A estas alturas la crisis ya ha puesto en evidencia que el capitalismo es un sistema económico caduco. Los defensores a ultranza del sistema afirmaban que el Estado para nada debía interferir en el mercado ya que él lo arreglaba todo. Hoy esto suena a burla ya que el Estado capitalista corre a toda prisa en ayuda de sus portadores, la burguesía. Esta clase social primero nos roba a mares y ahora pide auxilio para que su propia codicia no derrumbe su ruin sistema "democrático".
Los gobiernos "democráticos" pondrán todas las medidas a su alcance para salvar a la clase dominante. No sólo saquearán las arcas del Estado para salvar de la bancarrota a grandes empresas sino que bajarán al máximo las prestaciones sociales y los salarios de la clase trabajadora. Todo ello lo harán en nombre de la salvaguarda de la sacrosanta civilización. No habrá en los gobiernos "democráticos" ni un ápice de autocrítica, nada dirán de que esta crisis es el producto de un régimen históricamente caduco que ya ha dado en el proceso histórico todo lo positivo que podía dar. No reconocerán que la privatización de los grandes medios de producción y del capital financiero es a estas alturas de la historia una entelequia, nada dirán de que los burgueses y sus políticos son unos fracasados como gestores ya que llevan a la humanidad a la catástrofe económica, social y ecológica. Todo esto que es una evidencia para cualquier persona con un mínimo de raciocinio no saldrá de sus bocas. Al revés, dirán que intervienen para salvar al sistema y que aún les tenemos que estar agradecidos.
Una vez más la Historia nos enseña que el capitalismo no puede caer por si mismo por muchas crisis que tenga porque si no hay una alternativa política sobrevivirá aunque esto cueste sangre, sudor y lágrimas a la clase trabajadora del mundo entero, a los desheredados de la Tierra. Así ocurrirá, una vez más los trabajadores pagaremos los platos rotos de una vajilla en la que no hemos ni comido las sobras.
Es un mal momento económico que nos traerá grandes dolores a los trabajadores ya que van a empeorar nuestras condiciones materiales de existencia. Ahora bien, si aprendemos puede ser un punto político de arranque para la izquierda real, el comienzo de la esperanza. Si en este momento la izquierda anticapitalista, otra izquierda no hay, dispusiera en el Estado español de una organización con influencia de masas sería fácil obligar al gobierno a poner unas sencillas medidas para salvaguardar a la clase trabajadora de los efectos de esta crisis ya que los trabajadores no fueron su causa. Así es, serían medidas básicas, elementales, las que obligaríamos a tomar al gobierno si no quisiese verse enfrentado en la calle con una clase trabajadora políticamente consciente, políticamente dirigida. Entre estas medidas económicas básicas estarían: salario mínimo de 1.200€, jornada laboral de 35 horas semanales, prestación de desempleo para todos los parados, alquileres que no supongan más de un 20% del salario, hipotecas canceladas mientras no se tenga trabajo y que estas no supongan más del 30% del salario. Por supuesto, enarbolaríamos medidas también básicas: no a la privatización de la sanidad, de la enseñanza y de los servicios públicos en general, sí al aborto, referendo por la república federal. Estan medidas las tenemos tod@s en la cabeza porque nos son comunes. Partamos de aquí.
Pero hoy no tenemos en el Estado español esa organización que nos permitiría enfrentar al Capital en sus ansias por devorar al Trabajo. Esto nos hace pensar, ¿por qué no la tenemos? ¿Es que no tenemos más capacidad reflexiva que los ladrones sociales? ¿Es que nuestra moral del trabajo no es superior a su moral del robo? ¿Es que nuestra espiritualidad soñadora de un mundo solidario no es mejor que su empirismo devorador de hombres y de mundos? Entonces, ¿en qué fallamos? En que no somos capaces de ponernos de acuerdo en nuestra rica diversidad en cosas elementales, en una organización conjunta que le diga al capitalismo ¡basta, ni un paso más!
Las mujeres y hombres de izquierdas tenemos que hacernos una reflexión elemental: si no nos ponemos de acuerdo políticamente la burguesía no sólo seguirá pisoteando nuestros derechos a una vida digna sino que cada vez nos pisará con más fuerza y durante más tiempo. Tenemos que asumir tod@s de una vez que nuestra diversidad no nos tiene que enfrentar, nos tiene que unir. Nuestra diversidad es producto de la sociedad plural que deseamos, donde lo básico es que no exista la esclavitud social y, a partir de ahí, construir una sociedad participativa. Esta sociedad no se puede dejar para un hipotético futuro hay que empezarla a construir ahora. ¿Cómo? A través de una organización que sea un modesto anticipo de lo que anhelamos, un modelo de convivencia reflexiva. El análisis y el debate deben ser los argumentos. Análisis de la realidad pasada y presente para aprender las causas de los fenómenos sociales y el debate con respeto sabiendo que nuestras doctrinas políticas son en buena parte producto del contradictorio caminar del proceso histórico. Así, nuestra organización debe ser un ágora proletaria, un verdadero parlamento, desde donde salgan las medidas políticas básicas para enfrentar al Capital. Montar esta organización, este Frente Único, este Parlamento Obrero, esta Ágora Proletaria, no es teóricamente nada difícil, la dificultad viene de nuestros sectarismos, de no comulgar en lo básico por no comulgar con toda la doctrina. La Historia nos puede echar una mano, para eso debe estar, para enseñarnos. En octubre de 1934 la clase trabajadora en el Estado español fue derrotada porque sus dos fracciones de masas, la socialista y la anarcosindicalista, fueron a la insurrección divididas, sólo se triunfó donde fueron juntas, en Asturias, y aquí sólo el aislamiento pudo con la primera Revolución social de la Historia de España. Si hoy no tenemos aquellos dos gigantescos movimientos de masas, si somos fracciones de minis fracciones, si seguimos yendo por separado no es que nos derroten es que nos apalean, como está sucediendo, porque no podemos ni presentar batalla.
Las izquierdas tenemos que vernos las caras en un Foro Obrero Común donde a través exclusivamente del debate decidamos las medidas programáticas mínimas y las mujeres y hombres que nos van a representar. Sólo tenemos que poner unas pocas reglas: respeto, reflexión, prohibición absoluta de tocar moqueta, revocabilidad de los cargos... ¿Peligro de burocratismo? No hay nada en la vida que no tenga riesgos de deformarse y de corromperse y contra esto solamente hay una medicina: la participación del conjunto en la vida de la organización que nos demos. Hay que presentarse a las elecciones y tenemos que ir toda la izquierda anticapitalista junta, es la única manera de empezar a enfrentar al Capital y de que el viento de la esperanza hinche nuestras velas. Y no olvidemos que una organización en el movimiento obrero tiene razón de ser si tiene un programa para el conjunto de la clase trabajadora y no un programa para esa organización. La organización es una herramienta que si no vale se tira y no un fin en si mismo, sólo la palanca para mover el mundo capitalista. Si no lo mueve no vale.
Antonio Liz
Madrid, 26, septiembre, 2008
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