domingo, septiembre 27, 2015

What the fuck?



Millones de personas en todo el mundo consumen diariamente pornografía, una industria que ha multiplicado sus ganancias de la mano de internet. El fenómeno ha disparado diferentes reacciones, tanto políticas e intelectuales, como artísticas. Aquí, un análisis sobre el discurso pornográfico producido: ¿Qué se consume a la hora de ver porno?

El “escándalo” tomado y multiplicado por los medios acerca de la performance Pos-Porno realizada en la Faculta de Ciencias Sociales de la UBA a fines de junio pasado puso en escena nuevamente a la pornografía y a la construcción simbólica y cultural que reproduce.
El suceso, que llevó a intervenir al rector de la UBA, Alberto Barbieri, y al Ministro de Educación, Alberto Sileoni, por considerar que la actividad “estuvo fuera de lugar”, hasta el punto de llegar a pedir que se evaluaran posibles sanciones, es quizás uno de los elementos más que, dentro del “tsunami” que significó la marcha del 3J bajo la consigna #NiUnaMenos, fueron visibilizados y desnaturalizados para ser analizados desde una sensibilidad diferente. Aunque mayormente el hecho provocó reacciones de derecha, pedido de investigación incluido por parte de una fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires.
Según una entrevista realizada por Página 12 al grupo español Post-Op (responsable de la puesta en Sociales), el porporno intenta romper con la regulación de los cuerpos deseables y las prácticas sexuales a la que es sometida por la pornografía tradicional. El posporno muestra cuerpos tullidos, no canónicos, transgénero y juega con lo monstruoso y el insulto para empoderar a aquellos cuerpos que, al no ser productivos, son inútiles para el sistema capitalista. Además, el movimiento busca re-sexualizar un espacio público cada vez más controlado por el Estado. Nacido en los ’80 en EE.UU. y tomado en los ’90 por España, el posporno es una reacción artística, con los límites del posmodernismo, a una industria que, se calcula, mueve unos 97 billones de dólares al año a nivel mundial.
Dentro de esa trituradora entra todo lo que pueda dar suculentas ganancias, incluidos los más diversos gustos. Pero, más allá de la preeminencia de un modelo heterosexual y machista, el universo pornográfico esconde, en su producción de sentido, mucho más.
Tomemos como ejemplo dos de las webs más visitadas. A las clásicas categorías teens (adolecentes), interracial, anal, lesbianas, gays, etc., se han sumado canales que, con una “ficcionalización más realista”, se han convertido en los más vistos dentro de los servidores.
Estos canales, a los cuales denominaré “fakes” (falsos), poseen algunas particularidades que pasaré a detallar. Uno puede encontrarse con, por ejemplo: Fake Agent (Falso Agente), adonde se muestra a jóvenes, por lo general estudiantes o inmigrantes de los países periféricos europeos (por lo general ambas cosas), las cuales, buscando algún ingreso de dinero, son llevadas a realizar (bajo la promesa de conseguirles viajes por todo el mundo y miles de euros de ganancias mensuales) un “casting” sexual; esto ocurre en una oficina falsa, atendida por un falso agente, todo muy bien montado como para que el engaño sea eficiente. También tenemos Fake Taxi (Falso Taxi), adonde el conductor les propone a las pasajeras (con similares características que las anteriores: jóvenes, extranjeras), luego de “pasearlas” por la ciudad (como se dice vulgarmente en nuestro país), abonar con sexo oral el dineral que en libras cuesta el viaje, bajo amenaza de que, de no hacerlo, acudirán a las autoridades.
Dentro del mismo género podemos encontrar el canal “Public Agent” (Agente Público), adonde un sujeto intercepta en la calle a jóvenes, resaltando su belleza y prometiéndoles participar de alguna película o algún video clip musical: “Eres lo que estaba buscando”, parece ser la puerta de entrada al dinero y la fama. Luego de un rato, el falso agente se confiesa: “En realidad soy un empresario rico en busca de mujeres para mi colección personal” y ofrece una suma de dinero a la joven (por lo general, búlgara, checa, rusa, etc.) a cambio de sexo. La muchacha, en un principio, parece resistirse y rechazar la oferta. No hay problema. El capitalista va subiendo la suma hasta que la muchacha acepta. “Todo tiene su precio”, como diría alguna vieja película del policial negro norteamericano.
Aclaro que aquí no interesa si en las situaciones “ficcionalizadas” participan actrices o no, sino el discurso hegemónico en que se reproduce y se naturaliza tanto la trata de personas como la prostitución.
La relación que se muestra dentro de cada uno de los videos es una relación de poder y sumisión que, en casi todos los casos, proviene del poder material en manos del hombre.
