sábado, septiembre 19, 2015

Grecia: Las elecciones anticipadas agravan la crisis

A medida que se acercan las elecciones, Syriza cae en las intenciones de voto. Tsipras, según los sondeos, no sólo está lejos de una mayoría absoluta, sino que ni siquiera tiene asegurado el primer lugar en la votación.

Encuestas recientes señalan que el partido conservador Nueva Democracia, con un poco más del 25%, aventaja por primera vez -por pocas décimas- a Syriza. El derrumbe de la coalición de izquierda ha sido estrepitoso en pocos meses. Respecto de las últimas elecciones de enero, cuando rozó la mayoría absoluta con un 36,3%, Tsipras podría perder ahora más del 15% de votos. Y se podría dar el caso de que Nueva Democracia fuera nuevamente el partido con mayoría relativa en el futuro Parlamento griego.
La tentativa plebiscitaria a la que apuntó Tsipras quedó archivada. Aún en el supuesto que gane, el ex premier tendrá que llegar a un acuerdo con otras fuerzas políticas. Algunos de los representantes de Syriza, admitiendo el retroceso en que se encuentran, han insinuado que podrían formar gobierno con el concurso del Pasok y de Potami. En el marco de un gobierno de coalición de estas características, el poder de Tsipras quedaría muy debilitado.
El fracaso de esta maniobra plebiscitaria constituye un fracaso también de la Unión Europea, cuyos líderes habían alentado la dimisión del ex primer ministro y la convocatoria a elecciones anticipadas, confiando que Tsipras, revalidado por el voto popular, tendría la autoridad para pilotear la crisis y hacer pasar el ajuste. Si triunfara Nueva Democracia, el panorama que se avecina sería, sin embargo, más precario, pues no hay que olvidar que bajo su gestión se desembocó en la crisis actual. Hasta tal punto dicha fuerza es consciente de eso, que abrió las puertas a un gobierno de coalición con Syriza. Una alianza de estas características representaría el final de Syriza.
Cualquier sea el desenlace final, vamos a un escenario fragmentado, con fuerzas políticas devaluadas. Las elecciones anticipadas, lejos de ser una salida, han terminado siedo un factor de agravamiento de la crisis.

Sobre llovido, mojado

Al colapso actual se le ha unido, ahora, la crisis migratoria, de la cual Grecia está en el ojo de la tormenta, con millares de inmigrantes que desembarcan semanalmente y engrosan la legión de refugiados en el país. Esto se ha convertido en una bomba de tiempo, en un escenario ya de por sí explosivo. Por su supuesto, impacta directamente en los realineamientos políticos.
Syriza defiende la política migratoria de su gobierno, que comprende la ley que concede la nacionalidad a los hijos de inmigrantes. En cambio, Griegos Independientes, que hasta hace muy poco era su socio en el gobierno, es partidario de una política expulsiva y alienta la presencia activa del ejército para controlar el territorio y en especial las islas del país. La conservadora Nueva Democracia es partidaria de reforzar el control de las fronteras y los centros de detención, y endurecer las penas para los traficantes de personas. La posición más extrema es la del derechista Amanecer Dorado, claramente xenófobo y al que algunos medios acusan de estar detrás de los incidentes con refugiados registrados en las últimas semanas en algunas islas del Egeo.

Alternativa

Un aspecto que no se puede omitir es que la izquierda no ha logrado capitalizar el derrumbe de Syriza. Los sondeos indican que Plataforma de Izquierda, el sector disidente de Syriza que se presenta bajo el rótulo de Unión Popular, reuniría apenas el 4 por ciento de los votos. Esa izquierda ha pagado muy caro su seguidismo al gobierno hasta una etapa muy avanzada de la gestión de Tsipras. Su programa, por otra parte, no es más que una reedición de las viejas recetas keynesianas, pero con la diferencia de que ahora estamos frente a un capitalismo quebrado. Plataforma de Izquierda es partidaria de la salida del euro y un retorno a la dracma. Reconoce que eso provocaría una gran devaluación de la nueva moneda, pero no propone una actualización de los salarios y pensiones que compense este desfasaje. El golpe devaluacionista impactaría directamente sobre el bolsillo popular. Estamos, en definitiva, frente a otra variante ajustadora. Está claro que dicha propuesta no puede despertar el menor entusiasmo entre los trabajadores. La izquierda más radical, incluida la izquierda revolucionaria, tampoco ha logrado mover el amperímetro. Los sondeos pronostican una elección marginal. Esto no resta importancia a la intervención en las elecciones, que es un campo de confrontación, clarificación y reagrupamiento político preparatorio de la etapa política convulsiva en que ingresamos.

Pablo Heller

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