jueves, julio 14, 2022

El Estado de Israel y Alemania retiran un mural en la exposición Documenta


La máquina de censura sionista en acción. 
 La obra pertenece al colectivo indonesio Taring Padi 

Kassel es una ciudad mediana de Alemania conocida, además de por haber sido hogar de los hermanos escritores Grimm, por contar desde 1955 y cada cinco años con la exposición internacional de arte contemporáneo Documenta.
 Este año fue noticia, además, por ser el escenario de una repetidísima puesta en escena. 
 En el día de la inauguración de la muestra, un clamor de censura se lanzó contra la obra People’s Justice, un mural colgante de grandes dimensiones creado por el colectivo indonesio Taring Padi. La pieza fue acusada de antisemitismo por incluir entre sus imágenes a un soldado representado con cabeza de cerdo y que lleva entre sus identificativos una estrella de David y el término Mossad (nombre de la tristemente célebre Agencia de Inteligencia israelí); así como a un hombre que lleva la sigla de la organización nazi SS en su sombrero y cuya vestimenta y peinado recordarían a un judío ortodoxo. La demanda escaló y llevó a que la obra fuese primero cubierta y luego retirada, intervención mediante de la Embajada de Israel y con complicidad del presidente alemán Frank-Walter Steinmeier, que manifestó “sus dudas” sobre participar de la inauguración de la muestra. 
 El clamor fue tan grande que empujó incluso a Taring Padi a emitir un comunicado de disculpas, no sin dejar de señalar que estaban “shockeados y tristes por el furor mediático que nos ha catalogado de antisemitas”. Como señalan en el comunicado, People’s Justice fue creado en 2022 con el objetivo de representar “nuestra lucha contra la dictadura militar de Suharto”, un régimen parido en el genocidio anticomunista de medio millón de víctimas y extendido de forma directa hasta 1998 (año de su renuncia) e indirectamente hasta el presente. El mural denuncia, asimismo, el respaldo de la CIA y la complicidad de una gran parte de los gobiernos del mundo con el sangriento régimen de Suharto, entre ellos el del Estado de Israel, histórico aliado de Estados Unidos. La representación del soldado israelí apunta en esa dirección. 
 Se trata, por tanto, de un nuevo hecho de censura apoyado en la estratagema del sionismo de catalogar cualquier denuncia del Estado de Israel como antisemitismo, manipulando pérfidamente la memoria de las víctimas judías del genocidio nazi para justificar sus propios crímenes. En particular, la limpieza étnica del pueblo palestino, en que se apoya la existencia misma del Estado de Israel. Entre los antecedentes resonantes en el mundo del arte, en 2015 se impidió que la cantante húngara Boggie participase de la competencia Eurovisión con su canción “Guerras para nada”, en la que denunciaba la masacre acometida contra el pueblo de la franja de Gaza un año antes (apodada cínicamente “Margen protector”).
 La censura había tenido sus episodios previos en la propia Documenta. Meses atrás, se lanzaron acusaciones de antisemitismo contra el colectivo encargado este año de la curaduría de Documenta, el también indonesio ruangrupa, por dar lugar a una exhibición del colectivo palestino The Question of Funding. El clima de persecución dio lugar a que en mayo la muestra palestina fuese atacada e intervenida con graffitis amenazantes. Un mes antes, ruangrupa había sido forzado a cancelar un panel de debate sobre antisemitismo e islamofobia. 
 No satisfecho con el ocultamiento del mural, el Consejo Central de los Judíos en Alemania exigió la renuncia de la ministra de Cultura, Claudia Roth, mientras que el presidente de la Sociedad Germano-Israelí demandó que hiciese lo propio la coordinadora general de Documenta, Sabine Schormann. Medios como Clarín informan que esta última estaría a la vuelta de la esquina, y que la exposición continuaría “de algún modo intervenida, bajo observación estrecha de (…) Roth, quien ya ha anunciado una reforma de sus estatutos y manejo municipal de sus fondos” (4/7). 
 Mientras Israel despliega pública y orgullosamente su política de Hasbará (“propaganda”, en hebreo), que supone la intervención sobre medios y foros para censurar denuncias contra el Estado sionista, corporaciones como Facebook instan a sus empleados de monitoreo a dar de baja cualquier publicación en esta dirección, y gobiernos de todo el mundo -incluido el argentino- se pliegan a esta política de persecución.
 La manipulación de la Inquisición, los pogroms y el genocidio nazi para justificar la política proimperialista y genocida de Israel amerita ser denunciada sin miramientos. 

 Tomás Eps

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