Un viaje hacia las utopías revolucionarias (CLXXXIII)
Comenzaba la primavera en aquel año trágico de 1975. La naturaleza explotaba en los parques y plazas mostrando su mejor cara, con árboles y plantas florecidas; indiferentes a lo que pasaba en el entorno.
Los estudiantes ya no preparaban los tradicionales picnics con que celebraban el “día del estudiante”, todos los 21 de setiembre, debido a la violenta represión estatal y para estatal desatada contra el movimiento estudiantil.
En Tucumán, decenas de dirigentes de la Unión de Estudiantes Secundarios y de los centros universitarios habían sido “secuestrados-desaparecidos” recluidos en el “campo de exterminio” organizado por el General Acdel Vilas denominado “La Escuelita” en la localidad de Famaillá; en el marco del “Operativo Independencia”.
Este, aplicando las lecciones aprendidas por la mayoría de la oficialidad argentina en la llamada Escuela de las Américas organizada por el Pentágono norteamericano y con el asesoramiento de los agentes de inteligencia franceses que se “destacaron” en la represión al pueblo argelino, apelaba al brutal esquema de secuestro-tortura y “desaparición forzada”, de los que sobrevivían a los apremios o “legalización”, en los penales, a los que consideraban menos “peligrosos”.
Por su lado el gobierno nacional, interinamente a cargo de Italo Luder, por un pedido de licencia de María Estela Martínez de Perón, un claro exponente de la fracción burguesa del peronismo, mediante sendos decretos, refrendados por el gabinete nacional, había ampliado las facultades de las fuerzas militares que operaban en el norte argentino, incluyendo el término “aniquilamiento” de los combatientes revolucionarios; desoyendo el ofrecimiento de tregua de nuestro Ejército Revolucionario del Pueblo.
En esto pensaba, en aquella mañana en que esperaba, en la estación de trenes de Retiro, el arribo de Agustín Tosco y de los compañeros que lo acompañaban; conforme lo habíamos acordado en el viaje que he relatado en la nota anterior.
El “Gringo” era, sin duda, el dirigente obrero más respetado por todo el arco político; incluso por sus enemigos.
Fundador de la CGT de los Argentinos, junto con Raymundo Ongaro y Jorge Di Pasquale, entre otros, participó activamente en la lucha contra la Dictadura Militar, encabezada por el General Juan Carlos Onganía.
En este momento dirigía el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, desde la clandestinidad, ya que pesaba sobre él una orden de captura de la Intervención Federal encabezada por el Brigadier Raúl Lacabanne y una condena a muerte de la Triple A.
Al descender del tren en el que venía desde la “docta”, observé que estaba muy bien caracterizado, ya que pasaba desapercibido entre la cantidad de gente que ocupaba los andenes.
Detrás de él descendió Tomas Fi Tofino el “Tano”, el hombre de mayor confianza de Agustín, un compañero con una sólida formación ideológica y una clara percepción de la coyuntura y dos compañeros de la custodia; uno de ellos era Antonio, al que conocía desde hacía mucho tiempo.
Nos trasladamos en un vehículo que conducía Alberto -Eduardo Merbilaha- integrante de la dirección del Partido y responsable del equipo de “legal”.
Los pensábamos alojar en un departamento de dos compañeros abogados que integraban el equipo de Solidaridad; del que era responsable mi hermana Susana.
Liliana Bortolotti y Gustavo Manilow los recibieron con muestras de sentirse honrados de tener como huéspedes a quiénes expresaban la coherencia y el combate; en la larga batalla del proletariado argentino por la Liberación y el Socialismo.
Luego de que se instalaron les trasmití los detalles de la agenda de reuniones.
La primera, esa misma noche, sería con Oscar Alende el que, para mayor seguridad, había decidido que se llevara a cabo en la casa del hijo.
Este, prepararía un asado, para agasajar a Agustín y a su grupo.
A la misma iría yo y Liliana. Esta última estaba embarazada de más de seis meses lo que facilitaba el paso en los controles policiales que, seguramente habría en el camino, ya que teníamos que entrar por los puentes que separaban la Capital, de la Provincia de Buenos Aires.
Luego, al encuentro con Raúl Alfonsín iría el “Gringo”, acompañado por Di Tofino, y sin mi presencia; para evitar suspicacias.
