A grandes líneas el “plan” consiste en una serie de medidas de “austeridad” y de disposiciones con el objetivo de manejar el endeudamiento en pesos. Batakis decidió en primer lugar un recorte de $ 600.000 millones destinados al gasto corriente, quedándose con las partidas resultantes de la subejecución presupuestaria. En la volada cae la obra pública, fondos universitarios, transferencias a las provincias, entre otras. Por otro lado, extiende el congelamiento de vacantes que ya impera en la administración pública al conjunto de los entes públicos y las empresas y sociedades del Estado. Batakis quiere una rendición mensual de cuentas para habilitar nuevos desembolsos, es la versión exacerbada del FMI que lo hace cada tres meses: más papista que el Papa. Batakis quiere “las llaves de todas las cajas para monitorear el ajuste”.
El objetivo del déficit 0 no es inocuo. En principio implica un golpe directo al bolsillo de los trabajadores ocupados y desocupados, que va desde el congelamiento en cantidad y monto de los planes sociales hasta el retroceso del salario de los empleados del Estado. El ataque a las jubilaciones está en cartera, bajo el requerimiento fondomonetarista de “licuar el gasto previsional”. Un primer paso es el fin de la moratoria previsional el próximo 22 de julio, sin que aparezca la intención o el acuerdo para renovarla. En la mira están los salarios de los privados, a los que CFK plantea atender con sumas fijas y sin paritarias.
El “plan de estabilización” plantea la subida de las tarifas, vía la tan mentada segmentación e implica además un aumento de la carga impositiva. El revalúo fiscal de las propiedades, al estilo Macri en CABA, implicará un aumento del impuesto a los bienes personales que recauda la Nación, pero será a su vez una presión sobre los gobernadores e intendentes para que actualicen impuestos y tasas sobre la propiedad teniendo en cuenta una valuación superior a la que hoy manejan y cubrir así la reducción de los fondos que Nación, por diversos programas y vías, envía a las provincias.
Más deuda
Con este objetivo de austeridad Batakis pretende recobrar la confianza de los bancos y especuladores financieros para que le renueven el crédito en pesos, única vía para financiar los gastos sin recurrir a una emisión desenfrenada. Batakis pretende no caer en la misma encerrona que Guzmán. Este quedó a merced de los tenedores deuda en pesos (vía leliqs o bonos del Tesoro) que no encontraron el “incentivo” para renovar las tenencias del Estado y por lo tanto se volcaron al dólar. Ahora la ministra garantizó, por un lado, una tasa que supere la inflación para darle un atractivo a las inversiones en pesos. La contracara es que un aumento de la tasa de interés es recesivo, es un golpe a la producción porque encarece el crédito.
Pero como esto no disipa la desconfianza en la capacidad del gobierno de hacer frente a sus deudas, Batakis ofrece una garantía superior. Aquellos tenedores de leliqs que compren bonos del Tesoro contarán con una garantía del BCRA que les permitirá retirarse en el momento que quieran sin perder un peso de capital o intereses. Es en la práctica un “seguro de cambio”, los especuladores tienen la garantía de que podrán salir cuando quieran y volcarse al dólar, el BCRA sostendrá los costos.
Como se ve, la idea del déficit 0 para “no gastar más de lo que tenemos” y evitar caer en el endeudamiento no cierra. Se potencia el endeudamiento en pesos a niveles que colocan el default a la vuelta de la esquina y además se colocan las reservas, que el Banco Central no tiene, como garantía de la operación.
Con el acompañamiento de Cristina
¿Por qué a Batakis le podría ir mejor que a Guzmán si ambos sostienen planteos similares: los acordados con el FMI?
El aval de CFK al nombramiento de Batakis parece ser la respuesta política que todos reclaman. En principio el kirchnerismo “duro” se llamó a silencio sobre las medidas anunciadas; si estas funcionan, por lo menos para que no se desmadre la situación, habrán hecho el trabajo sucio que nadie quiere hacer por temor a perder las elecciones.
Sin embargo el “plan de estabilización” no parece pasar la prueba en los papeles. Tampoco en la práctica. Por empezar no logró “tranquilizar” a los mercados. La inflación sigue avanzando. El desabastecimiento se está haciendo sentir. Este miércoles 13 el dólar blue tocó niveles históricos; el riesgo país alcanzó al de la convulsionada Sri Lanka, cuyo presidente acaba de caer por una rebelión popular frente al ajuste; y al de la Ucrania en guerra. La patronal agraria mantuvo su paro (más preocupada aun por la posibilidad de que la voluntad recaudatoria que impulsa el FMI la alcance por partida doble: revalúo fiscal y retenciones) mientras tiene a buen resguardo los granos esperando una devaluación y los molinos se paralizan por falta de materia prima.
