miércoles, junio 04, 2008

El Titán de Tréveris


La vida de Carlos Marx

Por Gustavo Espinoza M (*)

La mitología griega refiere que cuando Urano, el Dios del Cielo, quiso engendrar una descendencia que fuera invencible, cubrió completamente a Gea, la diosa tierra. De esa unión excepcional salieron los Titanes, el más joven de los cuales fue Cronos encargado de medir el tiempo. Prometeo, hijo de uno de los Titanes, robó el fuego a los dioses y se lo llevó a los hombres, por lo que fue engrilletado en una roca ante un profundo abismo. Allíacudían las aves de rapiña para comerle las entrañas, las mismas que se le regeneraban constantemente. Con el tiempo, Prometeo, liberado de la tortura por Heracles, ayudó a Quirón, y adquirió la inmortalidad, considerándosele desde entonces como un benefactor de la humanidad.
Guardando las distancias, Carlos Marx, que luchó como Prometeo en defensa del hombre y sus valores, y por eso pasó a la historia, para ser llamado el Titán de Tréveris, dada la magnitud de su aporte y su apasionante vida. A ella nos referiremos esta noche.
No nos ocuparemos entonces centralmente de su obra -que podría ser materia de otra exposición- sino de los hitos principales de su vida, aquellos que debemos tener presentes porque reflejan la historia el ideal socialista, del que se habla mucho, pero se precisa poco.
Carlos Marx nació el 5 de mayo de 1818 en la ciudad alemana de Tréveris, en el antiguo territorio de Prusia. Se cuplen hoy 190 años de este acontecimiento.
Esa región, que durante algunos años fue disputada entre Francia y Alemania, se tornó pronto en un importante laboratorio industrial germano. Allí surgieron las primeras fábricas y las clases sociales que representaban su esencia: la burguesía -propietaria de las mismas- y el proletariado, que se ganaba la vida trabajando en ellas a cambio de un salario.
El padre de Carlos Marx se llamò Enrique, y falleció cuando el autor del Manifiesto Comunista tenía 20 años. Su madre, Enriqueta Pressborg, tuvo a su cargo la educación de Carlos y sus hermanos, en una familia que fue relativamente extensa. Carlos tuvo 8 hermanos.
En 1830, cuando tenía 12 años, ingresó al Gimnasio de Tréveris.
En este periodo, tuvieron lugar importantes hechos de la historia.
En 1830 se produjo una Revolución en Francia y en los cuatro primeros años de esa década Europa fue conmovida por las primeras grandes luchas obreras.
Un conflicto particularmente importante fue la huelga de los tejedores de Lyon.
Cuando se habla de “los primeros escritos de Marx”, hay que referirse a las “consideraciones de un joven antes de elegir carrera”, elaborado en 1835.
Allí, esboza la esencia de lo que fue su teoría:
“No siempre podemos abrazar la carrera a la que nuestra vocación nos llama -dice- la situación que ocupamos dentro de la sociedad empieza ya, en cierto modo, antes de que nosotros mismos podamos determinarla”.
En otras palabras, asegura entonces que son las condiciones materiales de vida de las personas, las que determinan sus posibilidades de desarrollo en la vida; que la vida de las gentes estápredeterminada por la realidad que los rodea.
Muy Joven, teniendo apenas 18 años, estableció sus vínculos sentimentales con quien sería su esposa: Jenny de Westfalia, cuatro años mayor que él. Ambos, contrajeron matrimonio en 1843, cuando ya era un periodista conocido en diversos medios intelectuales europeos. En 1835 inicia Carlos Marx sus estudios universitarios en la ciudad de Bonn, pero luego se traslada a Berlín
Aunque comienza a estudiar Jurisprudencia, pronto sus inclinaciones fundamentales lo llevan a otros campos. Se sumerge en la filosofía, la historia y la economía.
En aquellos años, descubre su relación con el pensamiento filosófico hegeliano. De esa cantera extrae la idea del desarrollo, es decir, la base de la dialéctica, a la que convierte en el verdadero pilar de sus concepciones. En ese periodo Marx se consideraba a sí mismo como un “demócrata revolucionario”. Esta idea lo aleja de Hegel que en el plano de la política fue más bien conservador y monarquista.
