lunes, mayo 09, 2016

Pravda, un periódico para la conquista del poder : la Revolución y su legado



Parte 1

Ante un nuevo aniversario de la primera publicación del periódico obrero Pravda en 1912, una reflexión sobre la visión que tenía Lenin acerca del rol de esa herramienta de prensa en el desarrollo de la Revolución Rusa y su legado en la actualidad.

Si hay algo que puede reconocérsele a Lenin es su perspicacia para leer y estudiar los momentos políticos y económicos de Rusia y tratar de actuar en consecuencia. Por eso, la iniciativa de impulsar un periódico destinado a influenciar con ideas marxistas a grandes masas de obreros y campesinos, quienes comenzaban a despertar su conciencia de clase, fue mérito suyo. El Pravda (La Verdad), periódico de los bolcheviques en sus años de ascenso, intentó cumplir esta función durante más de una década, abrazando la causa revolucionaria y organizando a la clase trabajadora en un país atrasado y extenso, dominado por una monarquía ancestral.
En este mes se cumplen 104 años del lanzamiento del Pravda de Lenin, la fecha es una simple excusa para pensar la importancia de los periódicos y diarios obreros en el pasado y en el presente. En esta primera parte analizaremos qué pensaba Lenin acerca de la prensa y la etapa de auge del Pravda en los años previos a la Revolución rusa.

Lenin y la prensa: los primeros pasos

A comienzos del Siglo XX el movimiento revolucionario era aún muy pequeño como para tener influencia en la realidad política de Rusia. El Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), creado en 1898, estaba formado por un grupo de intelectuales marxistas y algunos pocos obreros que actuaban, en su mayoría, desde el exilio ya que el autoritarismo del régimen zarista perseguía incansablemente a todo militante opositor. Esta organización presentaba un mosaico de personalidades que preocupaba a Lenin, quién veía un gran problema en la falta de unidad teórica dentro del partido. Por eso escribió¿Por dónde empezar?, artículo donde planteaba la urgencia de publicar un periódico nacional que llegue a toda Rusia y que logre organizar colectivamente a todos los grupos socialdemócratas dispersos. Por aquellos años el país estaba atravesando una etapa de mayor politización social con miles de jóvenes que se acercaron a las ideas marxistas. Pero quiénes bregaban por la difusión de estas ideas formaban parte del “marxismo legalista” que había abandonado la lucha teórica y política hacía mucho tiempo. Combatir la malversación del marxismo era tarea fundamental para la prensa leninista. Esta fue una pelea muy importante que dio Lenin contra los economicistas defensores de la lucha sindical, escindida de la organización política de los trabajadores.
El proyecto de Lenin va a cobrar forma en diciembre del 1900 cuando se publicó por primera vez Iskra (La Chispa) en Munich (Alemania) que buscó combinar su rol propagandista, de agitador entre las masas y el de organizador a partir de ideas que fueran cada vez más conocidas. El periódico como organizador no fue una política más para el dirigente bolchevique sino, más bien, una definición estratégica para la construcción del partido que prepararía la insurrección. La función de la prensa obrera ocupó la tensión de Lenin desde antes de la creación del POSDR. Destinó varios años de su vida a estudiar su relevancia e inserción en la clase obrera emergente, por eso cuando gana su línea de crear un periódico como Iskra -que logra tener cierta periodicidad- comienza a producirse un importante trabajo político en las propias entrañas de la Rusia proletaria que sentarían las bases para el desarrollo de los años posteriores.
La publicación entraba al país en forma clandestina y los militantes locales lo distribuían bajo el lema: “una chispa puede encender la llama”, así fue adquiriendo prestigio entre los obreros. El periódico debía tener un lenguaje claro pero que permita, a su vez, elevar el nivel de los trabajadores; por ello propuso sumar al Comité de Redacción del Iskra a Trotsky en 1902, quién a través de su pluma podía volver más atractivo el contenido del periódico mientras que, a la vez, inclinaba la balanza a su favor frente al bando de los viejos marxistas que se habían convertido en grandes conformistas (Plejanov, Zasulich y Axlerod). Mientras que Lenin se convertía en el director político del periódico, su compañera Nadehzda Krupskaia era la responsable de mantener las relaciones con los comités rusos que nutrían al periódico de noticias y denuncias obreras.
Años más tarde la lucha fraccional hizo que Lenin abandone el comité de redacción por la creciente influencia que estaban teniendo los mencheviques. Luego de la derrota de la insurrección de 1905 se profundizaron aún más las diferencias estratégicas dentro del POSDR, la reacción iba recobrando fuerzas frente a las masas que se encontraban dispersas. Pero como ya lo había “pronosticado” Trotsky, el desarrollo de la industria rusa llevaría a una nueva etapa de ascenso revolucionario del movimiento obrero.

