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viernes, agosto 04, 2017
A 73 años del Alzamiento de Varsovia
Esta nota relata como una milicia en Polonia resistió durante 62 días y se levantó contra el poderoso ejército alemán, que terminó arrasándola, mientras los polacos esperaban la ayuda soviética (a sólo un kilómetro) o aliada, que nunca llegó.
Cuando Alemania ocupó Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial el 1 de septiembre de 1939, hubo inicialmente una primavera en las relaciones entre ambos países. Pero a medida que pasaba el tiempo los nazis tenían más ambiciones y necesidades sobre lo que deseaban hacer de ese país. Las cosas fueron empeorando porque su política de ocupación no difería demasiado de lo que hacían en otros países de europeos que estaban bajo su dominio. Persecución, deportaciones y muerte a intelectuales, opositores políticos, religiosos y civiles en general.
La ocupación alemana en Polonia fue brutal. Los nazis consideraban a los polacos seres inferiores racialmente. Cuando Polonia fue derrotada militarmente por Alemania comenzó en ese país una campaña de terror donde la policía alemana persiguió a la élite intelectual polaca a la vez que fueron expulsando a miles de personas de sus casas, obligándolos a trabajar en campos de concentración, incluyendo a los niños.
En mayo de 1940, las autoridades alemanas lanzaron AB-Aktion, un plan para eliminar a la intelectualidad polaca y su liderazgo institucional. El objetivo fue por un lado asesinar a los líderes polacos con gran rapidez, para meter miedo a la población y así disuadir a la resistencia. Fue entonces que los nazis fusilaron a miles de maestros, curas y otros intelectuales en matanzas masivas o enviándolos a campos de concentración construidos en Auschwitz, a Stuthof y a otros campos de concentración en Alemania donde polacos no judíos constituían la mayoría de los prisioneros hasta marzo de 1942.
Para finales de 1943 el curso de la guerra había cambiado. Los nazis se encontraban en retirada, sobrepasados por el poder del ejército soviético. Para los polacos que estaban en la resistencia clandestina y que eran leales al gobierno anti-comunista que se encontraba en el exilio, no tenían mucha confianza en los rusos a pesar de la propaganda soviética que difundía mensajes sobre los deseos de Moscú porque Polonia tuviese un Estado fuerte, independiente y de los polacos.
Por otro lado, el descubrimiento en 1943 de la Masacre de Katyn, donde miles de oficiales polacos fueron asesinados por las fuerzas soviéticas, dañó de forma irreparable las relaciones entre la Unión Soviética y el gobierno polaco constitucional, exiliado en Londres desde 1939.
Este hecho está referido a una serie de asesinatos en masa de oficiales del ejército, policías, intelectuales y otros civiles polacos llevada a cabo por el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) –la policía secreta soviética dirigida por Lavrenti Beria– entre abril y mayo de 1940, tras la invasión de Polonia por parte de los soviéticos poco después del inicio de la Segunda Guerra Mundial. A partir de una propuesta oficial de Beria, fechada el 5 de marzo de 1940, Iósif Stalin y otros cuatro miembros del Politburó soviético aprobaron lo que, de acuerdo con el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia y otros sectores, sería un genocidio.
Al ir liberando el Ejército Rojo los países ocupados por Alemania, quedó claro para los polacos que Stalin no permitiría que se restableciera el gobierno democrático en su país. Preocupado por esta situación, el gobierno polaco en el exilio ordenó a los generales del Armia Krajowa, el ejército de resistencia polaco, que intentaran liberar Polonia antes de que los soviéticos lo hicieran. Si bien era obvio que este ejército no contaba con suficientes recursos para mantener el país, pensaban expulsar a los alemanes por un tiempo nada más, suficiente para que los aliados liberaran Polonia definitivamente.
Los polacos tenían sus razones para sospechar. Cuando comenzó el Levantamiento, el Ejército Rojo estaba a decenas de kilómetros de la capital, su llegada a Varsovia estaba programada para el 16 de septiembre. Sólo debían cruzar el río Vístula para liberarla. Sin embargo, no lo hicieron, lo que ha llevado a la mayoría de los historiadores a concluir que Stalin prefería que la sublevación fracasara, para poder gobernar Polonia con mayor facilidad durante los años de la Guerra Fría. Los soviéticos, por su parte, argumentaron que no avanzaron por problemas de abastecimiento, ya que sus líneas de suministros estaban sobreextendidas desde la Operación Bagration.
Cuando se produjo el levantamiento masivo de la resistencia polaca contra los alemanes en Varsovia en agosto de 1944 los alemanes estaban al tanto de lo que ocurriría. Una mujer polaca informó a los nazis de los planes clandestinos y las tropas empezaron a movilizarse para el alzamiento, si bien no contaban con ningún plan para hacerle frente. El levantamiento tuvo inconvenientes desde el inicio, ya que si bien el centro de la ciudad y la ciudad vieja fueron liberados exitosamente, en Wola las tropas polacas sufrieron grandes bajas para poder lograr sus objetivos.
Cuando comenzó la revuelta los alemanes amenazaron a los habitantes polacos con claras advertencias de lo que ocurriría si ofrecían resistencia. En los días previos al levantamiento, se escuchaban en todas las calles de Varsovia las amenazas alemanas ante cualquier acción en contra de los designios nazis en la ciudad.
