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lunes, septiembre 08, 2014
El genocidio del EIIL contra los pueblos kurdos
El grupo extremista EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante) despliega un genocidio contra los pueblos kurdos que habitan la región norte de Irak y Siria. El secuestro, la violación y la venta de mujeres yazidies, principales emergencias del conflicto.
Tras la firma de la tregua que puso fin a la ofensiva que durante 51 días mantuvo el régimen de Tel Aviv contra la Franja de Gaza, y que dejó por lo menos 2145 palestinos muertos y 11.100 heridos, pareciera, por lo menos en algunos medios, que los conflictos cesaron en Medio Oriente. Sin embargo, la realidad es otra: el autoproclamado Estado Islámico ha desarrollado una campaña de exterminio y genocidio étnicos y religiosos en el norte de Irak y Siria, especialmente contra de la población kurda, sin ninguna respuesta real de la comunidad internacional o de los organismos como Naciones Unidas.
En este momento, en Medio Oriente se vive una gran guerra, sobre todo en Irak y Siria, debido a las atrocidades cometidas por el EIIL, agrupación surgida con el comienzo de la guerra en Siria (2011) y apoyada, según últimos informes del Congreso Nacional de Kurdistán (CNK), por Turquía, Qatar, Arabia Saudita y otros estados occidentales.
Evidencias presentadas por Amnistía Internacional (AI) indican que miembros del Estado Islámico han lanzado una campaña sistemática de “limpieza” étnica en el norte de Irak, cometiendo crímenes de guerra, incluyendo asesinatos sumarios en masa y secuestros en contra de minorías étnicas y religiosas.
Después de haber ocupado la ciudad de Mosul y otras aldeas en el norte de Irak y en la frontera con Siria, el EIIL comenzó el ataque a las zonas del Kurdistán, ocupando la ciudad de Ezidi en la región de Sinjar, en la cual se desarrollaron durante miles de años diversas comunidades religiosas ancestrales -tales como los yazidies, cristianos, caldeos y kakais-, compuestas mayoritariamente por árabes, asirios, kurdos y turcomanos. Tal diversidad es parte importante de la antigua Mesopotamia.
Los ataques ocurridos desde el 3 de agosto en la región de Sinjar han desatado una espiral de masacres sistemáticas, secuestros, desplazamiento forzado y un sinnúmero de violaciones a los derechos humanos.
Según cifras del CNK, al menos 50 mil kurdos y kurdas yazidies se han tenido que refugiar en las montañas de Sinjar. Más de 300 mil mujeres, niños y ancianos fueron desplazados. Miles de mujeres han sido secuestradas y vendidas como esclavas, además de ser víctimas de violaciones. Casi 300 niños y niñas han muerto por hambre o deshidratación en las montañas o en los eternos caminos del desierto intentando llegar a la frontera con Siria. Los números aumentan diariamente.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) reportó que el Estado Islámico vende entre sus miembros a las mujeres yazidies con precio de mil dólares. De acuerdo con estas informaciones, centenares de mujeres se han suicidado para no caer en las manos del EIIL.
Esta situación, desatada gracias al repliegue injustificado y sin aviso en la región de las fuerzas Peshmergas (autoridades militares de la región autónoma kurda de Irak, dirigidas por el gobierno pro-occidental de Masud Barzani), fue confrontada por la guerrilla kurda de Turquía y Siria, quienes crearon un corredor seguro para la población que huye hacia la frontera, mientras continúan los enfrentamientos con el grupo extremista.
La zona de autoadministración establecida por los kurdos en el norte de Siria, denominada Rojava (occidente en kurdo), mantiene una situación crítica, puesto que sigue defendiéndose de los ataques del Estado Islámico y de otros grupos armados chovinistas como el Frente Al Nusrah, el Régimen Baathist y el Frente Islámico. Esa región también es azotada por un embargo, por lo cual espera ayuda internacional y apoyo humanitario.
Aparte de la ayuda suministrada por las fuerzas guerrilleras del HPG (fuerzas de defensa del pueblo) y YPG (unidades de protección del pueblo), ligadas todas al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), no hay ningún apoyo nacional o internacional en el trasporte y defensa de las miles de personas que aún están en las montañas de Sinjar, después de abandonar las comunidades por el asedio de los grupos extremistas.
Ni la ONU, mediante su oficina de refugiados, ni la autoridad autónoma del Kurdistán iraquí, ni ninguna otra organización ha suministrado apoyo alguno a los pobladores, salvo el brindado por la guerrilla kurda.
Un reportero de la agencia de noticias kurda ANF declaró que “el grado de masacre en aquellas aldeas es todavía desconocido, pero, juzgando por lo que hemos visto en Solak, el número de muertes fue probablemente mucho más alto de lo que creemos. La gente no fue solamente abaleada sino dejadas a morir por hambre. Lo que EIIL perpetró en estas aldeas es un genocidio”.
El papel que en este conflicto juega Occidente, sobre todo Estados Unidos y la Unión Europea, es bien claro. Aunque trataron de encubrirla, su participación en el fortalecimiento y desarrollo del Estado Islámico es innegable. Sus políticas imperialistas de “divide y reinarás” han sido base para la creación de los conflictos religiosos y étnicos que aquejan a la región.
Camilo Bermúdez, miembro del Colectivo Latino-Africano, licenciado en Ciencias Humanísticas.
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