El Pravda y los años de preparación

La década de 1910 comienza con un nuevo despertar de las luchas obreras y de la radicalización de los estudiantes: “En 1911, 100.000 obreros provocan huelgas parciales y su número aumenta hasta 400.000 el primero de mayo. Las descargas de fusilería del Lena, en el mes de abril de 1912, que arrojaron un saldo de 150 muertos y 250 heridos, marcan un nuevo hito en la lucha obrera” (1 ). Los bolcheviques se deciden a actuar y en la Conferencia del partido, que se realiza en la primera quincena de enero de 1912, se profundiza la escisión entre las fracciones y el Pravda pasa a convertirse en su órgano de publicación oficial. Este periódico había sido publicado por primera vez en 1905, luego fue editado por Trotsky en 1908 y tiempo después se hizo cargo de su publicación Kamenev. Sin embargo con los bolcheviques en la dirección es cuando alcanza su período de auge. El papel se trasladó de Viena a San Petersburgo y su primer número fue publicado bajo la dirección de Lenin el 5 de mayo de 1912 (22 de abril del viejo calendario). Antes de su lanzamiento se hizo una masiva campaña de agitación en las fábricas para incentivar las suscripciones públicas.
Fue la primera vez que Pravda (La verdad) se publicaba como periódico legal, costaba dos kopeks y tenía cuatro páginas donde se mezclaban artículos económicos, del movimiento obrero, huelgas y dos poemas proletarios.
Entre la paciencia y la audacia, Lenin logró contribuir enormemente a la organización de la clase obrera y no sólo del partido. El Pravda denunciaba el verdadero carácter de explotación del sistema capitalista y el autoritarismo del Zar y, a la vez, educaba a miles de obreros con conciencia de clases.
A diferencia del Iskra, que fue un periódico para los trabajadores -que llegaba a unos cuantos centenares de lectores-, el Pravda de 1912 era un periódico hecho por los trabajadores y dirigido a decenas de miles de obreros de vanguardia. Corresponsales de toda Rusia enviaban 40 denuncias diarias de diferentes fábricas – nucleadas en la reconocida sección “Informes de Corresponsales”- y se crearon 327 grupos que apoyaron financiéramente la salida del Pravda a través de colectas grupales. Los corresponsales tenían una importancia fundamental porque actuaron como antenas transmisoras del estado de ánimo del proletariado, sus informes fortalecían la conciencia colectiva.. Mientras tanto sus números eran reimpresos en imprentas clandestinas para difundir en otras ciudades más lejanas.
Los trabajadores rusos hicieron suyo el diario bolchevique y lo identificaron como “nuestro diario”, esto permitió que la difusión se acreciente: si el primer número tuvo una tirada de 25 mil ejemplares, en las semanas siguientes superó los 60 mil. Las obreras rusas también denunciaron las condiciones de explotación y de opresión a las que eran sometidas cotidianamente. En la sección especial titulada “Trabajo y vida de las obreras” se informaba acerca de las manifestaciones y preparativos para la conmemoración del Día de la Mujer e impulsaba la creación de organizaciones sindicales y políticas de mujeres.
El diario logró publicarse entre 1912 y 1914 a pesar de las demandas judiciales, las clausuras, la detención de militantes, las multas y los juicios. La persecución policial y la fuerte campaña antibélica que se venía gestando desde las páginas del Pravda llevaron finalmente a que el Zar clausure la publicación en julio del ’14.
Junto con la clausura vino un reflujo de la organización obrera y del partido bolchevique ya que la mayoría de sus militantes fueron detenidos, enviados al exilio o reclutados para la guerra.
Cuando el movimiento obrero comenzó a recobrar nuevas fuerzas, en 1916, el partido contaba con apenas 5 mil militantes, muy jóvenes todos ellos (entre 18 y 30 años). Estos hombres y mujeres fueron la vanguardia obrera revolucionaria que Lenin anhelaba construir y que, a lo largo de 1917, organizaron a cientos de miles en las fábricas y los soviet, preparando la insurrección. Como veremos en la segunda parte de esta nota, el Pravda se convirtió en el “tribuno del pueblo” y en un organizador colectivo durante todo el proceso revolucionario, aún después de 1917. La prensa leninista y la organización de la vanguardia de la clase obrera es una discusión actual y por eso proponemos seguirla.