Algunos videos llegan a ser brutales en tales representaciones, Disgrace that bitch ("Desgracia a esa perra"), muestra directamente a un par de sujetos dando vueltas por una ciudad en una camioneta lujosa. Pasean hasta que encuentran “a la víctima de turno”, allí, la “encaran” y muchas veces, haciéndose pasar por policías de civil, le informan que la van a llevar presa por presunto ejercicio de la prostitución. La joven no entiende, intenta huir, pero termina siendo amenazada: si no tiene sexo con los falsos policías, va a terminar en la cárcel (cualquier semejanza con la realidad que viven cientos de trabajadoras sexuales y trans no es pura coincidencia).
Otros canales llegan a la explicitud máxima, como por ejemplo Sell your Girlfriend ("Vende a tu novia"), donde el novio vende a su pareja a un extraño que paga por sus servicios sexuales, mientras éste los mira.
También es interesante la denominación de algunas categorías que llevan como tópico la sigla MILF (en inglés Mom i’d like to fuck, que más o menos se traduciría como “Mamá a la que me cogería”), adonde se incluye a mujeres de alrededor de 40 años, que aún se consideran “apetecibles” sexualmente a la mirada masculina, a pesar de la edad y de su condición de madre. O la categoría “POV” (Point of view, “Punto de vista” en español) donde el espectador puede ponerse en el lugar del actor porque todas las escenas son filmadas con cámaras subjetivas. Desde su propia mirada, el observador puede experimentar el rol del poder ejercido sobre el otro, aunque sea en el plano de sus fantasías.
Otra particularidad de la representación simbólica pornográfica es lo que se denomina Hard sex o "sexo duro". Allí, se muestran imágenes en donde el acto sexual es similar a una violación consentida: golpes, tirones de cabellos, insultos, son moneda corriente en las representaciones heterosexuales pornográficas, pero en ésta categoría esos elementos son exacerbados. Queda expuesta, materialmente, sobre el cuerpo mismo, la dicotomía dominante/dominada (dejando en claro aquí que no hablamos de prácticas sexuales como el bondage, sado o dominatrix, donde éstas son parte misma de un género, sino de cómo se representan las prácticas heterosexuales dentro de la pornografía hegemónica en internet).
Lo que se muestra, desde un punto de vista machista, es que el deseo del sujeto hombre es la mujer, pero ésta, al ser objetivada, es desposeída de toda posibilidad de deseo. En realidad, se presenta como deseo de la mujer, al deseo masculino de ser deseado por ésta y de poseerla al precio que sea, y en última instancia, por la fuerza. El hombre es el sujeto de deseo y la mujer es el objeto a ser penetrado. Una vez consumada la penetración, las tomas muestran al objeto mujer gozando: se refuerza así el sentido común de que un “NO” en boca de una mujer representa un “SI” y de que ella aunque no lo admitiera: ”lo deseaba o lo estaba buscando”.
Curiosamente, uno de los componentes que a nivel narrativo audiovisual se utiliza para justificarlo todo es el orgasmo femenino. No importa entonces cómo se llegó, ni cómo se llevó a cabo la relación sexual, si ella alcanza el orgasmo todo está justificado. Y volvemos entonces, al “ella se lo buscó” con que a menudo escuchamos justificar violaciones y femicidios por parte de los medios y la llamada “opinión pública”. “Algo habrán hecho para que las mataran o las violaran”, que es más o menos decir que se lo merecían.
Un dato a tener en cuenta es que estos tipos de canales “fakes” surgieron después de la crisis capitalista mundial producida tras la caída de Lehman Brothers.
Marx decía que todo producto humano lleva las marcas de sus condiciones de producción históricas; en este caso, estas huellas se manifiestan discursivamente en las declaraciones de las “actrices” dentro de los videos: “Trabajo de mesera y el dinero no me alcanza para vivir” o “quiero terminar mis estudios” son dos de las frases que más podemos leer en los subtítulos del canal Czech casting ("Casting Checo"), donde podemos ver desfilar a miles de mujeres buscando en la pornografía una salida económica ante la falta de oportunidades laborales.
También, en los últimos años, surgieron declaraciones de ex actrices que contaron el detrás de cámara de un mundo que a grandes rasgos es pintado color de rosa en las figuras de las llamadas “PornoStars” con vidas lujosas. Rosa que se fue destiñendo a medida que los diferentes testimonios narraban la explotación, los abusos y las repetidas violaciones a las que eran sometidas en los sets. Denuncias que casi nunca llegan a realizarse porque como nos es familiar, para la policía, el sistema judicial y un Estado patriarcal, la víctima, si es mujer y encima “puta”, es la principal sospechosa.

Luis Bel
@Hachedebel

No hay comentarios.: