Entre el 5 y el 8 de setiembre de 1915 sesionó en Zimmerwald, Suiza, una pequeña conferencia de socialistas opositores a la guerra. Esa reunión constituyó un punto de inflexión en el movimiento socialista mundial e incluso un antecedente de la Internacional Comunista o III Internacional. Este artículo de John Riddell, reducido para su publicación, apareció el 21 de agosto pasado en “International Journal of Socialist Renewal”.
Hace cien años, entre el 5 y el 8 de setiembre de 1915, 42 delegados de once países se reunieron en el poblado suizo de Zimmerwald, en la que fue la primera conferencia internacional de corrientes socialistas opuestas a la I Guerra Mundial. El resultado de esa reunión fue el Manifiesto de Zimmerwald, que impulsó un extendido movimiento contra la guerra en toda Europa.
La Internacional Socialista, la II Internacional, se había derrumbado al comenzar la guerra en agosto de 1914, y el contacto entre sus secciones quedó roto1. Al año siguiente, socialistas suizos e italianos convocaron a una conferencia que se proponía restablecer los vínculos entre los partidos, o sus fracciones, que reafirmaran el principio de oposición internacionalista a la guerra. En ese sentido, el camino fue abierto por mujeres y jóvenes socialistas que organizaron las primeras reuniones internacionales en marzo y abril de 1915.
León Trotsky cuenta que los delegados recorrieron los diez kilómetros desde Berna hasta Zimmerwald en cuatro coches de caballos: "A cincuenta años de la fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores -escribió- todos los internacionalistas del mundo entrábamos en cuatro coches". Sin embargo, añadía, no había en ese comentario ningún escepticismo: "El hilo de la historia se rompe a menudo, y debe ser atado de nuevo. Eso íbamos a hacer en Zimmerwald"2.
Objetivos divergentes
Si bien había en Zimmerwald un acuerdo general de oposición a la guerra, los delegados tenían objetivos divergentes. El principal organizador de la conferencia, el socialista suizo Robert Grimm, se proponía, ante todo, reconstruir la Internacional. En cambio, el ala izquierda de Zimmerwald, encabezada por la delegación rusa, tenía la meta manifiesta de promover un nuevo agrupamiento revolucionario internacional, libre del oportunismo que había llevado al colapso de agosto de 1914.
En cambio, Grimm y los otros delegados de la franja conservadora de la conferencia no querían condenar el respaldo parlamentario que las secciones de la Internacional habían dado a los créditos de guerra solicitados por sus gobiernos; es decir, la aprobación de gastos bélicos. La socialdemocracia alemana se había roto por esa cuestión. Esas divergencias se suavizaron en Zimmerwald a la hora de redactar el manifiesto final.
En el primer día de la conferencia se recibió una carta del revolucionario alemán Karl Liebknecht, leída en la reunión y recibida con gran entusiasmo. Liebknecht estaba preso en su país por su oposición a la guerra, y había sido el primer diputado alemán en votar en contra de los créditos de guerra. Liebknetch señalaba que la línea divisoria con los socialistas que habían votado en favor de la guerra era "irreconciliable", y que resultaba indispensable construir una nueva Internacional "sobre las ruinas de la antigua".
También se discutió en Zimmerwald un proyecto de resolución presentado por el socialista polaco Karl Radek en nombre de los once delegados de izquierda procedentes de Rusia, Polonia, Letonia, Alemania y Suiza, conducidos por Vladimir Lenin (no asistió a la conferencia). Ese grupo se conoció con el nombre de "izquierda de Zimmerwald", y proclamaba que la lucha de los trabajadores contra la guerra debía tener el objetivo "del derrocamiento de los gobiernos capitalistas".
El Manifiesto de Zimmerwald
A pesar de los desacuerdos, finalmente se aprobó por unanimidad un Manifiesto redactado por Trotsky. Antes que una declaración de principios y tácticas, fue una convocatoria a la acción de masas. La izquierda de Zimmerwald criticó ese texto porque no denunciaba el oportunismo, y omitía cualquier debate sobre los modos de luchar contra la guerra. Sin embargo, esa izquierda -incluidos los bolcheviques rusos- aprobó el Manifiesto por constituir una convocatoria a la lucha y porque ofrecía una base para la acción conjunta de los socialistas opositores a la guerra.
"La conferencia de Zimmerwald ha salvado el honor de Europa", escribió el periódico de Trotsky, Nashe Slovo, el 19 de octubre de 1915.
1. Los partidos de la IS cayeron en lo que Lenin llamó "socialpatriotismo"; es decir, sus secciones marcharon a la carnicería mundial, cada una detrás de su propia burguesía (nota del traductor).
2. Trotsky, L.: Mi vida, Nueva York, Pathfinder Press, 1970, p. 249.
3. El 4 de agosto de 1914, la bancada parlamentaria de la socialdemocracia alemana votó en favor de los créditos de guerra solicitados por el gobierno. Rosa Luxemburgo diría que, desde ese día, "la socialdemocracia de Alemania es un cadáver hediondo" (nota del traductor).
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