Referencias:

1. Pierre Broué. El partido Bolchevique. Cap II.
2. Ver carta de Lenin en Berna a “Shliapnikov 28/11/14 en Lenin XXXIX, 189 en Pierre Broué.El partido bolchevique. Cap II.
Recomendamos las lecturas de:
- Lenin, Obras Selectas. Ediciones IPS.
- Lenin y la Prensa. Cesar Coca

Parte 2

Una reflexión acerca de cómo el periódico obrero Pravda se convirtió en un factor esencial para el triunfo y desarrollo de la Revolución Rusa. Su legado, sigue siendo una tarea para los marxistas revolucionarios.

Como ya hemos dicho en la primera parte de esta nota, el periódico obrero Pravda se convirtió en el organizador colectivo de los bolcheviques en los años previos a la insurrección de Octubre y a la toma del poder. Lenin debió dar numerosas luchas políticas, tanto al interior del POSDR como dentro de la propia fracción bolchevique, para combatir el conservadurismo y recuperar la dinámica política. Consideraba que era fundamental aprovechar el nuevo período de ascenso revolucionario - producto de la crisis interna del zarismo que ya comenzaba a perfilarse desde 1916 - y la fuerte oposición que se estaba construyendo en el frente ruso de la Primera Guerra Mundial. Pero ¿Cómo logró el periódico, con toda su red de colaboradores y su capacidad de llegar y movilizar a las masas, convertirse en un factor esencial para el triunfo de la Revolución?
Luego de casi dos años de censura, el Pravda comenzó a publicarse nuevamente el 5 de marzo de 1917 con la Revolución de Febrero y el derrocamiento del Zar Nicolás II. El régimen de gobierno fue reemplazado por un Gobierno Provisional, conformado por una coalición de representantes de la burguesía parlamentaria y apoyada por los mencheviques. Una semana después, tres dirigentes bolcheviques volvieron del exilio siberiano para ocuparse de la dirección del periódico conformando una junta editorial, ellos eran Kamenev, Muranov y Stalin. El primer número fue distribuido en forma gratuita y, al día siguiente, se vendieron más de 100.000 copias del segundo número.
La revolución de febrero sorprendió a los bolcheviques en una etapa de reconstrucción de sus filas. La posición adoptada por el partido frente al nuevo gobierno fue conciliadora y así lo reflejó el Pravda en sus páginas. El comité editorial planteaba apoyar al Gobierno Provisional “mientras sus actos correspondan a los intereses del proletariado y de las amplias masas democráticas del pueblo”. Mientras tanto las corresponsalías seguían nutriendo el periódico con miles de denuncias semanales. La información proveniente de los soviets, órganos de democracia directa, llegaba desde toda Rusia demostrando en los hechos el doble poder que comenzaba a perfilarse como una perspectiva real.
Con respecto a la Primera Guerra Mundial, el diario adoptó una postura marcadamente internacionalista reflejando las novedades del frente pero también exigiendo que se entablen “negociaciones con los proletarios de los países extranjeros para poner fin a la matanza”. La liviandad de las críticas (propias de la indecisión política de la dirección bolchevique que se encontraba en Rusia en ese momento) se expresaba sobre todo en el creciente control de Stalin sobre el Pravda. Esto va a quedar demostrado en la adopción de la tesis menchevique que planteaba la necesidad de continuar la guerra para defender las conquistas democráticas frente al imperialismo alemán.

