sábado, septiembre 06, 2014

La lucha de Trotsky contra el fascismo



El escritor Marcelo Birmajer publicó en Clarín una pieza paradigmática de desinformación histórica acerca de la lucha de León Trotsky. Ocurre que León Trotsky es el UNICO político de su tiempo que dedicó lo mejor de su esfuerzo a la lucha contra el nazismo en su fase de ascenso, mientras era perseguido por el stalinismo. Trotsky combatió la caracterización de que el nazismo en ascenso fuese un mal menor, como hicieron los partidos stalinistas; e igualmente la política de la socialdemocracia, que trató el avance del nazismo por medio de combinaciones parlamentarias y la adhesión al militarismo alemán. Trotsky opuso, a estos dislates criminales, la política del frente único de todos los partidos y sindicatos obreros para formar milicias armadas contra el nazismo. ¿Birmajer reflexionó alguna vez acerca del contraste entre un Trotsky que adviertió sobre la Shoa, desde 1930, y un Jabotinsky, líder histórico del partido que gobierna Israel en la actualidad, reuniéndose con Mussolini, en Roma, en 1938? Es Trotsky quien demolió el pacto nazi-stalinista de 1939, que despedazó a Polonia.
Birjmaer le opone a Trotsky, como ejemplo de lucha contra el fascismo, al “demócrata” Churchill. ¿De qué habla? Churchill encabezó la invasión de catorce naciones europeas para apoyar el terror blanco contra la Rusia revolucionaria de 1918 y fue parte del infame Pacto de Versailles, que abonó el terreno al nazismo. Keynes se retiró de la delegación británica en protesta. La democracia británica respaldó el ascenso de Mussolini y la invasión de Etiopía por Italia. Los partidos de la democracia alemana le entregaron el gobierno a Hitler, ante la pasividad de la socialdemocracia, el stalinismo y la burocracia de los sindicatos. ¡La diplomacia de las democracias permitió el rearme alemán, con la expectativa de una guerra contra la Unión Soviética!
Birmajer omite este contexto cuando reproduce la advertencia que hace Trotsky contra el imperialismo democrático en América Latina. Ella, sin embargo, tuvo una clarividencia política extraordinaria. León Trotsky advirtió que estos imperialismos invocarían la lucha contra el fascismo para imponer a los pueblos oprimidos una mayor sujeción y mayores cargas. ¿Quién se atreve a decir que Trotsky se equivocó, fuera de Birmajer? ¡El mismo día de la liberación de París, el ejército francés ametralló un levantamiento popular en Madagascar! Enseguida combatió los movimientos de liberación nacional en Indochina y norte de Africa. Lo mismo ocurrirá con el imperialismo holandés en Indonesia y el británico en sus dominios.
En América del sur, la lucha contra el fascismo será el pretexto para combatir a los movimientos nacionales: el golpe de 1946 en Bolivia, el de Batista en Cuba, en 1952; la invasión a Guatemala, en 1954; el golpe gorila en Argentina, en 1955 y luego los Videla, Pinochet, Castelo Branco, Banzer.
Birmajer construye su relato adulterado con los ingredientes de un plato varias veces calentado: que la distinción izquierda-derecha está superada. Esto es lo que desea, precisamente, la derecha. Abole, literariamente, claro, el antagonismo capital-trabajo y la crisis capitalista. El guión de Birmajer no sería capaz de sustentar ni un relato de ficción

Jorge Altamira

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