Además de plantearle la idea del Frente le adelantaría la intención de la dirección del Partido de tener un encuentro con este; en el que participaría el “Comandante”.
Posteriormente nos reuniríamos con Horacio Sueldo, Juan Carlos Coral y Alicia Eguren.
En todos los casos les trasmitiríamos la información que poseíamos sobre la inminencia del golpe y la necesidad de conformar un gran Frente Patriótico antigolpista.
A esta propuesta se sumaba el ofrecimiento de armisticio del ERP.
Como le trasmití al Gringo, esta era una decisión absolutamente elaborada y coherente con la trayectoria de nuestro Partido que, incluso, estaba acompañaba con la decisión que los compañeros del Frente Antimperialista y por el Socialismo-FAS -que integraban los Comités de Base- concurrieran al acto, en repudio al golpe, del próximo 17 de octubre.
Como en todos los momentos de la vida se dan episodios no previstos, el traslado del grupo, en horas de la noche, a Quilmes para encontrarnos con el “Bisonte”; no fue la excepción.
Viajábamos en dos vehículos. En el primero iban Agustín, Antonio y manejando Liliana ya que como estaba embarazada suponíamos que no sería detenida en los retenes policiales y que, en última instancia, como tenía toda la documentación en regla, pasaría los mismos
Lloviznaba, ese 22 de setiembre, lo que hacía que la calzada estuviera resbaladiza.
Nos desplazábamos por la Avenida Nueve de Julio y al llegar a la intersección con la calle Moreno, un automotor, que iba adelante, se detuvo bruscamente y colisionó con el que manejaba nuestra amiga y compañera.
El “Gringo”, que iba en el asiento del acompañante llevando una peluca para disimular su identidad, se quedó sentado y Liliana descendió, con su gran panza, para dialogar con el conductor del automotor embestido.
Este se había puesto algo pesado en la discusión.
Di Tofino, reaccionó rápidamente, y dándose cuenta de la situación descendió y le dijo que tomara los datos de su seguro; ya que los daños eran menores.
Luego de este incidente seguimos la marcha y llegamos finalmente a la casa en que nos reuniríamos, más tarde de lo previsto; lo que generó preocupación en la familia de Don Oscar.
La cena ratifico las coincidencias con el Partido Intransigente y su líder el que aseguró su firme respaldo a la idea de construir un gran Frente antigolpista.
Analizamos, además, la propuesta lanzada por Montoneros de adelantar las elecciones y de proclamar la fórmula presidencial Cámpora-Alende, en un acto a llevarse a cabo en San Andrés de Giles; la ciudad de la que era oriundo el “Tío”.
No estábamos en contra pero creíamos que sería bueno que, previo a este paso, se concretara una Asamblea Constituyente, amplia, con participación de todos los sectores sociales y políticos para sentar las bases de una nueva Constitución de la Nación que ampliara los derechos sociales y económicos y a la vez sentara las bases de un régimen menos presidencialista y con mayor intervención del parlamento.
Nos despedimos de don Oscar con muestras de afecto y con el reconocimiento de este del carácter de verdaderos patriotas que tenían los integrantes de las organizaciones revolucionarias del peronismo y de la izquierda guevarista.
La reunión con Horacio Sueldo, el líder de la Democracia Cristiana, tuvo el mismo resultado y en el encuentro con Raúl Alfonsín este adhirió a la idea y acepto reunirse con la dirección del Partido.
Al día siguiente me encontré con Raúl Borras y Mario Abel Amaya para ultimar los detalles de esta, asegurando la máxima seguridad; para evitar sorpresas desagradables.
En esa dinámica, de permanente actividad, tenía que incluir la edición de la revista “Nuevo Hombre” que dirigía, por lo que le propuse a Enrique Raab que, junto con Susana Viau, le hicieran una entrevista a Agustín para publicar en el próximo número.
¿Cómo se desarrolló el encuentro entre Santucho y Alfonsín? ¿Cuáles fueron los pasos posteriores para lograr la unidad? ¿Cómo resolver la profundización de las diferencias con la izquierda reformista -leáse Partido Comunista- sin lesionar la necesaria unidad para enfrentar al golpismo? Estos y otros temas abordaremos en nuestra próxima nota de esta saga.
Manuel Justo Gaggero, ex Director del diario “El Mundo” y de las revistas “Nuevo Hombre” y “Diciembre 20”.
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