El giro de la prensa (y del partido) en abril y el triunfo de Octubre

Lenin decidió volver a Rusia el 3 de abril, luego de su exilio en Zurich, para convencer personalmente a sus compañeros de que el horizonte de los bolcheviques debía ser: condenar al Gobierno Provisional y a la guerra, por un lado, y explicar pacientemente a las masas que el soviet de diputados era la única forma posible que puede tener un verdadero gobierno revolucionario. Hasta el momento de su llegada, el ala izquierda del partido estaba representado por los obreros de los barrios populares de Petrogrado.
El 7 de abril, el Pravda (N° 26) publicó “De las tareas del proletario en la presente revolución” más conocida como las Tesis de Abril, en las criticaba públicamente tanto la visión etapista, defendida por los mencheviques, como la vieja formulación bolchevique de una dictadura democrática de obreros y campesinos. En esencia, su posición, era la misma que Trotsky había desarrollado hacía ya varios años, en 1905 en Resultados y perspectivas. En sus Tesis, Lenin también condenaba la postura de la dirección del Pravda planteando ningún apoyo al Gobierno Provisional. Se debía “desenmascarar a este gobierno, que es un gobierno de capitalistas, en vez de propugnar la inadmisible e ilusoria ‘exigencia’ de que deje de ser imperialista”. A partir de ese momento, el Congreso del partido adoptó por mayoría las “Tesis de Abril” a pesar de que la mitad de los miembros del Comité Central estaban en su contra.
Desde su llegada a Petrogrado, Lenin se convirtió en el director del Pravda hasta el 23 de julio, cuando tuvo que pasar a la clandestinidad ante la orden de detención del gobierno. Sin embargo, en tan sólo tres meses logró imprimirle un nuevo carácter al Pravda. Por un lado, la editorial comenzó a plantear abiertamente que el Gobierno Provisional era un gobierno “contra-revolucionario” y, por otro lado, que el objetivo de los bolcheviques era luchar para construir una república de Soviets de obreros y de campesinos pobres en todo el país, desenmascarando las direcciones reformistas que hasta ese momento eran mayoría en los Soviets. Esta nueva impronta se va a expresar en la identificación absoluta del periódico con las estrategias del partido y en la capacidad de llegada que van a tener en las masas a través de su extensa red de colaboradores.
Las elecciones parlamentarias de la Asamblea General Constituyente de septiembre del ´17 fue un tema de debate al interior del periódico desde meses antes. Frente a la oposición de algunos bolcheviques, para Lenin, el Pravda debía reflejar las elecciones desde el punto de vista marxista y de la causa de la clase trabajadora, desenmascarando los verdaderos intereses de la burguesía. Un ejemplo claro del triunfo de su posición es que el 10 de junio salieron publicados tres artículos que terminaban llamando a votar a los bolcheviques ya que “nuestros diputados deben distinguirse proponiendo medidas a favor de la clase trabajadora, sin abandonar la lucha extraparlamentaria, que educa efectivamente a la población, ni la movilización que es dónde reside nuestra fuerza real”. Así, la prensa obrera se convirtió en la herramienta del partido que permitió reflejar las elecciones y la visión que tenían los comunistas de las tribunas parlamentarias, a la manera revolucionaria.
Las numerosas denuncias de los corresponsales seguían llegando por miles a las redacciones y se publicaban diariamente, pero los bolcheviques habían dado un giro muy importante a partir de la vuelta de Lenin, por eso comenzaron a explicar con claridad, sencillez y en forma concisa (estilo periodístico de Lenin) el programa del partido. Incluso cuando en las Jornadas de Julio se desarrollaron manifestaciones armadas prematuras el Pravda explicaba pacientemente que aún no estaban dadas las condiciones para tomar el poder. El gobierno actuó golpeando a los bolcheviques: clausuraron sus prensas, incendiaron locales y detuvieron a sus dirigentes. Lenin nuevamente debió permanecer clandestino hasta octubre. Por un corto período el Pravda desapareció y fue sustituido por una gran cantidad de hojas clandestinas y luego por un nuevo periódico “legal” con distinto nombre.
En agosto se vuelve a acelerar el proceso y los bolcheviques ganaban las mayorías en los soviets. Lenin, junto con Trotsky, insistía en pasar a la ofensiva y preparar la insurrección a pesar de la negativa de dirigentes como Zinoviev y Kamenev. El 10 de Octubre finalmente se votó a favor de la toma del poder y, a pesar de la censura gubernamental, el Pravda vuelve a publicarse a partir del 24 de octubre, anunciando al día siguiente el triunfo de la insurrección. Había cumplido su rol de organizador colectivo: pasó de ser un simple medio de agitación para convertirse en una herramienta fundamental para la estrategia revolucionaria en Rusia.
Muchos se preguntaran ¿Cómo es posible que, en un país como Rusia que tenía más de un 70 % de población analfabeta, un diario obrero haya logrado alcanzar tal influencia en las masas? Trotsky respondió en “Historia de la Revolución Rusa”: “los periódicos bolchevistas se leían en voz alta, pasaban de mano a mano, los artículos principales se aprendían de memoria, se trasmitían de boca en boca, se copiaban, y allí donde era posible, se reimprimían”. (Trotsky 1985 II 213)

