La Feria del Libro en la Habana, Cuba, quedará inaugurada el próximo día 12 de febrero y en ella estarán presentes o representadas las casas editoriales cubanas y las más diversas publicaciones en los campos de la cultura, la ciencia, la política y la sociedad, esta vez con la especial significación de la presencia de Chile como país invitado.
Es significativo el encuentro cultural y la acogida al país austral: se espera la llegada de la presidenta chilena Michelle Bachelet Jeria invitada también al magno evento y fiesta de los libros en Cuba.
Hace 37 años que no recibía Cuba la visita de un presidente chileno. El ultimo en visitarnos fue Salvador Allende en 1972 y si el enlace de la historia permite ahora unir esas dos visitas, vale la pena recordar, ahora que editoriales y libros serán temas obligados para periodistas y cronistas, el extraordinario esfuerzo cultural del gobierno de la Unidad Popular en sus mil días de mandato, por desarrollar el libro y la lectura en la nación chilena, llegando a todas las capas sociales.
De las primeras cuarenta medidas cumplidas por el gobierno allendista estuvo la creación de la editorial Quimantú, un gigantesco paso adelante, con la creación de la editorial, empresa estatal que lanzaba entre ochenta mil y ciento veinte mil ejemplares de literatura universal y centenares de miles de libros de literatura infantil, pedagógicos y de toda índole.
Nadie podría señalar que los libros de Quimantú tuvieron como objetivo ideologizar al pueblo lector. Fue un importante apoyo a la educación de todos los chilenos. Quimantú, convertida en una editora nacional del Estado, puso al alcance de las masas populares, por primera vez, las grandes obras de la literatura mundial. Sus tiradas de cientos de miles de ejemplares se vendían en los kioscos de periódicos al alcance de todos.
Con Quimantú y la dedicación del gobierno de la Unidad Popular se hace un esfuerzo extraordinario para que llegara a todos los sectores de la población la obra de Pablo Neruda.
Apareció la publicación: Antología Popular de Pablo Neruda , por la que no se percibirían derechos de autor, prologada por el propio presidente Salvador Allende con un llamado explícito y claro en la contratapa: “Este libro no puede ser puesto en venta. Su finalidad es que llegue en forma gratuita al pueblo chileno”.
Indiscutiblemente, el Premio Nobel que acababa por esos días de recibir Pablo Neruda, fue la máxima expresión cultural del período y aquella publicación para el pueblo, la mejor recompensa para el socialista fraterno y amigo de todos los chilenos.
Esa antología no alcanzó a repartirse en su totalidad y la mayor parte de la edición fue quemada por acción de los carabineros en la propia editorial Quimantú, donde se hallaban almacenados los ejemplares. Apenas a un año de creada, fue injustamente calificada la obra como sediciosa, y se ordenó su destrucción como los bárbaros de la Alemania nazi en la segunda Guerra Mundial.
Cuando se hable del libro como portador de cultura para todo el pueblo, como vehículo de instrucción y educación para las grandes mayorías en Chile, habrá siempre que recordar a la Editorial Quimantú, por su significado histórico y su prevalencia hasta nuestros días: el libro en las manos del pueblo.
Ahora, en la fortaleza de “La Cabaña”, antiquísima, majestuosa y extraordinaria construcción de tiempos de la colonia, quizás para muchos, caminar y disfrutar de la compra y lectura de algún libro, no les permita percibir que están desandando curiosas coincidencias. Fue en la fortaleza de “La Cabaña” precisamente donde apenas transcurridos los primeros días de enero de 1959 y el bullicio y la efervescencia de una Revolución triunfante inundaba las calles y barriadas de la Habana, se conocieron Salvador Allende y el Che Guevara. El primer contacto del entonces senador chileno con el joven rebelde argentino –cubano, ambos de extraordinaria significación para muchos pueblos y sobre todo para los revolucionarios Latinoamericanos.
Cuando las banderas de Cuba y Chile, una al lado de la otra den apertura a la Feria del Libro en la Habana, en el recuerdo de los que vivieron su tiempo y en el bullicio de los que levantan la esperanza, los jóvenes de hoy, libro en mano, estarán rindiendo un especial tributo de recordación a quienes aportaron a la cultura el ejemplo de sus vidas.
José A. Buergo Rodríguez
Rebelión
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