lunes, agosto 24, 2020

Trotsky y los revolucionarios en el corazón del capitalismo



Ponemos a disposición de nuestros lectores la traducción de dos textos de James P. Cannon que recorren los aportes del dirigente bolchevique para la organización de los revolucionarios norteamericanos.

Actualmente, Estados Unidos está sacudido por una crisis económica cuyas consecuencias en las masas se agrava con la pandemia del covid-19. Al mismo tiempo, el corazón del capitalismo es escenario de masivas movilizaciones contra el racismo y la brutalidad policial. Sintomáticamente, editorialistas de revistas burguesas alertan sobre el “socialismo millenial” y advierten que para la mayoría de los jóvenes estadounidenses el socialismo dejó de ser una mala palabra.
En este marco, se cumple el 80º aniversario de la muerte de León Trotsky, a manos de un agente de la maquinaria burocrática de la URSS encabezada por Stalin. Como parte de los homenajes a la vida y obra del revolucionario ruso, publicamos dos textos de James P. Cannon, dirigente del Socialist Workers Party (SWP) de Estados Unidos.
Como relata en su Historia del trotskismo norteamericano (Ediciones IPS, 2020), Cannon inició su contacto con Trotsky a partir de la “Crítica al Proyecto de Programa de la Internacional Comunista”, elaborado en 1928. Cannon y un grupo de cuadros provenientes del Partido Comunista formaron lo que será la Oposición de Izquierda y luego la sección estadounidense de la IV Internacional.
A lo largo de la década del 30, Cannon y el resto de los cuadros norteamericanos tuvieron un estrecho contacto con Trotsky, que se profundizó cuando el revolucionario ruso se exilió en México en 1937. Como relata Cannon, Trotsky aconsejó y discutió con la sección estadounidense siempre con el fin de forjar un partido revolucionario.
El primero de los textos corresponde a la transcripción de un discurso de Cannon en un acto homenaje realizado una semana después del asesinato de Trotsky, que se conoció como “A la memoria del Viejo”. El otro texto, “Trotsky sobre Estados Unidos”, fue escrito ante el 20º aniversario del crimen. El hilo conductor entre ambos es la vitalidad de la relación entre el viejo bolchevique y la construcción revolucionaria en Estados Unidos.

“A la memoria del Viejo”

Conocida la noticia del asesinato de León Trotsky, el SWP comenzó una campaña de agitación para homenajear al revolucionario ruso y al mismo tiempo responsabilizar a Stalin por el crimen. En los primeros días esto tuvo expresión en las páginas del Socialist Appeal, el periódico semanal del SWP, y en una serie de actos organizados alrededor de los Estados Unidos.
El principal acto fue celebrado en Nueva York el 28 de agosto, en el hotel Diplomat, a donde asistieron unas 1500 personas. La intención original de los trotskistas norteamericanos era que los restos de Trotsky sean trasladados a Estados Unidos, algo negado rotundamente por el Gobierno. “La administración Roosevelt impidió con éxito que se repitiera la procesión masiva de la Ciudad de México y las guardias de honor de los trabajadores en el féretro del líder bolchevique mártir. Pero no pudo evitar la cercanía de Trotsky a las mentes y corazones de los mil quinientos que abarrotaron el impresionantemente decorado salón principal del hotel Diplomat, en el centro de la ciudad de Nueva York para la reunión de homenaje ese miércoles por la noche”, relata una crónica del Socialist Appeal. Cabe recordar que la prensa mexicana reflejó la conmoción y su sorpresa ante la movilización de obreros que desató el funeral de Trotsky, con una asistencia que estimaron entre las 60.000 y 100.000 personas.
En el acto neoyorquino se reprodujo el discurso que Trotsky había grabado en octubre 1938 para celebrar la fundación de la IV Internacional. Allí señala: “Queridos amigos, no somos un partido igual a los demás. No ambicionamos solamente tener más afiliados, más periódicos, más dinero, más diputados. Todo eso hace falta, pero no es más que un medio. Nuestro objetivo es la total liberación, material y espiritual, de los trabajadores y de los explotados por medio de la revolución socialista. Si no la hacemos nosotros, nadie la preparará ni la dirigirá”. Como señala la crónica del acto citada, “así fue que el propio Viejo dio la clave de la velada: la dedicación a la tarea revolucionaria que se avecina”.
El acto fue presidido por Farrell Dobbs, un experimentado dirigente obrero del SWP. Además de Dobbs, fueron oradores Antoinette Konikow [1] y Albert Gates, como representante del Workers Party [2]. Dobbs leyó una propuesta de dos telegramas, uno dirigido a la Natalia Sedova y otro al presidente mexicano Lázaro Cárdenas. Ambos fueron aprobados por exclamación.
“Desde esta reunión para honrar su memoria, nosotros, camaradas y amigos de León Trotsky, le enviamos a usted, su devoto compañero tanto en el triunfo como en la adversidad, nuestro más sentido pésame por su prematura muerte. Su pérdida es nuestra pérdida, la pérdida de la humanidad. Nos dedicamos de nuevo en su tumba al logro de la gran tarea por la que vivió y murió”, afirma el telegrama enviado a Natalia Sedova.
En tanto que el telegrama dirigido a Cárdenas expresa la “gratitud y agradecimiento” al pueblo mexicano y al propio Cárdenas por “la generosa hospitalidad brindada al gran exiliado perseguido durante los últimos años de su vida”. Días después, el presidente mexicano respondió agradeciendo el reconocimiento.
El principal orador del mitin fue James P. Cannon, quien pronunció un vibrante discurso en torno a las últimas batallas dadas por Trotsky en pos de continuar la herencia revolucionaria, cristalizada en la IV internacional. Siguiendo esa idea, Cannon exhorta a honrar con la acción el objetivo final de Trotsky: una sociedad comunista, libre de explotación y opresión.

“Trotsky sobre Estados Unidos”

En este artículo, publicado en 1960, Cannon repasa la relación del revolucionario ruso con Estados Unidos. Trotsky analizó las contradicciones del ascenso norteamericano en la pelea por la hegemonía mundial, al tiempo que siempre buscó intervenir en la organización del movimiento socialista.
A dos décadas del crimen stalinista, Cannon plantea la vitalidad de las ideas de Trotsky para la acción revolucionaria, en la época de la “coexistencia pacífica” con el imperialismo norteamericano pregonada por la burocracia soviética encarnada en Nikita Kruschev.
Sobre el final de este trabajo, Cannon plantea que así como Trotsky fue colaborador de los revolucionarios norteamericanos de su generación, espera que a través de sus escritos sea “un colaborador de la nueva generación de constructores del partido de la revolución socialista”. Un objetivo que mantiene plena vigencia.

Maximiliano Olivera

Notas

[1] Antoinette Konikow (1869-1946) nació en Rusia y a los 19 años, como estudiante universitaria, se unió al grupo Emancipación del Trabajo dirigido por George Plejanov. En 1893 emigró hacia Estados Unidos, donde se involucró en el movimiento socialista. Se opuso a la Primera Guerra Mundial, fue parte del ala izquierda del Partido Socialista que se radicalizó con la Revolución Rusa y fundó el Partido Comunista. Rompió ante el PC stalinizado y luego militó en el SWP. En 1938 celebró sus 50 años como militante socialista revolucionaria. Además es considera una pionera en la lucha por los derechos de las mujeres.
[2] Albert Gates fue el sobrenombre de Albert Glotzer (1908–1999), quien inició su militancia en la juventud del PC norteamericano, de donde fue expulsado en 1928 por “trotskista”. Desde los inicios fue parte de la formación de la Oposición de Izquierda en EEUU. En 1937 fue enviado a México por sus habilidades como estenógrafo para colaborar con la Comisión presidida por John Dewey, que mostró las farsas de los juicios de Moscú con Trotsky. En la pelea fraccional que hubo en el SWP en 1940, Glotzer se alineó con el grupo de Max Shachtman que formó el Workers Party. Con el paso de los años volvió al Partido Socialista.

https://www.laizquierdadiario.com/Trotsky-y-los-revolucionarios-en-el-corazon-del-capitalismo

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