Las tareas de la revolución y el novedoso rol de la prensa obrera

El horizonte posrevolucionario estaba plagado de nuevas tareas, sobre todo vinculadas a la reconstrucción de la economía. El Pravda fue un eslabón fundamental en esta época adoptando un nuevo rol: el de educador de las masas. La ruina económica, los avances y retrocesos en la firma de paz con Alemania y el desarrollo de la guerra civil eran algunos de los aspectos más complejos que el nuevo gobierno debía enfrentar. Los obreros y campesinos debían tener muy en claro cuál era la situación que atravesaba Rusia, no sólo para ser conscientes de las dificultades sino también para convertirse en sujetos reales del proceso. Se publicaban informes de fábricas enviados por los corresponsales, estadísticas y suplementos económicos; se encargó de organizar la producción y distribución; se reconocieron los fracasos y se emularon los triunfos. Además, las novedades del frente y el avance del Ejército Rojo estaban a la orden del día. Un hombre de la economía, como Nicolás Bujarin, se encargaría de dirigir el Pravda por los siguientes doce años.
El Pravda se mantuvo como publicación oficial del Partido Comunista de la Unión Soviética hasta 1991 pero la burocratización del estalinismo degeneró por completo su rol revolucionario. Ya desde finales de 1923 Trotsky advirtió en la prensa los peligros de la burocratización. Con la muerte de Lenin el proceso se aceleró; los debates políticos y económicos dejaron de aparecer en el diario y comenzaron a salir como “hojas de discusión internas” para terminar con los debates en las filas del partido. El espíritu de la crítica leninista había sido traicionado.

La prensa leninista y su legado actual

El objetivo que tiene la prensa leninista es completamente diferente al que tiene la prensa burguesa, tanto en aquella época como en la actualidad. Incluso los avances en los medios de comunicación, y la renovación de sus soportes, ha permitido acelerar los ritmos de la información y expresar más fácilmente la visión de las clases dominantes.
Frente a esto, tanto desde La izquierda Diario como desde su versión impresa, buscamos recuperar el legado de Lenin, acercando al lector una visión marxista de la realidad social pero también proponiendo diferentes instancias de organización.
En definitiva, no pensamos la prensa como simple transmisora de información sino como organizador colectivo que desarrolle las mejores condiciones para la difusión de las ideas revolucionarias, para la organización de las bases en las fábricas, para tener más herramientas para combatir a la burocracia y, sobre todo, para la construcción de un partido revolucionario, recuperando el legado que Lenin y Trotsky nos dejaron.

Claudia Ferri

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