miércoles, julio 13, 2016

“Quisimos reivindicar al sujeto esencial que cambió la historia en los años 70, la clase obrera”



Entrevistamos a Ruth Werner y Facundo Aguirre, autores de Insurgencia Obrera en la Argentina 1969-1976, reeditado recientemente por el Instituto del Pensamiento Socialista.

-Insurgencia Obrera es un libro que se publicó originalmente en 2007, ¿por qué vuelve a reeditarse por tercera vez casi diez años después?
RW: Desde fines de los ’90, existe mucho interés en conocer qué sucedió en la década del 70 y nuestro libro propone una lectura crítica del proceso, reivindicándolo como un ascenso revolucionario protagonizado por la clase trabajadora argentina. En 2007 cuando publicamos la primera edición venía habiendo un boom literario sobre el período. Estaba en marcha una especie de reacción a la teoría de los dos demonios y de auge de lo que Christian Castillo llamó el tercer relato sobre los años 70 donde comienza a haber una reivindicación de la militancia, centrada sobre todo en el rol jugado por las organizaciones guerrilleras. El kirchnerismo, va a hacer suyo ese relato, aunque imponiéndole su impronta para explotarlo políticamente, pos rebelión de diciembre de 2001. Necesitaban tras el “que se vayan todos” reivindicar a un peronismo, o más bien a cierto peronismo, y para eso ensalza la figura de Héctor Cámpora y de la alianza de la llamada burguesía nacional y a la burocracia sindical del ’73. Como te decía, hay una reivindicación de la militancia, pero en el caso del kirchnerismo cuestionan el rol jugado por Montoneros tras la vuelta de Perón cuando deciden proseguir con la lucha armada y el pase a la clandestinidad. Además el ascenso de la derecha argentina al poder vuelve a poner en debate los relatos sobre el período, teniendo en cuenta que el macrismo en el gobierno lo que busca es volver a la teoría de los dos demonios.
Como podrán ver en el libro nosotros tenemos otra visión, hacemos una crítica de fondo a la estrategia guerrillera, debatimos con el guevarismo, con el llamado peronismo revolucionario
FA: con el PRT-ERP de Mario Santucho. Pero lo hacemos, no desde el ángulo de condenar la violencia revolucionaria sino de reivindicar los 70 como una escuela de estrategia revolucionaria, volviendo a poner en el centro al fenomenal ascenso obrero y popular con los trabajadores como protagonistas. Recuperamos para el debate histórico las posiciones que oponían al guerrillerismo la perspectiva de la insurrección obrera y popular. Nosotros quisimos reivindicar al sujeto esencial que cambió la historia en los años 70, la clase obrera. No olvidemos que el periodo revolucionario se inicia en mayo de 1969 donde una semiinsurrección con la clase obrera acaudillando a los sectores populares va a quebrar a la dictadura de Onganía.
Fue el Cordobazo la marca de distinción de esa etapa revolucionaria, que, seguido del Rosariazo, del Choconazo, del Tucumanazo, del Mendozazo, del clasismo, de la huelga general de 1975, del surgimiento de las coordinadoras interfabriles contra el gobierno de Isabel Perón, por nombrarte algunos ejemplos, pondrá a los trabajadores en el centro de la escena nacional
Destacando a una vanguardia obrera y popular amplísima que busca cuestionar los mismos cimientos de la sociedad capitalista.
En particular, nuestro trabajo realiza una reconstrucción crítica de las posiciones sostenidas por el trotskismo, esencialmente el Partido Socialista de los Trabajadores, el que mayor fuerza y arraigo tuvo en el período y la corriente de la cual provenimos quienes militamos en el PTS. Lo hicimos convencidos de que era necesario recuperar la estrategia revolucionaria, discutiendo los errores de nuestro propio movimiento para formar a las nuevas generaciones de luchadores obreros y juveniles. El debate de estrategias sobre el último ensayo revolucionario del proletariado argentino es necesario a fin de preparar a los militantes para la revolución socialista, la única salida a la barbarie capitalista.
¿Qué cambios hubo entre la edición inicial y la actual en la situación política? ¿Qué cuestiones del libro son las que tienen más actualidad?
FA: Con Macri en el gobierno comienza a instalarse cada vez más desde la superestructura política la necesidad de una vuelta a la teoría de los dos demonios que busca, como siempre, impugnar toda posibilidad revolucionaria en la Argentina. Ahora uno ve que vuelven a hablar personajes como Graciela Fernández Meijide planteando que es necesario una autocrítica de la guerrilla o intelectuales como José Luis Romero que dicen que hay ánimo de venganza con los juicios a los militares. Hace poco el gobierno publicó el Nunca Más con su prólogo original volviendo a reivindicar de esa manera la idea nefasta de equiparar el rol jugado por el terrorismo del Estado con el de las organizaciones guerrilleras.
