Argentina fue invadida por el humo emanado por los incendios que afectan actualmente a varias regiones de Bolivia y Paraguay y al Amazonas. Los resultados de la política en beneficio de los capitalistas que vienen implementando los gobiernos, con su consecuencia en un aumento de la sequía y en una devastación del ambiente en general, están nuevamente a la vista.
Bolivia es el país más afectado. Allí hay 72 puntos de fuego activos y se quemaron casi 4 millones de hectáreas de bosques y pastizales. El gobierno del MAS, liderado por Luis Arce, decretó la semana pasada la emergencia nacional; ya se suspendieron clases presenciales y vuelos en algunas de las zonas afectadas. La ciudad de Santa Cruz es el principal epicentro de los incendios; le siguen La Paz y Cochabamba.
Debido a la humareda, estas ciudades tuvieron un índice de calidad de aire malo; una amenaza para la salud de los habitantes. Las llamas terminaron con la vida de animales y obligaron a algunas comunidades a abandonar sus lugares de residencia. Desde 2010 que Bolivia no enfrentaba una propagación de incendios de estas características. Funcionarios del Ejecutivo han dicho que el fuego provino del Amazonas, otra de las regiones afectadas.
Lo cierto es que, al igual que en el Amazonas y en el Paraguay –donde los terratenientes tienen en sus manos más del 80% del suelo–, en Bolivia avanzan los desmontes y las quemas porque se implementa una política en beneficio de la agroindustria, los petroleros y los capitalistas en general. En Santa Cruz, donde opera la mayor parte de los agrocapitalistas, los cultivos pasaron de representar 260.000 hectáreas en la década del ochenta a alrededor de tres millones en la actualidad. Los burgueses presionan por seguir ampliando la frontera agrícola.
Bolivia pasó de tener 63 millones de hectáreas de bosque en 1985 a 55 millones en 2022. Es uno de los países con mayor deforestación del mundo. La tala y la quema de árboles, instrumentos para preparar terrenos para la siembra, han venido creciendo en los últimos años. Según Mapbiomas, “solo en 2023 desaparecieron 1,85 millones de hectáreas de bosque y vegetación no boscosa” (El País, 21/8).
En el Amazonas, fuente de recursos minerales e hidrocarburíferos, los capitalistas desenvuelven políticas similares bajo el amparo de los gobiernos. Bolsonaro dio cátedra de entrega del Amazonas a los capitalistas e imperialistas pero Lula no se queda atrás. En Bolivia, por más de que quiera diferenciarse de Arce en medio de una crisis política y económica brutal, Evo Morales desarrolló desde su lugar como presidente una política abiertamente pro oligarcas.
La política en beneficio de un puñado de oligarcas sojeros y capitalistas ligados a los negocios del gran capital internacional, que incluye vía libre a los desmontes, al extractivismo y a los incendios, ha llevado a varios países de América Latina a una crisis ambiental insoportable y no ha sacado a las economías de sus crisis. Todo esto, por el contrario, trajo consigo un reforzamiento del carácter primarizado de las economías y una mayor sumisión de los países a las potencias imperialistas.
En Argentina, el gobierno de Milei está desarrollando una orientación similar. El Rigi, el régimen de beneficios cambiarios e impositivos para el gran capital contenido en la aprobada Ley Bases, agravará la expoliación capitalista de los recursos del país y la depredación del ambiente. Esto, cuando avanza la deforestación en provincias como Chaco, ya hay incendios en Córdoba y el año pasado hubo 14 provincias bajo fuego.
Los gobiernos deben destinar los recursos necesarios para hacer frente a los
incendios. Está en manos de los trabajadores de la región desenvolver una pelea para echar a los capitalistas depredadores y a sus gobiernos.
Nazareno Suozzi
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