La recesión de la economía europea y la pseudorecuperación de Estados Unidos se han trasladado a los "mercados emergentes". China registra el menor crecimiento de dos décadas, un 7% anual, siempre de acuerdo con las dudosas estadísticas del Partido Comunista. Una parte considerable de la producción, en China, es computada a su costo y no al desvalorizado precio de venta. Las exportaciones de China cayeron, en marzo, un 15% respecto al año anterior.
El desplome inmobiliario, en término de ventas y de ganancias, se conjuga con un comienzo de quiebras, lo cual explica la salida pronunciada de capitales. La posibilidad de que esta salida provoque una devaluación del yuan, la moneda de China, repercute en la enorme deuda privada contratada en dólares. Las reservas de divisas registraron una baja de 110.000 millones de dólares en el primer trimestre. El temor a una crisis financiera empujó al Banco Central a proveer de liquidez al mercado, sin reparar que acentúa de este modo la presión devaluatoria.
Capitalismo ‘joven’ en época de decadencia
En octubre pasado, las autoridades de China anunciaron una "conectividad" entre las bolsas de Shangai y Hong Kong. Desmantela los controles al movimiento internacional de capitales y desarrolla la posibilidad de la compra de empresas, en especial estatales, por parte del capital financiero internacional. La consecuencia inmediata del anuncio fue detonar una ola de compras en bolsa por parte de ahorristas pequeños, por medio del llamado margin call -o sea la compra a crédito o en descubierto. Semejante operación infla las cotizaciones de las empresas, por un lado, y potencia las quiebras en caso de caída bursátil. La rebaja de tasas de interés, establecida por el Banco Central, exacerba la tendencia especulativa y desvía el crédito hacia operaciones parasitarias. Las "valuaciones en China son tan altas como las de Estados Unidos en la cima de la burbuja de las punto com", comenta Bloomberg (7/4). Hay una salida de ahorros desde el continente a Hong Kong. La economía retrocede, la sobreproducción crece, la deflación se arraiga y el gobierno busca una salida especulativa.
"Conectividad" y vulnerabilidad
China quedó inmune a la "crisis asiática", 1997, por medio de un fuerte intervencionismo del Estado, que la protegió de una devaluación. Lo mismo ocurrió cuando estalló la presente crisis mundial, con un incremento del gasto público equivalente al 25% del PBI. Hong Kong salió de la crisis debido "al rápido crecimiento de la economía china continental" (The Economist, 4/7/07). China se defendió de la crisis con restricciones al ingreso de capitales al mercado financiero para especular con el yuan y las bolsas. Esas son las defensas que ahora la burocracia está desmantelando, con el objetivo de que el rescate a cargo del capital internacional sirva para acelerar la privatización de las empresas del Estado, reestructurar los capitales que quiebren y avanzar en la confiscación de las propiedades campesinas. Los comentaristas en economía alertan acerca de una merma en la oferta de fuerza de trabajo y un aumento de las luchas y de los salarios.
La contracción del mercado mundial pone en la superficie el carácter ficticio de gran parte de la acumulación de capital en China y opera como un factor para ‘reestructurar’ (eliminar) la capacidad excedente de producción. Una deuda pública y privada de alrededor del 300% del PBI (30 billones de dólares), gran parte de ella en divisas extranjeras, augura un ‘aterrizaje forzado' que habrá de conmover al conjunto de la economía mundial.
Nicolas Roveri
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