RW: Elisa Carrió y otros referentes de Cambiemos oponen a la exigencia histórica de juicio y castigo de los organismos de DD.HH, el modelo de los juicios de la verdad llevados a cabo en Sudáfrica a la salida del apartheid. “Verdad por perdón” fue el lema para garantizarles impunidad a los genocidas. El problema que tiene la continuidad de los juicios por crímenes de lesa humanidad en nuestro país es que deja abierta la investigación y por lo tanto la posibilidad de castigo a quienes estuvieron detrás del golpe de 1976. Los que promovieron la llegada de los militares al poder, no tengas dudas que fueron, la Embajada norteamericana, los grandes grupos de la burguesía nacional y extranjera. No olvidemos el lockout de enero de 1976 donde las mismas patronales paralizan el país, y son los mismos que vimos actuar durante todos estos años: la Sociedad Rural, los Acevedo, los Martínez de Hoz, los Rocca. Esta clase social busca mantener impunidad. En ese sentido, Insurgencia Obrera, también es una buena lectura para conocer a la clase social que estuvo detrás del genocidio, y es la que viene decidiendo los designios del país, desde la última dictadura pero también desde el 83 a esta parte, bajo el régimen democrático burgués.
Hace pocos días se cumplieron 41 años de las jornadas de Junio-Julio de 1975. El libro hace un importante análisis del proceso, ¿por qué piensan que son tan poco recordadas?
RW: La investigación sobre estas jornadas es lo que da origen a Insurgencia Obrera. ¿Por qué no se recuerda la gran huelga general contra un gobierno peronista?, ¿por qué no se conoce esa formidable experiencia que puso en pie la clase obrera argentina, las coordinadoras interfabriles?. Ese fue un poco el motor, y por eso Insurgencia obrera tiene ese rol de traer a luz a través de una investigación exhaustiva, buscando en diarios y documentos de la época, rastreando en la historiografía y entrevistando a decenas de protagonistas, un proceso del que se sabía poco y nada.
La huelga general del 7 y 8 de julio fue una huelga espectacular, una huelga política que puso en jaque al gobierno de Isabel que venía de lanzar un plan antiobrero y antipopular brutal, el Rodrigazo, que disparó una espiral inflacionaria nunca vista.
La decisión de Isabel de no homologar los convenios firmados en paritarias fue la gota que rebalsó el vaso dando origen a un auge obrero que va desde las huelgas por fábrica a las huelgas regionales por provincia y de ahí a la huelga general. En ese proceso van a jugar un gran papel las coordinadoras interfabriles en el corazón del proletariado industrial del país. Hay coordinadoras en La Plata, Berisso y Ensenada, en la zona oeste, zona sur y zona norte del Gran Buenos Aires, así como en la Capital y Córdoba. Son esas mismas coordinadoras las que van imponiendo el paro general. La burocracia sindical no quería saber nada. Imagínate, dirigían la CGT Casildo herrera y Lorenzo Miguel. Lo que menos querían era una huelga contra Isabel. La tuvieron que llamar porque si no los trabajadores le pasaban por encima.
FA: La huelga general dejo en jaque al gobierno de Isabel. López Rega, el Ministro de Bienestar Social que dirigía las odiadas la Triple A debió irse así como el de Economía, Celestino Rodrigo. La clase obrera demostraba pese a sus dirigentes que el ascenso revolucionario nacido en el ‘69 seguía vivo. Si el movimiento huelguístico no avanzo hasta tirar abajo al gobierno fue por el rol que jugó la burocracia sindical peronista que lo sostuvo. Incluso las corrientes que actuaban al interior de la coordinadoras no levantaron esta perspectiva, la caída revolucionaria del gobierno de Isabel. La clase dominante se rearma y prepara el golpe. No es cuestión de negar la historia tal cual fue sino de hacer un balance crítico de cómo actuaron todas las corrientes políticas en ese último gran intento revolucionario de la clase obrera argentina. No sucedió, el movimiento se repliega al terreno sindical y las Fuerzas Armadas son las que van a decidir la situación.
RW: Respecto a las coordinadoras nuestro énfasis estuvo puesto en investigar qué habían sido, como se constituían, que programa levantaron. Con base en las comisiones internas de fábrica, las consideramos organizaciones hermanas de los cordones industriales chilenos, aunque menos avanzadas ya que no tuvieron la influencia territorial, el nivel de organización y el programa (más de izquierda) que levantaron en Chile. Las coordinadoras interfabriles fueron las organizaciones de democracia directa más avanzadas que se dan en nuestro país los trabajadores y que apuntaron a un verdadero poder a nivel de fábrica. Rompiendo las estructuras corporativas de los sindicatos, tendieron a unificarse y extenderse a nivel territorial abarcando fábricas y comisiones internas de distintos gremios. El golpe militar y el silencio posterior de la burocracia sindical y de la izquierda que estuvo comprometida con la dictadura, como el Partido Comunista, van a ayudar a mantener en el olvido lo que fue una huelga general y organizaciones de base de los trabajadores que tomaron características revolucionarias.

Claudia Ferri

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