Aún no teniendo armas suficientes, la resistencia anhelaba frenar el avance nazi por unos días, hasta que llegaran las fuerzas aliadas. Cuando comenzó la rebelión, la resistencia polaca se comunicaba con el mundo exterior a través de la radio. Pero a pesar de los pedidos de ayuda, las tropas soviéticas, desplegadas en los alrededores de la ciudad, nuevamente no respondieron. Ante esa situación la pesada artillería alemana fue destruyendo la ciudad, y las tropas nazis fueron tomando venganzas contra toda la población civil. La revuelta que duró dos meses fue derrotada por los alemanes. Más de 200.000 polacos murieron en el levantamiento.
Al perder la iniciativa, los polacos adoptaron una actitud defensiva y comenzaron a construir barricadas a lo largo de toda la ciudad. El 4 de agosto fue el día en el que el Ejército Territorial ocupó la mayor cantidad de territorio durante el alzamiento. Ese mismo día comenzaron a llegar soldados alemanes al mando del SS-Obergruppenführer (general de ejército) Erich von dem Bach-Zelewski, que rápidamente comenzaron a presionar para hacer contacto con las tropas aisladas de alemanes. El 5 de agosto los insurgentes ocuparon las ruinas del gueto judío.
Ese mismo día, por orden de Hitler de convertir la ciudad en un lago de sangre, el SS-Gruppenführer (teniente general) Heinz Reinefarth reunió a unos 40.000 civiles y los ejecutó. Este hecho es recordado como la Matanza de Wola. Esta acción estaba relacionada con la estrategia de que si ejecutaba a todo polaco capturado, la moral de los combatientes caería, lo que llevaría a una rendición prematura. Por el contrario, la aplicación de esta política fue contraproducente, cuando los miembros de la resistencia entendieron el destino que les esperaba, si eran capturados, su voluntad de luchar se incrementó, porque no tenían otra opción si eran capturados serian ejecutados.
La Matanza de Wola
Ese mismo día llegaron más tanques alemanes a la zona, con civiles polacos adheridos como escudos humanos. Después de dos días de intensos combates, los alemanes lograron cortar el distrito de Wola en dos y llegaron a la Plaza Bankowy.
Entre el 9 de agosto y el 18 de agosto hubo fuertes batallas entre los alemanes y los polacos alrededor de la ciudad vieja y cerca de la plaza Bankowy. Los alemanes establecieron las mismas estrategias que utilizaron en la invasión de Polonia años atrás. Estas incluían el bombardeo de hospitales con banderas de la Cruz Roja por la Luftwaffe, así como el asesinato de médicos y enfermeras. Para fines de agosto los que defendían la ciudad vieja fueron vencidos y el 2 de septiembre 5.300 hombres y mujeres huyeron por las cloacas, que en aquel entonces, era un importante medio de comunicación de la insurgencia.
El 10 de septiembre, las tropas soviéticas alcanzaron la margen oriental del Vístula y capturaron los suburbios al este de Varsovia. Emisarios del Ejército Territorial polaco se juntaron con los comandantes soviéticos y les propusieron la formación de un regimiento de fuerzas mixtas. Sin embargo, agentes de la NKVD arrestaron inmediatamente a los emisarios y las conversaciones finalizaron abruptamente.
Los polacos entendieron que no podían esperar apoyo exterior, y si bien continuaron la lucha fue con la esperanza que la resistencia obligara a los alemanes a disminuir la dureza de las condiciones de rendición.
El rol de los jóvenes en la resistencia
Cuando los nazis se apoderaron del territorio polaco no solamente asesinaron y enviaron a campos de concentración a ciudadanos polacos sino también confiscaron sus propiedades y clausuraron todas las instituciones culturales del país. En ese contexto prohibieron a la organización Scout. Eso fue el detonante para que muchos jóvenes pasaran de inmediato a convertirse en militantes activos de la resistencia.
La división de este sector social era la siguiente. Por un lado estaban los zawisza que eran jóvenes cuya edad rondaba entre los 13 y 15 años. Los mayores, entre 15 y 17 años, se unían a los Batallones Escolares. Mientras que los mayores de 18 años formaban parte de los Grupos Tormenta, como soldados combatientes del Ejército Nacional de Polonia. Todos juntos eran conocidos como los Rangos Grises. Todo lo hacían bajo un absoluto secreto. Muchas veces ni los familiares sabían que hacían sus hijos.
Al principio las acciones de la resistencia juvenil eran de amedrentamientos. Les hacían llamadas amenazadoras a miembros de la comunidad alemana en Varsovia, organizaban visitas de directores de funerarias a sus casas o rompían las ventanas con piedras y luego salían corriendo.
Sólo un pequeño grupo de estudiantes se atrevía a participar en estas actividades. En su mejor momento, los Rangos Grises llegaron a tener 17.000 miembros en toda Polonia.
Se calcula que los alemanes mataron a por lo menos 1,9 millones de polacos no judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Además, los alemanes asesinaron a por lo menos 3 millones de ciudadanos judíos de Polonia.
Darío Brenman
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