En abril de 1841, y con una tesis referida a la diferencia entre la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro, Carlos Marx opta el grado de Doctor en Filosofía en la Universidad de Jena.
Interesado en la política activa se ligó a uno de los periódicos de la época “La Gaceta del Rin”, al que convirtió en un vocero de la oposición el régimen imperante. Poco después de convirtió en Director del periódico y en un critico feroz de la ideología reaccionaria prusiana.
El 31 de marzo de 1843 el gobierno clausuró la Gaceta del Rin como consecuencia de los artículos que allí había escrito Marx en defensa de los productores agrarios del valle del Mosela
Un año más tarde, en 1844 Marx publica una revista titulada “Los Anales Franco-Alemanes”.
Allí se confirma ya con claridad las concepciones revolucionarias del autor, que asume el materialismo como filosofía, y el socialismo como objetivo de lucha. En aquel año Marx califica al proletariado como “la fuerza social capaz de realizar la revolución socialista”.
En ese año -1844- se produce un gran conflicto social en Alemania: la huelga de los tejedores de Silesia.
En homenaje a esa lucha, Enrique Heine, el poeta alemán amigo de Marx escribió su inmortal poema “Canto a los tejedores de Silesia”, considerado una suerte de himno al proletariado de la época.
Ya en esos años Marx afirma claramente sus convicciones: la necesidad de la revolución social para transformar la sociedad y forjar el socialismo y la necesidad de derrocar al Poder antiguo y cambiarlo por uno nuevo.
En este periodo afirma su teoría asentándola sobre tres pilares: la filosofía clásica alemana, la economía política inglesa y el socialismo utópico francés.
Lenin diría después, que estas fueron las tres fuentes y las tres partes integrantes del Marxismo
Esta evolución, sin embargo, no se hizo de manera lineal ni académica. Tuvo lugar en medio de una polémica dura contra diversas concepciones seudo revolucionarias y en lucha abierta contra el régimen francés, el gobierno de Guizot, que representaba los intereses de la burguesía más reaccionaria. En esta etapa compleja de la vida francesa confluyeron las acciones de Carlos Marx y Federico Engels. Ellos habían tenido un contacto episódico en Colonia en 1842; pero sólo en Paris en agosto de 1844 pudieron establecer un vínculo efectivo.
Ambos forjaron no sólo una amistad imperecedera, sino también una relación de trabajo extremadamente útil para el pensamiento humano.
La primera obra que trabajaron en común fue llamada “Crítica de la crítica crítica”, una réplica a los hermanos Bauer que luego fuera publicada bajo el titulo de “La Sagrada Familia”.
La obra buscaba un deslinde claro con el socialismo utópico. Su tesis medular se orientaba a afirmar que el proletariado no podía emanciparse sin superar sus propias condiciones de vida; y no podía superar sus propias condiciones de vida, sin superar al mismo tiempo todas las condiciones inhumanas de vida de la sociedad. En otras palabras, Marx y Engels afirmaban que el proletariado debía tener conciencia de su misión para llevar a esta conciencia a la más completa claridad.
En 1845 Federico Engels publicó una de sus obras más importantes: “La situación de la clase obrera en Inglaterra”. En ella, el autor expuso las condiciones de vida del proletariado inglés bajo el régimen de dominación capitalista. Engels, en ese entonces, aun no había cumplido los 25 años.
En ese periodo, con entusiasmo escribía a Marx informándole de sus actividades, y le daba cuenta de haber intervenido en los tres primeros mítines comunistas de la época. En ellos habían participado 40, 130 y 200 personas, respectivamente.
Ese año Marx se vio precisado a dejar París y trasladarse a Bruselas. Allí trabaja con Engels en otra obra de gran importancia: La Ideología Alemana. En dicha obra, dijeron si ambages: “La Revolución no solo es necesaria porque la clase dominante no puede ser derrocada de otro modo, sino también porque únicamente por medio de una revolución logrará la clase que derriba salir del cieno en que está hundida y volverse capaz de fundir la sociedad sobre nuevas bases”.
También dijeron: “toda clase que aspira a implantar su dominio, aunque ésta, como ocurre en el caso del proletariado, condiciones en absoluto la abolición de toda la forma de la sociedad anterior y de toda la dominación en general, tiene que empezar conquistando el Poder Político”.
