M.H.: Uno de los temas que abordamos en nuestra última comunicación fueron las elecciones en Grecia, ya tenemos los resultados y dentro de lo que analizábamos, el triunfo de Syriza y la necesidad de una alianza con otra fuerza política para poder formar gobierno, aunque a mi juicio sorprendente el acuerdo con el Partido Conservador Anel. ¿Cuáles fueron los motivos que llevaron a Syriza a esta alianza con un partido nacionalista conservador, y qué evaluación hace de su triunfo?
G.A.: En primer lugar hay que pensar que hubo un 35% de abstenciones, o sea que Syriza en vez de tener el 36% de los sufragios totales, tiene el 36% de los que votaron, o sea el 22%. Entonces tiene una fuerza real, pero esa fuerza es un quinto de los griegos y tiene que hacer frente a la ofensiva de la Troika y todo el capital financiero internacional. No puede evitar una fuerte dosis de realismo, una alianza lógica hubiera sido con el Partido Comunista de Grecia, que tiene 15 diputados, pero era imposible porque se rechazaban, además en muchas cosas para ellos su principal enemigo es Syriza, sobre todo porque temían su desarrollo en el movimiento sindical.
Entonces, es un mal muy menor el tener que apoyarse en este partido conservador, con el cual lo único que hay en común es el rechazo de la política de la Troika, pero que no van a hacer mucho problema sobre el programa inmediato de Syriza porque es un programa elemental, absolutamente necesario y popular, entonces no lo van a tocar ni van a protestar contra eso.
Aparece como una política pragmática, no principista, a los puristas eso les molesta, pero es la única forma de sobrevivir en estos momentos, afirmarse como gobierno y empezar a tomar algunas medidas y de tener un respaldo frente a la Unión Europea. El problema es que incluso el programa limitado de Syriza, esencial, elemental, correcto en temas laborales, en evitar la expropiación de la vivienda a quienes no pueden pagar, ese programa solamente lo va a poder cumplir si hay una fuerte presión del movimiento social griego, Syriza no puede gobernar sin esto.
Ha resuelto el problema del gobierno pero su única fuerza sería una movilización popular porque tiene el apoyo del 22% de los griegos, tiene que convencer a otros, conquistar, neutralizar y tener fuerza social para llevar adelante las cosas. No se puede pretender que logre grandes cambios en Grecia rápidamente porque es imposible. Grecia está destruida, tiene un 50% de desocupación juvenil, un 30% de desocupación total, no puede importar una serie de alimentos, entonces va a tener que hacer una política por fuerza limitada.
Es importante que Syriza triunfe porque aunque representa a un país que representa solamente el 2% de la economía de la Unión Europea, si esto se extiende a España y Podemos, con una política también muy limitada, gana en la cuarta potencia de la Unión Europea, ahí empiezan a cambiar las cosas y eso arrastra también a Portugal.
Entonces hay que apoyar a Syriza por la importancia del proceso, pero no hay que ilusionarse ni sobre Tsipras ni sobre Syriza, porque todo depende de la movilización del pueblo griego.
M.H.: Llama la atención que esta formación política gana las elecciones en el momento de menor movilización social en Grecia.
G.A.: Exactamente, porque la gente ya no espera tanto, porque de las diez huelgas generales que hizo, no consiguió nada. Entonces empezó a esperar a ganar las cosas a través de las urnas, ahora las ganó, pero las cosas se resuelven en la calle, las urnas son simplemente un termómetro del descontento social nada más. Lo importante es que ese descontento social se organice y movilice con objetivos.
El boicot a las elecciones en México es generar movilización y discutir alternativas
M.H.: Hablando de elecciones, he visto que los familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en México, llaman a un boicot electoral en las elecciones de junio en ese país. ¿Qué consideración le merece esta posición?
