La pandemia de covid-19 y la del gobierno neoliberal liderado por Luis Lacalle dejan al desnudo un sistema voraz e insaciable que deja a miles con la panza vacía.
¿Y el pan para hoy?
En las últimas semanas empezaron a circular por medios de prensa, informes y noticias sobre casos de hambre y mala alimentación en centros educativos de Montevideo. Los titulares se esparcieron como pólvora y el debate se instaló en medios oficiales y redes sociales. La primera reacción del gobierno fue negar y desacreditar tales situaciones.
La vicepresidenta de la República, Beatriz Argimón, consideró al respecto que “estamos asistiendo a la construcción de un nuevo relato por parte de la oposición”. “Se llegó a hablar de hambruna, se llegó a hablar de fracaso en las últimas horas. Seguramente, en breve también alguien puede llegar a comer pasto, como se nos dijo alguna vez”, comentó el 18 de mayo en una rueda de prensa.
La referencia a comer pasto es a la crisis del 2002. Un docente de esa época relató que conoció casos de gente que comía pasto en una especie de caldo del mismo. El caso resonó por todo el país e internacionalmente. La derecha desde allí se encargó sistemáticamente de que dicho episodio se convirtiera en un mito y una leyenda de mala fe por parte de la izquierda.
“Acá hay gente que, en lugar de buscar que los niños coman, busca salir en el diario”, dijo el consejero de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) Juan Gabito en el programa radial En perspectiva, con suma frivolidad.
Números fríos, realidad caliente
Según la encuestadora Cifra, un 52% de la población entiende que el desempleo aumentó, un 62% que la inseguridad aumentó y un 84% que la inflación también, pese a la sempiterna mueca-sonrisa de Lacalle..
Un relevamiento de la Usina de Percepción Ciudadana, buscó recoger la opinión de la población sobre seguridad y hambre, y arrojó que la mayoría de la población entiende que el hambre y el desborde de la situación de la seguridad son una realidad palpable a diario.
Frente a la pregunta sobre cuán de acuerdo está con la afirmación “Hay mucha gente pasando hambre en Uruguay”, 63% de la población estuvo de acuerdo o muy de acuerdo, mientras que 15% no estuvo de acuerdo ni en desacuerdo y 20% estuvo en desacuerdo. Dos por ciento no sabe o no contesta.
Mientras el acuerdo con la frase alcanza a 75% en los sectores socioeconómicos bajos, en los sectores medios alcanza a 64% y en los altos a 55%. Las mujeres tienen un nivel de acuerdo mayor (71%) en relación a los hombres (55%).
Seguridad pública
La inseguridad volvió a ser la principal preocupación de los uruguayos, según la última encuesta de Opción. La preocupación por el tema aumentó 11 puntos porcentuales en el último trimestre (pasó de 18% a 29%) y el mayor incremento se dio entre los votantes de la coalición multicolor de derecha, en el gobierno.
Aunque si se suman las distintas temáticas consultadas, la realidad económica es la que más preocupa. Un 14% menciona la suba de precios, otro 14% el desempleo, 10% los bajos salarios y 9% la pobreza.
La encuesta de la Usina de Percepción Ciudadana también consultó sobre la seguridad con la frase “La seguridad pública está desbordada”. Los resultados arrojan que 66% de la población se encuentra de acuerdo con la afirmación, mientras que 16% no está de acuerdo ni en desacuerdo y 16% está en desacuerdo. 2% no sabe o no contesta.
Dato mata relato
El sociólogo y director de opinión pública de la consultora Opción, Rafael Porzecanski, advierte en base a las últimas mediciones que el gobierno enfrenta “un trimestre complicado”. Ve “caída” en aprobación de Lacalle por encima de fluctuaciones habituales. “Una de las grandes piedras en el zapato del gobierno, y con la que le ha costado lidiar, es la tarifa de los combustibles”, opinó.
La encuesta de Opción, consultó sobre de quién se cree que es la responsabilidad de los problemas económicos. Para casi la mitad de los encuestados, 48%, los problemas económicos mundiales son la principal causa de los que tiene el país; 27% cree que la responsabilidad es del gobierno, mientras que 17% la atribuye al gobierno previo.
El informe de Opción Consultores aclara que, por primera vez desde que se aplica esta pregunta (segundo trimestre de 2020), “quienes atribuyen mayor responsabilidad al gobierno actual superan a quienes atribuyen mayor responsabilidad al gobierno anterior”.
El oficialismo se ha parado siempre sobre dos pilares en su relato y justificación de acción de gobierno. La primera es echarle la culpa de todo al centroizquierdista Frente Amplio. Según dicha encuesta, esta táctica empieza a hacer agua. La segunda sigue más firme y es la de mostrarse indemne e indefenso ante las condiciones externas.
Es cierto que Uruguay es un punto en el concierto internacional y no gravita. Pero si todo es culpa del afuera, que entreguen la llave de la casa de gobierno y se dediquen a hacer negocios, que de eso saben.
Niega niega que algo quedará
Como en el 2002, la coalición gobernante de derecha se escuda en las causas externas, que existen, pero no explican todo el panorama. La actitud pasiva del gobierno, como si se estuviera maniatado de pies y manos, no coincide con las sucesivas subas de combustible y los recortes en varias áreas del Estado.
En el 2002 fue la aftosa, la corrida cambiaria en Argentina. Hoy la excusa exterior para ajustar a la interna es la pandemia y la guerra en Ucrania. La premisa es negar; como se negó a los niños que comían pasto en la última catástrofe socio-económica del país. Toda crítica es tomada como “traición a la patria” como diría una senadora incontinente y verborrágica.
Se pide “no poner palos en la rueda” desde el gobierno, pero el propio palo en la rueda son los gobiernos oligárquicos que condenan a otra generación al hambre, a la desnutrición, a desarrollarse en condiciones indignas, mientras las exportaciones no paran de engordar al gran empresariado.
Nicolás Centurión. Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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