Esta obra, sin embargo no fue publicada sino en 1932. En su momento, el manuscrito, como risueñamente dijera Marx, fue entregado a la demoledora crítica de los roedores.
En Bruselas Marx debió sufrir tanto el acoso tanto de la policía germana como de las presiones de la gendarmería belga.
Ese mismo año, Marx y Engels viajaron por primera vez juntos a Inglaterra. En Manchester iniciaron el estudio de la economía política clásica inglesa.
En 1847 Marx polemiza con Proudhón, representante caracterizado del socialismo pequeño burgués, que sostiene la idea de transformar el capitalismo mediante reformas dejando intacta la base económica de la sociedad de explotación. Proudh0n había escrito –para sustentar su tesis- un libro titulado “La Filosofía de la Miseria”, al que replica Marx con “La Miseria de la Filosofía” en la que desarrolla la base teórica de su pensamiento revolucionario y esboza la tesis orientada hacia la formación de un Partido del Proletariado.
La base de ese partido existía ya. En 1834, en París se había creado su núcleo inicial con el nombre de “La Liga de los Miserables”. Sus elementos más avanzados, dos años más tarde, salieron de ella para fundar “La Liga de los justicieros”. Once años después. En 1847, invitaron a integrarse a ella a Carlos Marx y Federico Engels.
Los dos aceptaron la invitación aunque pusieron para ese efecto dos condiciones: Que la Liga trocara su nombre dejando de llamarse “Liga de los Justicieros” para denominarse “Liga de los comunistas”; y que cambiaran su consigna central: “Todos los hombres son hermanos”, por otra de claro contenido de clase: “Proletarios de todos los países, uníos!”. Ambas condiciones fueron aceptadas.
A fines de 1847 el II Congreso de la Liga de los Comunistas encargóa Carlos Marx y Federico Engels redactar el Manifiesto del Partido.
Ese es el origen de “El manifiesto Comunista”, que salió a luz en febrero de 1848 y cuyos 160 años recordamos nosotros aquí en esta Casa con una exposición del congresista Víctor Mayorga.
Una de sus afirmaciones más categóricas dice: “Los comunistas proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella, más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar…”.
En el Manifiesto Comunista se afirma también el sentido de lo que se llamaría luego “la dictadura del proletariado”: “El dominio político de la clase obrera se necesita para destruir la propiedad privada capitalista sobre los instrumentos y medios de producción, para centralizaros en manos del Estado de la clase obrera”
Algunos años mas tarde, en marzo de 1852, en su conocida carta a Joseph Waydemayer, Marx diría que la lucha de clases existente en la sociedad “conduciría necesariamente a la dictadura del proletariado” y que esta misma dictadura “no es de por si más que el tránsito hacia la abolición de todas las clases y hacia la sociedad sin clases”.
s bueno subrayar que cuando escribieron el Manifiesto, sus autores eran muy jóvenes. Marx tenía 30 años, y Engels 28.
1848 fue un año histórico en la vida de Francia y en la historia de la humanidad. Fue el hito que consumó los propósitos de la Revolución Francesa de 1789.
Como se recuerda, la Revolución Francesa, con las banderas de libertad igualdad y fraternidad se había ahogado en su propia sangre luego del gobierno del terror de Maximiliano Robespierre, cuando -como lo anota Tarlé- “enviaban víctima tras victima al cadalso”.
Luego vino La Convención, después el Directorio y más tarde el Consulado, que derivó en el régimen bonapartista de Napoleón.
Toda esta crisis de descomposición del proceso francés culminó en 1815 con el Congreso de Viena, que restituyó en el Poder a la Monarquía bajo la dirección de Luís XVIII.
Ese paso en falso de la historia, se produjo por la alianza de las monarquías europeas y por la traición alevosa de la burguesía que, intimidada por la lucha de los pueblos y el avance de la conciencia obrera, prefirió colocarla al lado de los explotadores y santificar su régimen.
