Dos semanas atrás los compañeros del sindicato del Subte (AGTSyP) me invitaron a participar de una mesa redonda sobre “Vigencia y actualización de la lucha por las seis horas”. Se trataba de la actividad de cierre del ciclo Las Horas Ganadas, organizado para celebrar los diez años de la reconquista de la reducción de la jornada para todos los trabajadores del subte, también del intento de generalizar esa conquista al conjunto de los trabajadores del país con la creación del “Movimiento por la Jornada Legal de 6 horas y el Aumento de Salarios”.
El ciclo dio inicio a principios de julio pasado con la inauguración de la muestra que conjuga arte, comunicación y activismo, lo que ellos llaman “Cultura subterránea”. Es lo que se aprecia en los pasillos, las oficinas y el patio central del sindicato, con sus paredes cubiertas de gigantografías que nos recuerdan distintos pasajes de lo que fue aquella lucha, de los libros y los CD que han editado en esta década. Para los trabajadores del subte, que en este tiempo lograron construir su propio sindicato, claramente ganada.
Compartí panel con Daniel Ximenez del Taller de Estudios Laborales (TEL), que hizo una rápida síntesis de las luchas del movimiento obrero mundial por la reducción del tiempo de trabajo (RTT), demostrando como esta lucha está inscripta en la historia viva de los trabajadores desde que se constituyeran como clase en la sociedad. Con Roberto Pianelli y Néstor Segovia, Secretario General y Adjunto respectivamente de la Asociación, quienes hicieron un colorido y ameno repaso de aquellas luchas y también de las negociaciones con funcionarios de los gobiernos nacional y de la ciudad –sin ningún apoyo, más bien con la oposición, de la directiva de la UTA- hasta que una larga huelga coronara exitosamente con el logro de la reducción de la jornada.
Ambos dirigentes pusieron énfasis en señalar la importancia de mantener y cuidar esa conquista. Es que según dijeron se encuentran con el peligro de lo que ellos llaman “el eslabón más débil de la lucha por las 6 horas”, según consta en el Acoplando n°6, la revista del sindicato. Se refieren así a la actitud de muchos jóvenes trabajadores, ingresados ya con la nueva jornada, que condicionados por las necesidades o por el consumismo creciente, no tienen prejuicios en hacer horas extras sin comprender que con esa actitud la conquista se puede perder.
Cuando me tocó el turno traté de rememorar las distintas instancias de las luchas de una década atrás, señalé mi reconocimiento y agradecimiento a esos compañeros que generosamente me dieran lugar para participar de ellas, espacio que entre otros compartí con la artista plástica Magdalena Jitrik y el abogado Miguel Ruocco. Pero aproveché su inquietud por el “eslabón débil” para hacer de este el eje de mi intervención.
Señalé que no se trata de una medida revolucionaria, que la RTT es una reforma en los marcos del sistema capitalista y que como tal no está exenta de una regresión. Como pasó en Francia que se ganaron las 35 horas semanales y luego de varios años, en la oleada neoliberal, fue condicionada de tal manera que ahora hay que volver a empezar. Es una reforma afirmé, pero del tipo no reformista porque tiene un carácter estratégico. Carácter que muchas de las organizaciones políticas que participaron de aquel movimiento de una década atrás no comprendieron, tal vez fue esa una de las causas de la frustración temprana del movimiento.
¿Por qué es estratégica? Porque la RTT no es solo un mecanismo apto para absorber desocupación, como pasó en el subte que se crearon unos 600 nuevos puestos de trabajo, sino también para recuperar tiempo de vida. Ese tiempo que el capital le expropia cotidianamente a los trabajadores. La experiencia del subte muestra que con la conquista de las 6 hs. muchos trabajadores completaron sus estudios o iniciaron nuevos, o utilizaron el mayor tiempo disponible para su familia o para sus inquietudes artísticas y culturales o para el ocio. Porque también la pereza es un derecho. Son realmente horas ganadas a la voracidad del capital.
Es estratégica porque el capital, “ese propietario insaciable del tiempo ajeno” como explicara el filósofo francés Daniel Bensaid, busca siempre apropiarse de tiempo de vida de los trabajadores. Porque no puede resolver la crisis –su crisis- y crear empleo (como se ve ahora en Grecia, España o Portugal, o como fue en el país en el período 1998/2004). Porque el capital no puede crear empleo y combatir la inflación al mismo tiempo, como se comprueba en estos días en nuestro país.
Y es así porque bajo su lógica toda salida de la crisis implica fuertes incrementos de productividad del trabajo, y estos incrementos se logran con la extensión de la jornada y/o el aumento de los ritmos de producción. Así es posible comprender porque en este período histórico la desocupación estructural convive con el sobreempleo y la precarización.
En los años ‘60 y ‘70 del siglo pasado la desocupación promedio en el mundo no pasaba del 4%, incluso cuando se fue la dictadura en nuestro país era apenas de poco más del 3%. Hoy el promedio mundial está en el orden del 8-10%, y entre nosotros si se calcula según metodología de la OIT, que no contempla los planes asistenciales, el desempleo es de ese orden. En las condiciones actuales de la acumulación capitalista no parece posible bajas importantes en la tasa de desocupación. Es que en este período histórico el capital expulsa trabajadores del mercado y al mismo tiempo sobreexplota a los que permanecen en el. Por eso es que junto con la actual desocupación también hay compañeros que cumplen jornadas de 10, 12 y hasta 14hs. diarias.
Esta es la razón de porque la RTT está nuevamente ganando espacio en los debates contemporáneos, razón más que suficiente para revalorizar hoy la conquista histórica del subte. Más temprano que tarde volverá a plantearse la necesidad de un nuevo movimiento por la reducción de la jornada legal de trabajo y estoy seguro que una vez más los trabajadores del subte y su sindicato formaran parte de la vanguardia de esta lucha estratégica, aportando su experiencia y su generosidad como lo hicieron hace 10 años.
Salud entonces y que sigan los éxitos.
Eduardo Lucita, Integrante de EDI–Economistas de Izquierda
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