La ministra de Economía Silvina Batakis completó su primer mes de gestión con una gira por Estados Unidos, hacia donde viajó para reunirse con las autoridades del FMI y el Tesoro estadounidense, y mantuvo encuentro con grandes bancos y empresas yanquis. En cada instancia, la funcionaria ratificó su compromiso con el ajuste y aseguró contar para ello con el respaldo de todas las alas políticas del Frente de Todos, incluido el que responde a la vicepresidenta Cristina Kirchner.
En su estadía en Washington Batakis mantuvo un cónclave con Kristalina Georgieva, titular del Fondo, en el cual se rindió cuentas por el estado de las cuentas fiscales, y se reafirmaron las metas de recortes del gasto público -a despecho de las expectativas de conseguir un “waiver” (perdón). Para lograrlo, deberán emplear lo que la propia Georgieva definió días atrás como “medidas dolorosas”, ya que implica proceder en el segundo semestre a una caída del 7,8% real en las erogaciones del Estado. Los recortes seguirán golpeando sobre jubilaciones de indigencia, una obra pública paralizada, menores transferencias a las provincias y el congelamiento de los pases a planta.
Quiénes son los que van a pagar las consecuencias de este ajuste está fuera de discusión. Para graficarlo basta con tomar nota de que la ministra se negó a recibir a la Unidad Piquetera, que le reclamó una audiencia para manifestarle los reclamos por los que se movilizan decenas de miles en todo el país, pero completó una agenda en la capital norteamericana de citas con los especuladores de Wall Street (como el Citibank, Goldman Sanchs, Santander) y en la cámara de comercio con gigantes como Chevron, Google, Amazon y General Motors. El desdoblamiento cambiario a medida de los sojeros para tentarlos a liquidar la cosecha es solo un botón de muestra de cómo el brazo del gobierno se tuerce siempre en beneficio del gran capital.
Como sea, la presiones del capital financiero y el imperialismo se hicieron sentir, no solo en la ratificación de las metas del programa fondomonetarista sino también en las condiciones que pusieron el Banco Mundial y el BID antes de acceder a darle créditos en dólares a Argentina. Es que más allá de que Batakis declame tener respaldo político suficiente, semejante ataque a los trabajadores está concentrando tensiones en la calle. Es por eso que Alberto Fernández se vio obligado por la lucha piquetera a anunciar un bono de 11.000 pesos para los beneficiarios del Potenciar Trabajo, a todas luces insuficiente pero arrancado con la movilización popular. Que ahora la Utep, la CGT y las CTAs deban amagar con volver a las calles expresa cómo crujen todos los operativos de contención del descontento popular.
En plena corrida, Batakis va a aterrizar en Buenos Aires asegurando traer bajo el brazo el apoyo del FMI, el gobierno de Estados Unidos y las principales multinacionales, pero lo cierto es que es las metas no solo son incumplibles sino que los esfuerzos por satisfacerlas están disparando la inflación, paralizando la economía, acrecentando una bola de deuda que decanta en estas estampidas al dólar, y sobre todo empobreciendo más y más a la población trabajadora. A cada paso es más notoria la urgencia de un paro nacional y un plan de lucha contra el ajuste, en la perspectiva de pelear por una salida de los trabajadores a la crisis.
Iván Hirsch
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