El dominio de “los Luises” como se le llamó a este periodo concluyó el 24 de febrero de 1848, cuando fue destronado Luís Felipe de Orleáns y se proclamó nuevamente La República en medio de una tempestad revolucionaria que sacudió al corazón de Europa, y no solamente a Francia. Poco más tarde, en efecto, se produciría la Insurrección de Viena y la caída de Metternich en Austria y el derrocamiento de la monarquía en Berlín. Acontecimiento decisivo en el periodo fue sin duda la Insurrección victoriosa de Colonia, en la que el propio Federico Engels tuviera presencia decisiva.
n ese tempestuoso escenario, Marx fue detenido en Bruselas y también su esposa Jenny, Finalmente, Marx llegó a París el 5 de marzo de 1848, invitado por el nuevo régimen y redactó el Programa del Partido Comunista para La Revolución en Alemania.
Nuevamente la prensa revolucionaria se convirtió en una herramienta fundamental. Marx editóotra vez “La Nuevas Gaceta del Rin”, en lucha contra la reacción feudal.
Fue sin embargo efímera la victoria de las fuerzas avanzadas de entonces. En París los obreros fueron aplastados por la burguesía emergente y en Alemania Junkers y Prusianos se dieron maña para restituir el régimen de explotación antes vigente. El 7 de febrero de 1849 Marx y Engels comparecieron ante un tribunal acusados de “injuriar a las autoridades”. Se había producido la traición de la burguesía a la que aludiéramos, y su capitulación deshonrosa ante el Poder de las fuerzas tradicionales.
Marx perfiló claramente el triste rol jugado por la burguesía en ese entonces: “sin fe en símisma y sin fe en el pueblo, gruñendo contra los de arriba y temblando ante los de abajo , egoísta frente a ambos y consciente de su egoísmo, revolucionaria frente a los conservadores y conservadora frente a los revolucionarios, recelosa de sus propios lemas, frases en lugar de ideas, empavorecida ante la tempestad mundial y explotándola en provecho propio, sin energía en ningún sentido…” la burguesía, cedió el pasó a los antiguos amos de la sociedad que restauraron el orden de dominación vigente.
No fue fácil la victoria de la reacción. Los obreros presentaron batalla en Dresden, Badem, Renania y otras ciudades. Federico Engels participó personalmente en los combates, dirigió el levantamiento de barricadas, emplazó las fuerzas de artillería y combatió en la calle obstinadamente; pero como lo reconocieron los historiadores “la soldadesca prusiana sofocó las llamas de la insurrección mediante la masacre y los tribunales”.
El 11 de mayo de 1849 Marx debió abandonar Prusia. Engels lo describiría después: “no tuvimos más remedio que entregar nuestra fortaleza, pero evacuaos con armas y bagajes, con música y con la bandera desplegada del último número de nuestro periódico impreso en tinta roja…”
A la derrota, siguió el exilio. Marx en 1849 salió a Londres y debió vivir allí los 33 últimos años de su vida.
En medio de enormes dificultades materiales, los conductores de la revolución mundial debieron cobijarse en el taller industrial del mundo, el país capitalista más desarrollado de entonces y afrontar todas las vicisitudes y penalidades del proletariado. En ningún caso, sin embargo, arriaron sus banderas, ni descansaron en su lucha. Denunciando los crímenes contra los trabajadores en Alemania y Francia, trabajaron esforzadamente por producir y desarrollar su teoría política.
Una de sus grandes producciones fue el libro “La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850”, en la que definió a la revolución como “la locomotora de la historia”. En este trabajo se encuentra por primera vez el término de “dictadura del proletariado” como sinónimo del Poder Político que la Clase Obrera deberáejercer.
En “El dieciocho Brumario de Luís Bonaparte” Marx enfoca el Golpe de Estado en Francia y el reinicio de la dictadura. En ese trabajo, afirma “El proletariado revolucionario triunfante no puede utilizar el aparato estatal burgués con sus instituciones militares y burocráticas creadas para reprimir a las masas populares. Lo que debe hacer es destruirlo”.
Aunque la burguesía, aliada a la aristocracia tradicional había asestado duros golpes a los trabajadores, no fue ese el fin de la historia.
El proceso a los comunistas de Colonia, ocurrido en 1851, fue una lección imborrable de esa etapa de la historia. Y sirvió para mostrar la cobardía de la clase dominantes, que asustada por el ascenso de las luchas del proletariado, se entregó en brazos de sus antiguos opresores, la aristocracia feudal de aquel tiempo. El precio que se tuvo que pagar en esa circunstancia, como fue alto: la disolución de la Liga de los Comunistas.
