Israel y las facciones palestinas llegaron a un precario acuerdo de cese del fuego que establece una apertura parcial de los pasos fronterizos y una ampliación de la zona de pesca. La apertura de los pasos, que en el caso de la frontera con Egipto queda bajo control de la Autoridad Palestina, permitirá el ingreso de ayuda médica y de materiales de construcción. Para más adelante ha quedado el debate de la reconstrucción del puerto y el aeropuerto, que reclama Hamas, así como la liberación de los presos políticos.
Las reacciones al acuerdo fueron diversas. Hamas celebró su capacidad de resistencia a la ocupación sionista. En Israel, medio gabinete la caracterizó como una capitulación ante una organización que no se desmilitariza.
Estado palestino
Días antes de la firma del acuerdo, Abbas había anunciado, por segunda vez, la declaración unilateral de “Estado palestino” sobre las fronteras previas a 1967 (Gaza, Cisjordania y Jerusalén este) y el fin de la ocupación israelí, a la que el Consejo de Seguridad de la ONU debería ponerle fecha exacta de concreción. En caso contrario, Abbas advirtió que recurriría a la Corte Penal Internacional para que investigue la ofensiva sobre Gaza (un dardo envenenado contra Hamas, puesto que dicha comisión examinaría también la acción de la resistencia).
El planteo de Abbas reconoce las colonias sionistas de Cisjordania, en las que viven 600.000 personas. Por lo demás, la “solución de dos Estados” supone el confinamiento del pueblo palestino, cuyo ‘Estado’ quedaría desarmado, bajo la supervisión militar de Israel, y la renuncia a la reivindicación histórica del derecho al retorno de los refugiados.
Inviabilidad
La Autoridad Palestina enfrenta un sensible deterioro de su autoridad. El desarrollo de protestas en Cisjordania y el este de Jerusalén en apoyo a Hamas y a la resistencia gazatí fue visto como el anuncio de una nueva Intifada. Desde las propias oficinas de Netanyahu cuestionan que un retiro equivaldría a un “suicidio nacional” (ídem, 27/8). La desmilitarización de la resistencia palestina, que transformaría a la Franja de Gaza en un protectorado, hace aún más improbable el progreso de la propuesta de dos Estados, por más limitada que ésta sea.
Gustavo Montenegro
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