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jueves, febrero 26, 2015
El pueblo de Grecia votó contra la deuda, pero Syriza cede ante la Troika
El 25 de enero el pueblo griego se pronunció masivamente contra la Troika y las medidas de ajuste y recortes que durante los últimos años vienen aplicando los gobiernos de ese país. El voto masivo por Syriza expresó el profundo malestar social y las expectativas de poder terminar con los memorándum y planes de “rescate” impuestos por la Troika (BCE, Comisión Europea y FMI).
A pesar de la “campaña del miedo” de Bruselas y Alemania, que anunciaban el “caos” si ganaba Syriza, el voto mayoritario fue en contra de seguir aceptando sus imposiciones y chantajes.
El rechazo al “memorándum” de la Troika fue uno de los ejes centrales de la campaña política de Syriza, que planteó que bajo ningún punto de vista aceptaría continuar bajo los condicionamientos de ese “rescate” que firmaron los gobiernos anteriores. Pero al mismo tiempo llamó confiar en que era posible un acuerdo “beneficioso para todos”, tanto para el pueblo griego como para los acreedores y los socios europeos.
El acuerdo firmado con el Eurogrupo y la lista de reformas presentadas por el gobierno de Alexis Tsipras fue alcanzado claudicando ante todas las imposiciones de la Troika, con la salvedad de que ahora han pasado a llamarse “las instituciones”. Este hecho ha sido cuestionado duramente por sectores internos y afines a Syriza, y por otras organizaciones de la izquierda griega.
La Troika puso a Grecia “contra las cuerdas” desde que el Banco Central Europeo decidió dejar de aceptar los bonos griegos como garantía de financiamiento de los bancos de ese país. Al mismo tiempo, el BCE otorgaba liquidez para que siguiera su curso el golpe de mercado a través de la fuga de capitales. En esta situación, de gran presión sobre Grecia, la estrategia del gobierno de Tsipras fue conceder cada vez más en la mesa de negociación para alanzar un acuerdo, hasta el punto de aceptar lo que hasta unos días antes parecía inaceptable: la extensión del plan de rescate bajo supervisión de las “instituciones.”
La estrategia neorreformista de Syriza mostró sus límites. En primer lugar, generaron ilusiones en que era posible un acuerdo “beneficioso para todos”, lo que rápidamente se mostró falso, porque los que lograron beneficios con este acuerdo son los acreedores que seguirán cobrando una deuda que asfixia al pueblo griego.
En segundo lugar, sostuvieron que podían conseguir aliados entre los gobiernos europeos, como Francia e Italia. La realidad es que todos se alinearon detrás de Alemania y Bruselas, para presionar por el “respeto a los compromisos” de Grecia.
En tercer lugar, se movieron bajo la premisa de que es posible conseguir medidas favorables al pueblo griego “sin tomar medidas unilaterales”, o sea, con el consenso de la Unión Europea.
La realidad es que el acuerdo alcanzado no sólo acepta la extensión del rescate y la supervisión de la Troika, sino también postergar demandas básicas del pueblo griego, como el aumento del salario mínimo, aumento de las pensiones, revertir las privatizaciones ya realizadas, terminar con los desahucios de los bancos, y muchas otras.
Pero lo más grave, es que el gobierno de Grecia ha presentado este importante retroceso como si fuera un triunfo, lo que prepara futuras claudicaciones ante las Instituciones.
Guiados por un programa de reformas tibias, de “democratizar” las reaccionarias instituciones de la UE, y sobre todo, de “negociar” la deuda en vez de desconocerla y hacer que la crisis la paguen los capitalistas griegos y europeos, sembraron ilusiones en la posibilidad de un acuerdo “win-win” con los “socios” europeos, vieron “aliados” donde no los había, y terminaron aceptando todas las condiciones impuestas la Troika.
Las críticas dentro y fuera de Syriza no se hicieron esperar. Desde las declaraciones del eurodiputado Manolis Glezos, el célebre compositor Mikis Theodorakis, las del ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis, y los artículos críticos de Sthatis Kouvelakis, referentes de la Plataforma de Izquierdas dentro de Syriza, además de los pronunciamientos de organizaciones de Izquierda como el KKE (que llama a una movilización en Plaza Syntagma este viernes) o Antarsya.
A nivel internacional hubo iniciales movilizaciones en solidaridad con el pueblo Griego en Alemania, Francia, Reino Unido y otros países, que pueden ser el comienzo de una campaña de solidaridad internacional más fuerte.
Van en sentido contrario, en cambio, las declaraciones del dirigente de Podemos, Iñigo Errejón, diciendo que si Podemos llega al gobierno no perdonaría la deuda a Grecia, y que quieren “recuperar ese dinero”. Un discurso que se ubica en el mismo campo de los que reclaman que Grecia “cumpla con sus compromisos”.
Una campaña por la anulación de la deuda griega en Alemania, Francia y el Estado español, que son los principales acreedores de Grecia, y por el no pago de la deuda en todos los países del sur de Europa, es fundamental para fortalecer al pueblo griego en esta batalla desigual que enfrentarán los próximos meses.
Josefina L. Martínez
Madrid | @josefinamar14
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