La lucha de Mazzini a la cabeza de su pueblo por la unidad italiana, que hizo crisis en 1859, y la revuelta polaca de 1863 llamaron otra vez la atención del mundo y generaron una ola de manifiesta solidaridad. Marx trabajó en ella aprovechando además un hecho concreto: en 1863 se fundó la Unión General de Obreros Alemanes, como organización obrera independiente de la burguesía.
Aunque su ideario -diseñado por Lasalle- era insuficiente, su sola existencia fue un aliciente para que ganara fuerza la lucha por la unidad de los trabajadores en todo el continente. Así, en efecto, un año más tarde, en 1864, afirmando las grandes perspectivas del proletariado revolucionario -a las que se había referido Marx- nació la Asociación Internacional de Trabajadores, que pasaría a la historia como la I Internacional.
El acontecimiento ocurriría el 28 de septiembre de 1864 en el Saint Martin’s Hall de Londres, precisamente en un acto de solidaridad con el movimiento obrero y revolucionario polaco.
Con esa experiencia, se acumularon dos formulaciones que merecen ser rescatadas porque han sido olvidadas con preocupante frecuencia: la conquista del Poder Político como el gran deber de la clase obrera; y la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la propia clase obrera Ya en ese entonces Marx trabajaba en la elaboración que lo que sería su obra cumbre: El Capital, que comenzó a redactar en agosto de 1861, pero los prolegómenos de la misma -es decir, los escritos económicos de Marx- se remitieron hasta 1857 y 1858. El 16 de agosto de 1867 Marx dio por concluida su obra, que sin embargo debió ampliar virtualmente hasta su muerte. De todos modos, el 14 de septiembre de ese año, en Hamburgo, salió a luz la primera edición del tomo 1 de EL Capital”.
Su principal contribución quizá, fue el de poner en evidencia el origen de la riqueza: la plusvalía. “El obrero no sólo resarce al empresario de la fuerza de trabajo pagada por este, sino que por encima de ello produce plusvalía que el capitalista se apropia y que constituye la fuente de cuantas riquezas poseen las clases no trabajadoras: capitalistas, magnates, financieros, grandes comerciantes, burócratas y otros” n vida de Marx, sin embargo, los tomos 2 y 3 de El Capital no pudieron ver la luz. Fueron publicados años más tarde con la invalorable ayuda de Federico Engels. El segundo tomo salió, en efecto, dos años después de la muerte de su autor, en 1885 y el tercero en 1894, un año antes de la muerte de Engels.
En 1866 en Europa volvió a estallar una aguda crisis. Cumpliendo con su misión histórica, el Consejo General de la Internacional, dirigido por Marx, se convirtió en el centro del movimiento huelguístico europeo
La Internacional celebró 5 Congresos, el primero de los cuales, en 1866, tuvo lugar en Ginebra.
La gravedad de las tensiones sociales, sin embargo, pudo más que la naciente organización proletaria, debilitada además en su propia base por la política corrosiva de Bakunin y los anarquistas. El militarismo agresivo hizo de las suyas y en 1870 se desató la Guerra Franco Prusiana, que abrió el camino para el nuevo incendio de Europa.
La burguesía fracasó, sin embargo en su intento de enfrentar a los trabajadores de un país con los trabajadores de otro. Marx exhortó al movimiento obrero a luchar contra el militarismo y sus representantes, y no a combatir en una guerra fratricida. La burguesía fue a la guerra en condiciones precarias y Francia sufrió el duro efecto de la derrota.
El 2 de septiembre de 1870, el gobierno de Francia fue obligado a capitular en la fortaleza de Sedán; pero en París se proclamó la República. Poco después, el 18 de marzo de 1871 los obreros de París tomaron el Poder. Surgió La Comuna. El gobierno del general Thiers, que firmara la capitulación de Francia, no podía admitir que los obreros lideraran la lucha por la resistencia y ordenó desarmarlos. Fracasó en el intento y debió huir. Los soldados del régimen fueron vencidos por el pueblo en lucha. Y el 26 de marzo fue elegido el Consejo de la Comuna, el primer gobierno obrero de la historia.
Aunque en un inicio Marx vio con escepticismo las posibilidades de victoria, no escatimó esfuerzo alguno para ayudar a los obreros de París en esta coyuntura.
