Los anuncios de la Reserva Federal
La Reserva Federal norteamericana (Fed) elevó la tasa de interés al rango de 1,5-1,75% y dejó abierta la puerta a nuevos incrementos que la llevarían a fin de año por encima del 3%. Puntualmente, la suba anunciada ayer por el organismo fue de 75 puntos, la mayor desde 1994.
La aceleración de los incrementos en las tasas obedece a que las subas anteriores no hicieron mella en la inflación, que en mayo cerró al 8,6% interanual en la principal economía del mundo. Son los mayores niveles desde los ’80. Europa también registra niveles récord.
En una economía global que ya está en una desaceleración, la suba de tasas acentúa las tendencias a la recesión. Encarece, al mismo tiempo, la deuda de los Estados y las empresas, en momentos en que el FMI advierte sobre el crecimiento de la deuda corporativa (un tendal de compañías zombis –las que apenas obtienen ingresos para cancelar sus compromisos- podrían a la quiebra) y más de quince naciones “emergentes” tienen deudas superiores al 100% del PBI -Sri Lanka cesó recientemente sus pagos. Las economías desarrolladas también están fuertemente endeudadas.
Las medidas de la Fed, replicadas por otros bancos centrales del mundo, tienen un impacto directo sobre las familias trabajadoras, con un aumento del endeudamiento familiar. A modo de ejemplo, en Corea del Sur, donde aquél asciende al 104,3% de los ingresos, el gobierno está instrumentando subas que pueden conducir a quebrantos.
Otra las repercusiones será una mayor salida de capitales desde la periferia hacia las metrópolis, agravando la situación de países como Argentina.
Pero si la suba de tasas tiene estas consecuencias que agravan la crisis mundial, ni siquiera asegura una disminución de la inflación. La suba global de los precios de los alimentos y los combustibles está fuertemente ligada a una gran restricción de la oferta, agravada por la pandemia y la guerra en Europa pero que es previa a ellas, frente a lo cual la política de la Fed es estéril. A la vez, los niveles de las tasas todavía parecen correr detrás de los incrementos de precios.
Y si bien los anuncios de la Fed llevaron a una suba de las acciones en el mundo, las bolsas volvieron a caer el jueves y ya arrastran importantes caídas en lo que va del año. Los paquetes de rescate estatal de comienzos de la pandemia están llegando a su fin, igual que la política de compra de bonos por parte de los bancos centrales para sostener su cotización. Toda esa intervención no dinamizó el sector productivo sino que fue a alimentar negociados especulativos que empiezan a pincharse.
La política monetaria no puede resolver una crisis de fondo que hunde sus raíces en la caída de la rentabilidad del capital.
La crisis económica y la guerra, con su secuela de grandes penurias para las masas, plantea la necesidad de la organización de los trabajadores para derrocar este régimen social.
Gustavo Montenegro
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