jueves, julio 12, 2018

No estamos lejos de los funerales de la OTAN

La cumbre de Trump con Putin desarma a la “Europa de la defensa”, desesperado recurso de cohesión en una UE en crisis

Las relaciones de servidumbre se complican cuando los siervos las cuestionan, pero la crisis es letal cuando es el Señor el que las revienta. Recuerden aquel Pacto de Varsovia al que se le fundieron los plomos cuando su amo moscovita renegó del mantenimiento de su zona en Europa del Este mientras tejía un acuerdo de paz y distensión tras otro con su enemigo. Allí se acabó todo. Algo parecido ocurre ahora con la OTAN.
Desde 1949 ha sido la institución que resumía la sumisión, el vasallaje y la tutela de Estados Unidos sobre Europa occidental. La seguridad europea ha estado desde entonces bajo mando del comandante de las fuerzas armadas de Estados Unidos en Europa. Sus secretarios generales eran y son europeos pero siempre fueron títeres del Pentágono sometidos a una vigilancia absoluta por parte de sus mentores (Javier Solana tenía micrófono hasta en el retrete). Ahora Trump reniega de la OTAN alegando motivos contables y todo se tambalea. Los vasallos no saben qué hacer. Prometen incrementar el gasto de defensa, recuerdan, reviven y provocan los peligros moscovitas que mantuvieron vivo y unido a todo el club durante décadas, y la declaración del presidente del Consejo Europeo suena a grito desesperado: “América no tiene, y no tendrá, mejor aliado que Europa”.
Los vasallos no saben qué hacer cuando el Señor reniega de ellos. Y eso en medio de tensiones comerciales sin precedentes entre Washington y la Unión Europea, y con por lo menos cuatro grandes gobiernos de la Europa que más cuenta en crisis; en Berlín por las divisiones de la derecha gobernante, en París por el descrédito de Macron, en Roma por su gobierno euroescéptico y en Londres por el embrollo del brexit.
Una de las soluciones encontradas para la crisis desintegradora de la UE era, precisamente, la “Europa de la defensa”. Conforme la UE se hundía en sus contradicciones, se exacerbaba la crisis con Rusia, particularmente desde hace unos diez años. Había una lógica pareja en aquella doble tendencia de crisis interna y tensión exterior. Gracias a unos medios de comunicación estructuralmente corruptos, los números no cambiaban el asunto.
Los gastos militares de la OTAN ascienden a 954.000 millones de dólares, los de Rusia a 66.000 millones, sin embargo es la OTAN la que clama sobre la “amenaza rusa”.
Ahora el encuentro del próximo lunes 16 de julio entre Trump y Putin, su primera cumbre bilateral, amenaza con desmoronar todo ese desesperado teatro. Los vasallos están nerviosos, inseguros, desorientados. ¿Tendrán algún sentido las maniobras previstas para otoño en Noruega (Trident Juncture), las mayores previstas por la OTAN desde el fin de la Guerra Fría cuando el propio jefe se toma una pepsicola con el demonio putiniano? Es la hora de las incongruencias. Recuerden el caso Skripal.
El 5 de marzo un exagente ruso y su hija aparecían envenenados por una presunta sustancia nerviosa de uso militar cerca de Salisbury. Al día siguiente se acusaba a Rusia del hecho. En una semana el Reino Unido expulsaba a 23 diplomáticos rusos y a la semana siguiente los países de la OTAN se sumaban a la medida expulsando a decenas de diplomáticos. El agente y su hija se restablecieron. Esta semana ha muerto una persona en la misma zona, donde, en Porton Down, hay una fábrica de armas químicas británica. Su pareja está muy grave. Sin embargo no hay ninguna reacción. ¿Alguien explica algo?
Habrá que ver qué pasa el lunes entre Trump y Putin en Helsinki, pero la misma cumbre ya dice algo: pese a la extraordinaria presión contra su diálogo con Rusia, que movilizó a demócratas, republicanos atlantistas, militares y servicios secretos contra cualquier veleidad de acercamiento (hasta se desempolvó un kafkiano y rancio macartismo mediático, particularmente agudo en Estados Unidos y en Alemania), Trump se ha salido con la suya. Ha cubierto de dinero al complejo militar-industrial y veremos donde llega. Pero de momento parece que estamos más cerca de los funerales de la OTAN.

Rafael Poch
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