La traición no puede caber jamás en la mente de una persona que tenga dos dedos de frente, mucho menos en la mente de un revolucionario. Y muchos avispados se cuelgan de ellos para buscar beneficio propio. Tal es el caso del presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén, jactancioso que anda por la vida con su capa de revolucionario mientras apuñala por la espalda a su pueblo.
Bien que lloraba en el homenaje a Fidel y besaba la mano de Maduro haciéndose pasar por un revolucionario a la altura del Che Guevara, mientras a su pueblo lo apuñalaba por la espalda, habiendo aceptado que Estados Unidos minara desde el Río Bravo con el Plan Frontera Sur, hasta Honduras con el Plan Maya Chortí, pasando por Guatemala y El Salvador. Este plan que convierte a los migrantes en tránsito en criminales y autoriza a los gobiernos neoliberales -mafias mundiales de la corrupción- a: secuestrarlos, torturarlos, desaparecerlos y asesinarlos. Todo con tal de disminuir la migración forzada hacia Estados Unidos.
Estoy hablando de más de 615 millones de dólares que Estados Unidos repartió entre estos tres países. De Jimmy Morales y Juan Orlando Hernández se puede esperar cualquier cosa, que nada asombra viniendo de ellos, pero es pecado capital aceptar una acuerdo de esos cuando alguien se hace llamar así mismo revolucionario y el presidente de El Salvador lo aceptó.
No solo, también en septiembre de 2016, se atrevieron a enviar a una representante a la ONU a decir que los migrantes se iban en busca de riquezas, a buscar comodidad económica y no por necesidad y mucho menos buscando salvar sus vidas, con esto apoyando la eliminación del programa que creó Obama para los niños que viajan solos, un programa que fue un pretexto, una ola migratoria inventada, porque desde hace 20 años son miles de niños los que viajan solos; un revolú inventado para la creación de los programas que minan las fronteras desde Honduras hasta la frontera Sur de Estados Unidos. En esa ocasión lo denuncié en un video en mi canal de YouTube. (https://www.youtube.com/watch?v=V_FB40j--nc)
Un contrabando que jamás hubieran aceptado ni Fidel y ni el Che y que jamás aceptaría Maduro y mucho menos una Cristina Fernández de Kirchner y ella no anda por la vida auto flagelándose como la gran revolucionaria, como hace el señor Salvador Sánchez, que es sin duda una vergüenza para el pueblo salvadoreño.
Con esto lo que quiero decir es que la eliminación de los programas de TPS, DACA y CAM -el que brindaba refugio a los niños y adolescentes que viajan solos desde Guatemala, El Salvador y Honduras- ya venían preparados desde ese tiempo y los gobiernos del triángulo norte lo apoyaron.
La propia Clinton (la falsa feminista) que decía que lucharía por una Reforma Migratorio Integral, apoyó la eliminación del programa que brindaba refugio a niños que viajan solos.
Ojalá que el presidente de El Salvador haya aprendido la lección con las palabras de Trump en las últimas horas, que lo mandó a tomar chilate y le dijo lo que realmente es: ¡una vergüenza para el pueblo salvadoreño!, y sepa que jamás, por ninguna razón un revolucionaria de verdad traicionaría a su pueblo. No le aprendió nada a Fidel ni al Che. Por lo demás el pueblo salvadoreño tiene la fuerza suficiente para levantarse y liberarse, es hora que saquen a los corruptos del gobierno y del sistema, que los traidores se pudran en las mazmorras, es hora que El Salvador deje de ser colonia gringa. Lo pueden hacer, estoy segura que sí.
Ilka Oliva Corado
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