Para que no queden dudas sobre en qué consiste el pacto vamos a los hechos. Al presupuesto aprobado en diputados (que el Senado devolvió por cuestiones de técnica parlamentaria) se suma la eliminación sin anestesia del IFE en un cuadro donde continúa el parate económico y los despidos siguen a la orden del día. Como bien caracteriza Marcelo Mache en Prensa Obrera «entra el FMI sale el IFE». Esto por sí mismo serviría para caracterizar que estamos frente a un gobierno profundamente antipopular. Pero la lista no termina ahí.
Se conoció el proyecto de ley de movilidad jubilatoria que es un nuevo robo, esta vez «sin techo». La modificación condena a los jubilados a depender de la recaudación de los aportes previsionales; en realidad quedan rehenes de una política de vaciamiento de la Anses que cada vez provoca más eximiciones de aportes a los sectores patronales además de un manejo delincuencial del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Es claro que el tema del ataque a la movilidad jubilatoria (o sea su actualización) es de larga data, debiéramos concluir sin dudas que es una de las razones para terminar con este régimen: todos los gobiernos en las últimas décadas se dedicaron a depreciar el haber jubilatorio, para los partidos que gobiernan y gobernaron el ataque a las jubilaciones es, sin dudas, una cuestión de Estado.
La política que está dispuesto a acordar con Guzmán con la misión del Fondo está plagada de reformas «estructurales» (previsional, laboral, impositiva, etc.) que tienen como común denominador un ataque al pueblo trabajador, a derechos adquiridos (como resultado de históricas y aguerridas luchas) y la decisión de desangrar al país para hacer «honor» a una deuda fraudulenta en manos de parásitos.
También hay que destacar que esta subordinación al capital financiero internacional, personificado en el FMI, recorre a todas las alas del gobierno. Cuando CFK mandó la carta a Alberto Fernández dijimos que lo más sustancial de ella era el llamado a un acuerdo nacional con todos los sectores (incluido Magnetto del Grupo Clarín) y rápidamente esta orientación fue la que primó en todos los integrantes de la coalición gobernante, e incluso de la oposición (que hasta le sacó el cuerpo a los «banderazos»). Hay un hilo entre la carta de CFK y el pacto con el FMI como desarrolla Gabriel Solano en el editorial de Prensa Obrera N° 1.609.
Pero así como es claro el rumbo del gobierno, oscuras son las posibilidades que tiene de dar una salida a la crisis económica. La «pax cambiaria» parece que perdió sus cinco minutos de fama, no solo se volvió a profundizar la brecha cambiaria sino que sobran las evidencias de que el Banco Central tiene reservas negativas (lo que quiere decir que está metiendo mano en los depósitos en dólares); la inflación cobró empuje nuevamente a pesar del parate económico. Por eso junto al «acuerdo nacional» para que pacte con el FMI crece la inquietud entre sectores diversos de la burguesía que toma nota de que la frazada del gobierno para cubrirlos frente a la crisis es corta y que muchos de ellos sucumbirán con el agravamiento. Es evidente que el acuerdo con los bonistas y el Fondo disminuyen mucho más los recursos para salir al rescate de todo el capital. Es un círculo vicioso del cual solo se puede salir imponiendo otro régimen social: el de los que producen la riqueza, o sea los trabajadores.
De esta inquietud patronal se hizo eco la burocracia sindical de los gordos que salió a «alzar la voz» (sin mucha potencia) con amenazas de medidas de fuerza donde mezclan quejas por la situación de los trabajadores con reclamos precisos de las patronales. Pero la CGT recepta también que hay un malestar profundo entre los trabajadores que toman en sus manos, como sucede con la cuestión de la vivienda y la ocupación de tierras, la resolución de sus reivindicaciones. El tema salarial cobra nueva fuerza porque se han firmado acuerdos a la baja que son inaceptable con el aumento del costo de vida en pleno auge. Hubo autoconvocatorias de ferroviarios, de trabajadores de la salud y de la UOM (¡Siderca!), un camino que es difícil desandar una vez que se recorre. Nos ponemos a trabajar fuertemente en una campaña por el paro nacional y un plan de lucha y a las centrales obreras les exigimos que rompan con el gobierno.
Del efecto que provocan las medidas del gobierno también tomó nota el kirchnerismo y desempolvó el proyecto de impuesto a la riqueza, convertido en «aporte solidario» y se dispone a tratarlo el martes en Diputados. No solo llega después de 7 meses sino que está superdeshilachado, con los intereses que ganaron en un mes jugando en la timba de la especulación que les armó el gobierno podrán pagarlo. (De todas maneras, aprobado y todo apelarán a la justicia para no pagar.) Pero, advertimos, ojo que es una trampa para ocultar todo el saqueo al bolsillo popular, es un «Caballo de Troya» para ocultar todo el resto. Un impuesto a la riqueza en serio es el que presentó el FIT en abril y que nunca quisieron tratar. No avalamos la maniobra de Máximo y cía. y sostenemos el nuestro.
Cuando esta columna esté en sus manos, se estará desarrollando el acto multitudinario del Partido Obrero en la Plaza de Mayo, decenas de miles manifestarán su decisión de ir a la lucha por una salida obrera y socialista. Ya los actos realizados el viernes 13 y la mañana del sábado 14 superaron las previsiones de concurrencia. Este sábado serán muchas las plazas y continuarán el próximo 20 y el 28. En Prensa Obrera hay una crónica detallada de cómo los trabajadores se preparan para intervenir «por la propia» en la situación política.
Buen domingo.
Eduardo Salas
Editor de Prensa Obrera
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