En la Basílica predilecta de Bergoglio.
Una vez más, un nuevo escándalo de pedofilia sacude al Vaticano y evoca, veinte años después, las historias de abusos sexuales de prelados a menores en la arquidiócesis de Boston, en Estados Unidos. El acusado principal es el monseñor norteamericano John Abruzzese, de 74 años, canónico de la Basílica Santa María la Mayor, de la cual es particularmente devoto el Papa Bergoglio.
El canónico John Anthony Abruzzese, originario del estado de Massachussets, en EE.UU., y que como sacerdote ejercía en la arquidiócesis de Boston, fue expulsado de su cargo y de la Ciudad del Vaticano por convivir con un joven italiano apenas mayor de edad.
El joven fue víctima de, al menos una década de abusos sexuales por parte de un cura en Sicilia, y tras esa experiencia de niño y adolescente, apareció recomendado en la basílica y pasó a convivir con el canónico Abruzzese. La resolución de Francisco fue enviar al cura abusador de nuevo a Boston, para garantizar su impunidad.
No es el primer caso que salpica el Vaticano: Varias asociaciones de víctimas de abusos sexuales por parte de miembros del clero en Italia exigieron al gobierno una investigación independiente sobre los abusos contra menores de edad cometidos por sacerdotes; y mantuvieron su organización y movilización callejera contra la impunidad.
A los curas abusadores, el Papa y el Estado no solos los unen amistades personales, sino vínculos políticos; especialmente por el papel de disciplinamiento social que la iglesia cumple en tiempos de ajuste y hambre. Por eso se les garantiza impunidad cuando abusan de niñes y adolescentes.
Está planteada la necesidad de profundizar un camino de organización contra la impunidad eclesiástica y estatal, de lucha contra el Estado, que ni siquiera cumple las leyes vigentes, como se ve en la subejecución del presupuesto para educación sexual mientras proliferan los convenios y subsidios estatales para el clero. Vamos por la separación de la iglesia y el Estado, para terminar con el status jurídico privilegiado de esta institución oscurantista y encubridora.
Vamos por la real separación de las Iglesias y el Estado.
Camila Michel
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