sábado, mayo 16, 2015

Malcom X, una autobiografía para la eternidad



Vuelve a editarse la imprescindible Autobiografía de Malcom X, una obra ampliamente reeditada y de lectura obligada para iluminar la historia oscura made in USA.

Malcom X fue el más vivo de todos los representantes del “poder negro”, de un movimiento que en los años sesenta, enfatizó la necesidad de distanciarse de una democracia como la norteamericana, en la que siempre ganaban los mismos. Aunque ya existía una tradición radical que se remitía a Frederick Douglas y se sentían voces tan potentes como la de Martin Luther King, fue la voz de: Malcolm X, la que sonó con mayor clarividencia y rotundidad, de ahí que fuese calificado desde el poder establecido como el hombre más peligroso de América. Un hombre que desafiaba al mundo a escuchar y aprender la verdad como él la había experimentado.
En sus potentes declaraciones, Malcom x sostenía que los opresores saben que no se puede conseguir que alguien odie la raíz sin hacer que también odie el árbol. Y los que tienen el poder lo lograron de una manera muy hábil. Los negros provienen de África, no se les puede hacer que odien a África sin hacer que se odien a sí mismos, a todo lo que creían que se les parecía, a su propia apariencia, se sentían inadecuados, inferiores, impotentes. Su negritud, su filiación africana, se convirtió en una cadena psicológica, en una manera de prisión de la que se avergonzaban. En Estados Unidos nuevamente se puede ver el resultado de esta denigración, sobre todo gracias al racismo policial, una de las manifestaciones más ostensible de la opresión.
Siempre que podía hablar, Malcom trataba de explicar su experiencia como delincuente: “Hoy mismo, en los guetos de las grandes ciudades, viven decenas de miles de esos jóvenes de ayer y de hoy, que abandonan la escuela y deben dedicarse a cualquier forma de delincuencia para sobrevivir a duras penas, de la misma forma que lo hice yo. De forma inexorable caen más y más hondo en la vida delictiva y en la inmoralidad. El estafador nunca puede darse un respiro para juzgar la vida que lleva y a dónde se dirige. Igual que ocurre en la selva, porque así se lo enseñan la experiencia y el inconsciente, que en ese momento de respiro, cuando baja la guardia, las demás fieras hambrientas e incansables aprovecharan para hacer de él su presa… Sabía por experiencia personal que la delincuencia no existe sino en la medida en que la ley colabora con ella. Me enseñó que, en toda institución social, política y económica, el delincuente, el agente de la ley y el político son compañeros inseparables… No es casualidad que haya más droga en Harlem que en cualquier otra ciudad o barrio del hemisferio occidental. El color y la droga están íntimamente unidos. El musulmán explica que la droga se utiliza siempre para escapar de algo; que la mayoría de los drogados negros quieren escapar de su situación de negros en una América blanca. Pero en realidad el negro que se droga presta un servicio al blanco ya que le proporciona la prueba de que el negro no vale nada”.
En sus prisiones, Malcom Little se convirtió en un activista musulmán y en 1952 salió en libertad como una persona ascética, tras seis años de una férrea formación política y religiosa, como otros presidiarios negros. Encontró a la sociedad estadounidense inmersa en la caza de brujas liderada por Joe McCarthy que duró toda la década de los años 50, donde toda referencia a la igualdad de los derechos o simplemente hacer una huelga, era tachada de “comunista” o sea de agente de una potencia enemiga, la URSS, un argumento que conectaba con una cierta verdad: desde su fundación el partido comunista había adoptado un rechazo radical al racismo. Una expresión clamorosa del racismo más odioso venía establecida por la presencia impune del Ku Klux Klan, que en los años sesenta volvió a emerger y actuar con toda impunidad. A fines de esa década se previo un enfrentamiento racial y clasista de grandes proporciones, por lo que, en 1957, la Administración republicana se vio obligada a aprobar una vaga e incompleta ley de derechos civiles, con la que pretendía ganar tiempo y dividir al movimiento negro.
El ideario de Malcom aparece reflejado en las páginas de su libro. Había asimilado buena parte de las ideas del panafricanismo de William E. B. Du Bois, de Marcus Garvey y de William L. Patterson, Malcom instó constantemente a internacionalizar el movimiento negro. Malcom señaló que el impulso que tomó el movimiento negro estadounidense es a partir de la Cumbre Afroasiática de Bandung (Indonesia), en 1955. Ahí se condenó a las potencias colonialistas y se defendió la paz mundial ante el peligro nuclear, la autodeterminación de las naciones, el respeto de los derechos humanos y el reconocimiento de la igualdad de todas las razas, de acuerdo a la Carta de Naciones Unidas. Y ese espíritu de la Cumbre es el que hizo arder las llamas de nacionalismo y de libertad en Asia, pero especialmente en África. Ese espíritu, de una forma u otra, se introdujo en el hemisferio occidental y llegó al corazón, a las mentes y al alma del negro estadounidense, que supuestamente había estado separado del continente africano cerca de 500 años.
Entre 1955 y 1965, el anticolonialismo africano jugó un papel internacional fundamental, con el ingreso de nuevos países y sus representaciones en las Naciones Unidas, provocando así un cambio drástico en el equilibrio electoral a favor de los países de la periferia. Conforme en África el nativo consiguió una posición para ser el amo y el forjador de su propia imagen, mientras las naciones obtenían su independencia, la imagen tópica de ese continente comenzaba a cambiar de negativa a positiva. Subconscientemente, el afroamericano comenzó a identificarse con esa imagen positiva que estaba surgiendo. Al inicio de ese período en Estados Unidos existían varios grupos; aunque ninguno de ellos fue considerado como un interlocutor válido de la comunidad negra, sí bien todos eran considerados radicales.

Pepe Gutiérrez-Álvarez

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