G.A.: A diferencia de lo que planteaba el zapatismo en las últimas dos elecciones, que proponía la abstención, favoreciendo al gobierno, tanto es así que Calderón salió presidente con 100.000 votos de diferencia, porque la abstención es una política pasiva que mantiene en el gobierno a quien ya está en él y lo confirma, el boicot a las elecciones es una política activa, porque significa salir a las calles, significa impedir la apertura de las urnas, hacer grandes movilizaciones, oponer otro tipo de elecciones, en las municipalidades, en las comunidades, porque no es que se oponen a las elecciones, se oponen a estas elecciones de los partidos que han sido cómplices del desastre. Me parece positivo y creo que hay que apoyarlo, principalmente en Guerrero porque hay una posibilidad de ofrecer una alternativa superior. La abstención no modifica nada, ni el clima ni la situación, el boicot en cambio es generar movilización y discutir alternativas.
M.H.: Al cumplirse cuatro meses de la desaparición de los estudiantes asistimos a una gran marcha en México y en más de 50 ciudades del mundo. Paralelamente, he leído que el Procurador General, Murillo Karam, declaró que los estudiantes habían sido asesinados e incinerados en un basurero de Cocula. ¿En qué se basa esta afirmación?
G.A.: En nada, es imposible, científicos de la UNAM han comprobado que para hacer desaparecer los huesos se necesita un horno a 3600 grados, ni poniendo una montaña de llantas y maderas conseguirían llegar a esa temperatura, tendrían que haber quedado los huesos. Es una mentira, simplemente insostenible desde el punto de vista científico y apuntada a desmoralizar tanto a los parientes como al pueblo de Guerrero, parar con las movilizaciones y ocultar el caso, como se hizo en otros casos de asesinatos masivos en México, el caso de Tlatelolco, también la masacre de 1976 con cientos de asesinados. Quieren hacer pasar esto como una cosa ya resuelta, esa es una nueva infamia de un gobierno asesino y responsable de esta crisis.
M.H.: Respecto del tema de los hornos, los familiares han remarcado la posible participación del Ejército, de que hubieran sido incinerados en hornos del Ejército y por eso intentaron ingresar a varios cuarteles y fueron rechazados.
G.A.: Sí, el Ejército tiene hornos. Primero negó tenerlos, pero hacía publicidad para crematorios particulares, entonces, tiene hornos crematorios, se descubrió eso por boca del propio Ejército. Están ocultando la verdad, también están ocultando que intervinieron en los secuestros y asesinatos, hay testigos, la declaración de Murillo que pone al Ejército fuera de la cuestión, trata de limpiarle la cara a un Ejército que tiene sobre sí miles de muertos y ha participado en diversas campañas de asesinatos, por empezar la de 1976, pero también en Tlatelolco en 1970. Es una costumbre de los gobiernos mexicanos resolver las cosas a los tiros, total los que mueren son campesinos o trabajadores, gente que para ellos no tienen el menor costo.
M.H.: Esa parecería ser también la política del gobernador interino, Rogelio Ortega Martínez, que creo es un ex rector de la Universidad de Guerrero.
G.A.: Ese es un traidor, fue alumno mío y era de izquierda. Fue dirigente estudiantil de izquierda, estuvo preso durante un período por ser de izquierda y ahora es un chupamedias del presidente en las cosas más sucias contra el pueblo de Guerrero.
M.H.: En la última comunicación que tuvimos también nos centramos en la muerte del fiscal Nisman. Al respecto se ha conocido la propuesta de la Presidenta de la Nación de disolver la Secretaría de Inteligencia. ¿Qué opinión le merece?
G.A.: La iniciativa me parece tardía pero correcta, se debería haber tomado desde hace muchísimos años, porque los servicios desde las sucesivas dictaduras, incluso antes del retorno de Perón en 1974 eran omnipotentes, hacían y decidían todo, y los partidos se apoyaban en todas sus campañas de desinformación.
Probablemente le pongan trabas en el Congreso, pero lo que habría que hacer es profundizar y desarrollar esta iniciativa para llegar al control total de los servicios y a la eliminación de ese problema tremendo que consiste en que fuerzas no nombradas por nadie determinen cuál es la política del país y envenenen su vida política. Me parece positiva la medida de la Presidenta.
Guillermo Almeyra es columnista internacional de La Jornada (México).
Mario Hernandez
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