Su solidaridad con la Comuna fue incontrastable. Marx mantuvo contacto permanente con Leo Frankel, Eugene Varlìn, Eugenio Portier y muchos más. Y cuando el 28 de mayo de 1871 cayeron las barricadas de Paris en manos de la gran burguesía francesa y los militares prusianos, ayudó a escapar a miles de trabajadores perseguidos brutalmente.
Como se recuerda, los Comuneros fueron fusilados masivamente y la experiencia heroica que protagonizaran resultó ahogada en sangre. Pero aún hoy se canta el himno de los trabajadores en entonces, La Internacional, y se afirma la concepción que suscribiera Marx: “El proletariado no puede simplemente hacerse con la máquina estatal burguesa y utilizarla para sus fines, porque el instrumento de opresión de la clase obrera no puede ser instrumento de su emancipación”.
Las lecciones que extrajera Marx de la experiencia de La Comuna de París deben ser adecuadamente analizadas. Ellas fueron discutidas en los sucesivos congresos de la Asociación hasta su fin. Corroída en sus cimientos por la prédica liquidadora de los bakuninistas, la Internacional murió, pero dejó un recuerdo que perdura aún en nuestro tiempo
En aquellos años, como ahora, estaba siempre en discusión el tema de la unidad obrera, o la unidad popular. Los dirigentes de los Partidos hablaban mucho de la importancia de la unidad, pero a la hora de las decisiones, se guiaban más bien por sus intereses subalternos y estrechos, y no miraban la suerte del movimiento.
n Alemania, por ejemplo, existían dos Partidos Socialistas. De pronto, se pusieron de acuerdo y resolvieron fusionarse. Celebraron para ese efecto, en 1875, un Congreso en el que aprobaron su “Programa de unidad”.
Hoy muy pocos recuerdan ese congreso y a esos partidos. Pero símuchos recuerdan el trabajo que elaboró Marx y que pasó a la historia con el nombre de “Crítica al Programa de Gotha”.
Uno de los temas del debate, que se eludió para “ponerse de acuerdo” fue el del carácter del Poder Revolucionario. Marx lo subraya: “Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el periodo de la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este periodo corresponde también un periodo político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado”.
Otro tema en debate fue siempre el uso de los métodos de lucha. Para Marx, el terrorismo nunca fue un método revolucionario. En mayo de 1878 condenó abiertamente el atentado contra la vida del Emperador Alemán y subrayó que solamente serviría para provocar nuevas persecuciones contra los verdaderos socialistas.
El tema de la dictadura del proletariado se presta hoy a confusiones. Pero es muy simple.
En el seno de la sociedad actual, la democracia burguesa es eso, democracia burguesa. Y al mismo tiempo, es la dictadura de clase de la burguesía sobre el proletariado y otras clases y segmentos oprimidos de la sociedad.
Cuando triunfe la Revolución proletaria, la dictadura del proletariado será también la democracia proletaria más amplia.
Por eso algunos han optado por no hablar de dictadura del proletariado, para “no asustar” a la burguesía. Pero otros, han preferido simplemente guardar el concepto en el baúl como quien abandona allí un traste viejo.
A los primeros hay que advertirles que el tema no es asustar, o no, a la burguesía, sino ganar la conciencia de las masas. Y a los segundos, hacerles ver que en la dureza de la confrontación social, ellos, pregoneros de la democracia en abstracto, han terminado capitulando ante la dictadura de clase de la burguesía.
Pero Marx nunca hizo concesiones de principio.
La etapa final de la vida de Marx fue muy dura. El 2 de diciembre de 1881 murió su esposa Jenny. El 11 de enero de 1883 murió su hija, del mismo nombre.
El 14 de marzo de 1883, sentado en el sillón de su sala, expiró Carlos Marx.
Ante su tumba, Federico Engels dijo palabras muy certeras, que deben ser leídas cuidadosamente, meditadas y confrontadas con la realidad. Ellas expresan el sentido de una vida que tiene vigencia en nuestro tiempo.

Muchas gracias

Lima, 7 de mayo del 2008

(*) Secretario General de los Amigos de Mariátegui. Conferencia pronunciada en el acto de homenaje a Carlos Marx con motivo de los190 años de su nacimiento. Casa Mariátegui. Lima

No hay comentarios.: