Con una protesta y un piquete sostenido durante 3 semanas en el paso internacional de Guerguerat, que conecta el territorio ocupado de Sahara Occidental con Mauritania, el pueblo saharaui dio una muestra de que está en preparación un reforzamiento de la lucha por la independencia de este territorio que desde 1976 se encuentra ocupado por Marruecos y sus fuerzas armadas. Se trató de una acción estratégica ya que por el paso se trasladan buena parte de las riquezas saharauies expoliadas, como lo producido por la industria pesquera, fosfatos, hierro, gas y arena. El 13 de noviembre, haciendo uso del ejército de ocupación, Marruecos reprimió violentamente el piquete, lo que fue considerado por el Frente Polisario como la ruptura del alto el fuego vigente entre los ocupantes y quienes luchan por la independencia.
La ocupación marroquí de este árido territorio, el último resabio del imperio colonial español, fue la consecuencia de un acuerdo entre la monarquía borbónica, el régimen monárquico marroquí, Arabia Saudita y los Estados Unidos. España buscaba mantener un lugar privilegiado para sus empresas en la explotación de los recursos naturales y el imperialismo yanqui quería apuntalar a la monarquía marroquí como un aliado regional frente a otros países, como Argelia, que en el periodo orbitaban alrededor de la Unión Soviética. La nueva ocupación desplegada por Marruecos se dio sobre la base de reprimir la autodeterminación nacional del pueblo autóctono de la región, los saharauis, que dieron una enorme lucha por conseguir su independencia. El Frente Polisario, un partido – ejército favorable a la autodeterminación pero que no tiene como norte el gobierno de trabajadores, declaró en 1976 la independencia de la (parcialmente reconocida) República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y desde ese momento hasta 1991 estuvo en conflicto armado con las fuerzas de ocupación. El alto al fuego determinado por la ONU suponía la realización de un plebiscito para determinar el status que adquiriría el territorio, votación que no fue nunca llevada a cabo.
Así, se da un proceso que muestra a las claras la naturaleza del orden imperialista dispuesto en la “comunidad internacional” así como de la democracia española, ya que mientras la ONU debía garantizar el plebiscito, en la realidad se dedica a defender un status quo de pauperización y expoliación de los saharauis. España, por su parte, se dedica a reforzar sistemáticamente sus estrechos lazos con la monarquía marroquí de Mohamed VI. Además de ser un socio a la hora de anudar acuerdos económicos beneficiosos (en 2018 el 80% de los barcos pesqueros que operaron en aguas saharauies fueron de bandera española), Marruecos es un aliado de España en el “combate” contra la inmigración ilegal, lo que incluye jugosos subsidios para las fuerzas represivas marroquíes. Esta política está siendo continuada sin miramientos por el gobierno “progresista” del PSOE y Podemos.
Por lo tanto, el conjunto de las estructuras políticas internacionales organizadas por el imperialismo son las garantes de la difícil situación de cientos de miles de saharauis que viven en condiciones dramáticas, en campamentos instalados en un ambiente inhóspito, y, cerca de 200 mil, en una franja de territorio que Argelia les concedió y en donde residen las autoridades de la RASD. Del total del territorio saharaui solo una parte es controlada por el gobierno del Frente Polisario, encontrándose separada del resto por un muro de 2700 kilómetros, el más largo del mundo, construido por Marruecos y defendido por sus fuerzas armadas, junto con búnkeres y campos minados.
Desde la ruptura del cese al fuego hecha por Marruecos el 13 de noviembre, el Frente Polisario viene informando la realización de bombardeos de artillería hechos por sus fuerzas contra las instalaciones del ejército marroquí, lo que incluiría bajas y cuantiosas pérdidas materiales, no confirmadas por Marruecos e imposibles de confirmar para la prensa internacional ya que el acceso está vedado.
La pelea por la autodeterminación y la independencia del Sahara Occidental y de su población autóctona es una justa causa que debe ser apoyada por la clase obrera de todo el mundo. De lo que se trata es no solo de apoyar las acciones de lucha de los saharauis sino de llamar a una lucha común por este objetivo a los trabajadores y la juventud marroquí que tienen sus propios motivos para enfrentar a su reaccionario gobierno, lo mismo vale para la clase obrera española que debe enfrentar al principal sostén del rey Mohamed VI. Las recientes movilizaciones en apoyo a la causa saharaui realizadas en decenas de ciudades españolas son un fuerte aliciente en ese sentido.
El destino del Sahara Occidental se juega en el tablero más general del mundo árabe. Este viene siendo sacudido por importantes levantamientos en los últimos años (Argelia, Líbano, Sudán, Irak e Irán). Una nueva oleada crearía condiciones más propicias para la independencia. Esa oleada debe culminar con gobiernos de trabajadores y con el final de la dominación imperialista en la región.
Leandro Morgan
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