“No miren arriba” (“Don´t Look Up”) el reciente estreno de Netflix cuenta la historia de dos astrónomos. Uno es Randall Mindy, profesor en la Universidad de Michigan (Leonardo Di Caprio), la otra una estudiante que está realizando un doctorado en astronomía, Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), quien descubre que un meteorito va a estrellarse y destruirá el mundo tal cual existe. Desesperados informan a sus superiores del fatídico descubrimiento, sabiendo que corren contrarreloj para encontrar cómo evitarlo y en cuestión de horas se encuentran volando a Washington para encontrarse con la presidenta de Estados Unidos. Mientras en la Casa Blanca, Janie Orlean (Meryl Streep) está preocupada atendiendo algunos escándalos que la salpican a ella y a su partido a meses de las elecciones legislativas. Su personaje y su entorno recordarán muchas veces al ex mandatario republicano Donald Trump.
“Nos mean y la prensa dice que llueve”
“Exactamente dentro de seis meses y catorce días, un cometa de entre seis y nueve kilómetros de ancho –mucho mayor al que acabó con los dinosaurios– caerá sobre el Océano Pacífico, a cien kilómetros de Chile, y generará un cataclismo de proporciones bíblicas que extinguirá a la humanidad en un abrir y cerrar de ojos”. Está es la noticia que entregarán los científicos al alto mando estadounidense y sorprendidos por ser burlados e ignorados acudirán a los grandes medios en busca de que el mundo tomé conciencia. Pero no importa la veracidad de los hechos que presentan, cuando en las redes son un meme conspiranoico.
“Adam McKay -director y guionista- pensó una película sobre la crisis climática, pero creó una sensación de urgencia haciéndola sobre un cometa que golpeará la Tierra y cómo la ciencia se politiza frente a eso” comentó Di Caprio durante la conferencia de prensa de lanzamiento del film. “El personaje de Kate es increíblemente franco, como a su modo lo es Greta Thunberg. Mi personaje, en cambio, trata de jugar dentro del sistema”, agregó.
El actor viene desarrollando una militancia ambiental hace unos años con varias producciones sobre la temática en su haber. “Durante décadas busqué una película que tratara sobre el cambio climático, pero es un problema que todos sienten que está en última instancia. La pregunta es qué diferencia podemos hacer nosotros, qué podemos aportar a esta causa”, señala al ser consultado.
“El mundo se está desmoronando y a nadie parece importarle”
Está sátira sobre el capitalismo tiene representado por supuesto a un gran empresario, Peter Isherwell (Mark Rylance), una suerte de Elon Musk, un multimillonario fundador y CEO de la compañía tecnológica Bash y el mayor aportista en la campaña de la Presidenta Orlean.
¿Cómo abordaría una potencial destrucción del planeta un sistema que solo piensa en la mayor productividad y el mayor lucro en mano de unos pocos? Esta comedia plantea que el destino de la humanidad no tiene futuro si quienes pueden hacer algo para salvar el mundo de la catástrofe no trabajan por el bien de las grandes mayorías.
Al ser una sátira se encuentra en un equilibrio un poco confuso entre la denuncia y la banalización. Ciencia versus teoría conspiranoica o ciencia ficción. “No miren arriba” se burla de la sociedad capitalista actual mientras intenta enviar un mensaje aleccionador, después de todo, como señala la periodista estrella del canal al que fueron Randall y Kate, «eso es lo que hacemos, alivianar las malas noticias».
La película da en el clavo en contar que la humanidad se conduce hacía la destrucción del ambiente y por lo tanto del mundo que habitamos mientras políticos, empresarios y medios nos dicen que “no miremos arriba”.
Hay que mirar arriba, antes que sea irremediablemente tarde
Impulsada por Bash hay una campaña mediática y política en torno al meteorito y las posibles ventajas que acarrearía que incluyen muchos relatos, donde cualquier semejanza con la realidad no son pura coincidencia. Una de ellas es la falsa idea de la generación de empleo y de los potenciales desarrollos que generaría su explotación como recursos naturales, algo como lo que se oye decir en las tierras donde se pretende avanzar con el agronegocio y la megaminería. Parodiando al terraplanismo, la película juega con la idea del descredito a la ciencia y lo extrema en este planteo de evitar levantar la mirada para no ver al meteorito.
El film deja ver una incipiente organización que gana lugar en las redes sociales y que encabezan Kate y Randall pero que no logra generar levantamientos que tuerzan el brazo a los líderes mundiales. La humanidad según esta historia, parece destinada a ver pasar el fin del mundo o a lo sumo saquear algunos supermercados. Incluso el guion plantea una falsa expectativa en los gobiernos capitalistas que no lograron entrar al negocio del meteorito (China y Rusia) y que recién cuando se quedan afuera deciden emprender sin éxito un intento de bloqueo a la llegada del meteorito.
Pero más allá de la pantalla, en el mundo real, las grandes puebladas como el Chubutazo que logró frenar hace semanas una ley que abría paso a la megaminería en la provincia patagónica, son señales de alerta y una alternativa que muestra que herramientas tenemos a mano para frenar las catástrofes a las que nos empuja el capitalismo. Más cuando el arco gubernamental está saliendo a defender al negociado y cuando los medios burgueses solo se hicieron eco sobre que ‘algo andaba mal’, cuando las oficinas gubernamentales comenzaron a arder y lo hicieron apelando al típico discurso de los “disturbios”. El negocio de la megaminería y la votación exprés quedaron opacados, tras la noticia del fuego en Rawson.
La enorme victoria popular no dejó sepultado el operativo minero por parte del gobierno. La propia vocera presidencial, Gabriela Cerrutti es la que viene poniendo la cara en las conferencias de prensa de los últimos días afirmando que “hubo muchas cosas que se dijeron en Chubut que no son ciertas. No es cierto por ejemplo que estuviera comprometido el tema del agua por la explotación de esta mina”. El Chubutazo es una alerta en el mundo real que grita que es hora de levantar la cabeza (y levantarnos), aunque los Arcioni o los Fernández digan a través de Cerrutti “no miren arriba”.
Terminando con el film, con muchos condimentos hollywoodenses y el enorme elenco que la componen, hacen de esta película un buen plan para pasar las casi 2 horas y media que dura, palpitando si el mundo está o no por explotar.
Beita De
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