestándose contra Bolonia, inclusa a gente de su propio partido. De todos modos, habría dado sin duda un apoyo general al movimiento 15-M. Él se acordaba de los años 40 y 50 cuando no era posible manifestarse en las plazas: solo existía un atisbo de libertad en las azoteas. A pesar de su política ‘institucional’, habría gozado de las grandes asambleas en las calles”.
Para la Biblioteca y para la Fundació Andreu Nin, el 28 fue un día memorable. Una demostración de que estos actos y debates además de necesarios, son posibles. Registramos una nota de apoyo del historiador Francesc Bonamusa, un gesto que es de agradecer, al igual que lo fue especialmente la presencia de Anna Sallés y de numerosos lectores de Manolo Vázquez Montálban.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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