El camino a la devaluación está potenciado además de las presiones de los grupos exportadores por el propio fortalecimiento del dólar a nivel mundial (incluso en desmedro del euro). Una devaluación vendría acompañada por una mayor inflación que ya entraría en los niveles de hiper que hoy bordea. En este cuadro la quiebra de la moneda se llevaría puesto al propio Banco Central. La corrida bancaria está a la vuelta de la esquina por dos motivos: la plata de los depósitos en pesos está en vidriosos bonos remunerados en el BCRA y hay reservas líquidas negativas porque están usando los dólares de los encajes para sostener el comercio exterior.
El gobierno no parece estar en condiciones de resistir este cuadro de desestabilización económica ni con el aval de CFK. Es por eso que Grabois, Yasky y otros referentes K han salido a rechazar el plan Batakis y amenazar con medidas de lucha. Incluso la CGT que viene deshojando la margarita habría resuelto movilizarse ¡en agosto! “contra los formadores de precios”. Este revuelo en las organizaciones ligadas al peronismo expresa un descontento por abajo pero también el interrogante de hasta cuándo durará el silencio de Cristina frente al temor de quedar aún más pegada a un derrumbe del gobierno. El kirchnerismo y CFK en particular (como lo destacó el propio Máximo) salieron al rescate del gobierno… del FMI.
El plan anunciado parece ser el episodio previo a un salto enorme en la crisis política y económica que precipite la salida de Alberto Fernández del gobierno, sin que aún un relevo esté maduro.
Por el paro nacional y el plan de lucha
La movida de la CGT contra los formadores de precios o de Grabois y la CTA por el salario básico universal buscan dejar fuera de foco lo esencial de la crisis: el fracaso del pacto con el FMI y el factor de desestabilización que este implica. Por ello está totalmente ausente de su pliego de reclamos. Sus variantes por una vía u otra buscan impedir que los trabajadores tomen en sus manos el control de la situación
La campaña por el paro nacional y el plan de lucha es un planteo para que los trabajadores intervengamos en la crisis por la propia. Para que opongamos al ajuste de Batakis y compañía nuestro pliego de reclamos: salario básico igual a la canasta familiar, paritarias libres, 82% para los jubilados, moratoria a cargo del Estado que impulsó la precarización laboral, salario mínimo vital y móvil superior a la canasta básica hoy en 100.000 pesos.
Pero la intervención de los trabajadores tiene que ir más lejos. Es necesario debatir nuestra propia salida. Establecer las medidas que hagan a los capitalistas pagar el costo de la crisis, por eso es necesario un congreso de delegados con mandato de todos los lugares de trabajo, junto a las organizaciones del movimiento piquetero.
En la situación actual hay un hecho que debe ser resaltado. Es un gobierno peronista el ejecutor de la política fondomonetarista cuya consecuencia más visible es el 50% de pobres, el retroceso en todos los términos del desarrollo del país, la fuga de la riqueza, la colonización imperialista, etc. Existe un movimiento popular que sale a enfrentar abiertamente esta orientación: la Unidad Piquetera reclamando trabajo genuino, un bono de $20.000 y la universalización de los planes mientras tanto; la lucha denodada de los trabajadores del neumático frente a la intransigencia de una patronal que “la junta en pala”, y a la cual el gobierno le ha hecho varias concesiones; el esfuerzo enorme de los docentes autoconvocados de La Rioja que sostienen su plan de lucha a pesar de la traición del gremio e incluso creando su propia organización gremial, solo para nombrar las luchas actuales.
Un programa de salida en los términos de las necesidades populares tiene que impedir la sangría que implica responder a los intereses capitalistas que hoy dominan. Y ese programa, el de los trabajadores, es el que está representado por las banderas socialistas.
Que el movimiento popular se dote de esas banderas representa un salto fundamental para superar al peronismo agotado en el altar de la defensa de una política rabiosamente antiobrera y antipopular. En esta perspectiva se inscribe nuestra campaña por poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas: para abrir el camino a un gobierno de los trabajadores.
Eduardo Salas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario