martes, mayo 19, 2015

Cuando la revolución se propagó por el mundo



Manifestación en Berlín, Noviembre de 1918

“Pisamos los umbrales de una revolución proletaria internacional”, sentenciaba Lenin poco antes de la revolución de Octubre. Los síntomas que a él llegaban, a pesar de la censura militar de todos los países, auguraban una próxima tempestad revolucionaria.
Y así fue. El triunfo de la Revolución de Octubre abrió la puerta a una oleada revolucionaria que sacudió a Europa y se extendió por el mundo, despertando una ola de simpatías y grandes esperanzas en el proletariado y las masas desgarradas por las penurias de una guerra que, a su vez, se convertiría en partera de nuevas revoluciones.
El Times de Londres del 19 de julio de 1919 expresaba con total crudeza el profundo temor de la burguesía imperialista: "El espíritu de desorden reina en todo el mundo, desde la América occidental hasta la China, desde el mar Negro al Báltico; no hay ninguna sociedad, ninguna civilización tan sólida, ni ninguna constitución tan democrática que puedan sustraerse a este influjo maligno. En todas partes aparecen indicios de que los vínculos sociales más elementales se desgarran a causa de la prolongada tensión".
Una preocupación con fundamentos. El año 1919 comenzó con el estallido de la Revolución Alemana en los primeros días de enero; en Italia, un importante proceso huelguístico inicia un proceso revolucionario que se extenderá hasta 1920. En marzo, se instaura la República Soviética Húngara. Importantes procesos se dan en Inglaterra y Francia y otros países del mundo.

La Revolución Alemana

El debilitamiento en la guerra y el empeoramiento de la situación económica alemana llevaron al comienzo de huelgas obreras. En enero de 1918 se extienden por todo Berlín: contra la carestía, por una paz sin anexiones, por el levantamiento del estado de sitio, la eliminación de la ley de militarización del trabajo, el sufragio universal y la libertad a los presos políticos.
Si bien la represión hace retroceder al movimiento, en octubre se sublevan los marineros de Kiel; mil son apresados y sus cabecillas fusilados pero la lucha se extiende al proletariado de la ciudad. El Consejo de obreros y soldados libera a los presos del motín y en noviembre de 1918 los Espartaquistas liderados por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo organizan Consejos en la ciudad de Stuttgart. En noviembre se eligen Consejos obreros y de soldados en todas las ciudades; el Rey abdica y surge un nuevo gobierno “Republicano” al que se integra el Partido Socialdemócrata (PSD). Delegados y obreros insurrectos ocupan el Reichstag y llaman a una reunión central de los Consejos para conformar un gobierno revolucionario. El PSD intenta liquidar el carácter revolucionario de los Consejos integrándolos al gobierno republicano como meras instituciones ligadas a la producción, cuando los Consejos se habían transformados en organismos de poder obrero.
En enero de 1919 el gobierno del PSD comienza a aplastar a los insurreccionalistas. Pero el 5 de enero se desencadena la insurrección. Luego de cinco días de combate es derrotada; Luxemburgo y Liebknecht son brutalmente asesinados por agentes socialdemócratas. Así nace la República de Weimar, de la derrota de la revolución.

El Bienio Rojo italiano

Desde 1918 se desatan grandes huelgas en las principales ciudades italianas exigiendo la jornada laboral de 8 horas y contra la escasez de alimentos provocados por la guerra. En julio del mismo año se realiza una huelga general en solidaridad con la Revolución Rusa. Cuando ésta era atacada por diferentes ejércitos imperialistas.
En 1919 se generalizan las huelgas por aumentos de salarios y se imponen diferentes demandas obreras. En la planta de Fiat en Turín surge un Consejo de Fábrica, los que se extienden convirtiéndose en un poder obrero en las fábricas. De esta forma se abre el periodo de ascenso conocido como el Bienio Rojo italiano.
En abril de 1920 los huelguistas suman más de medio millón en el norte italiano; la burguesía entra en pánico y otorga concesiones ante el temor de perderlo todo ante un proletariado que en aquellos años se había convertido en uno de los más importantes de Europa. Italia era el eslabón débil del dominio burgués en Europa pero el carácter espontáneo del proceso y el hecho de que los consejos obreros no se hayan convertido en verdaderos soviets que agruparan también a los campesinos, fue permitiendo el rearme de la burguesía que en septiembre de 1920 militariza las fábricas. El movimiento retrocede y el Partido Socialista Italiano se convierte en el principal responsable de su derrota.

La Revolución Húngara

Hungría pertenecía al Imperio Austrohúngaro, parte del bando perdedor en la guerra. El proletariado, fuertemente concentrado en Budapest, comenzó una oleada de huelgas durante enero de 1918. Éstas surgen al margen de los dirigentes socialdemócratas y en numerosas fábricas se formaban Consejos Obreros. Los soldados se niegan a reprimir. Se otorga el sufragio universal para desviar el proceso y la socialdemocracia aprovecha la situación para perseguir a los obreros revolucionarios. Miles de soldados son fusilados, pero la extrema miseria alienta los motines en los cuarteles y las huelgas continúan.
El Partido Comunista, fundado en 1918, era liderado por Béla Kun junto a otros dirigentes que regresaban de Rusia; muy impetuosos pero inexpertos y poco cohesionados. Entre fines de 1918 y comienzos de 1919 crecía la efervescencia revolucionaria y se fortalecía la unidad de obreros, soldados y campesinos. El PS acepta el programa de los comunistas a favor de los consejos y por la dictadura del proletariado. Lenin, desde Moscú se opone a la unidad con los socialdemócratas pero sus palabras no son escuchadas.
Finalmente el 21 de marzo se instaura la República Soviética Húngara pero rápidamente los socialistas impulsan la expulsión de los comunistas y la experiencia soviética llegará a su fin el 1º de agosto de 1919.

Conclusión

Como hemos visto a través de esta sintética crónica, el triunfo de la Revolución en Rusia desató la lucha y organización de las masas en el mundo por una nueva sociedad. Todo este ímpetu revolucionario chocó con la traición abierta de la Socialdemocracia y con la propia debilidad de los jóvenes Partidos Comunistas que surgieron al influjo de la triunfante Revolución Rusa.
La Revolución Alemana, concentró todas las energías de los revolucionarios y las masas de la URSS, sabiendo que allí también se jugaba el destino de la joven Rusia soviética. La derrota de esta revolución en 1919 cerrará la oleada revolucionaria abierta con el triunfo ruso. El proletariado alemán realizará un nuevo intento revolucionario en 1923, pero la política equivocada de los comunistas alemanes dirigidos por la III Internacional, la enfermedad de Lenin y el incipiente ascenso de Stalin, la llevarán nuevamente al fracaso y con ello, a la burocratización de la URSS.

Walter Moretti

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